Quantcast
Channel: postPsiquiatría
Viewing all 204 articles
Browse latest View live

"Buscando soluciones a la corrupción institucional: lecciones desde la teoría de la disonancia cognitiva" (Lisa Cosgrove y Robert Whitaker, traducido por Mikel Valverde)

$
0
0

Recientemente, Mikel Valverde, psicólogo clínico y uno de nuestros referentes habituales, nos facilitó la traducción de un trabajo que consideramos del mayor interés, en relación con cómo la tan deseada transparencia a la hora de la declaración de los conflictos de interés nada soluciona, y posiblemente sea ya hora de pensar en la independencia, como venimos defendiendo también nosotros hace tiempo. De nada sirve confesar la falta si no existe propósito de enmienda para no recaer en ella. Ser transparente y declarar tus conflictos de interés no los desactiva y, como profesionales sanitarios, no deberíamos dejarnos enredar en los intereses de terceros, como las empresas farmacéuticas, que no persiguen el mismo fin que nosotros. Aunque a veces puedan coincidir, para nada es lo mismo el bienestar de los pacientes y los beneficios empresariales. 

Y sin más, la traducción de Valverde del trabajo de Cosgrove y Whitaker.




Buscando soluciones a la corrupción institucional: lecciones desde la teoría de la disonancia cognitiva
Lisa Cosgrove and Robert Whitaker
Edmond J. Safra Working Papers, No. 9, May 9, 2013



Resumen


La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) y la psiquiatría académica de los Estados Unidos tienen dos conflictos de intereses que pueden afectar a su evaluación de los medicamentos psiquiátricos y al desarrollo de las guías clínicas para el diagnóstico y el tratamiento: los pagos de las compañías farmacéuticas y los intereses gremiales. Hasta hace poco, la solución propuesta respecto a las relaciones entre la industria y el mundo académico ha sido la transparencia. Sin embargo, la investigación desde la disonancia cognitiva revela que la divulgación no es una solución, dado que los sesgos cognitivos son frecuentes y difíciles de erradicar. De hecho, el sesgo se manifiesta con mayor frecuencia bajo formas sutiles, sin que el investigador o el clínico sean conscientes, y el sesgo normalmente es implícito y no intencional. Además, los estudios recientes sugieren que la divulgación de los conflictos de intereses financieros en realidad puede agravar el sesgo. En este trabajo se discuten las implicaciones de la teoría de la disonancia cognitiva para entender por qué la divulgación o incluso la «gestión» de los conflictos de intereses financieros no resultan suficientes para conseguir una solución sólida que garantice la objetividad y evite los sesgos. Sugerimos como medida fundamental que los lazos comerciales deben ser excluidos de los lugares en los que se evalúan y se ensayan los nuevos fármacos y en los que se desarrollan las guías clínicas. Esta solución precisa que se utilicen equipos multidisciplinares para realizar esas tareas, incluyendo a expertos en metodología, además de psiquiatras.

Palabras clave: corrupción institucional, psiquiatría, disonancia cognitiva, conflictos de intereses, intereses gremiales, sesgo, divulgación.



Introducción


La teoría de la disonancia cognitiva brinda un marco para entender por qué los conflictos de intereses financieros e intelectuales pueden acarrear un sesgo en la toma de decisiones clínicas y por qué la transparencia –la divulgación de este tipo de conflictos- no proporciona una solución adecuada al conflicto. En resumen, los estudios desde la disonancia cognitiva muestran que las personas que tienen un conflicto de intereses financieros, o trabajan en una institución que está bajo la influencia económica de un grupo externo, a menudo pueden no ser conscientes de que el conflicto pueda comprometer su conducta.

Hace setenta y cinco años, Upton Sinclair expresó de esta forma este punto ciego ético: «Es difícil conseguir que un hombre comprenda algo si su salario depende de que no lo entienda.»(1)



La mente oculta


La teoría de la disonancia cognitiva surgió de la investigación que intentaba comprender qué hacen las personas cuando se enfrentan a una información que crea estados psicológicos conflictivos. Aunque la teoría original de la disonancia cognitiva, elaborada por Leo Festinger en 1957, ha sido revisada varias veces, la premisa básica dice que las personas experimentan disonancia cognitiva cuando su conducta entra en contradicción con sus convicciones éticas, o cuando están tratando de conciliar pensamientos que son incompatibles.(2) Los individuos que experimentan disonancia cognitiva pretenden reducir sus sentimientos de incomodidad intentado conciliar sus creencias y sus comportamientos conflictivos, o sus pensamientos incompatibles, sobre todo si la disonancia se asocia a la estima (por ejemplo, se relaciona con la forma en que uno se ve a sí mismo profesionalmente). Por ejemplo, si un médico cobra de una compañía farmacéutica para actuar como consultor o conferenciante, el médico puede necesitar mantener el convencimiento de que sigue siendo objetivo sobre el valor de los medicamentos de la empresa, a pesar de la remuneración económica.

Tal como el psicólogo de Harvard Mazahrin Banaji y sus colegas demostraron empíricamente, una persona es capaz de mantener este pensamiento que le protege ante los sesgos implícitos que pueden surgir de los conflictos financieros y esto ocurre en gran medida de forma inconsciente.(3) Así, en el caso referido antes, el médico es capaz de mantener conscientemente una creencia firme en su objetividad, incluso cuando se comporta de una forma que, para el observador externo, revela que está afectado por los incentivos financieros. Las personas pueden reconocer conscientemente su posible conflicto de intereses sin ser conscientes de cómo su comportamiento se ha visto afectado por el mismo.

Esta es la razón por la que incluso la transparencia radical de los vínculos financieros (por ejemplo, recibir honorarios, pagos por conferencias, concesión de becas) no pueden resolver el peligroso problema de que tales conflictos de intereses puedan influir en la toma de decisiones en todas las etapas del proceso de investigación y en el desarrollo de las guías diagnósticas y las de práctica clínica.(4) Las personas con vínculos financieros y con intereses gremiales no perciben que están actuando de forma comprometida, y por lo tanto no resulta probable que la divulgación modifique su comportamiento, ya que no se ven a sí mismas afectadas por esos conflictos financieros. De hecho, los sesgos implícitos, tales como los «hábitos de pensar a favor de la industria», son extremadamente difíciles de corregir, incluso aunque las personas sean conscientes de los mismos.(5,6)

Como resultado, los conflictos financieros, ya sean debido a pagos por parte de terceros (por ejemplo, una empresa farmacéutica), o por intereses gremiales, pueden conducir a los investigadores a tomar parte en una ciencia distorsionada (y tomar decisiones, en la metodología, la estadística, y el diseño, que favorezcan al fármaco de la empresa sobre el placebo) y desarrollar conclusiones desequilibradas sobre el balance entre riesgos y beneficios de un tipo de medicamentos, sin apercibirse de que lo están haciendo. Los psicólogos sociales se refieren a este fenómeno como el «sesgo de confirmación» –la tendencia a buscar las pruebas que dan apoyo a las creencias o a las hipótesis previas. Además, dado que los investigadores se perciben a sí mismos siendo objetivos, no son conscientes de que este «sesgo de confirmación» pueda afectar a sus conclusiones. El sesgo en el investigador es a la vez no intencional y no consciente.

Por ejemplo, aunque no hubo ninguna mala conducta científica o fraude, las reevaluaciones del tejido hepático de ratas expuestas a la dioxina dio lugar a conclusiones diferentes respecto al cáncer de hígado en las ratas. En comparación con la investigación original, una reevaluación subvencionada por la industria identificó un menor número de cortes histológicos cancerosos, y este hallazgo afectó a las recomendaciones políticas (la normativa sobre la calidad del agua se suavizó).(7) Este es tan solo un ejemplo entre muchos que señalan el riesgo general de un conflicto de intereses financieros que puede comprometer la investigación o socavar la confianza social.

La investigación realizada por psicólogos sociales y neurocientíficos proporciona información sobre los procesos cerebrales subyacentes de la disonancia cognitiva. La toma de decisiones implica no sólo a las áreas cognitivas del cerebro sino también a las áreas emocionales. Los estudios mediante imágenes han demostrado que se da una integración de los procesos cognitivos con las áreas de procesamiento de la emoción del cerebro, como el hipocampo y la amígdala. Las áreas de procesamiento de la emoción influyen en esta toma de decisiones basándose en la memoria de experiencias previas. Como resultado, tal procesamiento emocional a menudo se produce al margen de la conciencia, y puede estar influenciada por los intereses propios.(8) Esta interacción entre las áreas cerebrales de la conciencia y de las emociones permite que, los conflictos de intereses que afectan a la toma de decisiones, ocurran de forma no consciente para la persona que toma la decisión.

Simon Young, co-editor jefe del Journal of Psychiatry and Neuroscience, sintetizó el problema de este modo: «La idea de que los científicos son buscadores objetivos de la verdad es una ficción agradable, pero es contraproducente en la medida en que puede hacer disminuir la vigilancia contra el sesgo.»(9)



La influencia de Pharma sobre la psiquiatría


En los últimos años se ha prestado una considerable atención social al hecho de que los conflictos de intereses financieros en psiquiatría sean omnipresentes. De hecho, alcanzan a todos los rincones de esta disciplina médica.

En 1980, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) publicó la tercera edición de su Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM III), y adoptó un «modelo médico» para clasificar los trastornos mentales, y ello supuso un cambio que, como Robert Spitzer, el artífice del manual, admitió después, «encantó» a la industria farmacéutica.(10) Ese mismo año, la APA votó a favor de permitir que las empresas farmacéuticas patrocinaran los simposios científicos de su conferencia anual, una decisión que acrecentó el flujo de dinero de las farmacéuticas hacia la organización. Los ingresos anuales de la APA aumentaron de $10.5 millones en 1980 a $65 millones en 2008; en el año pasado, al menos $14 millones llegaron de las compañías farmacéuticas.(11) Este flujo de dinero de la industria procede de los anuncios de los fármacos en las revistas de la APA (American Journal of Psychiatry, Psychiatric Times, y Psychiatric Services), el patrocinio de los simposios científicos en su conferencia anual, los stands publicitarios de esas conferencias, y diversas subvenciones para «formación».

El hecho de que en 1980 la APA votara a favor de permitir que las compañías farmacéuticas patrocinaran los simposios científicos también abrió la puerta para que las empresas farmacéuticas pagaran a psiquiatras académicos para actuar como ponentes expertos en este tipo de eventos. Como resultado, los psiquiatras académicos se situaron bajo la influencia de los intereses farmacéuticos, lo mismo ocurrió con la APA. A mediados de la década de 1990, los psiquiatras académicos recibían honorarios de la industria para actuar como oradores, consultores y asesores. Los expertos del sector denominan a estos médicos como «líderes de pensamiento» o «líderes de opinión claves» (Key Opinion Leader, KOL). Este tipo de conflicto de intereses en los psiquiatras académicos se hizo tan frecuente que en 1998 cuando el New England Journal of Medicinetrató de encontrar un «experto» para redactar una revisión sobre los tratamientos para la depresión resultó difícil encontrar a alguien que no tuviera tales vínculos.(12)

Más recientemente, Propublica, un grupo de periodismo de investigación que rastrea los pagos de 15 empresas farmacéuticas a los médicos para que hablen en público, encontró que de 2009 a 2012 al menos 10 psiquiatras ganaron más de 500.000 dólares por dar esas conferencias (y por servicios de consultoría). Quien más ganaba, según la base de datos de Propublica, era el psiquiatra de Nashville Jon Draud, director médico de asistencia psiquiátrica en dos hospitales de Tennessee, que recibió más de $1 millón de las compañías que informaron públicamente estos pagos.(13)

Varios estados han aprobado leyes (conocidas como «leyes de transparencia») que permiten conocer la dimensión de estos vínculos financieros a nivel local. Por ejemplo, de 2002 a 2006, las empresas farmacéuticas dieron $7.400.000 a los psiquiatras de Minnesota. Los destinatarios incluyeron a siete expresidentes de la Sociedad de Psiquiatría de Minnesota y a 17 psiquiatras de la facultad de la Universidad de Minnesota. En total, 187 de 571 psiquiatras en Minnesota recibieron dinero de las farmacéuticas por algún motivo en ese período de cinco años.(14)

Además, los psiquiatras de la comunidad pueden recibir muestras gratis, regalos pequeños, y se les pagan los viajes a las conferencias de las compañías farmacéuticas. Hasta hace poco, los residentes de las escuelas de medicina asistían regularmente a los almuerzos «educativos» patrocinados por las compañías farmacéuticas. «Estas reuniones de “comida, halagos y amistad”, como las llaman, crean un sentido de reciprocidad en los médicos jóvenes, que tienen una larga vida por delante para recetar» observó Marcia Angell, ex editor de New England Journal of Medicine. «Naturalmente, se sentirán en deuda con esas personas tan amables que les siguen llenando de obsequios.»(15)

Por último, los editores de las revistas psiquiátricas también pueden encontrarse en situaciones conflictivas en la medida que la mayoría de los anuncios de sus publicaciones habitualmente provienen de las compañías farmacéuticas. La publicación de artículos o estudios que plantean interrogantes sobre la eficacia o la seguridad de los fármacos psicotrópicos podrían poner en peligro el flujo de ingresos. El proceso de revisión puede comprometerse si los colaboradores tienen vínculos con la industria y no son conscientes de las formas en que los lazos comerciales pueden sutilmente, pero de forma enérgica, dar lugar al «hábito de pensar a favor de la industria.»

En resumen, los conflictos de intereses impregnan el campo. Surgen cuando los estudiantes de medicina son residentes; están presentes en el despacho del psiquiatra de la comunidad; ayudan a financiar las actividades de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA); ayudan a costear las revistas médicas; y existen estrechos vínculos entre los psiquiatras del mundo académico y las compañías farmacéuticas. De esta forma, estos conflictos pueden afectar a la formación de los residentes; a las prácticas de prescripción de los psiquiatras de la comunidad; a la redacción de los libros de textos psiquiátricos (de la APA y sus expertos); a la realización de la investigación (por ejemplo, al elegir el diseño del estudio, las medidas de resultado, el método estadístico usado con diseños de intención a tratar, los análisis e interpretación de los datos, la difusión de los resultados de la investigación, etc.); al afinar los criterios diagnósticos de los trastornos mentales; y al redactar las guías de práctica clínica.

Este es un entorno propicio para la disonancia cognitiva, que se asienta profundamente en este campo: es casi seguro que los conflictos de intereses tendrán un impacto en la toma de decisiones de la APA, los psiquiatras académicos, y los psiquiatras que prescriben, aun cuando estos profesionales, en sus mentes conscientes, se digan a sí mismos que están libres de tal sesgo.



Los estudios de disonancia cognitiva en los médicos


Los médicos quieren percibirse como altruistas, y creer que sus actos están guiados por el deseo de servir al mejor interés de sus pacientes. Varios investigadores han estudiado cómo resuelven los médicos la disonancia cognitiva que puede surgir al recibir un pago o un regalo de una empresa farmacéutica.

En una encuesta para obstetras y ginecólogos, Morgan y sus colegas encontraron que la mayoría creía que era ético aceptar muestras gratis de medicamentos (92%), una comida de formación gratuita (77%), o una consultoría bien remunerada (53%). Pensaban que la muestra gratuita sería una gran ayuda para los pacientes con necesidades económicas (o que aportaba más comodidad), y sólo un tercio creía que sus hábitos para recetar podrían resultar influenciados por las muestras gratuitas. Sin embargo, esto les preocupaba en sus pares; eran más propensos a creer que la «prescripción del médico corriente podría influenciarse al aceptar los artículos más que en ellos mismos.»(16)

De igual modo, en una encuesta entre los residentes de un programa realizado en la universidad, Steinman halló que el 61% creía que sus pautas de prescripción no se verían influenciadas por los regalos gratuitos, pero pensaban que tan sólo el 16% de los «otros médicos» sería inmune a este tipo de obsequios. Por otra parte, con esta autoimagen en mente, la mayoría de los residentes encontraba «apropiado» aceptar almuerzos gratuitos, comidas con conferencias, artículos impresos, bolígrafos, libros de texto, e incluso asistir a una «salida social» gratuita. Los residentes, Steinman concluyó, «no creen que son influenciados» por los regalos de la industria.(17)

Los expertos de un área, incluyendo a los líderes de opinión, pueden estar aún más seguros de su «objetividad» aunque tengan vínculos financieros con la industria. Choudhry encuestó a 192 autores de 44 guías de práctica clínica avaladas por las sociedades norteamericanas y europeas sobre enfermedades frecuentes en adultos y encontró que el 87% tenía vínculos con alguna compañía farmacéutica. Como promedio tenían lazos financieras (por ejemplo, honorarios, consultorías, financiación de investigación) con más de 10 empresas. Casi dos tercios de los autores (64%) trabajaban como conferenciantes para las compañías farmacéuticas, y el 59% tenían relaciones con las empresas cuyos medicamentos se consideraron en las guías que redactaron. Sin embargo, sólo el 7% de los autores pensaba que sus vínculos financieros con las compañías farmacéuticas «afectaban» a sus recomendaciones, y sólo unos pocos más, el 19%, pensaban que influenciaban a sus coautores. En otras palabras, más del 80% de los expertos estaban seguros de que las relaciones financieras que involucraban a los miembros de su grupo con las empresas farmacéuticas no influían en las guías de práctica clínica que producían.(18)

Chimonas y sus colegas, en un estudio sobre los procesos de pensamiento que los médicos usan para gestionar este tipo de «inconsistencias cognitivas», encontraron que incluyen habitualmente diversas formas de negación y racionalización. «Evitaban pensar en el conflicto de intereses, no estaban de acuerdo en que las relaciones con la industria afectan a la conducta de los médicos, negaban responsabilidad en el problema, enumeraban técnicas para permanecer imparciales, y pensaban que los encuentros con los representantes significan formación y benefician a los pacientes» escribió Chimonas.(19) Los métodos de los médicos para resolver el conflicto pueden tener variaciones, pero por lo general el pensamiento final era el mismo: está bien aceptar obsequios, ya que se mantienen objetivos, a pesar de que otros puedan sesgarse por este tipo de conflictos.

Esta autoimagen de los médicos, señaló el ex presidente de la APA Paul Appelbaum, es tan fuerte que para muchos doctores, incluso «sugerir que puedan estar influenciados por la relación con la industria farmacéutica o por los servicios resulta indignante.» Aun cuando los médicos reciban dinero y regalos de las empresas farmacéuticas, necesitan verse a sí mismos siendo objetivos y actuando desde el mejor interés de sus pacientes, y resulta una afrenta sugerir lo contrario.(20) «Para los psicólogos sociales que estudian las dificultades de las personas para reconocer cómo otros agentes influyen en su conducta, la incapacidad de los médicos para darse cuenta del impacto de las relaciones con la industria simplemente muestra que los médicos son iguales a todos las demás», escribió Appelbaum.(21)

Por último, como Cain observó, los investigadores han encontrado que «resulta difícil superar la influencia de la información previa de las creencias.» Por lo tanto, puede ser que una vez que los médicos llegan a la conclusión de que no les influencian los pagos financieros o los regalos de las compañías farmacéuticas pueden ser reticentes a aceptar cualquier información –como las pruebas de que los conflictos conducen a una conducta sesgada– ya que haría disminuir la confianza en su objetividad. Esta obstinación en las creencias también es cierta cuando otros tipos de conflictos de intereses están presentes, dijo Cain. «Los médicos pueden tener muchas relaciones que suministren un sesgo además de las relacionadas con las empresas farmacéuticas, incluyendo los conflictos no financieros de interés. Tales sesgos pueden ser difíciles de deshacer.»(22)



Bajo la influencia de los intereses gremiales


Por lo general, los estudiosos que indagan sobre los conflictos de intereses dentro de la medicina se centran en la influencia del dinero de las farmacéuticas sobre los médicos académicos y el resto de la profesión. Se presta menos atención a los intereses gremiales, a pesar de que esta influencia puede ser más profunda que los pagos financieros de las compañías farmacéuticas.

En 1980, después de que la APA adoptara el «modelo médico» para clasificar los trastornos mentales, el campo se hizo con tres «productos» principales: la investigación, la clasificación de los trastornos mentales, y la prescripción de fármacos psiquiátricos. Por lo tanto, la APA, como organización, dirigió su rumbo hacia una creciente dependencia de las compañías farmacéuticas, y hacia los intereses internos (por ejemplo, los intereses gremiales) y las influencias externas (por ejemplo, las prácticas de reembolso de terceros que incentivan a los psiquiatras para actuar como psicofarmacólogos en vez de terapeutas verbales). Estos factores llevaron a los psiquiatras de los USA a ceder efectivamente la psicoterapia a otros profesionales de salud mental, como psicólogos y trabajadores sociales. Todas las disciplinas médicas tienen interés en conservar la creencia en sus terapias, y esto es cierto en psiquiatría. Sin embargo, no existen marcadores biológicos para ninguno de los trastornos mentales, no hay técnicas de exploración o análisis de sangre para determinar si una persona tiene esquizofrenia o trastorno bipolar. La ausencia de marcadores biológicos hace que la psiquiatría sea más vulnerable que otras especialidades médicas a los sesgos implícitos y a la influencia de la industria. A su vez, esta dependencia a las interpretaciones subjetivas puede dar lugar a sobreestimar los beneficios de los medicamentos y a subestimar el daño. De hecho, el prescribir fármacos se ha transformado en el núcleo de lo que hace un psiquiatra. Como señaló Detsky, tales intereses gremiales pueden conducir a una «forma de sesgo [que] proviene de la forma en la que uno se gana la vida.»(23)

Teniendo en cuenta estos intereses gremiales y las presiones externas (por ejemplo, las presiones del mercado, los seguros y la gestión de las prácticas asistenciales), es fácil comprender la tendencia a descartar ciertos resultados de la investigación. Los resultados de investigación que plantean interrogantes a la eficacia o a la seguridad de un tipo de medicamento o los hallazgos de los estudios naturalistas en los que a los pacientes sin medicar les iba mejor a largo plazo, provocarían disonancia cognitiva dentro del campo. La APA como organización, así como los líderes del área, estaría motivada para ignorar esos resultados o criticarlos de una forma que le salvaguarde a si misma, así como a la percepción social de los medicamentos.

Por otra parte, esta influencia gremial es probable que esté más escondida para la mente consciente que la influencia debida al pago de una compañía farmacéutica. En este último caso, hay en general un conocimiento social de que tal situación representa un conflicto de interés, que puede dar lugar a sesgos, y por lo tanto hay una cierta conciencia de que tales pagos pueden ser un problema. Pero la sociedad es menos consciente de que un interés gremial pueda llevar a un juicio sesgado, y que este sea también el caso de los médicos. La identidad profesional de los médicos se basa en el supuesto de que sus opciones de tratamiento están basadas en las pruebas, y por lo tanto los psiquiatras no creerán que puedan estar motivados por un interés gremial que ampara la percepción social de los medicamentos psiquiátricos.



La disonancia cognitiva dentro de la psiquiatría


Es fácil observar ejemplos de disonancia cognitiva al ocuparse de las respuestas públicas que dan los psiquiatras académicos y la APA a las críticas a los medicamentos psiquiátricos o a los estudios que revelan que los psiquiatras líderes tienen conflictos de intereses. Sus respuestas indican de forma precisa un aval para la farmacoterapia y para mantener que los investigadores no quedan afectados por los lazos comerciales, en vez de una voluntad de discutir las conclusiones que cuestionan la relación entre riesgo y beneficio de los fármacos psicotrópicos.

Por ejemplo, en 2008, Irving Kirsch y sus colegas realizaron un metanálisis de los datos de los ensayos clínicos presentados a la FDA (Organismo para Alimentos y Medicamentos de EEUU) de cuatro antidepresivos, y que agrupaban los resultados de fármacos contra placebo en relación con la gravedad de la enfermedad en la que se encontraban los pacientes al comienzo de los estudios. Encontraron que los fármacos no proporcionaban un beneficio clínicamente significativo para la mayoría de los pacientes con depresión. Tan sólo en los muy gravemente enfermos los fármacos proporcionaban este beneficio según los resultados de los ensayos clínicos.(24)

Dos años más tarde, Fournier llegó a una conclusión similar. En muchos ensayos clínicos, las compañías farmacéuticas utilizan un período de lavado (es decir, descartan a los que responden pronto al placebo), un diseño de ensayo que espera suprimir la respuesta placebo. Fournier et al. llevaron a cabo un meta-análisis de ensayos clínicos que asignaba al azar a los pacientes, ya sea al placebo o al medicamento (independientemente de que inicialmente respondieran al placebo), y que además consideraban la información acerca de la gravedad de los síntomas de los pacientes en el ensayo. Fournier y sus colegas fueron capaces de encontrar tan sólo seis de estos estudios en la literatura, y en esos seis estudios, los «verdaderos efectos del fármaco –las ventajas del antidepresivo sobre el placebo- eran inexistentes o insignificantes entre los pacientes deprimidos con síntomas iniciales leves, moderados e incluso graves, mientras que eran mayores en los pacientes con síntomas muy graves.»(25)

Como respuesta a los hallazgos de Kirsch y de Fournier, el psiquiatra Peter Kramer, autor de Escuchando al Prozac, escribió un artículo de opinión en el New York Times titulado «En defensa de los antidepresivos.»(26) Estos fármacos, escribió Kramer, «funcionan - habitualmente bien, al igual que otros medicamentos [que] los médicos prescriben.»(24) Interpretó los resultados desalentadores que encontró el análisis de Kirsch sobre varias cuestiones indicando, por ejemplo, que las compañías farmacéuticas «van deprisa, no son cuidadosos con los ensayos.» A menudo, añadió, «incluyen a sujetos que realmente no tienen una depresión -y (no es una sorpresa) que semanas después no estén deprimidos.» Sin embargo, 34 de los 35 ensayos financiados por la industria y revisados por Kirsch reclutaron sólo a pacientes con depresión severa –pero Kramer dijo al público una «verdad» diferente: los estudios se realizaron mal, reclutaron a pacientes inadecuados, y estas eran las razones por las que los fármacos a menudo no conseguían superar al placebo. En cuanto a la investigación de Fournier et al, Kramer dijo que los críticos cuestionaban los «aspectos matemáticos [de Fournier],» lo que sutilmente implicaba –sin apoyarlo en ninguna evidencia– que los resultados de su metanálisis podrían no ser correctos.

Lo que faltaba en la defensa de Kramer de los antidepresivos era alguna discusión real sobre los hallazgos de Kirsch y Fournier. En cambio, en su artículo de opinión, se observan los argumentos de alguien que sabe que los antidepresivos «funcionan» para todos los subgrupos de pacientes deprimidos, y por lo tanto descarta las pruebas contrarias. Parece que los resultados de Kirsch y de Fournier provocaron un momento de disonancia cognitiva, y al final el artículo de opinión de Kramer podía resolver la disonancia. «En resumen, el panorama del muy publicitado análisis es como un editorial con números adjuntos.»(24)

Otro ejemplo de esta disonancia cognitiva puede observarse en la respuesta de la APA a un ensayo en dos partes que Marcia Angell, ex editor de New England Journal of Medicine, escribió en el New York Review of Books. (27) En su revisión de 2011, Angell discutió el estudio de Kirsch sobre los antidepresivos, y ella también escribió sobre los efectos inquietantes a largo plazo de los fármacos psiquiátricos. En vez de hablar de ciencia, la APA respondió atacando al mensajero (Angell). «Lamentamos que no use un enfoque más equilibrado,» escribió la APA en una carta al New York Review of Books. «La conclusión es que estos medicamentos a menudo alivian el sufrimiento del paciente, y esta es la razón por la que los médicos los prescriben.»(28) En un artículo publicado en Psychiatric News, el presidente de la APA, John Oldham añadió,«esta promoviendo mucha y mala distorsión (sobre la revisión de Angell) para alguien de su nivel.»(29)

La APA respondió en un tono similar cuando Lisa Cosgrove y Sheldon Krimsky informaron que un alto porcentaje de los miembros de los paneles que desarrollaban las guías de práctica clínica para la esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión tenían vínculos financieros con las compañías farmacéuticas. En vez de considerar la posibilidad de que este conflicto pudiera influir en sus recomendaciones, la APA dijo que no había razón para preocuparse de que esto pudiera ocurrir. «Se supone que un vínculo con una empresa es una prueba de sesgo,» dijo Darrel Regier, director de investigación de la APA, en una entrevista con USA Today. «Sin embargo, estas personas pueden ser objetivas.»(30)

En pocas palabras, la respuesta de la APA y otros líderes de la psiquiatría a las críticas que desafiaban los intereses gremiales ha sido la siguiente: los fármacos psiquiátricos funcionan bastante bien, mejor de lo que sugieren los datos clínicos, y los líderes en el área son científicos expertos y no les afecta su relación financiera con la industria. Los estudios de disonancia cognitiva revelan que la APA y sus líderes están bastante seguros de que todas las clases de psicofármacos son eficaces y seguros. Por otra parte, la evidencia emergente que sugiere lo contrario debe ser de mala calidad o simplemente equivocada.



Consecuencias médicas


Los conflictos de intereses pueden afectar a todos los aspectos de las prácticas médicas de la psiquiatría. En la investigación, puede llevar a los investigadores tomar opciones de diseño y metodología que pueden exagerar la eficacia de los medicamentos y reducir al mínimo los efectos adversos. En la delimitación de las categorías diagnósticas, pueden dar lugar a ampliar los márgenes de los trastornos o crear nuevos trastornos de forma que promuevan los intereses de la industria. Por último, puede llevar el campo a creer que está practicando la «medicina basada en las evidencias,» con guías de práctica clínica pensadas para reflejar los hallazgos de una ciencia honesta, cuando, de hecho, el fundamento de las pruebas está «contaminada» de múltiples formas.

El primer problema es que la literatura publicada –con la que los expertos fundamentan el desarrollo de las guías– puede estar comprometida por conflictos de intereses financieros. Si es así, consecuentemente las guías se verán comprometidas: un material malo lleva a un mal producto. El segundo problema es que los expertos que desarrollan las guías pueden tener un conflicto de intereses financieros (al recibir pagos de las compañías farmacéuticas) y también tendrán intereses gremiales para considerar los fármacos desde un ángulo positivo. Por lo tanto, mientras revisan la literatura, tendrán un «sesgo de confirmación» natural para percibir los resultados de los estudios de un modo que refleje su creencia de que los medicamentos son muy útiles. De hecho, los investigadores han encontrado que la opinión de expertos sobre temas médicos es muy poco fiable y a menudo contradice los datos científicos.(31)

El resultado final pueden ser unas guías de práctica clínica que llevan a un uso excesivo, o inadecuado, de los medicamentos psiquiátricos. Es fácil argumentar que este es el caso de los antidepresivos. La obra de Fournier y de Kirsch revela que los ISRS no proporcionan un beneficio clínicamente significativo para los pacientes con depresión de leve a moderada. De hecho, el Instituto Nacional de Excelencia Clínica (NICE) en Gran Bretaña, que actúa como un grupo asesor para el Servicio Nacional de Salud, llegó a esa misma conclusión, precisamente por la razón documentada sobre la relación entre riesgo y beneficios. NICE afirma explícitamente que los antidepresivos no deben ser un tratamiento de primera línea para los pacientes con depresión de leve a moderada.(32) En oposición a las guías elaboradas por el NICE, así como las últimas directrices holandesas para el trastorno depresivo mayor, la más reciente guía de la APA para el trastorno depresivo mayor recomienda los antidepresivos como una intervención de primera línea para la depresión de leve a moderada.(33) Todo el grupo elaborador de la APA tenía vínculos con las empresas farmacéuticas, y una mayoría trabajaba en la plantilla de conferenciantes (a veces nombrados  como «líderes claves de opinión - KOL») para los fabricantes de los fármacos antidepresivos.

El concepto de «medicina basada en las evidencias - MBE» proporciona a una disciplina médica el sentido de que sus protocolos de tratamiento se basan en una ciencia objetiva y sin sesgos. Sin embargo, la realidad puede ser muy diferente. El sesgo puede estar operando en cada paso de este proceso, desde la obtención de las pruebas hasta el análisis de la literatura, y puede conducir a pautas de tratamiento profundamente comprometidas. Gupta, (2003), resume bien este punto: «La práctica de la MBE podría entonces conducir a la peor, en vez de a la mejor, atención del paciente. Por otra parte, la MBE puede tener efectos indeseados... y puede estar influenciada profundamente desde intereses privados, en detrimento de los intereses de los pacientes, para determinar qué servicios deben estar disponibles.»(34)



Soluciones


Entonces, ¿cuáles son las soluciones posibles a los actuales conflictos de intereses generalizados de la psiquiatría actual? Lo que esta breve revisión de la teoría de la disonancia cognitiva nos muestra es que la solución preferida hoy, la de divulgar los vínculos con las empresas farmacéuticas, no es en absoluto una solución. El conflicto sigue ahí, y hay investigaciones que sugieren que la divulgación, en lugar de servir como un remedio contra el sesgo, puede empeorarlo.(35) Llegar a tener investigadores limpios puede resultar más convincente en que nunca serán sesgados o influenciados por tales lazos.

Por lo tanto, y dado que nuestra sociedad busca soluciones, es posible que haya que buscar formas para eliminar los conflictos de intereses cuando se lleve a cabo la investigación y se desarrollen las guías clínicas. De hecho, la transparencia simplemente desplaza el problema del «sesgo secreto» a otro del «sesgo divulgado.»(36) Como norma de excelencia, los conflictos de intereses financieros necesitan prohibirse, no «gestionarse.» Debería haber una presunción refutable (37) de prohibir los conflictos de intereses financieros en las personas responsables de la elaboración de guías diagnósticas y de práctica clínica en psiquiatría. Además, acorde a las recomendaciones más recientes del Institute of Medicine (Instituto de Medicina), los grupos que desarrollan  las guías y los equipos de investigación que sean responsables de diseñar y analizar los ensayos clínicos aleatorizados deben ser multidisciplinares e incluir expertos en metodología, junto con expertos en el tema. Un equipo multidisciplinario no sería vulnerable al interés gremial, y esto es de esperar que mitigue el potencial de sesgos de confirmación y los implícitos que afectan negativamente el proceso realizar los ensayos con los nuevos fármacos o la elaboración de las guías psiquiátricas.

Por último, toda la profesión médica debe esforzarse en ser más consciente de la disonancia cognitiva cuando trabaja dentro de la medicina, y sobre cómo se pueden trasmitir los sesgos a los datos y a las conclusiones no equilibradas sobre la eficacia y seguridad de los medicamentos. Todas las subespecialidades médicas, incluyendo la psiquiatría, tienen que entender que, debido a los conflictos de intereses, pueden darse sesgos implícitos o inconscientes, y es necesario tratar de eliminar los conflictos en conjunto, en vez de simplemente desvelar la existencia de tales conflictos.



Referencias


(1)  Sinclair Lewis, I, Candidate for Governor: And How I Got Licked, (1935, reprint University of California Press, 1994); citado en Wikiquotes, http://en.wikiquote.org/wiki/Upton_Sinclair.

(2) Eddie Harmon-Jones, Judson Mills, eds., Cognitive Dissonance: Perspectives on a Pivotal Theory in Social Psychology (American Psychological Association, 1999), 3-21.

(3)  Mahzarin R. Banaji, Max H. Bazerman, and Dolly Chugh, “How (Un)ethical Are You?” Harvard Business Review 81.1 (2003): 56-65. Para más información sobre como un conflicto de intereses induce un comportamiento no ético, consultar Maryam Kouchaki, Kristin Smith-Crowe, Arthur P. Brief, Carlos Sousa, “Seeing Green: Mere Exposure to Money Triggers a Business Decision Frame and Unethical Outcomes,” Organizational Behavior and Human Decision Processes 212.1 (2013): 53-61, http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0749597812001380

(4) Las Guías de Práctica Clínica (GPC) ejercen una enorme influencia en las prácticas de prescripción. Las GPC son consideradas, por la profesión médica, más fiables que la opinión de los expertos, ya que son una declaración de recomendaciones imparciales y solo empíricamente sustentadas. También se consideran útiles porque suelen contener un árbol de decisión o algoritmo que guía al clínico ocupado, tan inundado con demasiada información, a veces contradictoria. Por lo tanto, las GPC pretenden mejorar la práctica de la medicina basada en la evidencia mediante la racionalización de la asistencia sanitaria y la mejora de los procesos y resultados de la asistencia al paciente. Además, las compañías de seguros se basan en gran medida en las guías para decidir qué tratamientos van a financiar y aunque no hay una obligación para que las GPC tengan que utilizarse, son vistas como una parte integral de la medicina basada en las evidencias.

(5) Joel Lexchin and Orla O’Donovan, “Prohibiting or ‘Managing’ Conflict of Interest?” Social Science and Medicine 70.5 (2010): 643-647.

(6)  Curtis Hardin and Mazarin Banaji, “The Nature of Implicit Prejudice: Implications for Personal and Public Policy,” in Eldar Shafir, ed., The Behavioral Foundations of Policy (Princeton University Press, 2012).

(7) http://uwaterloo.academia.edu/HeatherDouglas/Papers/1029159/Rejecting_the_Ideal_of_Value-Free_Science.

(8) Paul Thagard, “The Moral Psychology of Conflicts of Interest: Insights from Affective Neuroscience,” Journal of Applied Philosophy, 24.4 (2007): 367-380.

(9) Simon N. Young, “Bias in the Research Literature and Conflict of Interest: An Issue for Publishers, Editors, Reviewers and Authors, And it is Not Just About the Money,” Journal of Psychiatry and Neuroscience 2009; 34.6 (2009): 412-417.

(10)  Jon Ronson, “Bipolar Kids: Victims of the ‘Madness Industry’?” New Scientist, June 8, 2011.

(11) American Psychiatric Association, reports of the Treasurer, 1980 to 2004; Annual Reports of the American Psychiatric Association, 2005-2011; American Psychiatric Association reports on pharmaceutical revenues, 2006-2011.

(12) Marcia Angell, “Is Academic Medicine for Sale?” New England Journal of Medicine 342 (2000): 1516-1518.

(13)  Tracy Weber and Charles Ornstein “Dollars for Docs Mints a Millionaire,” ProPublica, March 11, 2013, http://www.propublica.org/article/dollars-for-docs-mints-a-millionaire.

(14)  Jeremy Olson, “Drug Makers Step up Giving to Minnesota Psychiatrists,” Pioneer Press, August 27, 2007.

(15) Marcia Angell, The Truth About the Drug Companies: How they Deceive Us and What to Do About It, (Random House, 2004): 127.

(16) M. Morgan, J. Dana, G. Loewenstein, et al. “Interactions of Doctors with the Pharmaceutical Industry,” Journal of Medical Ethics 32.10 (2006): 559-562.

(17) M. Steinman, M. Shlipak, and S. McPhee, “Of Principles and Pens: Attitudes and Practices of Medicine Housestaff toward Pharmaceutical Industry Promotions,” American Journal of Medicine 110.7 (2001): 551-557.

(18) Niteesh Choudhry, Henry Thomas Stelfox, Allan S. Detsky , “Relationships Between Authors of Clinical Practice Guidelines and the Pharmaceutical Industry,” Journal of the American Medical Association 287.5 (2002): 612-617.

(19) Susan Chimonas, Troyen A. Brennan, David J. Rothman, “Physicians and Drug Representatives: Exploring the Dynamics of the Relationship,” Journal of General Internal Medicine 22.2 (2007): 184-190.

(20) La pertenencia a una organización profesional tiene efectos en la racionalizacion de esta naturaleza. Consultar Maryam Kouchaki, ”Professionalism and Moral Behavior: Does a Professional Self-Conception Make One More Unethical?” Edmond J. Safra Research Lab Working Papers, No. 4 (2013), http://ssrn.com/abstract=2243811.

(21) Paul S. Appelbaum and Azgad Gold, “Psychiatrists’ Relationships with Industry: The Principal-Agent Problem,” Harvard Review of Psychiatry 18.5 (2010): 255-265.

(22) Daylian Cain and Allan Detsky, “Everyone’s a Little Bit Biased (Even Physicians),” Journal of the American Medical Association 299.24 (2008): 2893-95.

(23)  Allan S. Detsky, “Sources of Bias for Authors of Clinical Practice Guidelines,” Canadian Medical Association Journal 175.9 (2006): 1033.

(24) Irving Kirsch, Brett J. Deacon, Tania B. Huedo-Medina, et al., “Initial Severity and Antidepressant Benefits: A Meta-Analysis of Data Submitted to the Food and Drug Administration,” PLoS Medicine 5 (2008): 260-268.

(25) Jay C. Fournier, Robert J. DeRubeis, Steven D. Hollon, et al., “Antidepressant Drug Effects and Depression Severity,” Journal of the American Medical Association 303.1 (2010):47-53.

(26)  Peter D. Kramer, “In Defense of Antidepressants,” New York Times, July 9, 2011.

(27)  Marcia Angell, “The Epidemic of Mental Illness: Why?,” The New York Review of Books, June 23, 2011, and Marcia Angell, “The Illusions of Psychiatry,” The New York Review of Books, July 14, 2011.

(28)  J. Oldham, “Letter to the Editor,” New York Review of Books, August 18, 2011.

(29) Mark Moran, “Prominent M.D.’s Book Reviews Give Negative Views of Psychiatry,” Psychiatric News 46.15 (2011).

(30) M. Elias, “Conflicts of Interest Bedevil Psychiatric Drug Research,” USA Today, June 3, 2009.

(31) Elliott M. Antman, Joseph Lau, Bruce Kupelnick, et al., “A Comparison of Results of Meta-analyses of Randomized Control Trials and Recommendations of Clinical Experts: Treatments for Myocardial Infarction,” Journal of the American Medical Association 268.2 (1992): 240-248.

(32) National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE), Depression: The Treatment and Management of Depression in Adults, NICE Clinical Guideline No. 90. (2009), http://www.nice.org.uk/nicemedia/pdf/CG90NICEguideline.pdf  (accessed July 1, 2012).

(33) American Psychiatric Association (APA), Practice Guideline for the Treatment of Patients with Major Depressive Disorder 3rd ed. (2010) http://psychiatryonline.org/content.aspx?bookid=28&sectionid=1667485

(34) M. Gupta, “A Critical Appraisal of Evidence-Based Medicine: Some Ethical Considerations,” Journal of Evaluation in Clinical Practice, 9.2 (2003): 111-121.

(35) George Loewenstein, Sunita Sah, and Daylian Cain, “The Unintended Consequences of Conflict of Interest George Loewenstein, Sunita Sah, and Daylian Cain, “The Unintended Consequences of Conflict of Interest Disclosure,” Journal of the American Medical Association 307.7 (2012): 669-670.

(36) Sheldon Krimsky, “Combating the Funding Effect in Science: What's Beyond Transparency?” Stanford Law Policy Review, 21 (2010): 101–123.

(37) Una presunción refutable o iuris tantum es aquella que se establece por ley y que admite prueba en contra, es decir, permite probar la inexistencia de un hecho o derecho, a diferencia de las presunciones iuris et de iure de pleno y absoluto derecho, presunción que no admite prueba en contra, o dicho de otra forma, no es un valor consagrado, absoluto, sino que es un «juicio hipotético», que puede ser invertido acreditando que un acto es ilegítimo. Recogido en: http://es.wikipedia.org/wiki/Presunci%C3%B3n_%28derecho%29(N.deT.)







Serotonina y depresión: el marketing de un mito (editorial del BMJ, por D.Healy, traducido por NoGracias)

$
0
0

La imprescindible página de la plataforma No Gracias recogió hace unos meses la traducción al castellano (obra de Marc Casañas) de un editorial del British Medical Journal escrito por el Dr. David Healy. Coincidimos plenamente con su punto de vista y es una satisfacción que una publicación del prestigio del BMJ recoja dicho punto de vista. Ya nos hemos dejado engañar demasiado tiempo por este mito, poco edificante y bastante iatrogénico, pero sin duda altamente rentable. Como siempre, nos preguntamos si es más culpable el que engaña o el que se deja engañar.

Transcribimos a continuación la entrada de No Gracias con la traducción del editorial de Healy, para colaborar también, en la medida de nuestras posibilidades, a su mayor difusión:



David Healy, psiquiatra, profesor universitario, historiador de la psiquiatría y crítico contumaz de la farmacologización de su especialidad y la medicina en general (impagable su demoledor Pharmageddon) acaba de publicar un editorial en el BMJ titulado “Serotonina y depresión: El marketing de un mito”. No dice nada que no sepamos, pero un editorial del BMJ marca tendencias.

Por su interés docente y para mejorar su difusión lo hemos traducido.



“El grupo de fármacos llamados Inhibidores de la Recaptación de la Serotonina (ISRS) surgió a finales de los 80, casi dos décadas después de que fueran conocidos. El retraso de se debió a la búsqueda de una indicación. Hasta entonces, no habían demostrado ningún posible perfil lucrativo como la obesidad o la hipertensión. Ya en 1960, la idea de que la concentración de serotonina estaba reducida en la depresión [1] había sido rechazada [2] y, en los ensayos clínicos, los ISRS habían perdido su pulso contra los antiguos antidepresivos tricíclicos como tratamiento para la depresión severa (melancolía) [3-5].

Cuando comenzaron a surgir las preocupaciones acerca de la dependencia que generaban los tranquilizantes en los primeros 80, se intentaron suplantar las benzodiazepinas por un fármaco serotoninérgico, la buspirona, etiquetado como ansiolítico no-productor de dependencia. Esto fracasó [6]. Las lecciones a aprender fueron que los pacientes esperaban que los tranquilizantes tuvieran un efecto inmediato y que los doctores esperaban que produjeran dependencia. No fue posible desintoxicar la marca “tranquilizante”.

En vez de eso, las compañías farmacéuticas vendieron los ISRS para tratar la depresión, aún a expensas de que eran menos efectivos que los antiguos tricíclicos, publicitando la idea de que la depresión era la enfermedad de base que estaba detrás de las manifestaciones superficiales de la ansiedad. La estrategia fue un éxito extraordinario al centrarse en la idea de que los ISRS devolvían los niveles de serotonina a la normalidad, una noción que más tarde transmutó en la idea de que corregían un disbalance neuroquímico. Los antidepresivos tricíclicos no tenían una narrativa comparable.


El mito de la serotonina

En los 90, ningún académico podía vender el mensaje de la disminución de serotonina. Estaba claro que no había correlación entre la potencia de la inhibición de la recaptación de serotonina y la eficacia de los antidepresivos con ese efecto. Nadie sabía si los ISRS aumentaban o reducían los niveles de serotonina; aún no se sabe. No había ninguna evidencia de que el tratamiento corrigiese nada [7].

Sin embargo, la idea de que era necesario recuperar los niveles de serotonina se instauró entre los pacientes y las asociaciones de enfermos. La historia de la disminución de la serotonina se enraizó, de hecho, en el dominio público más que en el ámbito psicofarmacológico. La concepción serotoninérgica era parecida a la noción freudiana de líbido – difusa, amorfa, e incapaz de explorarse – una pieza prototípica de chatarra intelectual [8]. Si los investigadores usaban este lenguaje era porque hacía referencia casi simbólica a ciertas anormalidades fisiológicas que casi todos pensaban serían encontradas, tarde o temprano, en la fisiopatología de la melancolía, aunque no necesariamente en la “depresión” leve.

El mito atrapó hasta el mercado de las medicinas alternativas. Los materiales y consejos provenientes de estas medicinas alentaban a la población a comer alimentos o participar en actividades que aumentaban sus niveles de serotonina, lo que, a su vez, reforzaba la validez de usar antidepresivos [9]. El mito también capturó a psicólogos y otros profesionales, quienes aprovecharon la ocasión para intentar explicar la importancia evolutiva de la depresión en términos de función del sistema serotonínico [10]. Las revistas y los editores asumían esta idea equivocada y la ensalzaban y reproducían en libros y artículos como si fuera un hecho robusto y bien establecido científicamente y, mientras, se vendían antidepresivos.

Por encima de todo, el mito capturó a doctores y pacientes. Para los doctores, fue un recurso que permitió una explicación fácil y rápida de la enfermedad y facilitó la comunicación con sus pacientes. Para los pacientes, la idea de corregir una anormalidad tenía una fuerza moral que superaba los recelos que algunos podían tener sobre tomar tranquilizantes, especialmente al transmitir de forma atractiva que la aflicción no era una debilidad.


Distracción costosa

Mientras tanto se marginalizaban tratamientos menos costosos y más efectivos. El éxito de los ISRS expulsó fuera del mercado a los antiguos antidepresivos tricíclicos. Esto es un problema porque los ISRS nunca han sido capaces de demostrar eficacia en las depresiones asociadas a un alto riesgo de suicidio (melancolía). Los estados de nerviosismo que los ISRS tratan no se asocian a un mayor riesgo de suicidio [11]. La focalización en los ISRS supuso también el abandono de la búsqueda de verdaderas alteraciones biológicas relacionadas con la melancolía (como las teorías del cortisol aumentado) [12].

Dos décadas después, el número de antidepresivos prescritos por año es ligeramente superior al número de personas del mundo occidental. La mayoría de las prescripciones (nueve de cada diez) son para pacientes que se encuentran con dificultades para dejar el tratamiento; más o menos, una décima parte de la población [13,14]. A estos pacientes comúnmente se les aconseja que continúen el tratamiento precisamente porque sus dificultades para dejarlo indican que lo necesitan, igual que un paciente diabético necesita insulina.

Mientras, ciertos estudios sugieren que la ketamina, una sustancia que actúa en el sistema glutámico, es un antidepresivo más efectivo que los ISRS para la melancolía arrojando así aun más dudas a la relación entre serotonina y depresión [15-17].

La serotonina no es irrelevante. Como la noradrenalina, la dopamina y otros neurotransmisores, podemos esperar que sus niveles varíen entre individuos, y encontrar ciertas correlaciones con el temperamento y la personalidad [18]. Había indicios de un rol dimensional para la serotonina en los 70, con investigaciones que correlacionaban niveles reducidos de metabólitos de la serotonina con impulsividad, lo que predisponía a actos de suicidio, agresión y alcoholismo [19]. Tal como pasó con el eclipse de la teoría del cortisol, este hilo de investigación también fue enterrado; los ISRS reducen los niveles de los metabolitos de la serotonina en algunas personas y son particularmente ineficaces en grupos de pacientes caracterizados por su impulsividad (con rasgos de personalidad límite, “borderline“) [20].

Esta historia nos obliga a reflexionar acerca de cómo la opinión de médicos y otros profesionales puede otorgar plausibilidad epidemiológica y biológica a las teorías. ¿Puede una explicación biológica y terapéutica, plausible (pero mítica), conseguir que todo el mundo margine los datos de los ensayos clínicos que muestran nula evidencia de vidas salvadas o de funciones restablecidas? ¿Pueden los datos de ensayos clínicos publicitados como efectivos permitir más fácilmente la adopción de una explicación biológica mítica? No hay estudios publicados sobre este tema.

Estas cuestiones son importantes. En otras áreas de la vida los productos que usamos, desde ordenadores hasta microondas, mejoran año a año, pero este no es el caso de las medicinas; este mismo año cualquier tratamiento podrá lograr ser un éxito en ventas a pesar de ser menos efectivo y menos seguro que los medicamentos anteriores. Las ciencias emergentes del cerebro ofrecen enormes ámbitos para desplegar cualquier cantidad de chatarra intelectual o científica [21]. Tenemos la necesidad de entender el lenguaje que usamos.

Hasta entonces, chao, y gracias por toda la serotonina.


Conflicto de intereses: He leído y entendido la política del BMJ respecto a la declaración de intereses y declaro que soy miembro fundador de RxISK, el cual trabaja para alzar la voz sobre el perfil de seguridad de los medicamentos y estoy en el comité consultivo de la Fundation of Excellence in Mental Health Care. He participado como testigo experto en casos vinculados a suicidio y violencia relacionados con los ISRS.


1 Ashcroft GW, Sharman DF. 5-Hydroxyindoles in human cerebrospinal fluids. Nature 1960;186:1050-1.

2 Ashcroft GW. The receptor enters psychiatry. In: Healy D, ed. The psychopharmacologists. Vol 3. Arnold, 2000:189-200.

3 Danish University Antidepressant Group. Citalopram: clinical effect profile in comparison with clomipramine. A controlled multicentre study. Psychopharmacology 1986;90:131-8.

4 Danish University Antidepressant Group. Paroxetine. A selective serotonin reuptake inhibitor showing better tolerance but weaker antidepressant effect than clomipramine ina controlled multicenter study. J Affective Disorders 1990;18:289-99.

5 Healy D. The antidepressant era. Harvard University Press, 1997.

6 Lader M. Psychopharmacology: clinical and social. In: Healy D, ed. The psychopharmacologists. Vol 1. Chapman and Hall, 1996:463-82.

7 Healy D. Let them eat Prozac. New York University Press, 2004.

8 Healy D. Unauthorized Freud. BMJ 1999;318:949.

9 Ross J. The mood cure. Penguin, 2002.

10 Andrews PW, Bharwani A, Lee KR, Fox M, Thomson JA. Is serotonin an upper or adowner? The evolution of the serotonergic system and its role in depression and the antidepressant response. Neurosci Biobehav Rev 2015;51:164-88.

11 Boardman A, Healy D. Modeling suicide risk in affective disorders. Eur Psychiatry 2001;16:400-5.

12 Shorter E, Fink M. Endocrine psychiatry. Oxford University Press, 2010.

13 Healy D, Aldred G. Antidepressant drug use and the risk of suicide. Int Rev Psychiatry 2005;17:163-72.

14 Spence R, Roberts A, Ariti C, Bardsley M. Focus on: antidepressant prescribing. Trends in the prescribing of antidepressants in primary care. Health Foundation, Nuffield Trust, 2014.

15 Berman RM, Capiello A, Anand A. Antidepressant effects of ketamine in depressed patients. Biol Psychiatry 2000;47:351-4.

16 Murrough JW. Ketamine as a novel antidepressant: from synapse to behavior. Clin Pharmacol Ther 2012;91:303-9.

17 Atigari OV, Healy D. Sustained antidepressant response to ketamine. BMJ Case Rep 2013. doi:10.1136/bcr-2013-200370.

18 Cloninger CR. A systematic method for clinical description and classification of personality variants: a proposal. Arch Gen Psychiatry 1987;44:573-88.

19 Linnoila M, Virkkunen M. Aggression, suicidality and serotonin. J Clin Psychiatry1992;53(suppl):46-51.

20 Montgomery DB, Roberts A, Green M, Bullock T, Baldwin D, Montgomery S. Lack of efficacy of fluoxetine in recurrent brief depression and suicide attempts. Eur Arch PsychClin Neurosci 1994;244:211-5.

21 Delamothe T. Very like a fish. BMJ 2011;343:d4918.

Citar esto como: BMJ 2015;350:h1771
© BMJ Publishing Group Ltd 2015″

Traducido por Marc Casañas



Doctor Munchausen: Querida Luise (por David Healy, traducido por Marc Casañas)

$
0
0

De nuevo traemos un texto del Dr. David Healy, una de las voces más lúcidas en la crítica a ciertos usos (y, sobre todo, abusos) de la psiquiatría actual. Se trata de una entrada de su imprescindible blog, que nos ha llegado traducida gracias al trabajo de Marc Casañas, colaborador habitual de No Gracias. El texto es duro y, si deciden leerlo, no les dejará indiferentes. La entrada original, en inglés, está disponible aquí.





Doctor Munchausen: Querida Luise



Julio, 28 del 2014


Nota editorial: esta es la tercera entrada de las seis referidas a la serie de Doctor Munchausen. Ver Doctor Munchausen, yo presumo y Muriendo por un tratamiento. Una variación de esta entrada fue portada en RxISK.org hace algunos meses.


Querida Luise, por Dorrit Cato Christensen, es uno de los libros que trata sobre el sistema de salud más extraordinarios nunca escritos. Los libros médicos tratan generalmente sobre grandes hallazgos, inmensa resiliencia, o triunfos en una u otra vía. Querida Luise trata acerca del lado oscuro de la medicina, el lado que ofrece a los doctores las oportunidades de matar sin ser detectados. Se establece en el marco de la salud mental pero la historia de poder y desempoderamiento puede ser encontrada en cualquier lugar desde las oficinas de los doctores de atención primaria hasta la artritis o en clínicas cardiovasculares.



Tenemos que hablar sobre psiquiatría – DH


Desde siempre ha parecido que la psiquiatría ha estado “llegando”. Durante décadas, sus apologistas han estado diciendo que ahora somos una rama de la medicina. Pero nadie fuera de la especialidad cree esta afirmación. Lo extraordinario del asunto es que la psiquiatría fue la primera ramificación de la medicina que tuvo hospitales especializados, la primera en tener revistas científicas especializadas, la primera a adoptar una aproximación basada en la evidencia, la primera en eliminar algunos de los mayores padecimientos los cuales apelaron a curar. Quizás se necesita reflexionar acerca de qué trata la medicina real.


En otro lugar en la medicina, 50 años atrás si una madre estaba preocupada sobre el estado de su hija pero los doctores no podían encontrar nada era muy común darle un tranquilizante y descartarla como neurótica. Tuve un hermano pequeño el cual mi madre insistía en que tenía problemas pero los doctores decidieron que ella estaba neurótica y quizás arruinaron su matrimonio persuadiendo a su marido para que le diera un tranquilizante. Mi hermano murió.


En el momento en que entré a medicina, los pediatras ya nos decían que incluso si todos los test parecían normales nunca debíamos menospreciar el instinto materno. Eso es lo que sucede en la medicina real.


A día de hoy en psiquiatría, si una madre alza la voz preocupándose por cómo están tratando a su hija será considerada como tóxica y el sistema buscará culparla de todos los problemas y excluirla. La etiquetará de forma inhumana con el síndrome de Munchausen por madre obsesiva. La situación probablemente está empeorando en vez de mejorar. Los foros de internet están llenos de hijos / as alejados de sus padres medicados seguidamente de forma aún más violenta si los padres se quejan. Parece que no hay ningún sitio donde poder ir con esas reclamaciones, no hay manera de salvar un niño / a. Esto es especialmente común en América pero sucede también en el Norte de Gales.



El relato de una madre – DCC


Desde una edad temprana mi hija Luise mostró signos los cuales ahora serían reconocidos casi de forma segura como Síndrome de Asperger, al final de la luz del espectro. Un número diferente de psicólogos, neurólogos y psiquiatras se esforzaban para llegar al diagnóstico. Inicialmente se pensó que sufría de una ‘epilepsia oculta’ y se le recetó una gran cantidad de medicación anti-epiléptica. Sólo tenía 11 años. Este fue el principio del deterioro mental de Luise y mi lucha con el sistema psiquiátrico donde ella posteriormente se hundió.


Este sistema, íbamos a descubrir, es uno de los cuales no presta atención a la voz de los pacientes o de las familias. Experimentamos una burocracia kafkiana y extremadamente rígida que parecía incapaz de ver a los pacientes como individuos con puntos fuertes así como los síntomas.


Siguiendo su diagnóstico inicial, Luise fue fuertemente medicada con fármacos anti-epilépticos durante 4 años. Este tratamiento tuvo un impacto desastroso en la vida y muerte de Luise. Las dosis que le proporcionaban eran apropiadas para un adulto robusto y no para una niño / a de 11 años.






En junio de 1988 Luise fue admitida al hospital seguido de su tercer intento de suicidio desde que había empezado a tomar anti-epilépticos. Fue admitida en la misma sección que había estado durante los 4 años anteriores donde empezó su tratamiento. Aun así en las palabras de un nuevo especialista Luise no sufrió de ‘epilepsia oculta’, y nunca tuvo.


La orden del doctor fue que la medicación de Luise debía ser detenida, y debía ser tratada como una chica normal y empezar a vivir una vida normal. Pero esto no iba a ser un camino fácil. Luise no había estado en colegiamentos oficiales desde su diagnóstico original. Además, durante 5 años Luise había sido constantemente estigmatizada respecto a cuan ‘anormal’ era, y que la medicación la podía hacer ‘normal’. Ella había estado entrando y saliendo de un número exagerado de instituciones y tuvo que hablar con doctores y especialistas una y otra vez. En todas las consultas le describían cuidadosamente qué se suponía que era capaz de hacer pero no podía. Por ejemplo, no podía saltar a un pie por culpa de la epilepsia oculta. Y lo peor de todo fue, cuando la medicación que ella había estado tomando durante años fue suprimida abruptamente. Luise sufrió de severos efectos posteriores y no había nadie en el sistema de salud que nos ayudaría con eso.


Todo lo que los servicios sociales podían ofrecer era que Luise viera un psiquiatra para sus problemas. Temía que un psiquiatra pudiera trasladar a Luise de vuelta al infierno el cual había salido recientemente: sobremedicación con fármacos anti-psicóticos o anti-epilépticos, hospitalización e institucionalización. Durante ese tiempo todo lo necesario para Luise y para mí trataba de cómo evitar ningún tipo de ‘ayuda médica’.


En agosto de 1992, Luise fue admitida para una ‘evaluación psiquiátrica’: sólo observar no medicar. Ella estuvo en esa época libre de medicinas durante 4 años. Ella era adulta y la evaluación trataba de medir, entre otras cosas, dónde necesitaba ayuda Luise para lidiar con su sabia vida educacional.


Todo salió mal. Desde el primer día le dieron dosis altas de neurolépticos. Una semana después que Luise empezara con su medicación, sufrió del síndrome neuroléptico maligno (neuroleptic malignant syndrome [NMS]), una emergencia médica que lleva a la muerte si no es tratada de inmediato. Después de este terrorífico episodio Luise se volvió muy extraña, para nada como la hermosa hija que solía conocer. Más tarde me han dicho que esta reacción es normal, pero nadie me lo dijo en ese momento. Al contrario, me dijeron que Luise tenía un terrible agravamiento de su enfermedad. Ella era severamente psicótica y tenía que ser tratada con antipsicóticos y así su condición no se volvería en un estado permanente.


Estaba muerta de miedo y no era capaz de pensar con claridad. Luise estaba en un mundo completamente diferente. Esto se convirtió en el inicio de nuestra segunda pesadilla la cual prosiguió durante años.


Considerando la reacción de Luise a los neurolépticos podría haber sido razonable asumir que los especialistas podrían reconsiderar el tratamiento. ¡Pero no! A Luise a pesar de todo se le dio más medicación y diferentes psicotrópicos (polifarmacia). Luise siguió mostrando más y más signos de no ser capaz de tolerar el tratamiento. No se le dio ninguna consideración a sus súplicas a pesar de los efectos negativos que tenían los fármacos en ella o a mi contienda de que Luise era sumamente sensible a la medicación psiquiátrica. Ella empezó a alucinar, a dormirse, a ralentizarse, ganó 35 kilos, tuvo parkinsonismo, extraños movimientos de la cara (tardive dyskineisa) y vómitos crónicos que le causaron una úlcera y terribles dolores constantes. Su menstruación se detuvo. Y en la cima de todos estos efectos secundarios, a veces perdía el conocimiento.


Estaba profundamente asustada por ello y le comenté a mi psiquiatra acerca de este fenómeno. Él respondió que Luise solamente se desmayó para llamar la atención y que eso era parte de su enfermedad. Tuve que rendirme. Tuve esa sensación extraña de que los psiquiatras me veían como una persona perturbadora y muy irritante, la cual sólo obstruía su trabajo. Así que hizo todo lo que pudo para apartarla de mi intervención. Él no me veía como una madre preocupada la cual estaba extremadamente consternada al ver cómo su hija se había deteriorado. Él no me veía como una persona que realmente conocía a su hija y poder ser así un recurso para el tratamiento de su paciente.


Observé debilitada como mi querida hija sucumbía gradualmente a los efectos devastadores del cóctel de medicinas en cada incremento de dosis, las eternas estancias en instituciones psiquiátricas, el uso habitual de restricción física y la cobertura legal para reforzar este régimen de ‘cuidados’. Mientras su estado empeoraba la ansiedad ocupó todo su ser y experimentó síntomas psicóticos, los cuales inevitablemente le llevaron a un diagnóstico de esquizofrenia y a más fármacos.


En el 2003, Luise estuvo una larga temporada en un hospital psiquiátrico especial. Fue transferida para que los expertos pudieran encontrar el tratamiento adecuado para ella. En las notas de la historia médica de admisión, estaba escrito que Luise debía ser estabilizada y tener su medicación ajustada. Después de permanecer allí durante un año y medio, su medicación fue drásticamente reducida, y ciertamente mejoró bastante. El diagnóstico de retraso mental dado por su psiquiatra diario años atrás fue eliminado. Este cambio en el tratamiento obviamente no sentó bien a su psiquiatra diario. Quizás esa fue la razón por la que él escribió en la historia médica de Luise que durante su estancia en el hospital se había vuelto cada vez más psicótica, lo cual era completamente falso.


Pero esa nota le podía dar una excusa plausible para incrementar su medicación otra vez. Cuando algo queda escrito en los registros hospitalarios se convierte en LA VERDAD. No había ningún reporte de los efectos secundarios en los extensos registros de Luise, y el psiquiatra nunca aceptó que Luise hubiera tenido ninguno, aun cuando ella le contaba repetidamente sus severos problemas. Él simplemente tomó sus palabras como divagaciones (N. del traductor: vulgarmente “waffle” significa chorradas) y catalogó sus quejas como una agravación de su enfermedad.


Luise probó casi cada anti-psicótico que había en el mercado, a menudo a la vez. El régimen (N. del traductor: supongo que “regime” se refiere a las normas para tomar los fármacos, pero no especifica si podría haber sido su dieta alimentaria) y las dosis eran cambiadas constantemente y nunca mejoró. De hecho, ella estaba cada vez peor. ¿Por qué su psiquiatra ni siquiera reconsideró su aproximación terapéutica? El deterioro físico de Luise iba en aumento y cada vez estaba más y más psicótica con el avance del tiempo. Su medicación fue incrementada hasta el punto más alto el cual correspondía a 3 o 4 veces las dosis máximas recomendadas. Ella empezó a alucinar como nunca antes. En ese momento a veces estaba huyendo tratando de evitar las serpientes y las criaturas ficticias empapadas de sangre que salían de las paredes.


¿Por qué los especialistas nunca se dieron cuenta que algo iba completamente mal? ¿POR QUÉ? Debería, en mi opinión, habérseles ocurrido que el diagnóstico de Luise podría haber sido erróneo. Y de ser así, la medicación podría ser errónea también.


Resultó que el diagnóstico de Luise fue erróneo. Cuando el psiquiatra finalmente empezó a escucharme, y lo más importante empezó a leer los diferentes registros que apuntaban en esa dirección, declaró que Luise sufría del síndrome de Asperger y que tenía que parar la toma de psicotrópicos. Desafortunadamente por entonces ya era demasiado tarde.


Luise murió en el hospital el 2005, horas después de que se le administrara su primer “depot injection” (N. del traductor: inyección normalmente subcutánea o intramuscular, o un agente farmacológico que libera su compuesto activo de forma constante durante un periodo de tiempo prolongado: http://psychology.wikia.com/wiki/Depot_injections ) a pesar de las extenuantes objeciones mías y de Luise. Estábamos convencidas que ello podía llevar a su muerte y teníamos buenas razones para temer esa inyección. Argumentamos que nadie podía nunca conocer cuánta medicación podría tolerar Luise al haber estado vomitando todo estos años. Aun así, Luise predijo que la medicación la mataría. Me dijo repetidas veces que en su lápida tendrían que poner “la medicación me mató”.



Una madre atrapada en el sistema


Sigo preguntándome a mí misma ¿por qué sucedió esto? ¿Por qué no pude evitar que sucediera? Pero sólo puedo visualizar una respuesta. Hice todo lo que pude. Pero Luise y yo no tuvimos ninguna oportunidad de contar nuestras experiencias, y nadie estuvo nunca interesado en la historia de Luise. Las notas de la historia médica en el largo archivo de Luise no mostraban que nadie se las hubiera leído nunca. No hubo absolutamente ninguna continuidad en su tratamiento, sus notas solamente mostraban una larga colección de consultas independientes donde nadie se preguntaba por qué Luise, después de 10 años de intensa medicación, no había mejorado ni un ápice.


¿Así que por qué las cosas a veces se vuelven completamente erróneas en un sistema de salud moderno completamente funcional basado en la evidencia de la más avanzada investigación científica? Aunque Luise vivió en Dinamarca y su historia concierne al sistema psiquiátrico danés, sé con certeza que lo mismo le puede ocurrir, y ocurre, en la mayoría de países occidentales. ¿Por qué es la cultura del tratamiento tan extremadamente inhumana? ¿Por qué aceptamos el incremento de la institución forzada y la coerción? Me parece a mí que se ha hecho autorizado por el Estado en el nombre del cuidado y de la sanación.


Una de las razones podría ser porque la psiquiatría se basa únicamente en el modelo biomédico el cual ve todo los síntomas como surgidos de algún defecto en el cerebro para los que la única cura es la medicación, de la misma forma que la insulina es la cura para la diabetes (N. del traductor: la mujer que escribe esta entrada seguramente hace hincapié en esta analogía tan usada por los psiquiatras durante décadas la cual está siendo duramente criticada por Robert Whitaker y como más adelante menciona en este mismo texto, por Peter C. Gøtzsche. Sobre ello: http://postpsiquiatria.blogspot.com.es/2014/09/la-psiquiatria-se-hunde-por-peter.html => “[…] Mito 3: Los fármacos psicotrópicos para las enfermedades mentales son como la insulina para la diabetes”).


Cuando un problema de salud mental se considera que procede de un ‘problema químico’ en el cerebro, los especialistas pueden justificar fácilmente la importancia de por qué reparar primero el ‘desequilibrio químico’. Este enfoque en consecuencia conduce al tratamiento del ‘diagnóstico’ en vez del ser humano. El paciente pasa a convertirse con demasiada facilidad en un objeto deshumanizado y el doctor en el experto que todo lo sabe (N. del traductor: la autora del texto parece realizar un juego de palabras con “[…] The patient all too easly becomes” con “[…] the doctor the all knowing expert”).


Las historias de tratamientos erróneos como el de Luise dañan la confianza de la gente en el servicio de salud. Pero mientras más gente publique las historias de tratamientos que han ido mal, y aún más importante, especialistas como Peter Gøtzsche se alcen para hablar acerca de por qué el tratamiento psiquiátrico, en su opinión, no es tan competente como se predijo que sería en los 50 cuando todos los nuevos psicotrópicos entraron en el mercado, el sistema seguramente será forzado a cambiar.



Unos vídeos que merece la pena ver (y sobre los que pensar)

$
0
0

En esta entrada queríamos, para variar un poco, traer varios vídeos que por diferentes razones nos parecen del mayor interés y queremos colaborar a difundir. Sin duda, merece la pena dedicarles un poco de nuestro tiempo.


El primero es una entrevista al Dr. Jorge Luis Tizón en el programa Retrats. Su impresionante formación y curriculum pueden leerlo aquí y, además, se menciona en el vídeo. En nuestra opinión, sus reflexiones no pueden ser más acertadas, y dignas de ser tenidas en cuenta, en base a quién las dice y cómo las argumenta. Imprescindible.








El segundo vídeo es la presentación del libro de la Dra. Joanna Moncrieff (como sabrán si nos siguen, una de nuestras autoras de cabecera) Hablando claro: una introducción a los fármacos psiquiátricos. Cuenta dicha presentación con comentarios, entre otros, del Dr. Joan-Ramon Laporte, catedrático de Farmacología y profesional admirable.








En tercer lugar, tenemos el vídeo de una conferencia del mencionado Dr. Laporte sobre el TDAH. Verla es imprescindible si tenemos alguna preocupación por la situación actual de los niños en nuestra sociedad y del riesgo del diagnóstico y tratamiento de una supuesta enfermedad como es el tristemente famoso TDAH.








En cuarto lugar, no queremos dejar de recoger aquí la historia de un usuario de los servicios de salud mental, de una persona atravesada por el dolor de un trastorno psíquico junto con el dolor de tratos y tratamientos, algunos muy útiles y otros muy dañinos. Aleccionador para todos los que nos dedicamos a esto, de una forma u otra.








En quinto lugar, tenemos una entrevista al Dr. John Read, psicólogo clínico y coautor de varios libros del mayor interés, con críticas bien fundamentadas a la situación y funcionamiento actuales de la psiquiatría. Por ejemplo, en su libro El sentido de la locura, que reseñamos aquí.








Y por último, muy breve pero demoledor, este pequeño vídeo realizado por la plataforma No Gracias, sobre la relación entre los profesionales sanitarios y el marketing de la industria farmacéutica, desde el punto de vista (y esto es algo que está a punto de empezar a ocurrir en la realidad, si es que no ha empezado ya) de un paciente. Hay algo llamado confianza en la relación entre una persona que consulta y su médico. Sería bonito que esta confianza no acabara saltando por los aires.










"La única manera de proteger a los pobres y a los sensatos de las garras del negocio de la salud es mediante la incompatibilidad de la práctica médica pública con la privada" (vía NoGracias)

$
0
0

Hace ya unos meses leímos en el blog de la plataforma NoGracias, de la que somos miembros y fervientes admiradores, un texto sobre el muy espinoso tema de la compatibilidad o incompatibilidad entra la práctica de la medicina privada y la pública. El trasfondo, por supuesto, va más allá de esta cuestión de la compatibilidad y cae de lleno en el debate sobre la ética (o la falta de ella) implícita en la práctica privada de una actividad como la medicina o la actividad sanitaria en su conjunto. Siendo un tema sobre el que tenemos una posición clara, no habíamos entrado previamente a hablar sobre ello, entretenidos en otras cosas y también, por qué no decirlo, por evitar herir (aún más) sensibilidades. 

Pero el caso es que no nos gusta la medicina privada, ni su naturaleza, ni su funcionamiento, ni su teoría ni su práctica. Creemos en una atención sanitaria pública y universal, pagada con nuestros impuestos porque, como nos gusta decir, en esta época de tanta banderita y chorrada de unos lados y de otros, el patriotismo no es otra cosa que pagar cada uno lo que debe para sostener los servicios públicos de todos. En fin, que nuestra posición coincide completamente con la expresada en este texto recogido por NoGracias y por eso nos hacemos eco del mismo y colaboramos a su difusión, reproduciéndolo íntegro a continuación. El original pueden leerlo aquí.




Cuando aquí nos agarramos los machos antes de proclamar la necesidad de la incompatibilidad entre la práctica médica pública y privada, en el Reino Unido, el BMJ “la monta” al publicar el texto del cardiólogo John Dean que, directamente, afirma que la medicina privada es inmoral porque busca en primera instancia el beneficio económico y que la incompatibilidad debería ser obligatoria porque, inevitablemente la práctica particular intoxica la actividad clínica en la pública.

Las reacciones en contra no se han hecho esperar y son muy virulentas.

El texto del Dr. Dean no pretende ser un tratado de ética médica sino una opinión basada en percepciones personales que consideramos muy valiosas y por eso lo traducimos hoy, pero la polémica no es nueva y los datos incontestables.


La medicina privada


Incontestable es que es muy fácil inducir el consumo por parte de los pacientes de servicios médicos innecesarios pero altamente lucrativos. Este es el problema ético grave que introduce la medicina comercial en un mundo dominado por una concepción de salud en expansión a través de la biomedicalización.

En una entrada de justo hace 1 año nos hacíamos eco de un artículo del New York Times que denunciaba las ganancias asombrosas de algunos médicos en la medicina privada norteamericana. La entrada la titulamos: Los pacientes como cajeros automáticos.

Muchos especialistas han llegado a ser particularmente hábiles en el negocio con una medicina cada vez más empresarial, mediante la protección de su territorio a través del cabildeo agresivo de sus sociedades médicas y, sobre todo, aumentando los ingresos al ofrecer nuevos procedimientos o haciendo más lucrativos los ya existentes”.

Jean Mitchell, profesora de economía de la salud en la Universidad de Georgetown, comentaba en el texto:

Muchas veces es mejor esperar y ver, pero esperar no genera dinero… Es solo necesario un simple ‘Déjeme hacer un pequeño corte en la piel’ para que lleguen los honorarios profesionales y los pagos para el laboratorio y las instalaciones. Cada paciente es como un cajero automático”.

Los ingresos más importantes se dan entre los especialistas que controlan técnicas que fácilmente pueden ser sobre-indicadas, comentaba el artículo, como las de dermatología, las colonoscopias o gastroscopias, cualquier técnica de imagen o muchas intervenciones quirúrgicas como la extirpación de vesícula, operaciones de hernias, varices o varias de traumatología (ya lo comentamos en esta otra entrada).


Las incompatibilidades y los dos mundos


El Dr Dean además de señalar lo difícil que es mantener el timón ético en la práctica privada, asume que, inevitablemente, trabajar en la privada influye en la actuación pública.

En un reciente artículo, Marciano Sánchez Bayle, de la FADSP, aportaba los argumentos clásicos en contra de la compatibilidad:

Además lo mas frecuente es que los profesionales que trabajan exclusivamente en el sector público tengan una dedicación mayor que los que están pluriempleados y trabajan simultáneamente en el sector público y privado, y es evidente que la dedicación exclusiva permite una mayor disposición de tiempo para su actualización profesional y, sobre todo, permite evitar el potencial conflicto de intereses de quienes simultánean el trabajo en el sector público y el privado, conflicto de intereses que favorece el que se detraigan recursos del sistema público en beneficio de la privada, potenciando los comportamientos oportunistas como el absentismo, el incumplimiento horario, el desvío de pacientes al sector privado, la demanda inducida, la selección de pacientes y la apropiación y/o el uso indebido de los recursos públicos para fines privados“.

Pero hay otros problemas relacionados distintos a los ya conocidos y que tienen que ver con la gestión de la innovación. Veamos:

Hace un año hacíamos referencia a la situación que se está produciendo en Alemania. Como sabemos su sistema es de provisión privada y de financiación pública. El Estado paga a los especialistas privados por ciertos procedimientos acordados tras una evaluación de acuerdo a las mejores evidencias científicas. Sin embargo, ganar dinero solo con “lo indicado” no está siendo suficiente para los médicos alemanes.

En el capítulo titulado “La consulta médica como supermercado” -del estupendo libro del periodista alemán Jörg Blech, “Medicina enferma”-, se describe como los médicos alemanes hacen pagar un plus a sus clientes para que puedan optar a algunas prácticas, tecnologías o productos no financiados públicamente:

En Alemania cada vez es más frecuente que los pacientes paguen un sobre-costo por un paquete llamado “prestación de salud individual” en el que se incluyen procedimientos innecesarios como “reconocimientos ultrasónicos de las axilas y los pechos” por 60 euros. En una encuesta, el 77% de los médicos justificaban la oferta de técnicas o procedimientos innecesarios por motivos económicos y según un responsable médico “algunos médicos llegan incluso a conceder o no determinados tratamientos médicamente necesarios en función de si sus pacientes compran además ciertas prestaciones de salud individual”. Los médicos venden estas prestaciones asegurando que no están financiadas porque “el gobierno solo quiere ahorrar “: como pasa con el “baño subacuático por 8,74 euros” o diversos productos homeopáticos, inyecciones de vitaminas, cremas con hormonas y tecno-chatarra como la “terapia lumínica” para el síndrome premenstrual o la oxigenoterapia a 15 euros el cuarto de hora“.

Es evidente que el médico alemán se gana la vida con “lo indicado” pero se hace rico con lo superfluo, es decir, convenciendo a los pacientes de que necesitan tecno-chatarra e intervenciones inútiles. Cuando es el mismo profesional el que provee tanto lo indicado como lo no indicado, el conflicto es evidente. Imaginen esta conversación:

Mire, el síndrome premenstrual por lo público no se trata -así de perversa es la medicina socializada- pero por lo privado tenemos unas terapias lumínicas estupendas y que además, precisamente, salen baratísimas si las compra con el pack que incluye la oxigenoterapia”.

Hagamos política ficción. A medida que progresemos en la evaluación y la financiación selectiva de nuevas tecnologías médicas y medicamentos (y esperemos hacerlo bien pronto) mayor será la bolsa de procedimientos excluidos de la sanidad pública pero ofertables en la sanidad privada.

En el Reino Unido, donde el NICE excluye algunos tratamientos por no ser costo efectivos, los conflictos son cada vez más frecuentes. Por ejemplo, muchos pacientes con cáncer acuden a la medicina privada buscando antineoplásicos no financiados por el NHS. El incremento en la frecuencia de esta situación ha obligado a una reflexión profunda sobre la compatibilidad de los tratamientos para un mismo proceso tan grave como un cáncer. (Aquí el documento interfaceguidanceethicsmay2009):

Un escenario alternativo es cuando un paciente desea pagar un tratamiento de manera particular para una condición médica concreta, mientras que al mismo tiempo desea continuar recibiendo atención en el NHS para esa misma condición. Este asunto es objeto de cierta controversia, debido al aumento del número de tratamientos costosos, por ejemplo, medicamentos para el cáncer en etapas tardías, no financiados por el NHS debido a la relación costo-efectividad pero que sí pueden tener ciertos beneficios a nivel individual. Aunque todavía hay incertidumbre sobre la forma precisa como operarán los siguientes principios en situaciones clínicas específicas, es evidente que los pacientes que optan por complementar su tratamiento de esta manera: (1) Tienen pleno derecho a seguir recibiendo atención en el NHS de acuerdo con su necesidad clínica; (2) No les debe suponer una ventaja o una desventaja en relación con el cuidado que reciben en el NHS”.

Complejo ¿no?

Pongamos un ejemplo hipotético pero verídico (no sé si me explico).

En un centro hospitalario un afamado cirujano engorda su privada de varices ofreciendo procedimientos terapéuticos no financiados pero que vende diciendo que “aportan ventajas sobre los que él puede realizar en el hospital público”.

El efecto perverso que tiene que este médico trabaje en la pública y en la privada es síxtuple:

(1) Engaña a los pacientes, ya que deriva pacientes a su privada desde la pública mediante una información sesgada.

(2) Pervierte el mercado ya que se aprovecha de una posición de privilegio para acceder a un gran número de potenciales clientes a los que no podría acceder mediante sus propios medios y a los que no acceden otros colegas que solo trabajan en la privada y sobre los que tiene una ventaja competitiva no legítima.

(3) Engaña al sistema de salud, ya que tiene un enorme incentivo para sobre-indicar la cirugía de varices y engordar la lista de espera de la pública (precisamente para aumentar el número de pacientes susceptibles de acabar en su privada; de hecho, cuanto más cerca de lo “estético” esté la intervención, es decir, menos indicada, más fácil será que el cliente o clienta acaben en su privada).

(4) Hace daño a los enfermos que realmente necesitan la intervención ya que tienen que esperar más porque la lista de espera está ocupada por pacientes que no necesitan la operación.

(5) Hace daño a los ciudadanos que no necesitan la intervención pero a los que se la indica y a los que opera innecesariamente.

(6) Hace daño a su propio Servicio ya que tiene un enorme incentivo para no introducir innovaciones sensatas en su práctica pública y así poder seguir ofreciendo supuestas o verdaderas ventajas técnicas en su privada.

¿Cómo evitar los problemas que emergen cuando los médicos deben compatibilizar ganar un sueldo trabajando en la pública -con una cartera de servicios restringida (asumiendo un mundo ideal donde las prestaciones fueran solo las que han demostrada valor)- y forrarse en la privada con una oferta en continua expansión de tecnologías y/o medicamentos chatarra “último modelo”?

¿Con evaluación? En Alemania y en Reino Unido el financiador pone límites pero, sin incompatibilidades, no es suficiente para evitar el abuso: la asistencia inútil, superflua o no costo efectiva es derivada a la privada y es pagada directamente por el bolsillo de los enfermos engañados.

Pero es todavía peor si el financiador pone pocos límites (como en España) porque entonces la asistencia inútil invade el sistema público y es pagada por los todos los contribuyentes. Con lo poco no financiado, el médico hace su privada.

El asunto clave es evaluación más incompatibilidad. Evaluar sin incompatibilidad atenta contra el bolsillo de los engañados pacientes. No evaluar atenta contra el bolsillo de los contribuyentes. Es necesario establecer una frontera nítida entre una expansiva medicina comercial y una contractiva medicina pública. Son dos mundos distintos, con prioridades distintas, que necesitan ser habitados por enfermos y médicos distintos. Son dos mundos inmiscibles.

El mundo de la medicina privada será (estamos haciendo política sanitaria ficción, recordamos) el de la innovación continua y el que cuente con las mejores condiciones hoteleras que cada uno pueda pagar (como los hoteles, habrá hospitales con diferentes estrellas). No existirán listas de espera ni barreras a la medicalización y al consumo sanitario siguiendo los deseos de unos clientes de alto standing deseosos de prolongar sus acomodadas vidas al máximo, llenándolas de belleza, tecnología y seguridad preventiva. Los médicos mantendrán fructíferas relaciones con la industria farmacéutica y tecnológica y, naturalmente, ganarán enormes cantidades de dinero de manera proporcional al número de servicios médicos prestados. El sobrediagnóstico, el sobretratamiento, los problemas de seguridad relacionados con medicamentos o tecnologías poco testados o la ruina de las familias cuando el dinero se acabe y/o las enfermedades se cronifiquen, será la cruz. La cara, la capacidad de elección, el acceso directo a los especialistas sin un médico de atención primaria que ponga problemas y, por supuesto, la ausencia de esperas.

El segundo mundo será el de la medicina pública. Un mundo donde las innovaciones tecnológicas se incorporen mucho más lentamente, tras una rigurosa evaluación previa (que incluya la experiencia extraída en el mundo privado en el uso de estas tecnologías y medicamentos); organizaciones sanitarias más austeros pero también más equitativas, alrededor de una atención primaria accesible, y con inevitables pero transparentes y justas listas de espera (las organizaciones estarán centradas en aspectos no solo biomédicos sino también sociales, y habrá una continua e intensa participación de los ciudadanos que también tendrán voz en el establecimiento de las prioridades del sistema). En esta sanidad pública los médicos estarán bien pagados pero no ganarán más por indicar más intervenciones sanitarias y, por supuesto, su actividad pública será incompatible con la privada; las relaciones con la industria se producirán en contextos altamente controlados donde se eliminen los conflictos de interés. La cruz será la falta de capacidad de elección del usuario y las listas de espera; la cara, un sistema no centrado en las tecnologías sino en la deliberación médico paciente y el cuidado, y no medicalizador ni medicalizado (otros profesionales tendrán tanto o más valor que los médicos, como enfermería, trabajadores sociales, psicólogos, terapéutas ocupacionales, nutricionistas, etc..).

Es verdad que como dice Gérvas, en una especie de justicia divina, los ricos que acuden a la medicina privada tienen su castigo en forma de sobrediagnóstico y sobretratamiento pero, también es cierto que, la única manera de proteger a los pobres y a los sensatos de las garras del negocio de la salud va a requerir la incompatibilidad de la práctica público y privada. 

En suma,

(1) la práctica privada de la medicina implica (inevitablemente) una peligrosa deriva anti-ética;

(2) la compatibilidad de la actividad público y privada -además de intoxicar la labor pública, generar peligrosos incentivos a la sobreindicación, el sobrediagnóstico y la estafa-, impide que el sistema público proteja adecuadamente a los pobres y a los sensatos de las garras del mercado de la salud

(3) Podría ser interesante explorar la teoría de los dos mundos y valorar las consecuencias sociales, políticas y/o profesionales que conllevaría.



Ahora, la prometida traducción del texto del Dr Dean, “Private practice is unethical—and doctors should give it up”:

“Pregunta a cualquier fumador: la última persona con la que quieren estar es con alguien que acaba de dejar de fumar. Percibo un malestar similar entre algunos de mis colegas ahora que he renunciado a la práctica médica privada. Al igual que un católico no practicante rechazado por el sacerdocio, me he convertido en un apóstata.

Siempre he sido ambivalente acerca de la práctica privada pero se había vuelto cada vez más incómoda. Hasta que me di cuenta de que, en conciencia, no podía seguir con élla. No importa lo alto que me hubiera puesto mis propios estándares morales y éticos; la cuestión es que no podía escapar del hecho de que yo estaba involucrado en un negocio donde la conducta de algunos era tan inmoral, que rayaba lo criminal: los codiciosos se aprovechan de los más necesitados.

El negocio de la medicina y la práctica de la medicina son incompatibles. La medicina privada alienta a los médicos a tomar decisiones sobre la base de beneficios económicos en lugar de la necesidad de los enfermos….


El dinero es la raíz de todo


¿Entonces por qué comencé a trabajar en la privada? Para empezar, decidí que necesitaba el dinero para renovar la casa, educar a mis hijos y así sucesivamente. Y yo estaba seguro de que sería capaz de mantener mi actividad privada separada de mi trabajo público en el NHS. Atendía a mis pacientes privados después del trabajo de la pública. Pero se hizo cada vez más difícil según aumentaba mi actividad privada y la contaminación se hizo inevitable.

Dejó de ser ganarse la vida para convertirse en un negocio. Por supuesto, la práctica privada tiene recompensas no meramente económicas: tenía más tiempo para los pacientes, conocí a algunas personas muy interesantes y he hecho buenos amigos, lo que no habría sucedido si hubiera restringido mi actividad exclusivamente al trabajo del NHS. Pero el hecho ineludible es que el dinero estaba en la raíz de todo. Esto es extraño, porque yo nunca anhelé un coche Maserati o un chalet en los Alpes suizos…

La realidad es que la actividad privada tiene efectos nocivos directos sobre el la pública. Un médico que quiera estar al día no puede estar en dos lugares a la vez; así que el tiempo de permanencia en el sector privado priva al NHS de un recurso valioso. La medicina privada es un lugar solitario: no se tiene el apoyo de un equipo como en el NHS. Los problemas clínicos son difíciles de discutir con los colegas (después de todo, los problemas son suyos y te pagan por solucionarlos). En el sector privado, los colegas de la pública son por lo general sus competidores.

Y, seamos sinceros: todo el negocio es en gran parte una estafa. Los pacientes creen que el pago implica una medicina de mayor calidad; pero, igual que pagar más por el champú con vitaminas añadidas, la promesa es mucho mayor que la realidad. Los ricos y famosos pueden utilizar las instalaciones privadas para esconderse de la mirada pública; pero para la mayoría de los pacientes privados “ordinarios”, sin embargo, la principal ventaja es simplemente poder saltarse las colas del NHS. Los hospitales privados son como hoteles de cinco estrellas, pero en su mayor parte no son un buen lugar si estás realmente enfermo.


Disonancia cognitiva


El aspecto más pernicioso de trabajo médico privado, sin embargo, es el efecto indirecto que tiene sobre la práctica pública. Es difícil justificar someter a los pacientes privados a pruebas y tratamientos innecesarios si se evita hacer lo mismo con los pacientes del NHS. Así que, para aliviar el estrés de esta disonancia cognitiva, uno acaba utilizando el mismo sistema en ambas prácticas. Además, la práctica privada crea un incentivo perverso para aumentar los tiempos de espera: cuánto más largas sean las colas, más negocio para la privada. Por eso, las especialidades con cortos tiempos de espera, como la oncología, ofrecen poco trabajo privado. Los celos sobre los ingresos privados es, además, una importante fuente de conflicto entre médicos en muchos hospitales.

Sé lo que algunos estarán pensando: ¿qué hay de malo en hacer un trabajo extra en el propio tiempo libre? El problema no es la actividad extra sino el conflicto inevitable con el trabajo principal.

No echo de menos la práctica privada. Quitarse la carga es liberador. Y me parece que el tiempo que he ganado es mucho más valioso para mí que el dinero extra. ¿Es una hipocresía sentarme encima de la pila de dinero que he ganado y pretender tener la autoridad moral? Tal vez, pero siento haberlo hecho. Tal vez hubiera sido más fácil si no me lo hubieran permitido. Tal vez los políticos sanitarios deberían trazar una línea infranqueable entre la medicina privada y la pública y obligar a los médicos a elegir.



Comprender la psicosis y la esquizofrenia (editado por Anne Cooke)

$
0
0

Fue enorme nuestra satisfacción al saber que ya teníamos traducción de la imprescindible obra Understanding Psychosis and Schizophrenia, informe de la Division of Clinical Psychology (The British Psychological Society), gracias al trabajo desinteresado de varios traductores y que sin duda debemos agradecer. Creemos que el subtítulo de este trabajo describe de forma precisa su planteamiento:


¿Por qué a veces las personas oyen voces, creen cosas que a otros les parecen extrañas, o parecen estar fuera de la realidad, y qué es lo que puede ayudarles?



Disponemos por fin en castellano de este imprescindible trabajo, resultado de toda una línea crítica en la psicología y psiquiatría actuales que está presente sobre todo en el mundo anglosajón, al menos por el momento. Línea crítica que no sólo denuncia aquello que los profesionales - o la sociedad entera - no hacemos bien a la hora de tratar y cuidar de las personas con psicosis sino, sobre todo, muestra caminos por los que dichas personas pueden encontrar alivio cuando sus síntomas - si queremos llamarlos así - supongan un malestar para ellos. 

Creemos que esta guía es altamente recomendable para cualquier profesional que trate a personas en estas circunstancias, pero sobre todo para dichas personas, que pueden encontrar en ella reflexiones sobre lo que les ocurre, sobre distintas posibilidades acerca de cómo entenderlo y cómo manejarlo y, además, todo un listado de recursos disponibles en internet, tanto a nivel de autoayuda y asociativo como de fuente de conocimiento y opinión en este enfoque de las psicosis y su trato, que no sólo tratamiento.

Nuestro agradecimiento a autores y traductores y nuestra mayor recomendación para este trabajo, que pueden leer y descargar completo  en el siguiente enlace:










Del Compromiso Constructivo a la Recuperación Coercitiva (Alastair Morgan & Anne Felton, traducido por Mikel Valverde)

$
0
0

Uno de los profesionales que admiramos, compañero en este difuso campo de la salud mental o la psiquiatría/psicología críticas de este país, es Mikel Valverde, psicólogo clínico. Es autor de varios artículos que hemos reseñado en entradas previas (aquí, aquí o aquí), así como de varias traducciones de trabajos más que importantes (aquí). Nos ha hecho llegar hace poco una nueva traducción a un texto escrito por Alastair Morgan y Anne Felton, que colaboramos a difundir por creer del máximo interés.




Del Compromiso Constructivo a la Recuperación Coercitiva

Alastair Morgan & Anne Felton[1]


Hace ya muchos años que las personas que experimentan directamente el sufrimiento mental solicitan una mayor implicación en los servicios de salud mental, en su propio tratamiento y, en última instancia, en sus propias vidas. Se trata, en parte, de una respuesta desde la experiencia de ser diagnosticado con un trastorno mental y ser usuario de los servicios de salud mental, una experiencia que se extiende a todos los ámbitos de la vida y es potencialmente debilitadora. En las prácticas de salud mental predomina hoy en día una perspectiva de Recuperación,[2]que defiende un camino de esperanza, crecimiento, auto-adaptación y nuevas oportunidades, y proporciona una oportunidad real para que las personas tomen decisiones sobre sus propias vidas, y supone todo un desafío a la influencia controladora de los servicios de salud mental.

Se está dando un énfasis creciente sobre la recuperación, tanto en las políticas de Salud Mental como en la literatura técnica (Department of Health[3][DH], 2004, 2006). Esta perspectiva obliga a los profesionales a ver en las personas algo más que “pacientes”, y reconocer el resto de los muchos otros roles que juegan en la sociedad, al objetivo de ayudarles a conseguir sus propias metas. Según Repper y Perkins (2009) el apoyo a la recuperación significa dar prioridad a la persona, a sus deseos, y objetivos. Es necesario tener en cuenta la relación entre la salud y los factores sociales, y el significado que tiene para las personas el poder elegir y mantener el control sobre su propia vida. Las políticas sanitarias de estos últimos años se han hecho eco de esta postura y animan a los servicios de salud mental a trabajar en partenariado con las personas que utilizan sus servicios (DH, 2000, 2001, 2005). Sin embargo, estamos asistiendo a una paradoja fundamental dentro del mismo núcleo de la asistencia contemporánea en salud mental. En una época en que los principios de la recuperación, basada en la elección y el respeto, son primordiales en la prestación de servicios, se está dando un énfasis creciente en la coerción. ¿Por qué está la coerción en auge si la recuperación se ha integrado como seña de identidad en los servicios?

Podemos asegurar objetivamente que nuestro sistema de salud mental es más coercitivo debido a los cambios provocados por la Mental Health Act[4]de 2007, con la introducción del Supervised Community Treatment - Tratamiento Comunitario Supervisado. El Tratamiento Comunitario Supervisado se presentó en Inglaterra y Gales el 3 de noviembre de 2008. En virtud del poder que se le otorga, ciertas personas retenidas, basándose en determinados artículos de la Mental Health Act, pueden ser remitidas a este Tratamiento Comunitario, es decir, puestas bajo tratamiento obligatorio, y que contiene las reglas que han de acatar, incluyendo la toma de su medicación (Lawton-Smith, 2010). Las últimas cifras de la Comisión de Calidad Asistencial detallan que, en el período entre noviembre de 2008 y marzo de 2011, se habían usado un total de 10.171 órdenes de tratamiento comunitario (OTC), aunque el 41 por ciento ya habían sido revocado antes de publicarse el informe (Health and Social Care Information Centre, 2011). El número total de personas sujetas a coerción formal bajo la Mental Health Act en Inglaterra y Gales aumentó en un 5 por ciento entre 2010-2011 (Health and Social Care Information Centre, 2011).

En este capítulo nos centraremos en un discurso actualmente en boga, que intenta justificar esta coerción creciente aplicada a un grupo concreto de personas, denominadas de "puerta giratoria". Se trata de personas con un diagnóstico de enfermedad mental grave (a menudo psicosis), con antecedentes de múltiples ingresos hospitalarios, que plantean problemas para implicarse en la terapia, y que muestran vulnerabilidad social (incluyendo vivienda precaria y uso de drogas). Este es supuestamente el grupo diana de las OTC (ver Churchill, Owen, Singh y Hotopf, 2007). Es también el mismo grupo que estuvo en el punto de mira de la agenda de recuperación que se puso en marcha a finales de los 90, con el objetivo de comprometer de forma constructiva a las personas que previamente se habían desvinculado de los servicios (Sainsbury Centre for Mental Health [SCMH], 1998). Su agenda, basada en el compromiso constructivo, empezaba por asumir que eran los servicios los que debían cambiar para poder ofertar una perspectiva más incluyente y socialmente orientada a la recuperación. En este capítulo defenderemos la opinión de que, para un grupo definido como personas “con problemas para comprometerse”, el acento en el compromiso constructivo, que considera un equilibrio entre los derechos y responsabilidades mutuas, está siendo reemplazado rápidamente por una agenda de recuperación coercitiva que concibe la coerción como el primer paso en el camino hacia la recuperación (Davidson & Roe, 2007; Priebe et al, 2009; Molodynski, Rugkása y Burns, 2010).

Exploraremos tres áreas en este discurso sobre la recuperación coercitiva; un discurso sobre el riesgo, un discurso asociado a “tratar presionando” que explora los diferentes usos y significados de la coerción, y un discurso que defiende que las órdenes de tratamiento comunitario son éticamente justificables. Sostenemos que este creciente cuerpo de literatura inclina demasiado la balanza hacia la coerción, y que necesitamos volver a una auténtica práctica dirigida a la recuperación, basada en un compromiso constructivo sobre la capacidad de elegir y el respeto.

Antes de comenzar a explorar estas tres áreas, es importante definir algunos de los términos básicos que estamos usando. Para empezar, es importante intentar describir los temas centrales de un enfoque de recuperación. Tal como lo han observado muchos autores, el concepto de recuperación en la asistencia en salud mental a menudo es difuso y oculta una serie de desacuerdos y discrepancias (Social Care Institute for Excellence, 2007; Davidson y Roe, 2007; Pilgrim, 2008; Stickley y Wright, 2011). Pilgrim (2008) ha resumido esta confusión conceptual poniendo de relieve tres conceptos de recuperación en la literatura. En primer lugar, está el concepto de recuperación del "tratamiento biomédico”. Hace hincapié en la importancia de la medicación para la recuperación, y define la recuperación en sintonía con la  conciencia de enfermedad y a la acogida al tratamiento médico. Pilgrim (2008, p. 296) lo considera "vino viejo en odres nuevos". En segundo lugar, existe un concepto de recuperación que tiene que ver con el desarrollo de un repertorio de habilidades sociales y recursos que servirán de apoyo frente a los efectos del sufrimiento, permitiendo que la persona pueda vivir una vida lo más plena posible. Se hace hincapié en el aumento del bienestar. Es el enfoque asumido por la agenda del compromiso constructivo (SCMH de 1998, Pilgrim, 2008). Por último, hay un modelo más basado en los derechos individuales, para el que la recuperación supone liberarse de la coacción, del etiquetado y de la anulación producida por el diagnóstico psiquiátrico y la discriminación social. Este concepto de recuperación está estrechamente ligado a un discurso centrado en la supervivencia a los perjuicios causados por la psiquiatría, y a crear sentido a la experiencia personal (Turner-Crowson y Wallcraft, 2002; Crossley, 2006; Pilgrim, 2008). Evidentemente, como reconoce Pilgrim, son muchos los conflictos posibles entre estos tres conceptos de recuperación y, no habiendo una definición clara, podríamos preguntarnos si la recuperación es un concepto útil en salud mental.

Sin dejar de reconocer esta conceptualización confusa y conflictiva, Stickley y Wright (2011) han tratado de recapitular algunos temas centrales para definir la recuperación, mediante un examen sistemático de la literatura técnica. Aunque aceptan que no hay una definición universal de la recuperación, articulan algunos prerrequisitos procedentes de la literatura que podrían considerarse como los componentes fundamentales de cualquier perspectiva sobre la recuperación. Estos componentes centrales son, en primer lugar, un énfasis en trabajar de un modo que respete la posibilidad de elegir y fomente la esperanza, dentro de un contexto general denominado como “filosofía humanista". En segundo lugar, el hincapié en reconocer como esencial el testimonio o la narrativa personal de la experiencia del sufrimiento mental. En tercer lugar, la relevancia primordial de que las personas desarrollen significado basándose en su sufrimiento mental. En cuarto lugar, está la importancia de una “ocupación plena de sentido” (Stickley y Wright, 2011, p. 253). Los autores reconocen las tensiones que se producen en el difícil equilibrio entre el riesgo y el trabajo orientado a la recuperación, que quedan patentes en su revisión de la literatura.

Ya tenemos un marco de trabajo sobre la recuperación que da cuenta de su significado diverso, y, no obstante, identifica sus componentes constituyentes básicos. ¿Qué ocurre con la coerción? ¿Existe una definición consensuada de coerción? Anderson (2011) escribe que la coerción se hace presente siempre que se identifique una forma concreta por la que un agente (o estructura) obliga a otro a hacer algo en contra de su voluntad. De este modo, la coerción suele implicar siempre una violación de los derechos individuales. Anderson (2011) destaca dos elementos éticos de la coerción. En primer lugar, el cuestionamiento ético de quién ejerce la coerción y los medios que utiliza. En segundo lugar, la figura del coartado y cómo las personas bajo coerción pueden responder a la misma. Estos dos elementos se enmarcan dentro de un debate ético más amplio relacionado con la justificación de la coerción. Además, estas justificaciones suelen ser dobles; se basan en una justificación paternalista a la hora de violar el principio de autonomía en base a un bien superior (pensemos en la obligación de llevar puestos los cinturones de seguridad en los coches) o en la falta de capacidad para decidir de la persona a la que se anula su autonomía en beneficio de su propio interés.

La literatura sobre la coerción en psiquiatría refleja este debate filosófico,  Szmukler y Appelbaum (2008), centrándose en el acto de coerción, definen una gama de presiones diversas que se dan en la asistencia en salud mental, algunas de las cuales pueden considerarse coercitivas y otras no. También distinguen las amenazas de  las ofertas en las situaciones coercitivas. Se trata de un concepto clave extraído de un influyente artículo sobre la coerción de Robert Nozick. Nozick (1969) sostiene que en cualquier situación coercitiva es importante identificar un punto de partida previo a la situación de coerción. Para Nozick el punto de partida se asocia con el "curso normal de los acontecimientos" (Nozick, 1969, p. 447). La coerción puede desglosarse en una amenaza o en una oferta, dependiendo de la forma en la que se comunica dentro del contexto del curso normal de los acontecimientos. Anderson (2011) plantea el siguiente ejemplo. En un robo a mano armada el asaltante plantea a su víctima que puede entregar sus bienes y resultar ilesa o guardarlos y ser agredida. En el curso de los acontecimientos es normal que disfrutemos de nuestros propios bienes sin que nadie nos moleste por lo que la propuesta del ladrón es en realidad una amenaza, no una oferta. En cambio, cuando un comercial le oferta a un cliente unas vacaciones gratis si contrata un seguro, como las vacaciones gratis no forman parte del curso normal de los acontecimientos, esto puede interpretarse como una oferta, y no como una amenaza. Como reconoce Anderson (2011) en el segundo ejemplo la presión que se ejerce es también importante. Pueden parecer disquisiciones abstrusas, pero más adelante veremos cómo esta distinción entre ofertas y amenazas también se utiliza en psiquiatría (Molodynski et al., 2010).

Szmukler y Appelbaum (2008) también señalan la diferencia entre descripciones objetivistas y subjetivistas de la coerción. Una descripción objetivista intentará justificar la coerción valiéndose de principios éticos, bien sea invocando una justificación paternalista para la vulneración de derechos para alcanzar mejores resultados, o basándose en el "mejor interés" desde el punto de vista de la capacidad de consentir. Una descripción subjetivista explorará la valoración de la persona que está siendo coaccionada. Existe abundante literatura sobre la coerción percibida en psiquiatría (Lidz et al., 1995). Sin embargo, la noción subjetivista de la coerción percibida es un arma de doble filo. Se puede argumentar que si la persona percibe que está siendo coaccionada lo está de hecho, independientemente de la realidad objetiva, pero también que si no la percibiera no hay que tener en cuenta el nivel objetivo de coacción. Szmukler y Appelbaum (2008) defienden, con sensatez, una combinación entre descripciones subjetivas y objetivas de la coerción.

Tras esbozar un primer debate en torno a los conceptos de recuperación y coerción, y antes de pasar a examinar los tres discursos que favorecen el que estemos pasando de una agenda de compromiso constructivo a un marco de recuperación coercitiva, precisamos identificar lo qué se entiende por compromiso constructivo. El documento más importante a este respecto lo publicó en 1998 el Centre for Mental Health[5](que en esa época se llamaba Sainsbury Centre for Mental Health.)[6]En las Claves para el Compromiso[7](SCMH, 1998) se describe la primera versión de un proyecto para trabajar con personas con dificultades para comprometerse con los servicios psiquiátricos, un proyecto cuya influencia fue creciendo en la década siguiente a su publicación, cuando se procedió a poner en marcha equipos funcionales en los servicios de salud mental por el National Service Framework for Mental Health publicado en 1999.[8]Aunque el documento inicialmente formaba parte de la iniciativa de crear servicios de Tratamiento Asertivo[9]en el Reino Unido, el enfoque que se instauraba en el mismo se extendió pronto a toda una serie de servicios comunitarios de salud mental. Se intentó reorientar los servicios de salud mental hacia las necesidades de los usuarios, haciendo hincapié en la ayuda práctica, en un enfoque holístico de lo asistencial, que no se limitaba solo al tratamiento médico, y con un enfoque de equipo intenso para trabajar y esforzarse continuadamente, para comprometer al usuario con el servicio (Davidson & Campbell, 2007). Con la lectura de algunos de los primeros documentos, resulta patente que el énfasis en el compromiso partía del reconocimiento del fracaso de los servicios de salud mental a la hora de proporcionar una atención accesible y respetuosa para un grupo de clientes (por ejemplo, Bryant, 2001).

Sin embargo, resultaría excesivamente revisionista argumentar que este fue el único propósito que subyacía en la agenda del compromiso constructivo. La propia definición de compromiso, recogida en el material formativo del Sainsbury Centre, implica un conflicto entre una agenda del riesgo y una agenda del apoyo asistencial. En las Claves para el Compromiso (SCMH, 1998) se hace hincapié en que el compromiso debe ser constructivo y no coercitivo, pero en su definición se asume la necesidad de "seguir la pista a las personas”. En el corazón de la agenda constructiva anidaba el viejo conflicto entre el respeto a la autonomía y la obligación de cuidar. Como Davidson y Campbell (2007) señalan, el trasfondo del desarrollo de servicios de tratamiento asertivo también venía marcado por un discurso sobre la seguridad pública, y por la percepción de un aumento de los riesgos para la comunidad en general provocado por personas con problemas de salud mental. Este trasfondo coercitivo tuvo su reflejo en los usuarios de los servicios que reaccionaron ante el compromiso constructivo como si fuera coercitivo en si mismo. De forma ya célebre, MacMillan (2005, p. 6) escribió sobre el enfoque del tratamiento asertivo como una forma de "acoso terapéutico”. Rosa (2001) escribió sobre el peligro de que el tratamiento asertivo se convirtiera en una forma de persuadir y sobornar a los usuarios de los servicios para que se integraran en un modelo tradicional de cuidados médicos en salud mental.

El compromiso constructivo no era en absoluto un nirvana ético. Sin embargo, se daba un equilibrio entre el propósito de involucrar y trabajar de forma constructiva con las personas y, al mismo tiempo, el respeto a sus derechos. Este equilibrio se podía mantener por la ausencia del tratamiento obligatorio comunitario, lo que significaba que el trabajo y las negociaciones para construir la agenda de las personas atendidas por los servicios era en sí mismo un modelo asistencial, aunque se enmarcara en la posibilidad, siempre presente, de un uso coercitivo de la Mental Health Act. Es interesante lo que escribe Williamson (2004) sobre el equilibrio ético que supone respetar el derecho de la persona a definir su propio sufrimiento mental, y tener a la vez el derecho a estar en desacuerdo hasta un límite en el que, en ultima instancia, se realice una lectura coercitiva de la Mental Health Act. Sin embargo, para que haya una tensión creativa es necesario que los dados no estén trucados de antemano. El que el usuario del servicio haga valer su derecho a no tomar medicación, que no enmarque su sufrimiento en términos de enfermedad, que no quiera ver al psiquiatra, no impide en absoluto otras formas distintas de trabajar y hacer. Son estas formas de trabajar y de hacer las que se van cerrando en la medida de que se inclina demasiado la balanza hacia un programa coercitivo, incardinado en la cultura del riesgo en la asistencia en salud mental.


La asistencia en Salud Mental: una cultura del riesgo

Se ha planteado la gestión del riesgo como si fuera central en las prácticas efectivas de salud mental, en especial del Care Programme Approach[10]cuya política impulsa un compromiso normativo en la evaluación y gestión habitual del riesgo (DH, 1999, 2008b). Sin embargo, la evaluación del riesgo clínico basada solamente en el juicio del profesional ha sido criticada por inconsistente y falta de precisión predictiva (Morgan, 2007; Witterman, 2004). Hay datos que sugieren que las predicciones de riesgo de los profesionales de salud mental son tan sólo ligeramente más precisas que las realizadas al azar (Doyle y Dolan, 2002).

Básicamente, se refleja una postura positivista en la que se observa el riesgo como un fenómeno que puede ser identificado y cuantificado, y en la que se privilegian los cálculos estadísticos (Smith, 2004). En consecuencia, el cálculo del riesgo es tratado como un hecho objetivo, aunque se reconoce la influencia de la subjetividad en el juicio clínico. El debate, desde un punto de vista científico y técnico, se concentra principalmente en la precisión de la predicción (Lupton, 1999). En la literatura de salud mental, se manifiesta como una investigación constante en busca de las herramientas estandarizadas más eficaces y una base de datos que mejore la evaluación del riesgo (Royal College of Psychiatrists, 2008), partiendo de la hipótesis de que la precisión de la predicción puede realmente ser mejorada. En lo fundamental, la definición del riesgo como un concepto cuantificable propaga la idea de que es posible y, por lo tanto, será alcanzada (McDonald, Waring y Harrison, 2005). El riesgo funciona como un procedimiento para reducir la incertidumbre y mejorar el control. Dentro de este enfoque las predicciones de riesgo de los expertos son presentadas como un valor imparcial y objetivo (Lupton, 1999).


El contexto del riesgo

El auge del modelo de evaluación y gestión del riesgo dentro de las políticas gubernamentales tuvo lugar durante la desinstitucionalización, cuando se detectaron fallas en la asistencia comunitaria, y se produjeron incidentes violentos de cierta gravedad ocasionados por personas con problemas de salud mental, lo que alimentó los temores del público sobre el peligro que corrían. Estas preocupaciones se ratificaron a través de enmiendas propuestas a la Mental Health Act (Harper, 2004), que reforzaron la asociación entre el riesgo, el peligro, y la enfermedad mental, y planteaban la necesidad de control mediante la contención. Se solicitó a las autoridades que desarrollaran medidas eficaces para prever este tipo de incidentes peligrosos y se actuara en consecuencia para reducir su incidencia, lo que consolidó la gestión del riesgo como una parte central de la función de los servicios de salud mental (Freshwater & Westwood, 2006).

Douglas (1992) enfatiza la necesidad de considerar los riesgos dentro de su situación social y política, y sugiere que las pretendidas perspectivas objetivas respecto al riesgo son imposibles. Douglas también afirma que el riesgo es inherentemente político, aunque rara vez se conciba de esa manera. La agenda política se manifiesta mediante la práctica de atribuir la culpa de determinado riesgo de peligro a ciertos grupos sociales. Por lo tanto, el foco de  la gestión del riesgo en los servicios de salud mental tiene que considerarse en el contexto en el que se desarrolló. La incidencia de homicidios cometidos por personas con problemas de salud mental es escasa, entre el 5 al 10 por ciento de la totalidad de homicidios (James, 2006; Szmukler, 2000). Incluso si es investigado partiendo de la perspectiva de que el riesgo es cuantificable, la relación entre enfermedad mental y violencia suministra información contradictoria y ambigua acerca de la naturaleza de esta relación y los factores implicados (Appelbaum, Robbins & Monahan, 2000; Douglas, Guy & Hart, 2009; Rogers & Pilgrim, 2010). No obstante, las personas con problemas de salud mental están sujetas a controles en función de su peligrosidad percibida, controles que otros, que pueden suponer mayor peligro y pueden ser igualmente "tratables" (como los conductores que beben), no padecen (Pilgrim, 2007; Szmukler y Holloway, 2000). Esto ratifica las ideas de Douglas respecto al uso del riesgo como una manera de culpar a ciertos grupos dentro de la sociedad. Además, Jasanoff (1999) afirma que el riesgo es un mediador entre el saber y el poder, y propone que, de acuerdo con el constructo del poder y saber de Foucault, el análisis del riesgo elabora un discurso que posiciona a algunos como expertos y a otros como “mudos, irrelevantes o incompetentes” (Jasanoff, 1999, p. 137). El saber experto en riesgos resulta más visible cuando ocurre un daño y, por lo tanto, está asociado más con el fracaso, lo que supone la gran paradoja del riesgo. El riesgo es más evidente cuando las cosas van mal y, por lo tanto, cuando el saber experto ha fracasado en gestionar ese riesgo (Horlick-Jones, 2004). En este sentido, el discurso del análisis científico del riesgo favorece la cultura de “culpar” a la asistencia sanitaria, ya que los sucesos adversos se reflejan como fallos de la gestión del riesgo, que surgen de los problemas profesionales para evaluar, notificar o comprender el riesgo. De acuerdo con estos argumentos es el profesional de la salud quien tiene la capacidad para determinar los riesgos. A los usuarios del servicio se les considera causantes del riesgo, careciendo por lo tanto de la capacidad necesaria para participar en el proceso de evaluación y gestión de riesgos.

La cultura del riesgo, y el poder incrustado en ella, suministran el marco para el discurso actual respecto al trabajo con personas que tienen dificultades para comprometerse con los servicios. Este discurso incluye una lógica sobre la contención y el tratamiento que ha sustituido a la de la participación y el compromiso. Un ejemplo interesante de este discurso, que se ha vuelto muy pertinente e importante en la literatura del tratamiento asertivo, es el debate en torno al uso de la presión y la influencia en el tratamiento en salud mental. Prestaremos ahora nuestra atención a ese discurso.


Te recuperarás, te guste o no

Szmukler y Appelbaum (2008) describen una serie de presiones hacia el tratamiento, como el uso de la influencia interpersonal y la coerción. Ilustran esta gama de presiones a través del ejemplo de una enfermera psiquiátrica comunitaria (EPC) en contacto con una persona que rechaza su medicación. No es casualidad que el tema del compromiso se reduzca a una cuestión de cumplimiento de la toma de medicación, que como veremos llega a ser la única prueba de recuperación para muchos de los que participan en este debate. Szmukler y Appelbaum (2008) describen una jerarquía de presiones, desde la  más baja hasta la más alta, empezando por la persuasión, siguiendo con la influencia interpersonal, incentivos, amenazas, y finalmente la coerción en toda regla. La EPC responde al rechazo de la medicación con persuasión, si escucha las razones y luego trata de exponer los problemas que puede conllevar la interrupción de la medicación, avisando a la persona sobre la vuelta a pautas anteriores en torno al uso de medicamentos. Szmukler y Appelbaum consideran esto como relativamente no problemático. Sin embargo, el concepto de persuasión, más que educar o negociar, parece constituir una relación de poder particular. Si vamos a la influencia interpersonal las cosas llegan a enturbiarse. La EPC responde con una mirada triste y decepcionada por la decisión de la persona. El incentivo aparece cuando la EPC ofrece una entrada para un partido de fútbol si la persona toma su medicación (una oferta no es una amenaza si recordamos el postulado anterior de Nozick). La amenaza se manifiesta cuando la EPC dice que no va a rellenar un formulario de solicitud de ayuda económica si la persona no se toma la medicación. La coerción completa se produce cuando una evaluación según la Mental Health Act conlleva un posible tratamiento forzoso. Szmukler y Appelbaum se muestran preocupados por todas estas presiones y sostienen con razón, que en una relación terapéutica se debe aspirar al uso mínimo necesario de cualquier tipo de presión.

Sin embargo, otros han llevado este razonamiento más lejos. Molodynski et al. (2010) esbozan la misma serie de presiones presentando a unos hipotéticos ECP (Tom) y cliente (Debbie). Sin embargo, su conclusión es mucho más preocupante. Escriben que


Las interacciones de este tipo entre Tom y Debbie se producen diariamente en la práctica clínica. Los niveles más bajos de presión pueden ser útiles y apropiados en nuestras relaciones con los pacientes. Al fin y al cabo, la presión está omnipresente en las relaciones humanas y es probable que sea particularmente pertinente en las relaciones más difíciles y problemáticas. (Molodynski et al., 2010, p. 110)


Este enunciado parece más bien una forma de nihilismo terapéutico. Si las interacciones como esta ocurren cada día, entonces deberían ser combatidas, no aceptadas. Todo, desde la influencia interpersonal hasta la coerción formal, es inaceptable a menos que la coerción formal esté enmarcada en garantías jurídicas. El hecho de que las presiones sean omnipresentes en la sociedad no las hace aceptables o éticas, y deberíamos ser todavía más escrupulosos ante personas vulnerables y mostrar que estamos trabajando de una manera respetuosa y sensible.

No obstante, Molodynski et al. (2010) llegan más lejos aún al sostener que un enfoque basado en los derechos abandona a los clientes a su suerte, y que el uso de la coacción y la influencia es consecuente con la recuperación. Arguyen que si permitimos que las personas tomen sus propias decisiones, sobre todo en este grupo de “pacientes de puerta giratoria", no les estamos permitiendo mejorar sus vidas. Una vida plena y satisfactoria y la recuperación de una enfermedad mental comienzan con coerción.

Davidson y Roe (2007, p. 467) se hacen eco de los argumentos sobre la necesidad de asumir la responsabilidad de la propia recuperación argumentando que“... la recuperación personal es algo que requiere un impulso activo, y hay personas que aún tienen que asumir este reto". Escriben más tarde que hay personas que eligen no recuperarse, y las comparan a aquellas "personas con cáncer de pulmón que continúan fumando" (Davidson & Roe, 2007, p. 468). El reto de la recuperación lo asumirían solo quienes aceptan que tienen una enfermedad, toman su medicación y se muestren conformes en vivir sus vidas del modo en el que el sistema psiquiátrico piensa que deben hacerlo. Si asumen este reto, más adelante podrán tomar decisiones y vivir una vida con sentido. Si rehúsan, hay circunstancias en las que se les podría obligar a hacerlo por su propio bien.

Usted se recuperará, y tenemos formas para hacer que se recupere. Una de ellas, sobre la que se está escribiendo e investigando mucho, en relación con la "población de puerta giratoria”, es el enfoque Dinero por Medicación (Claasen, 2007; Priebe et al, 2009.). Classen (2007) escribe sobre un proyecto en Londres Este en el que se dio a los clientes del tratamiento asertivo de 5 a 10 libras por cada inyección depot recibida. Una vez más, si recordamos el argumentario de Nozick, esto se puede considerar como una oferta, no una amenaza, ya que no se les quita algo que ocurriría normalmente. Por supuesto, esto es ignorar el trasfondo de relaciones de poder presente en estas cuestiones, en particular la vulnerabilidad social de quienes están siendo manipulados cínicamente en estos casos. Claasen (2007) acepta que esta es una forma de incentivo, y no se preocupa excesivamente sobre el tema del consentimiento informado, y cómo podría verse comprometido por un soborno sistemático. Escribe que "el consentimiento en cualquier decisión de tratamiento es un tema complejo" (Claasen, 2007, p. 191). Más tarde afirma que el soborno es simplemente un asunto que "inclina la balanza en la toma de decisiones de una persona informada” (Claasen, 2007, p. 192). No se reconoce que tratarse con medicación antipsicótica depot tiene tantos costes como beneficios, y Claasen escribe sobre ello como si fuera un bien absoluto, similar al acto de dejar de fumar.

Priebe et al. (2009) escriben también sobre el proyecto Dinero por Medicación como una opción positiva que facilita la recuperación. Aunque se preocupan por algunos inconvenientes, su listado de inconvenientes tan solo delata su incapacidad para entender el abuso de poder en juego. Les preocupa que la persona se vuelva financieramente dependiente, exigiendo cada vez más dinero, que no quiera dar por concluido el proyecto, y que despilfarre los ingresos adicionales en drogas (Priebe et al., 2009). No hay preocupación alguna sobre lo que significa una transacción de este tipo para las personas receptoras, y cómo se pueden sentir “aceptando” semejante ganga. La investigación sobre las vivencias de los clientes sujetos a las órdenes de tratamiento comunitario pone de manifiesto cómo llegan a afectar en su propia auto-imagen y en su identidad (Gibbs, Dawson, Ansley y Mullen, 2005), pero nada de esto parece preocupar aquí.

Este tipo de nihilismo terapéutico inclina la balanza fuera del equilibrio entre derechos y responsabilidades, propio de la agenda del compromiso constructivo, hacia un énfasis en la adherencia a la medicación como el objetivo clave en salud mental, objetivo que puede alcanzarse sin tener en cuenta la autonomía del usuario del servicio.


La extensión de la coerción en la comunidad

La novedad más significativa en los servicios de salud mental del Reino Unido en los últimos 10 años ha sido la aprobación legal de un aspecto del tratamiento comunitario incorporado mediante las enmiendas a la Mental Health Act 2007. Aquellas personas retenidas en virtud del Artículo[11]3 u otros artículos forenses, pueden ser puestas bajo OTC, y la OTC permite que la persona pueda ser hospitalizada, durante un período de hasta 72 horas, si no está cumpliendo con las condiciones de su orden de tratamiento (DH, 2008a). Las condiciones formales, que se aplican a una persona bajo OTC, son que debe estar disponible para recibir tratamiento, aunque no pueda ser tratada a la fuerza en la comunidad. Sin embargo, pueden aplicarse una serie de condiciones adjuntas, de las cuales la más significativa suele ser que debe tomar la medicación prescrita, pudiendo aplicarse a discreción del Clínico Responsable otras condiciones referentes a la residencia de la persona y al uso de drogas ilegales (DH, 2008a).

El tratamiento comunitario supervisado se introdujo en Inglaterra y Gales en un contexto de gran controversia, y con la oposición conjunta de profesionales sanitarios y usuarios de servicios organizados en la Mental Health Alliance (Mental Health Alliance, 2005). Churchill et al. (2007) revisaron exhaustivamente las pruebas existentes respecto a la efectividad de las OTC y no pudieron encontrarlas. Según Churchill et al. (2007) no había pruebas de reducción en las tasas de reingreso o en disminuir la estancia hospitalaria, y en lo referente a la medición de la satisfacción del paciente esta era negativa para las OTC. Como dicen Burns y Dawson (2009) se plantean serias dudas sobre la ética de un tratamiento de este tipo, cuando se implementa sin ninguna base empírica. Esto nos lleva a concluir que el discurso de fondo sobre la cultura del riesgo en salud mental hizo que las OTC fueran finalmente inevitables y que se introdujeron en Inglaterra y Gales independientemente de las pruebas. De hecho, la fascinación por las OTC ya estaba incrustada en el discurso sobre la participación constructiva al final de la década de 1990 (DH, 1998).

Con todo, lo preocupante es la facilidad con la que las OTCs se han convertido en una pieza consolidada e importante del arsenal de los servicios de salud mental, pasando a ser rápidamente una parte incuestionable de su funcionamiento actual. En una encuesta a 533 psiquiatras en Inglaterra y Gales, la mayoría encuentra útiles las OTCs (Lawton-Smith, 2010). Esta impresión subjetiva está respaldada por el amplio uso de las OTCs en la práctica, como hemos señalado antes (Health and Social Care Information Centre, 2011). Sin embargo, no debemos dejarnos engañar pensando que las fuerzas y las presiones sociales más amplias han dejado de jugar un papel en la aplicación de dicha legislación. Uno de los aspectos más preocupantes de la implementación de las OTCs ha sido su reconocido el uso excesivo sobre personas negras y otras minorías étnicas (Care Quality Commission, 2011).

Es poco probable que la aceptación de las OTCs como un hecho natural de la práctica contemporánea en salud mental cambie a corto plazo. En la actualidad, el programa de investigación en torno a los OTC en el Reino Unido se centra en un ensayo controlado y aleatorizado en curso que compara las OTCs con el alta hospitalaria temporal prevista por el Artículo 17[12](un permiso de ausencia temporal del hospital que puede concederse a personas sujetas a internamiento obligatorio), un ensayo conocido como OCTET (Oxford Community Treatment Order Evaluation Trial). Esta comparación aleatorizada pretende ser capaz de demostrar los beneficios o no de las OTC mediante un estudio aleatorio llevado a cabo con garantías (OCTET, 2011), pero cualesquiera que sean las ventajas que se encuentren solo se demostrarán mediante una comparación entre dos formas de coacción; ya sea la de las OTC o la de los permisos del Artículo 17. Como Burns y Dawson (2009) observan, comparar la coerción comunitaria frente al tratamiento asertivo intensivo no es ético, una vez aprobada una legislación OTC de la que sabemos que inclina este último hacia la coerción.

Dada la falta de pruebas sobre la efectividad de las OTCs y los argumentos erróneos que se presentan para justificarlos, es difícil llegar a una conclusión diferente a que su aplicación es de naturaleza estrictamente política. Kisely y Campbell (2007) escriben que hay escasa evidencia de que las OTCs se ocupen de las necesidades de los clientes de “puerta giratoria” y que su implantación demuestra cómo "la política de salud sigue estando determinada por factores políticos y sociales tanto como por la evidencia” (Kisely y Campbell, 2007, p. 374). Aún resulta más preocupante la forma en que las OTC han llegado a ser aceptadas como un hecho natural, y que ni siquiera son cuestionadas por los defensores de la recuperación en salud mental. En uno de los pocos documentos publicados que presentan una perspectiva crítica desde el paradigma de la recuperación no contiene mención alguna a las OTC (Informe MindThink, 2007). Hoy en día es más importante que nunca poner en duda la efectividad y la moralidad de las OTCs, y defender que algo como la recuperación no puede darse desde la coerción comunitaria.


No existe alternativa

Al analizar este impulso creciente hacia la coerción en la comunidad, puede argumentarse desde un punto de vista pragmático que no hay alternativa. De hecho Gert, Culver y Clouser (2006) defienden que el paternalismo es aceptable si no existe otra alternativa. Sin embargo, la existencia de las OTCs no debe reemplazar todo lo que hemos aprendido de positivo sobre el compromiso constructivo con personas vulnerables, y al trabajar con el riesgo de manera terapéutica.

Según Douglas (1992) la forma en la que vemos el riesgo en la sociedad contemporánea propone como una norma aceptable el evitar el riesgo y, en consecuencia, perder libertad. Como consecuencia, actuar al margen de esta norma y asumir riesgos deliberadamente es visto como algo anormal y patológico. Un ejemplo de cómo puede funcionar esto en los servicios de salud mental puede ser la respuesta dada a los usuarios del servicio que desean dejar la medicación: ¿por qué decidir dejar la medicación y arriesgarse a la recaída? Sin embargo, por una parte asumir riesgos puede resultar útil para apoyar la recuperación individual y por otra cuestiona la estrecha y restrictiva conceptualización del riesgo en los servicios de salud mental. Asumir riesgos positiva o terapéuticamente es propio de las personas que tienen la oportunidad de poder elegir, tomar decisiones y seguir diferentes opciones. Asumir riesgos positivamente es un proceso que permite a la persona tomar decisiones sobre el nivel de riesgo que está dispuesta a asumir respecto a su salud y seguridad (DH 2004). Morgan (2000) sostiene que es vital apoyar a los usuarios de los servicios a correr riesgos y aprender de sus experiencias, aceptando que a corto plazo puede que ciertos riesgos aumenten, en beneficio de ventajas a más largo plazo. Se reconoce la necesidad de un enfoque más positivo y de colaboración para trabajar con el riesgo (DH, 2004, 2007). Además, se han señalado aspectos positivos en asumir voluntariamente riesgos como la auto-superación, el compromiso emocional, el control y el reconocimiento social (por ejemplo, Lupton y Tulloch, 2002; Parker & Stanworth, 2005).

Sin embargo, como hemos visto en este capítulo, para los usuarios de los servicios de salud mental la oportunidad de tomar decisiones y asumir riesgos está ligada a sus relaciones con los servicios de salud mental y los profesionales que trabajan en ellos. La cultura organizacional y el miedo a que se les considere culpables son barreras para que los profesionales apoyen a las personas para que tomen riesgos terapéuticos (Godin, 2004) y suponen obstáculos a la hora de promover la toma de riesgos y, en definitiva, la recuperación. Es un reto que, sin sorpresa alguna, se enfrenta a las prácticas coercitivas que hemos examinado. La investigación de Robertson y Collinson (2011) hace hincapié en el proceso complejo que supone la negociación de los profesionales con los usuarios del servicio en lo referente a la asunción de riesgos. Para los participantes de su estudio, la influencia del contexto social y organizacional en el grado de toma de riesgos fue significativa. Hay tensión en los profesionales en cuanto a la gestión de su propia angustia y la toma de decisiones respecto al nivel de riesgo positivo aceptable, y mientras se esfuerzan en encontrar un equilibrio entre los beneficios para la persona y el mantener la seguridad ante la incertidumbre. Es sabido que existen influencias bien conocidas en la pretensión de gestionar el riesgo, aunque si aceptamos estas limitaciones, en vez de buscar la oportunidad de superarlas, existe el peligro de que la recuperación siga siendo mera retórica o incluso la justificación para seguir haciendo lo que siempre se ha hecho, mantener el status quo, sin otra alternativa que la coerción para la recuperación.


Referencias

- Anderson, S. (2011). Coercion. In Stanford Encyclopedia of Philosophy. Retrieved 2 February 2012 from, http://plato.stanford.edu/entries/coercion/

- Appelbaum, P., Robbins, P, & Monahan, J. (2000). Violence and delusions: Data from the MacArthur Violence Risk Assessment Study. American journal Psychiatry, 157(4), 566-572.

- Bryant, M. (2001). Introduction to User Involventent – Engagement or co-option. London: Sainsbury Centre for Mental Health.

- Burns, T., & Dawson, J. (2009). Community treatment orders: How ethical without experimental evidence? Psychological Medicine, 39, 1583-1586.

 Care Quality Commission. (2011). Monitoring the Mental Health Act in 2010/2011. Retrieved 2 February 2012 from, http://www.cqc.org.uk/sites/defatilt/files/media/doctiments/cqc–mhareport – 2011 main–fínal.pdf

- Churchill, R., Owen, G., Singh, S., & Hotopf, M. (2007). International Experiences of Using Community Treatment Orders. Instituto of Psychiatry: London.

- Claasen, D. (2007). Financial incentives for antipsychotic depot medication: Ethical issues. Journal of Medícal Ethics, 33, 189-193.

- Crossley, N. (2006). Contesting Psychiatry: Social movements in mental health. London: Routledge.

- Davidson, G., & Campbell, J. (2007). An examination of the use of coercion by assertive outreach and community mental health teams in Northern Ireland. British Journal ofSocial Work, 37(3), 537-555.

- Davidson, L., & Roe, D. (2007). Recovery from versus recovery in serious mental illness: One strategy for lessening confusion plaguing recovery. Journal of Mental Health, 10(4), 459-470.

- Department of Health. (1998). Modernising MentalHealth Services. Retrieved 2 February 2012 from,http://webarchive.nationalarchives.gov.uk/+/

 www.dh.gov.uk/en/Publicationsandstatistics/Publications/PublicationsPollcyAndGuidance/DH – 4003105

- Department of Health. (1999). Effective Care Co-ordination in Mental Health Services: Modernising the careprograinme approach – A policy booklet. London: HMSO.

- Department of Health. (2000). The NHS Plan: A planfir investment, a plan for reform. London: DH.

- Department of Health. (2001). Involving Patients and the Public. London: HMSO.

- Department of Health. (2004). Essential Shared Capabilities: A frame work for the whole other mental health workforce. London: HMSO.

- Department of Health. (2005). Creating a Patient-led NHS: Delivering the NHS Improvement Plan. London: HMSO.

- Department of Health. (2006). From Values to action: The Chief Nursing Officers review of mental health nursing. London: HMSO.

- Department of Health. (2007). Best Practica in Managing Risk. London: HMSO.

- Department of Health. (2008a). Mental Health Act Code of Practice. Retrieved 2 February 2012 from, http://www.dh.gov.uk/en/I'ublicatiotisandstatistics/Publications/Publicationsl'olicyAiidGuidatice/DH-084597

- Department of Health. (2008b). Refocusing the Care Programme Approach: A policy and positive practice guidance. London: HMSO.

- Douglas, K., Guy, L., & Hart, S. (2009). Psychosis as a risk factor for violente to others: A meta-analysis. Psychological Bulletin, 135, 679-706.

- Douglas, M. (1992). Risk and Blame Essays in Cultural Theory. London: Routledge. Doyle, M., & Dolan, M. (2002). Violente risk assessment: Combining actuarial and clinical information to structure clinical judgements for the formulation and management of risk. Journal of Psychiatric and Mental Health Nursing,9(6), 649-657.

- Freshwater, D., & Westwood, T. (2006). Risk, detention and evidence: Humanizing mental health reform (editorial). Journal of Psychiatric and Mental Health Nursing, 13, 257-259.

- Gert, B., Culver, C., & Clouser, K. (2006). Bioethics: A systematic approach. New York: Oxford Universuy Press.

- Gibbs, A., Dawson, J., Ansley, C., & Mullen, R. (2005). How patients in New Zealand view community treatment orders. Journal of Mental Health, 14, 357-368.

- Godin, A. (2004). 'You don't tick boxes on a form': A study of how community mental health nurses assess and manage risk. Health, Risk &,Society, 6, 347­360.

- Harper, D. (2004). Storying policy: Constructions of risk in proposals to reform UK mental health legislation. In B. Hurwitz, V. Skultans &T. Greenhalgh (Eds.), Narrative Research in Health and Illness. London: BMA Books.

- Health and Social Care Information Centre. (2011). In patients formally detained in hospitals under the Mental Health Act, 1983 and patients subject to supervised community treatment, Annual figures, England, 2010/11. NHS Information Centre, community and Mental Health Team. Retrieved 2 February 2012 from, http://www.lc.nhs.uk/pubs/Inpatientdetniha1011

- Horlick-Jones, T. (2004). 'Experts in risk ... do they exist?' (editorial). Health, Risk and Society, 6(2), 107-114.

- James, A. (2006). Mind the gaps. Mental Health Today, November, 8-9.

 Jasanoff, S. (1999). The songlines of risk. Environmental Values, 8(1), 135-152. Kisely, S., & Campbell, L. (2007). Does compulsory or supervised community treatment reduce `revolving door'care? Legislation is inconsistent with recent evidence. British Journal of 'Psychiatry, 191, 373-374.

- Lawton-Smith, S. (2010). Supervised community Treatment, Briefing Paper 2. Mental Health Alliance. Retrieved 2 February 2012 from, http://www.mentalhealthalllance.org.uk/resources/SCT – briefing—paper.pdf

- Lidz, C., Hoge, S., Gardner, W., Bennett, N., Monahan, J., Mulvey, E., & Roth, L. (1995). Perceived coercion in mental hospital admission. Pressures and process. Archives of General Psychiatry, 52, 1034-1039.

- Lupton, D. (1999). Risk. London: Routledge.

- Lupton, D., &Tulloch, J. (2002). `Life would be pretty dull without risk': Voluntary risk-taking and its pleasures. Health, Risk and Society, 4(2), 113-124.

- Macmillan, I. (2005). Targeting clients in community could amount to `therapeutic stalking'. Mental Health Practica, September, 9(1), 6.

- McDonald, R., Waring, J., & Harrison, S. (2005). 'Balancing risk, that ¡s my life': The politics of risk in a hospital operating theatre department. Health, Risk and Society, 7(4), 397-411.

- Mental Health Alliance. (2005). Towards a Better Mental Health Act.- The Mental Health Alliance Policy Agenda. Mental Health  Alliance. Retrieved 2 February 2012 from, http://www.mentalhealthalllance.org.ttk/pollcy/docunients/AGENDA2.pdf

- MindThink Report. (2007). Life and Times of a Supermodel – The recovery paradigm for mental health. London: Mind. Retrieved 2 February 2012 from, http://www.mitid.org.uk/campaigns–and–issues/report–andresources/911_mindthink–report-3–life–and–tlmes–of a–supermodel

- Molodynski, A., Rugkása, J., & Burns, T. (2010). Coercion and compulsion in community mental health care. British Medical Bulletin, 95, 105-119.

- Morgan, J. (2007). 'Givíng Up the Cultura of Blame' Risk assessment and risk management in psychiatric practice. London: Royal College of Psychiatrists.

- Morgan, S. (2000). Clinical Risk Management.- A clinical tool and practitioner manual. London: Sainsbury Centre for Mental Health.

- Nozick, R. (1969) Coercion. In S. Morgenbesser, P. Suppes & M. White (Eds.), Philosophy, Science and Method.- Essays in honour of Ernest Nagel. New York: St. Martin's Press.

- Oxford Community Treatment Order Evaluation Trial. (2011). Retrieved 2 February 2012 from, http://www.justice.gov.uk/ajtc/adjust/articles/OxfordCommunityTreatmentOrderEvaluationTrial.pdf

- Parker, J., & Stanworth, H. (2005). Go for it! Towards a critical realist approach to voluntary risk-taking. Health, Risk and Society, 7(4),319-336.

- Pilgrim, D. (2007). New 'mental health' legislation for England and Wales: Some aspects of consensus and conflict. Journal of Social Policy, 36, 79-95.

- Pilgrim, D. (2008). 'Recovery' and current mental health policy. Chronic illness, 4,295-304.

- Priebe, S., Burton, A., Ashby, D., Ashcroft, R., Burns, T., David, A., et al. (2009). Financial incentives to improve adherence to anti-psychotic maintenance medication in non-adherent patients – A cluster randomised controlled trial (F IAT). BMC Psychiatry, 9, 61.

- Repper, J., & Perkins, R. (2009). Recovery and social inclusion. In I. Norman & I. Ryrie (Eds.), The Art and Scíence of Mental Health Nursing. Maidenhead: Open Universiry Press/McGraw-Hill Education.

- Robertson, J., & Collinson, C. (2011). Positive risk taking: Whose risk is it? An exploration of community outreach teams in mental health and learning disability services. Health, Risk and Society, 13(2), 147-164.

 Rogers, A., & Pilgrim, D. (2010). A Sociology of Mental Health and Illness (4th ed.). Maidenhead: Open University Press/McGraw-Hill Education.

- Rose, D. (2001). Users' Voices. The perspectives of mental health service users on community and hospital care. London: Sainsbury Centre for Mental Health.

- Royal College of Psychiatrists. (2008). Rethinking Risk to Others in Mental Health services: Final report of scoping group. London: Royal College of Psychiatrists.

- Sainsbury Centre for Mental Health. (1998). Keys to Engagement. Review of care for people with severe mental illness who are hand to engage with services. London: Sainsbury Centre for Mental Health.

- Smith, M. (2004). Mad cows and mad money: Problems of risk in the making and understanding of policy. British Journal of Political and International Relations, 0, 312-332.

- Social Care Institute for Excellence. (2007). A Common Purpose: Recovery in future mental health services (joint position paper). London: Social Care Institute for Excellence. Retrieved 2 February 2012 from, www.scic.org.uk/publications/positionpapers/pp08.asp

- Stickley, T., & Wright, N. (2011). The British research evidence for recovery, papera published between 2006 and 2009 (inclusive). Part One: A review of the peer-reviewed literature using a systematic approach. Journal of Psychiatric and Mental Health Nursing, 18, 247-256.

- Szmukler, G. (2000). Homicide inquiries: What sense do they make? Psychiatric Bulletin, 24, 6-10.

- Szmukler, G., & Appelbaum, P. (2008). Treatment pressures, leverage, coercion and compulsion in mental health care. Journal of Mental Health, 17(3), 233-244.

- Szmukler, G., & Holloway, F. (2000). Reform of the Mental Health Acr. Health or safety? British journal of Psychiatry, 177, 196-200.

- Turner-Crowson,J., & Wallcraft,J. (2002). The recovery vision for mental health services and research: A British perspective.Psychiatric Rehabilitation Journal, 25,245-254.

- Williamson, T. (2004). Can two wrongs make a right?Philosophy, Psychiatry and Psychology, 11(2), 159-163.

- Witterman, C. (2004). Violent figures; risky stories. Advances in Psychiatry Treatment, 10, 275-276.






[1] Alastair Morgan & Anne Felton From Constructive Engagement to Coerced Recovery, en Coles, Steven, Keenan, Sarah & Diamond, Bob (Edits) Madness contested: Power and practice, Chapter 4, pp- 56-73. UK: PCCCS-Books, 2013
Alastair Morgan: Sheffield Hallam University; Anne Felton: University of Nottingham.

[2] El texto hace referencia en todo momento a la situación en Gran Bretaña

[3] Ministerio de Salud británico

[4] Ley de Salud Mental

[9]Assertive Outreach,literalmente “extensión asertiva” suele traducirse como tratamiento o seguimiento asertivo.

[10]Enfoque del Programa Asistencial.

[11] Section en la terminología legal inglesa

[12] La Section 17 de la Mental Health Act otorga al responsable clínico la facultad de conceder un permiso temporal bajo las condiciones necesarias “en el interés del paciente o para proteger a terceras personas” El facultativo la puede revocar si lo estima oportuno. Si el paciente no vuelve al hospital al terminar el permiso, o al revocarse este, puede ser detenido y hospitalizado de nuevo. (N de T)




"Del psicofármaco como mercancía: don, retribución, gorroneo" (Guillermo Rendueles, Norte de Salud Mental nº 52)

$
0
0

El año pasado tuvimos el honor de ser invitados a las XIII Jornadas de la Asociación Castellano-Leonesa de Salud Mental, celebradas en Urueña (Valladolid) y realizadas sin necesidad de patrocinio alguno de la industria farmacéutica (de no haber sido así, no habríamos ido). El tema fue, precisamente, el conflicto ético implicado en la relación entre la psiquiatría y la industria farmacéutica. Nosotros participamos con una ponencia que pueden leer completa aquí, pero hoy traemos un artículo de Guillermo Rendueles, publicado en la revista Norte de Salud Mental, que corresponde a la conferencia inaugural de dichas Jornadas. Ya en el pasado recogimos algún material de este magistral pensador (aquí). Rendueles ha tenido la amabilidad de facilitarnos su texto original, que incluimos íntegro a continuación. No es exactamente el mismo que fue publicado en la revista, sino una versión ligeramente más larga, con toda probabilidad previa a la publicada. No se diferencian en nada en cuanto a la naturaleza e implicaciones del contenido. De todas maneras, por si quieren comparar, el enlace al artículo de la revista lo pueden seguir aquí.

Los autores de este blog no queríamos dejar de decir que, en esta época de elecciones y dudas, estando posiblemente atrapados, quizás sin saberlo, entre un mundo que muere y otro que no termina de nacer, todo elemento de reflexión es poco. Y aunque la reflexión no debe cesar nunca, de vez en cuando hay que decidir. Nosotros hemos decidido que nos negamos a pensar que el mundo es como es, y nos empeñamos en pensar que tal vez, si nos esforzamos todos, pueda ser de otro modo. Que, sólo tal vez, si queremos,PODEMOS.

Y sin más (sin menos tampoco), transcribimos a continuación el trabajo de Guillermo Rendueles. Absolutamente recomendable (y no sólo porque hable un poquito de nosotros):




Del psicofármaco como mercancía: don, retribución, gorroneo


Guillermo Rendueles


Sumario: Este artículo analiza las diferencias y anacronismos de la práctica psiquiátrica respecto a la medicina y su relación específica con la industria: la eficacia de un fármaco se evalúa desde la subjetividad del psiquiatra sin apoyo de marcadores objetivos. Ello hace de los psiquiatras el cliente ideal de la propaganda farmacológica cuyos soportes ideológicos se analizan.

Palabras Clave : bioética, heurística, gorroneo, virtudes aristotélicas.

Abstract: This paper discusses the differences and anachronisms of psychiatric practice with regard to medicine and its specific relationship with the pharmaceutical industry. The effectiveness of a medicament is evaluated from the subjectivity of the psychiatrist, unsupported by objective markers. Therefore psychiatrists are ideal clients of pharmaceutical propaganda, whose ideological supports this text analyzes.

Keywords: bioethics, heuristics, free riding, Aristotelian virtues


La primera cuestión que deseo abordar para justificar este escrito es defender lo específico de la relación de los psiquiatras con la industria psicofarmacéutica y de cómo sus diferencias con la relación medico-farmacológica, la convierten en una anomalía buena para pensar. Más allá de la intensidad del efecto placebo, fármacos y psicofármacos comparten un contexto común: ambos son mercancías y por tanto tienen una doble cara de valor de cambio y valor de uso que a menudo -por decirlo con palabras de Machado- ofuscan a médicos y psiquiatras confundiendo valor con precio. 

Pensar sobre la mercancía supone en principio desvelar el papel de fetiche que tienen todos los fármacos tras su paso por el mercado: su uso se duplica en un símbolo-marca que se superpone a su realidad. De la misma manera que nos parece que tratamos con respeto y honramos al rey porque es rey, en realidad sólo lo es porque le honramos y respetamos, los fármacos con independencia de su eficacia o su necesidad sólo cuestan lo que cuestan porque pagamos por ellos y ese valor arbitrario se impone mediante luchas simbólicas.

El mercado de psicofármacos comparte los mismos dilemas económico-políticos que el resto de fármacos y cada innovación introducida por los laboratorios exige un análisis de coste-beneficios ejemplificado por la polémica sobre el tratamiento de la hepatitis entre los pacientes, los límites económicos del estado y los intereses de los laboratorios. Análisis que debe incluir las voces criticas que distanciadas de los intereses inmediatos de los pacientes (las víctimas tiene una visión necesariamente miope) que nos avisan de las catastróficas consecuencias -no queridas- de la actitud condescendiente con la demanda que exige ceder al chantaje económico que fija el astronómico precio del fármaco apoyándose en una legislación protectora de las patentes que no hará sino empeorar con el Tratado de Libre Comercio con EEUU. 

El conflicto nos conduce a un dilema del tipo ¿la bolsa o la vida? reflejado con rigor por Pablo Martinez en un periódico de la CNT [1]. Tras el precio del fármaco se desarrolla una historia que se inicia en 2011 con la compra del sofosbuvir en 11.000 millones de dolores por la compañía Golead a la farmacéutica Sovaldi que se revaloriza espectacularmente en la bolsa y hace flotar el precio de tratamiento por enfermo desde los 60.000 dólares por enfermo en EE UU hasta los 100 en Egipto. A pesar de esa variable a un precio medio de 25.000 euros por enfermo, el tratamiento a nivel mundial podría alcanzar los 9 billones de euros/año que es algo más que la suma del PIB de varios países de nuestro entorno. 

Si fármacos y psicofármacos comparten los chantajes del mercado, nuestras prácticas psiquiátricas deben converger con resistencias tanto de organizaciones médicas del tipo No Gracias como con organizaciones antimonopolistas agrupadas tras los análisis de Klein [2] en No Logo.

Pero junto a esas convergencias la psiquiatría tiene particularidades evidentes: cada vez que en una de nuestras consultas los familiares de un usuario reclama la substitución del haloperidol por un neuroléptico de nueva generación, el argumento de la demanda son habladurías difundidas desde la industria sobre el progreso y las virtudes salutífero-regenerativas que ni el demandante ni nosotros podemos objetivar, a diferencia del retroviral.  El uso de los psicofármacos exagera el predominio absoluto del valor de cambio sobre el valor de uso: la psiquiatría es una practica artesanal frente a la médico-científica apoyada en la radiología y la anatomía patológica [3]. Ese salto a la decisión del psiquiatra para prescribir un psicofármaco sin apoyo objetivo le convierte en el reclamo ideal de un vendedor y un laboratorio que gasta el 10% en producir el producto y el 90% en conquistar la psique del prescriptor. 

En ese sentido la propaganda de psicofármacos tiene un aliado natural en la mitología del progreso. Asumir el papel artesanal de la práctica psiquiátrica, moverse en la modestia de la difusión de significados de la psicopatología y la inseguridad del diagnóstico y el bricolaje que llamamos tratamiento,  quema y cansa. Lo anacrónico de nuestra práctica exigiría aceptar que no cumple los criterios weberianos del científico y con ello renunciar a la lógica del progreso respecto a que cuanto más moderno es un psicofármaco,  mejor. Esa ausencia de progreso se objetiva en el distinto valor de los autores clásicos en medicina y psiquiatría: si resucitase Fleming trataría mucho peor a un infeccioso que cualquier MIR, pero un resucitado López Ibor con su vademécum lo haría mejor que el residente psiquiatrico.  Un artesano con pretensiones científicas, con posibilidades de ampliar el consumo a unas poblaciones que pueden ser incluidas como enfermos en función de reetiquetar malestares cotidianos como trastorno psiquiátrico o incluir a los propios animales de compañía en clientes (Prozac es consumido por varios miles de p.e.t.s newyorkinos) parece el sueño de un mercader que desea vender psicofármacos . Por el contrario, los psiquiatras críticos que perseveramos en el escepticismo incurrimos en una aparente paradoja: parecemos misoneístas que resisten a la innovación que nos propone la industria (cuyos visitadores en sus fichas nos etiquetan de tradicionalistas frente al innovador a seducir). 

Por ello la industria psicofarmacéutica transformó el contexto de su propaganda alejándola de lo informativo y acercándola a un programa de seducción similar al de los logos comerciales en torno a tres ejes:


A) La Antropología del Don. La relación cotidiana del psiquiatra con el representante farmacéutico está presidida por un ritual que incluye un regalo: desde el bolígrafo al viaje exótico no se concibe que la información científica no se apoye en un don. Marcell Maus [4] en su estudio clásico ya formaliza la esencia de la economía del regalo como la que no espera reciprocidad con otro objeto sino en mantener la relación de dependencia y agradecimiento. Esa pérdida de libertad que padece el receptor de regalo se acentúa cuando ese regalo tiene un carácter excesivo y se escenifica como derroche. La ceremonia del Potlach en la que los jefes esquimales destruyen sus tesoros sin aparente utilidad constituye un rito que mantiene el mito de la debida obediencia como retribución del derroche. Cuando Levi Straus [5] regresa a la civilización desde las tribus amazónicas cree ver en los derroches navideños una reedición postmoderna de esos ritos de sumisión a San Mercado. Cualquiera que asista a los fastos de presentación de un psicofármaco y logre distanciarse del espectáculo, tendrá la misma impresión de sobreabundancia, de rotura del cálculo mercantil, de invitación excesiva que aparentemente no pide nada a cambio más que un sentimiento obligado de gratitud junto a un sentimiento de inferioridad ante tanta munificencia desinteresada.

Más en concreto, Tim Hardoff [6] muestra en varios convincentes estudios de economía conductual como el Gratis Total de una mercancía es un atractor universal que trastorna la racionalidad del consumidor comun haciéndole preferir lo que no quiere. Si mediante una subasta se fijan los precios de una exquisita chocolatina en 5 euros y otra vulgar en 1 euro y se rebaja la primera a 1 euro y la segunda a o euros, la mayoría de los consumidores prefieren no pagar nada y ahorrar un euro perdiendo los 4 euros de rebaja respecto a la chocolatina preferida. Los beneficios netos, los valores relativos y el gusto parecen cegados por la gratuidad o la seducion que desde Pitágoras ejerce el 0 sobre nosotros.


B) La transformación del Gusto Psiquiatico. La recepción de esos dones excesivos por parte de los psiquiatras ha transformado radicalmente el Habitus, la ideología práctica de clase media de los médicos, mediante el cambio de su gusto de Necesidad–Pretensiones por el gusto de Distinción-Lujo. Pierre Bordieu [7] documenta cómo la clase social puede ser objetivada empíricamente observando las preferencias y gustos de los consumidores. Las primeras invitaciones a restaurantes u hoteles de lujo generan en el neófito psi una sensación de incomodidad “de que esto no es para mi” y por ello las personas fijadas a gustos de necesidad rara vez se dejan seducir por esos manjares para cuyo gozo no están educados. Por el contrario la característica central de la pequeña burguesía ascendente a la que pertenecemos los psiquiatras es la pretensión y la imitación de los gustos de las clases altas con la adopción de esos gustos de distinción.

Una vez que se logra inducir ese gusto de distinción en una pequeña muestra de psiquiatras, el deseo de ser invitado se generaliza por un mecanismo descrito por Rene Girad [8] como Mimetismo Compulsivo. Psiquiatras con hábitos sedentarios, sin don de lenguas, se ven arrastrados al turismo [9] congresual, a un corre que te pillo de aeropuertos y hoteles que lejos de explicarse por el principio del placer sólo se justifica por ese mimetismo de distinción y envidia del deseo ajeno. La avidez con que se cargan de chuchearías en los congreso aterra: parecen sujetos clónicos que pagan el confort gratuito portando sus bolsas de propaganda.

De nuevo los economistas conductuales nos avisan de la paradoja del mimetismo y la distinción. Si pedimos detrás de otra persona en un restaurante y ella ha pedido el plato elegido in mente por nosotros seguramente cambiaremos nuestro deseo para no copiar y parecer originales: sacrificamos utilidad por reputación.


C) Los riesgos del Mecenazgo: Los escritos técnicos de Freud [10] son una advertencia insuperable contra las relaciones altruistas por encubrir la esencia del capitalismo que transforma la vida en tiempo y éste se vende por dinero. Cuando una terapia no se cobra violando ese axioma, él nos advierte cómo se facilita una fantasía de dependencia que crea un amor de transferencia que eterniza y altera la terapia impidiendo la separación y la travesía del fantasma.

Cuando el propio Freud viola ese principio y no sólo analiza gratuitamente al Hombre de los Lobos, sino que hace colectas para él, convierte a Sergio en lo que los modernos llamamos un free reader, en un gorrón. De las descripciones de la honestidad con que Freud caracteriza a su enfermo, a la vision que sus dos analistas posteriores dan de él media el abismo de quien se ha acostumbrado a mentir sobre su situación economica o esgrime razonamientos tan viles para tranquilizar a su esposa contra el exterminio nazi como el “ a nosotros qué, no somos judíos”. La terrible biografía de alguien tan dependiente de instituciones psicoanalíticas [11] como Sergio debería advertirnos sobre los peligros de cualquier regalo continuado que nos fije a bucles de agradecimientos en los que la actuación libre es vivida como culpa y traición al benefactor.

Por eso los costes ocultos de devolver favores a representantes farmacéuticos nubla las decisiones y es escasamente influenciable por declaraciones de transparencia. En otro experimento sobre influencia del mecenazgo se pidió a dos críticos de arte evaluar obras de dos galerías. Al primer crítico le pagaba la galería A y al segundo la B antes de empezar la valoración y no mantendrían relaciones a posteriori para no prejuiciar la crítica. A pesar de todo los dos críticos puntuaron 30-50 veces mejor las obras de las galerías de sus mecenas.


El Principio San Agustín. Creo que la justa percepción del riesgo de ese contexto que cambia nuestros gustos y amenaza convertirnos en gorrones agradecidos, lleva a Jose Valdecasas –el autor que cierra estas jornadas- a trazar una rígida “raya en la arena” que evite la tentación prohibiéndose recibir visitas, ni aceptar bolígrafos o pequeñas dadivas de laboratorios, rigiéndose por un principio ético que repite una experiencia de San Agustín cuando era un cristiano recién converso. 

Cuando en Roma un amigo invita a San Agustín al circo, el doctor de la Iglesia piensa que su recién adquirida virtud de templanza, le permitirá ser inmune a las bajas pasiones que la chusma exhibe ante la sangre de los gladiadores. A pesar de la gracia, San Agustín se ve arrastrado por la pasión a gritar y gozar del sangriento combate y esa sorprendente debilidad le lleva a huir de cualquier tentación por desconfiar de su autocontrol.

Escribe Jose Valdecasas en ese brillante artículo que gloso: "¿Recibir un regalo de un representante hace que prescribamos mal? No necesariamente. Muchos médicos creen ser inmunes a dichos cantos de sirena y están seguros que mantienen su independencia a pesar de lo rica que estaba la langosta a que nos invitaron el mes pasado en Nápoles… Recurriremos a un caso personal: hace años recibía frecuentemente a un representante de un determinado antipsicótico. Me ofreció participar en un libro de casos que editó el laboratorio con un caso clínico muy breve, el cual como publicación científica no puede calificarse más que como una mierda… Y además me pagaron 600 euros. Todo muy legal y declarado ¿pero les parece muy ético? A mí no me lo parece. El caso es que poco después de esto (y de varias cenas a las que fui amablemente invitado con otros colegas) sale el genérico del antipsicótico y cuando voy a rellenar la receta con dicho genérico les juro que se me quedó la mano paralizada pensando en el simpático visitador y en que le estaba fastidiando con lo del genérico, con lo bien que se había portado conmigo y lo triste es que no prescribí el genérico". 

El juicio ético de Valdecasas se extrema en función de la vergüenza que trasuda su recuerdo, calificando a esos obsequios como sobornos "cosas que mueven, impelen o excitan el ánimo para inclinarlo a complacer a otra persona" y saca valor de esa calificación para apostar por la ruptura de relaciones con la industria cancelando cualquier visita de sus representantes para así "no sentirse sobornado".

Finaliza Valdecasas esa reflexión afirmando "el compromiso ético es algo muy personal (aunque con repercusión social) y cada uno es libre de tener su ética o no tenerla en absoluto. Hubo quien nos dijo que la ética era cosa de griegos... reafirmando la idea mas allá de la reflexión ética necesariamente individual está el aspecto colectivo económico".

¿Es de verdad el compromiso ético algo personal y cada uno puede tener su ética?

Quizás lo extremado de la opción –alejarse de la tentación– y la rigidez consecuente tenga que ver con ese individualismo emotivismo ético que discutiré en estas lineas.


Bioética y Saber Común:si Ortega y Gasset escuchara a Valdecasas que la ética pertenece al ámbito de lo íntimo-individual no dejaría de asombrarse y trataría de ilustrarlo con su texto "¿Qué son los valores? Introducción a una estimativa".

En él sostiene que Bueno–Malo son calificativos para acciones humanas tan objetivos como rojo-negro porque han sido construidas y vitalizadas en el proceso evolutivo de forma tal que las especies o las comunidades que erraron en esas líneas epigenéticas creadoras de valores desaparecieron por selección natural.

Por el contrario, Castilla del Pino [12] hubiese aprobado esa subjetivación de la ética de Valdecasas en línea con el análisis lingüístico del Círculo de Viena: para ellos bueno–malo no describen ninguna cualidad del mundo. Expresan simple aprobación o propaganda por parte de quien enuncia la estimativa. Si digo: "es bueno lavarse las manos", simplemente realizo un acto de propaganda que significa: "a mí me gusta lavarme las manos, imítenme".

El emotivismo moral se extiende a las expresiones negativas: "es malo recibir prebendas de la industria farmacéutica" significa simplemente que a mí no me gusta esa acción y así quiero manifestarlo al público lector o mis hijos, como dice Valdecasas en su texto. Confundir un juicio de valor con un juicio objetivo y atribuir la belleza o la bondad al objeto sin percibir la proyección, es para Castilla del Pino un error de habla que inicia un pensamiento patológico y dogmático .

Entre las posiciones de Ortega y Castilla del Pino ha ocurrido lo que en su Historia de la Ética llama McIntyre [13] la quiebra del mundo de las virtudes que ha convertido los conceptos éticos en fósiles lingüísticos que ya no significan nada, hundimiento del mundo de la virtudes que no tiene fundamento en ninguna revolución epistemológica sino, como dice ese autor, reflejan el fin de lo comunitario y la emergencia del mundo de los individuos. 

Si puedo decir que un relojero es bueno porque cumple su funcion de hacer bien relojes y no puedo decir que la vida de tal hombre fue buena, es porque no hay un modelo colectivo de vida buena y cada individuo decide en función de sus sentimientos esa dicotomía. Bueno en postmodernidad es aquello que después de hecho me hace sentir bien y malo lo contrario. Ya no hay vidas ejemplares y Madame Curie o Teresa de Calcuta pueden ser vistas como ejemplo de una biografia masoquista y desgraciada mientras un Rolling Stone puede ser ejemplo de buena vida con sexo, drogas, etc.

Esa incapacidad para juzgar de forma colectiva lo bueno en el hombre genera una especialidad profesional que hubiese asombrado a Aristóteles: los éticos profesionales y los bioéticos. Para los clásicos no puede haber especialistas en ética precisamente porque todos los hombres lo somos. La ética -contra la pretensión de los sofistas- no se aprende como una técnica, sino que se adquiere como un saber práctico en la vida cotidiana. Se trata de un saber común, de adquirir prudencia (phronesis) en las interacciones amistosas y ciudadanas y no aprender saber (sofia). Lo moral siempre trata de lo contingente, lo que puede ser hecho de otra forma y requiere ese juicio ambiguo que llamamos prudencia, que se adquiere únicamente con la amistad. De ahí que el analfabetismo moral que denuncia McIntyre en la postmodernidad es precedido por la quiebra del vínculo comunitario que hace ignorar el significado de "nosotros", o vería en la descripción de la amistad aristotélica una relación gay. 

Weber [14] llamó a ese proceso politeísmo de los valores y lo consideró uno de los dramas del capitalismo. El mercado disuelve cualquier principio comunitario que definía una vida buena como el paso por las edades del hombre cumpliendo el ethos para cada papel social. Un buen hombre fue quien pasó por los estadios de niño, joven, soldado, ciudadano, anciano, cumpliendo bien esas funciones contribuyendo con ello al bien común. Ese bien imponía deberes y por ello ignorar balances egoístas.  Por el contrario, los ideales de la postmodernidad se basan en un subjetivismo que disuelve cualquier deber ciudadano, cualquier tradición substituyéndolo por valores psicológicos como autenticidad, gozo, realización en un marco de balances intimistas. A. Guiddens [15] aprueba ese cinismo egoísta como eclosión de libertad: en la postmodernidad ya no tengo que ser arquitecto como papá o sostener una familia como mamá, sino que puedo cambiar de pareja, profesión o incluso género en función de mis deseos frente a la dictadura de los roles y la tradición comunitaria. Esa satisfacción con la primera sociedad de la libertad le lleva a ejemplificar sus asertos con el análisis de patologías psiquiátricas tan improbables como la adicción al sexo o aprobar prácticas tan curiosas como el Masturbaron de Londres [16]. 

El conflicto central de ese modelo surge cuando percibimos que somos animales no sólo racionales sino dependientes y ya es tarde para forjar esos vínculos solidarios que antaño nos permitían envejecer y morir en casa. Frente a ello hoy es preciso cerrar la puerta de esa casa para esperar la muerte en asilos. 

El emotivismo complementa la psiquiatrización de la vida atribuyendo al gremio psi el rol de bioéticos de cabecera (¿es bueno para mi salud mental tal o cual conducta?). El ejercicio de dicha pericia por los psiquiatras reitera otra faceta de la banalidad teórica de nuestra disciplina y la venalidad de los peritos psiquiátricos que tienen que evaluar ante los tribunales cuánto de loco y cuánto de criminal tiene un reo aumenta la vergüenza de pertenecer al gremio. El ridículo de los psiquiatras en los tribunales peritando a favor o en contra de la responsabilidad del sujeto según quien les paga revela la imposibilidad de objetivar las conductas imputables de las inimputables. Hacer ese “diagnóstico” no necesita ninguna pericia y todos los ejercemos cuando aceptamos las disculpas por el pisotón en el autobús si lo consideramos consecuencia de un frenazo que convierte al que nos pisa en no sujeto-intencional y devolverle el pisotón sería tan absurdo como patear la rama del árbol que nos cayo encima por una ráfaga de viento. Decir inimputable significa convertir al actor en un no sujeto, en una especie de autómata que aun teniendo el cuerpo de humano no pertenece a nuestro género por ausencia de capacidad de pensar-decidir. 

Pero incluso lejos de esa gestión del mal que se nos atribuye a los psiquiatras, los informes clínicos cotidianos respecto a la capacidad de un distímico para trabajar o la capacidad para la crianza de un padre o madre en divorcio traduce esa falsa asignación al psiquiatra de sujeto de supuesto saber. Acrasia era una caracteristica del sujeto sin voluntad que antaño caracterizaba al vago. Amargado era el anhedónico antes de ser psiquiatrizado y el saber común supo hasta modernidad identificarlos y juzgarlos sin necesidad de especialistas en saber vivir.

El dilema de San Agustín en el circo o de Valdecasas ante el tentador representante de psicofármacos sólo rebasa la estética si la ética se colectiviza y sale de su intimismo, si su ejemplo cunde, logrando una comunidad de no gorrones. De nuevo McIntyre nos avisa de que a nivel moral no estamos esperando a los bárbaros sino tras la barbarie y que si en aquellos tiempos oscuros la cultura sobrevivió en pequeños conventos hoy debemos preservar esas virtudes construyendo otros espacios colectivos de resistencia al mercado que el No Gracias o el No Logo anticipa. 

Frente a esta visión de la facilidad para la sumisión al mercado del gremio psiquiatrico partir del aserto machadiano “el ojo no es ojo porque tu lo veas sino porque te ve” nos exige reflexionar sobre los estudios de economía de la conducta y el modelo ético-psicológico que configura el currículo de las élites gerenciales en las facultades de negocios.  Cómo describe la ética y la inteligencia la psicología de los economistas ocupara las siguientes líneas.


¿Corruptibles o Incorruptibles? Gary Becker fue el primer economista que ganó un Premio Nobel por extender la razón económica a espacios hasta entonces tan ajenos al calculo egoísta como la familia. Con sus ecuaciones fue capaz de explicar y anticipar comportamientos tan íntimos como la decisión del numero de hijos (enmarcándolo en la teoría de la ostentación de bienes), las probabilidades de divorcios (calculando tres sencillas variables) o anticipar incluso el número de visitas familiares a ancianos, al tiempo que proponía soluciones pragmáticas a dichos dilemas. Fue el precursor de esa función postmoderna del economista de cabecera que mediante curvas de utilidades y ecuaciones probabilísticas es capaz de aconsejar sobre cuándo se debe perder la virginidad, la utilidad de tener uno o más amantes dentro del matrimonio [17] o cómo escoger pareja mediante esas modernas celestinas llamadas redes sociales. 

La teoría moral beckeriana se ajusta al conductismo y fue bautizada en el gremio como el Modelo Simple del Crimen Racional resumido en el acróstico SMORC. El delito o las faltas leves -el esquema se le ocurrió cuando aparcó indebidamente para llegar a tiempo a una reunión de departamento- se cometen según un calculo de costes-beneficios que tiene en cuenta el valor de la multa, la posibilidad de ser descubierto y el beneficio obtenido.  Ese modelo obviamente no deja sitio al juicio moral que se ve substituido por resultados positivo-negativo e induce un mundo SMORC que exige un continuo de desconfianza y vigilancia formalizando una judicialización que cubra toda la vida cotidiana.

Frente a ese modelo, Ariely desarrolla en ¿Por qué somos deshonestos? un modelo alternativo que separa claramente el comportamiento del delincuente habitual basado en una carrera delictiva con sus pasos y normas, de la deshonestidad cotidiana que nos interesa. Según él, esa deshonestidad está presidida por un conflicto entre dos fuerzas que son el deseo de provecho y, a la vez, la voluntad de conservar una buena imagen interna.

Con ello, los modelos del engaño en gente normal están presididos por algo tan contradictorio como la pauta de "engañar pero sólo un poco". La deshonestidad y el engaño se frenan menos como vamos a ver en los elegantes experimentos de Ariely por el temor a ser descubiertos y castigados que por el deseo de conservar el autorrespeto. Lejos del cinismo propuesto por Becker, no somos sujetos maquiavélicos sino contradictorios, que desean estar a la vez en misa y repicando, dominados por curiosos fetiches de moralización como el del dinero. 

Veamos alguno de esos experimentos.


No es el miedo, es la honestidad relativa: El experimento modelo de Arirly parte de una tarea de resolver cuentas en tiempo limitado recibiendo unos dolares variables en función de los éxitos. La primera situación excluye las tramas porque el cuestionario es corregido y pagado por el experimentador con objeto de obtener una línea media de aciertos-ganancias,  supongamos que de 32 dólares. La variación del experimento consiste en facilitar las trampas: 1) el test se autocorrige, se entrega y sin más examen se paga: el nivel medio de aciertos y de trampas sube pero salvo casos extremos sólo se mejora en un 10-15%, que es el nivel de deshonestidad media. Dicho nivel de engaño persiste aunque se mande corregir y autodestruir el test o que quien vigile el experimento sea una profesora ciega. La mayoría de los sujetos hacen trampa –ese10-15% de mejora en las respuestas- pero sólo un poco de trampa.  En esa autocontención a la miniestafa no influye el riesgo de ser descubierto sino una especie de homeostasis que equilibra el beneficio y la conservación de una buena autoimagen, una doble motivación al lucro y a la honradez que se plasma en ese nivel de deshonestidad.


Tampoco el Beneficio: Aumentar la remuneración de 1 euro a 10 euros por respuesta acertada y por tanto posiblemente falsificada no hizo variar el nivel de engaño o incluso disminuía ligeramente el numero de respuestas falsamente computadas como aciertos,  quizás porque cuanto mas se cobraba mas se parecía el engaño a robar un bolso y menos a llevarse los bolígrafos de la oficina. La teoría del factor de tolerancia como racionalización para seguir sintiéndose honrados robando sólo un poquito se confirmaba con la sorprendente experiencia de que la lectura de los diez mandamientos disminuía la tasa de engaño con independencia de las creencias religiosas predominantes en el grupo. 

Experiencias de campo sobre el sobreprecio de taxistas a clientes ciegos, o que se fingen extranjeros, o a compradores en mercados exóticos, siguen la misma pauta: se les tima pero sólo un poco.  Incluso las trampas en el golf o en otros deportes confirman ese perfil racionalizador del pescador que afirma haber pescado 40 truchas y no 100 porque esa mentira ya sería un pecado.


El dinero Moraliza: Si en el anterior experimento el director paga con fichas –canjeables por dinero a la salida- en lugar de con euros reales, el nivel de trampas se eleva considerablemente hasta el 25%, como si el cobrar en fichas liberase de las restricciones morales y el dinero expresase una relación social real.

De nuevo la observación de experiencias cotidianas confirma el experimento: en una mesa del departamento universitario hay una caja de caros bolígrafos de 3 euros y al lado otra con monedas de medio euro para el café. Nadie coge los euros y más de la mitad de los empleados roba bolígrafos. En el mismo departamento hay un frigorífico donde el personal guarda yogures o piezas de fruta. Los experimentadores dejan montoncitos de monedas que permanecen intactos mientras desaparecen los yogures. 


El dinero destruye las Normas Sociales.  En una guardería infantil, el personal y los padres hacían guardia para cuidar de los niños cuyos progenitores llegaban tarde. En una reunión se acordó multar esas tardanzas e invertir ese dinero en fines culturales. 

La multa en dinero empeoró los retrasos en la recogida hasta un punto que se decidió volver al antiguo sistema de la ayuda mutua, con la sorpresa de su fracaso: el dinero había destruido el vínculo social y los niños se quedaban a veces solos por la tardanza de unos y la no voluntad de otros.

Pensar en dinero nos sumerge "en las heladas aguas del cálculo egoísta" hasta el punto de que si en cualquier prueba de ordenador ponemos un fondo de billetes, esos sujetos serán menos proclives a recoger un lápiz si se cae o ayudar a otra persona que cojea o aumentarán la distancia de sus sillas del resto de participantes en la prueba.

Parece por ello claro que nunca se deben mezclar los mundos de lo social y lo económico. En un estudio se pedía abogados jubilados para asesorar sobre cómo testar a otros ancianos: cuando se ofrecía pagar 50 euros se apuntaron 150 voluntarios, al pago de 100 euros se apuntaron 100 y al pago de 0 euros se apuntaron 150. De ahí que en cualquier tarea de voluntariado el no mezclar motivaciones egoístas y altruistas aconseja no pagar nada y fomentar el orgullo de grupo: el dinero resulta la forma más cara de motivar al voluntariado.


Engaño Altruista: el Efecto Robin Hood: Volvemos a sumar y a cobrar por la cantidad de aciertos pero ahora nuestro corrector es el compañero de delante al que no conocemos y al que no volveremos a ver. ¿Trampeará para beneficiarme sin sacar beneficio? Pues resulta que un poco más que nosotros mismos cuando nos autocorregimos y un poco menos que si por ejemplo se saca beneficio cobrando por el trabajo en grupo. 

De nuevo la vida real confirma ese efecto altruista: cuando una máquina expendedora de cervezas devuelve el dinero no se la explota hasta agotar las existencias sino que se cogen 3-4 latas y se llaman amigos para que se aprovechen también.

El ejemplo negativo, introducir un golfo en el grupo que al poco de empezar la prueba afirma haber acertado los 100 preguntas cobra y se marcha “mejora”los resultados de todo el grupo pero nadie lo imita afirmando resultados similares: simplemente se aumentan otro poco las trampas pero sin operar con un modelo SMORC . "Yo no soy como ese estafador" y el sentir vergüenza ajena (tus mentiras no son creíbles) son homeostatos que siguen funcionando y se exacerban si el “golfo” lleva un distintivo que lo hace ajeno al grupo. Si el experimento se hace en la universidad de Chicago y el golfo lleva una sudadera de la Universidad de California el mal ejemplo no influye para nada en el nivel de aciertos: "no es de los nuestros" inmuniza al contagio mientras la empatía actúa como un virus contagioso para aumentar la tolerancia al engaño. 


Autoengaño y Relación a Largo Plazo: El sujeto anterior que habiendo resuelto 15 sumas apuntándose 20 aciertos, es convocado para una nueva prueba en la que debe decidir su nivel inicial de dificultad en función del anterior resultado.

¿Empezara con el nivel 15 que resolvió de verdad o se creerá su propia mentira pidiendo empezar en 20? La gran mayoría mantiene el autoengaño a pesar de los perjuicios que esto le ocasione. Parece que la única manera de simular bien es creyéndoselo y quien finge precisar silla de ruedas tiene luego dificultades para caminar y la mala fe sustituye a la falsa conciencia. 

Un ejemplo en la vida real es que en relaciones a largo plazo con el dentista o con tratamientos quirúrgicos del dolor crónico, los dentistas o cirujanos siguen sus propios intereses: a los pacientes crónicos se les prescriben mas empastes innecesarios y tratamientos con láser que a pacientes recién llegados. 

El factor fatiga se constata como factor de deshonestidad con la mediación de la desidia. Las corrección de exámenes o los dictámenes de libertad condicional siguen una curva de aprobados o concesiones coincidente con comidas y periodos de descanso de jueces o profesores: más libertades o mejores notas después de desayunar y antes o después de comer. En sentido parecido, la inteligencia o la creatividad lejos de proteger de la deshonestidad aumentan el factor de tolerancia y disminuyen la vergüenza para falsear exámenes, exagerar precios u obtener regalos no merecidos.


Contra las Falsificaciones: en un elegante trabajo titulado de Armiño o de Armani, de nuevo Ariely estudia el papel de la señalización externa sobre la conducta. Recordando cómo antiguamente las prostitutas debían llevar determinadas prendas y evitar las que simbolizaban pureza como el armiño, concluye que sabemos quién somos en buena parte por lo objetos que llevamos puestos .

El experimento en este caso trata de medir la influencia de llevar objetos falsificados sobre las conductas deshonestas. En este caso, el test manifiesto se refiere a la capacidad de unas gafas de sol de marca conocida, unas verdaderas y otras falsificadas, para discriminar unas rayas proyectadas en una pared lejana. Cada sujeto era informado falsamente de que llevaba gafas de marca o falsificaciones. De nuevo se pagaba por las respuestas acertadas y autocorregidas en que consistía la verdadera prueba. De los tres grupos, los que "sabían" que llevaban gafas verdaderas se autocalificaron con un 30 % mas de aciertos que los conseguidos,  mientras que los que "sabían" que llevaban falsificaciones doblaron las trampas y se autocalificaron hasta con un 74 % de falsos aciertos, mientras los que no sabían si llevaban falsificaciones se acercaron a los portadores de las auténticas con un 42% de engaños. Parece que hay una pendiente resbaladiza que hace que llevar una falsificación relaja los limites morales en un efecto "¡qué demonios, si transgredí una norma puedo permitirme todo!".

Finalmente, ni la transparencia en los conflictos de intereses es una panacea porque repiten tasas de deshonestidad elevadas (aquí los experimentos son demasiado complicados para describirlos), ni los factores culturales influyen en los resultados salvo con el efecto marco de incluir conductas en lo moral o no.


Teoría de Juegos y Tolerancia a la Injusticia: rebasa absolutamente los limites de esta comunicación ni siquiera esquematizar la psicología que procura la teoría de juegos, que tras dominar las estrategias de la guerra fría domina hoy las decisiones de la economía financiera [18]. Las decisiones que resultaban de esos juegos lógicos afortunadamente no fueron seguidas por los gobernantes: al principio de la guerra fria basándose en los dilemas del prisionero, Bertrand Russell aconsejó usar inmediatamente la bomba atómica contra la URSS. Sin llegar a esos dramas, los juegos que presiden la mente de los ecónomos y que extienden a los humanos animan a consentir con la injusticia en función de la utilidad. 

EL ejemplo mas pertinente podría ser el juego del reparto. El experimentador regala 100 euros a dos afortunados que deben repartírselo. Uno decide cómo –puede decir 99 para mí y 1 para ti- pero el otro puede no aceptar ese reparto con lo que los 100 euros volverían al benefactor. En realidad, el juego trata de tolerancia a la injusticia y los resultados son bastante descorazonadores: se aceptan repartos de 90 a 10 ya que el lucro ante el beneficio supera la ira provocada por la injusticia.


Racionalidad Limitada: Sesgos y Heurística: desde las escuelas de negocios y las facultades de economía se impone lentamente un modelo psicológico que deconstruye el sentido común en favor del calculo probabilístico. Daniel Kahneman [19] -otro premio Nobel de economía- comienza precozmente a diluir algunos tópicos que pasaban como leyes del comportamiento y no son mas que olvido de la estadística. Con poco más de 20 años y siendo instructor de la aviación israelí, Kahneman observa que una ley conductual que reza "el premio reduce el aprendizaje y el castigo lo mejora" no es sino un epifenómeno de la regresión a la media; cuando un piloto hace un brillante vuelo y se le felicita y otro muy malo y se le reprende sus siguientes vuelos probablemente regresaran a la media: mejorará el malo y empeorará el bueno con independencia de premios o castigos. Igual que la mejoría de niños depresivos que toman jarabe de arce: todo tiende a regresar a la media.

Sus trabajos posteriores en colaboración con Nazim Taleb, Csikszentmibalyi [20] y una legión de discípulos, corrigen nuestra tendencia a ignorar que el mundo carece de todo sentido y esta regido por leyes probabilísticas. De esa incapacidad para pensar como estadísticos, de emplear cotidianamente el cálculo probabilístico nace la heurística, los sesgos de pensamiento que Taleb describe como Platonicidad o tendencia a dar sentido e historificar lo real sin aprender de Shakespeare,  que ya sabía que la vida es un cuento lleno de ruido y furia que no significa nada.

La Platonicidad es una voluntad de dar sentido, un sesgo mental para encontrar racionalidad o poder construir narraciones que substituyen al mundo real como colección de acontecimientos azarosos regidos por el azar.

Un ejemplo sencillo de Kahneman es el de la bibliotecaria: si vemos pasar por cualquier barrio madrileño una joven con gafas llevando libros en la mano, y nos preguntan si es cajera o bibliotecaria, la mayoría contestaríamos que es bibliotecaria y erraríamos porque hay una proporción de 20 a 1 entre cajeras y bibliotecarias.

Nuestra mente substituye lo probable por lo plausible y por eso se equivoca. El sesgo es tan potente que incluso estadísticos profesionales fracasan cuando se les plantea en la vida cotidiana un problema sencillo: en un hospital han nacido el último mes 40 niños y 60 niñas ¿es un hospital de 200 camas o de 800? La respuesta falsa del 800 se impone porque los estadísticos no enchufan su cerebro y funcionan racionalmente, sino que el módulo narrativo domina nuestra vida cotidiana.

La información cuesta obtenerla y almacenarla. Un libro de de 1000 palabras aleatorias necesita mucha memoria y por eso buscamos un patrón que lo ordene y nos dé un relato narrativo fácil de recordar.


Racionalización a Posteriori. Una mujer escoge entre tres cajas de calcetines y a posteriori explica su elección por su color o su textura cuando los calcetines son idénticos. El sesgo de retrospección de que por fin entendí el pasado y puedo predecir el futuro disminuye de forma falsa la fuerza de la incertidumbre y el valor de la suerte o el azar. La historia no tiene leyes sino azares y la posibilidad de que las madres de Lenin o Stalin abortasen con el cambio consiguiente del curso histórico fue del 50%. Tras una operación quirúrgica sencilla que se complica no tiene sentido el "debía haberlo previsto" porque no hay tiempo-datos para evaluar todo lo posible: una partida de ajedrez sin límite de tiempo en cada jugada no se termina. Ante una nueva creencia olvidamos o reconstruimos las antiguas para racionalizar las actuales.

El azar preside nuestras vidas en una proporción que deseamos ignorar: los gerentes influyen en los éxitos de las empresas mucho menos de lo que ellos creen, y los agentes de bolsas calculan movimientos inversores con éxitos muy poco por encima de las apuestas al azar.

La estadistica viola la lógica aristotélica que configura el pensar cotidiano. Es verdad que la mayor incidencia de cáncer de riñón se produce en EEUU en algún estado rural, que vota republicano y conserva hábitos comunitarios y también en esa línea que el mayor nivel de éxito escolar se produce en pequeños colegios campesinos y con comunidades tradicionales. Naturalmente, pensamos en la vida sana campesina como causa de esas tasas pero resulta que el mayor índice de casos de cáncer de riñón y de fracaso escolar se producen también en otros estados rurales, con voto republicano y comunidades tradicionales porque las cifras extremas vienen determinadas por el pequeño tamaño de la muestra propio de esos estados.

La coherencia, la plausibilidad, los juicios representativos son malos para pensar probabilísticamente. Incluso nuestra memoria biográfica selecciona como un palimpsesto lo importante para una narración a posteriori y reverbera un yo mucho más coherente que el yo sucesivo que refleja los azares reales de las biografías. Todo parece menos aleatorio de lo que es según Kahneman, todos deberíamos ser más empiristas escépticos que narradores sobre el sentido de la vida o la historia.


Sin necesidad de compartir ese modelo del mundo y el hombre que los gerentes de las empresas farmacéuticas estudian en sus facultades, me parece útil conocer algunos de los sesgos que subyacen en la redacción de los folletos de propaganda de las mercancías farmacológicas.


Marcos y Realidad: el corto artículo que hace ganar el Nobel de Economía a Daniel Kahneman demuestra una tesis contraria al modelo del sujeto calculador-elector racional: nuestras decisiones no están determinadas por un balance probabilistico de ganancias-perdidas sino por una aversión radical a las perdidas. La final del mundial de fútbol la gano Alemania 2-1 o la perdio Francia por 2.1: según la lógica son idénticas porque describen el mismo estado del mundo. En la realidad producen asociaciones mentales diferentes y reacciones humanas radicalmente distintas. 

Presentar una opción idéntica en un marco distinto produce decisiones humanas opuestas: la mayoría de la gente acepta un juego con 10% de probabilidades de ganar 95 euros pero no con la probabilidad de 90% de perder 10. Ganar–perder son palabras fetiche que producen movimientos de aproximación–evitación que parece tienen que ver con nuestra historia evolutiva y su rápida llegada a la amígdala. El animal que defiende un territorio tiene mas posibilidades de vencer al invasor por esa mayor motivación de no perder frente al más débil deseo de ganar. Los golfistas juegan mejor cuando deben evitar bajar de la media que cuando lo hacen para mejorar sus máximos resultados.


El poder del formato: la tendencia al olvido del denominador en cualquier estadística viene determinada por la distinta capacidad de producir imágenes mentales que tiene la presentación de los datos. "Mil americanos morirán este año por agresiones de esquizofrénicos no medicados" se asocia a una peligrosidad mayor que el titular de que el 0,00036% de americanos morirán este año por esa causa.

Los eventos con baja probabilidad adquieren mas peso describiéndolos en términos de frecuencia relativa que en términos abstractos. "El ébola mata a 1.286 personas por cada 10.000 habitantes en Nigeria" crea imágenes más alarmantes que el titular “el ébola mata al 24% de la población".

Complementando estos sesgos del hombre anumérico, el orden de adjetivos calificativos modifica radicalmente nuestro juicio de una persona.  Si a un candidato a alcalde se le describe como "inteligente-diligente-impulsivo-crítico-testarudo–venal" produce una intención de voto opuesta a la descripción del alcaldable como "venal-testarudo–crítico–impulsivo-diligente-inteligente".


Priming: el entorno, el contexto de situaciones cotidianas nos influye mucho mas de lo que admitimos habitualmente. Una redacción sobre la vejez hace que a la salida de clase los estudiantes caminen mas lentos, hablen menos y estén mas rígidos. Una imagen de dinero en el ordenador que manejamos nos hace más perseverantes en la tarea, distanciamos las sillas de los compañeros, no recogemos lápices si se caen, ni ayudamos a los otros en su trabajo. 

Una información vaga o incluso manifiestamente falsa condiciona nuestras respuestas por un fenómeno de ancla. "¿A que edad murió Gandhi?" se responde de forma distinta si se subtitula con la interrogación de "¿a los 30? o "¿a los 90 años? porque esa cifra logra que asociemos que Gandhi murió joven o anciano y nos aproximemos a la cifra que sabemos falsa. 

En idéntico sentido, en el cálculo de precios el contexto condiciona nuestro juicio sobre la justicia de los precios. Un truco de los restaurantes es poner un precio desmesurado a determinados platos que nadie va a pedir pero que hacen parecer baratos los del resto del menú.

Otra de las irracionalidades conductuales de ese relativismo del valor de las cosas –no sabemos valor más que en contexto con otras– es la distinta conducta para ahorrar 20 euros cambiando de tienda si el ahorro se produce en un ordenador de 1.000 euros (no cambiaremos de tienda) o en una chaqueta de 200: el mismo ahorro de los 20 euros y el mismo gasto de tiempo nos motivará o no al cambio según el valor de la compra.


Lo que vemos es todo lo que hay: wysiaty es el acróstico de este sesgo mental que nos impide preguntarnos "¿qué datos necesito saber para formarme un juicio racional sobre este evento?" Primando la información que hay aunque sea insuficiente o impertinente y buscando coherencia en lugar de juzgar la cantidad–calidad de los datos y su relevancia–irrelevancia llegamos a juicios gratuitos. Un tipo de pensar que Kahneman llama rápido nos hace saltar a las falsas conclusiones pero nos evita la incomodidad de la duda.  Respondemos en ese sentido una pregunta más sencilla que la difícil que nos hacen con los datos de que sí disponemos, y la extrapolamos sin darnos cuenta de la necesidad de ampliar la información para responder de forma fiable.

Responder al "¿ha sido feliz en los últimos años?" requiere una larga recopilación de recuerdos no siempre accesibles: contestar en función de cómo nos encontramos hoy simplifica la respuesta. El voto lo decide a veces la sonrisa del candidato. Inversores compran acciones basándose en la inteligencia o aspecto del gerente y no en la solvencia de los ignorados datos mercantiles, y los representantes farmacéuticos tratan de asociar su persona al producto para que prescribamos según sesgos de afecto.

Damasio [21] llama marcadores corporales a los agentes de esas decisiones determinadas por humores corporales que invalidan a los lesionados prefrontales que carecen de ellas y viven en la continua duda por su incapacidad para saltar a la decisión.


Lo mío en mejor por ser mío: la tendencia a dotar de valores positivos a nuestras posesiones simplemente por ser nuestras o a aprobar a posteriori decisiones que nos fueron impuestas marca un nuevo sesgo de fijación de gusto y compulsión a la repetición de conductas. Parece como si la simple posesión de mercancías nos convirtiera en fetichistas. El ejemplo de Kahnemann se ilustra con la historia de dos gemelos idénticos a los que la empresa premia con un aumento de 1.000 euros de sueldo o 15 días de vacaciones extras. Como dicen no tener preferencias se sortea el premio que otorga a Pedro el dinero y a Pablo las vacaciones. Al año se propone a ambos un cambio de papeles y ambos rechazan la oferta: el cambio es vivido como perdida y Pedro acomodado al dinero no quiere perderlo y Pablo tampoco su tiempo libre.

La misma pauta se repite si en un sorteo toca a A una estilográfica y un reloj a B .Si se propone un cambio al día siguiente, las negativas son habituales: en una sola noche ya hemos dotado de un valor suplementario al objeto poseído y nos gusta de una manera especial. Los experimentos con subastas de entradas para espectáculos, coches u objetos recién construidos repiten el mismo sesgo: si antes de comprar una entrada en la reventa ponemos su precio en 100, una vez comprada no la venderíamos por tres veces su valor.


Introspección del dolor: un mal testigo. Si esta serie de experiencias cancelaba la existencia de un elector racional, un par de observaciones nos obligarán a aceptar una especie de disociación del sujeto entre un yo que experimenta y un yo que recuerda. Por supuesto, ese modelo rompe con cualquier fiabilidad de la mejoría-empeoramiento psicopatológica basada en el relato del paciente. 

En un experimento de tolerancia al dolor se pedía a un grupo de testigos que metiese su mano derecha en un recipiente de agua a 10 grados y la retirase a los 60 segundos. Al otro grupo, que la metiese en las mismas condiciones pero en lugar de sacarla a los 60 segundos durante 30 segundos más se calentaba el agua progresivamente hasta los 25 durando la experiencia 90 segundos.  Más del 80% de los sujetos prefirieron la segunda e irracional experiencia que sumaba más dolor para repetirlo con la mano izquierda. Idénticos resultados se obtienen cuando se pide rellenar un cuestionario a dos grupos de pacientes a los que se realiza una colonoscopia lenta y otra rápida. En el primer grupo la prueba termina en 10 minutos y cesa en el punto mas alto de la curva dolorosa. En el segundo, tras los 10 minutos de dolor idéntico se retira lentamente la sonda durante otros 10 minutos en los que el dolor es leve y decreciente. De nuevo, el dolor experimentado y el recordado son contradictorios y en los cuestionarios al final de la prueba la mayoria de pacientes valora como menos dolorosa la que dura 20 minutos en la que se han sufrido 10 minutos idénticos más otros 10 de dolor decreciente.

Ambas experiencias muestran cómo el yo que recuerda no suma experiencias ni calcula utilidades, sino que fija momentos prototípicos y por ello crea falsos recuerdos. La regla del pico final que domina la estimación retrospectiva, fija el peor dolor y olvida la duración, decidiendo a posteriori en contra de sus intereses objetivos.


Tampoco para el Bienestar: Mihaly Csikszentmihalyi diseñó un ingenioso experimento que constaba de un Muestreo de Experiencias (el sujeto debía anotar en el móvil una escala con lo que hacía y su agrado-desagrado en los distintos momentos del día en que recibía la llamada) y de un cuestionario que evaluaba el día total en función de sus recuerdos.

Otra vez los resultados disociaban al yo que experimentaba del yo que recordaba. El domingo por la mañana era un momento especialmente malvivido –la neurosis de domingo- porque el ocio aumentaba el riesgo de angustia-aburrimiento pero se recordaba como un momento mas placentero que las mañanas de trabajo. Por el contrario, el tiempo de trabajo se experimentaba como positivo o neutro y se evaluaba como negativo y agotador.  Sorprendente era que el desplazamiento para ir al trabajo era uno de los peores momentos vividos y no recordados.  En cuanto a las vacaciones, el que Helen evaluase "fui feliz en agosto" apenas se correspondía con el balance de tiempos en situaciones satisfactorias versus tiempos de situaciones que deseaba escapar en ese mes cuando atendíamos el registro temporal de experiencias.

Las publicaciones de este autor sobre factores y situaciones de felicidad–infelicidad son sorprendentes y de nuevo contrarias al sentido común: la infelicidad provocada por una colectomía a los tres meses apenas varía en un muestreo de experiencias respecto a los niveles previos porque el sujeto apenas atiende este estado en sus rutinas, pero cuando es reversible lo recuerda como un tiempo atroz. Tampoco la felicidad de un premio de la lotería supera un cambio hedónico recogido en los registros de experiencia a los seis meses de cobrado por un fenómeno de acomodación similar, mientras el cuestionario describe un sujeto exultante.

El yo que evalúa la felicidad –como con el dolor- no sabe sumar y aparece dominado por lo que Kahnemann llama el efecto Mimi que en la Boheme lleva una vida atroz pero cuando se esta muriendo llega su amante y ese breve epilogo con Rodolfo parece transformar su vida en algo feliz. De nuevo seguimos determinados por prototipos en lugar de por sumas y resulta que la mayoría de los encuestados califican de una vida más feliz la de quien pasa 60 años malos y 3 últimos años de felicidad, que la de quien pasa 60 años de felicidad y los 3 últimos de vida solitaria. Parece como si la importancia del epílogo nos hiciese olvidar de nuevo la duración. De nuevo mi identidad se construye a posterior y Yo soy el yo que recuerda mientras me muestro indiferente-amnésico al yo que experimenta.


Mirando Atrás: la recepción de los psicofármacos en España: Si se acepta nuestra tesis de que la nocion de Progreso no funciona en psiquiatría como en medicina, parece oportuno volver la vista al momento en que los psicofármacos llegan a nuestro campo y son recibidos en el marco de una psicopatología refinada, una práctica limitada a casos psiquiátricos sin ovnis (objetos psiquiátricos no identificados) y un gremio que genera un gasto modesto que lo protegía de las atenciones de la industria.

Un artículo de Castilla del Pino [22] describe ese momento comparando las diferencias entre la TEC que buscaba crear un síndrome amnesico en el que el delirio se olvidase y sobre el que recrear una psique normal y los recién llegados neurolépticos que provocan una distancia-duda a las ideas delirantes con posibilidad de criticar la genealogía del mismo (pensamiento sobreinclusivo, denotación y connotación adiacrítica).

Con independencia del optimismo terapéutico del modelo, lo importante es que proponía una recepción de lo farmacológico que relacionaba el saber real del gremio –la psicopatología- con unos efectos empíricos que permitían hacer una clasificación de neurolépticos basada en sus efectos clínicos: los extremos de neurolépticos incisivos-sedativos marcaban las acciones reales de fármacos con fuertes efectos extrapiramidales indicados en delirios-alucinaciones, y fármacos sedativos con efectos ansiolíticos indicados en la angustia psicótica. Cócteles tan sencillos como haloperidol-sinogan a dosis que produjesen efectos extrapiramidales, iniciaban algo parecido a lograr algoritmos que pusiesen de acuerdo protocolos comunes a todo el gremio, que la DSM y las clases particulares sobre receptores cerebrales de la industria nos hicieron olvidar. 

En el espectro depresivo un esquema parecido fue desarrollado por Lopez Ibor [23] que extendió el campo hasta considerar las neurosis como enfermedades del ánimo, reduciendo la psicosomática a una suma de equivalentes depresivos adjuntando a ese modelo una escala de antidepresivos con tricíclicos específicos sobre la inhibición psicomotriz (Anafranil), intermedios sobre la tristeza (Triptizol), y en el otro extremo fármacos mixtos para la angustia depresiva (Nobitrol). 

Con independencia de compartir un modelo que extendía lo endógeno a niveles cuasi-místicos y reducía lo comprensible a las reacciones vivénciales, estaríamos de nuevo en algo cercano a un algoritmo que pudo poner orden en el gremio y desarrollar intereses hacía el refinamiento psicopatológico.

Desde luego que no se trata de aparentar un saber objetivo que no se tiene para crear protocolos de consenso tan ridículos como el que prescribe terapia dialéctico-conductual, con una triada de fármacos para el Trastorno Límite, sino de colectivizar saberes en pautas acordes con la humildad artesanal de nuestra práctica.

Paul Mechl deja pocas dudas en un abanico de campos que incluye la psicoterapia sobre la superioridad de un algoritmo estadístico por sencillo que parezca sobre la intuición de los expertos para mejorar prácticas diversas (psicoterapia, consejo pedagógico, apagar fuegos). El texto de Mechl [24] –Clinical versus Stadistical Prediction– no deja dudas: los expertos son incoherentes e inconsistentes en sus evaluaciones y tienden a complicar decisiones sencillas. Algún estadístico ha ganado dinero "acertando" el valor que alcanzaría el vino Burdeos de cualquier año superando al experto famoso basándose en tres sencillos datos: temperatura media del verano, días de lluvia durante la cosecha y total días lluvia en invierno.

Se trataría entonces de desechar la pretensión de saber científico que nos atribuyen y reconocer lo artesanal de nuestras prácticas, que por ello mismo necesitan una organización mas gremial donde se colectivicen las experiencias clínicas. Mi ejemplo favorito de esa sistematización de la práctica procede de la pediatría y no necesitó mas material que una servilleta de cafetería. Virginia Apgar estaba tomando café con un residente que le preguntó como decidía cuándo un recién nacido estaba en riesgo. En la servilleta, Apgar escribió los 5 datos -pulso, respiración, reflejos, tono muscular y color– con unas puntuaciones de 0 a 2 y con 4 como índice de gravedad  Aceptar algo tan sencillo y olvidarse del individualismo se ha demostrado como un instrumento universalmente eficaz para salvar recién nacidos en la UVI.


Conclusiones: si la descripción heurística de nuestra tendencia al WYSIATY o a pensar rápido y dejarnos llevar por los sesgos de pensamiento nos hacen crédulos a los sofismas de la industria, la primera exigencia ética es de naturaleza cognitiva: debemos ser diligentes y vigilantes frente a esa tendencia al consentimiento con la propaganda farmacéutica. El curso de pensamiento que conduce a la prescripción de psicofármacos en función del agradecimiento al representante que describe Valdecasas se parece al sometimiento a la orden del hipnotizador que conduce el habla interna que sostiene la conducta del hipnotizado.

A. Arendt describe en la Banalidad del Mal como Eichman a pesar del sus actos genocidas no es una figura demoníaca sino un atolondrado que llega a convertirse en un monstruo moral por irreflexión. Reflexionar y ser diligentes frente a los discursos del mercado y del estado significa mantener una voz interior propia que evite convertirse en la voz de los amos que pretenden engañar, seducir o comprar.

En psiquiatría esa posición critica exige modestia en dos sentidos. Los psiquiatras somos más artesanos y menos científicos que el resto de los médicos. Nuestros dilemas morales no se identifican a los que tiene el hepatólogo con los retrovirales porque él puede medir el efecto terapéutico y nosotros no. Modestia se llama también esa figura de no aparentar saber que sustenta la negativa a incluir cualquier malestar como caso psiquiátrico. Psicofármacos que inducen templanza frente el alcohol o la gula, que facilitan la inclusión en la escuela, que hacen tolerables los malestares laborales, son reclamos que complementan la aceptación del psiquiatra de un papel de sujeto de supuesto saber. No aceptar ese papel de coche escoba que trata con psicofármacos o palabras las quejas de una población quejumbrosa a la que se ha prometido bienestar desde el Estado,  empieza a exigirnos ese diagnóstico de no enfermedad y no tratamiento que Alberto Ortiz ha desarrollado entre nosotros. En ese sentido, una paciente con don poético describe la iatrogenia de esa psiquiatrización en un prospecto que debería figurar un nuestras mesas de trabajo a modo de conjuro [25] y que dice así:


Soy un ansiolítico

Actuó en casa

Hago efecto en la oficina 

Me presento a los exámenes

Comparezco ante los tribunales 

Reparo tacitas rotas 

No tienes más que ingerirme

Ponme debajo de la lengua 

No tienes más que tragarme 

Con un sorbo de agua basta 

Sé enfrentarme a la desgracia

Soportar malas noticias

Paliar la injusticia

Llenar de luz el vacío de Dios 

Elegir un sombrero de luto que favorezca 

¿A qué Esperas?

Confía en la piedad química

Todavía eres un hombre

Una mujer joven 

Debes seguir en la brecha

¿Quién dice 

Que vivir necesita valor?

Dame tu abismo 

Lo acolcharé de sueño 

Me estarás para siempre agradecido

Agradecida 

Por las patas sobre las que caer de patas 

Véndeme tu alma 

No te saldrá otro comprador 

No existe ningún otro diablo.


No recibir representantes como hace Valdecasas acierta a deshacer el sofisma del modelo moral comun de Ariely: hacer trampas o dejarse comprar "un poco" coexiste con una buena imagen. Hipócritas y filisteos afirman: ser un tarugo es cobrar dinero del laboratorio pero dejarse invitar por miles de euros no compromete la virtud. Valdecasas deshace el argumento. Pero esa posición sólo es ética si trasciende el marco individual. San Agustín resuelve su problema del contagio con los paganos del circo cuando deja de ser un converso y se integra en la comunidad de los creyentes. El rechazo moral adquiere un sentido ético cuando logra un proceso de imitación por parte de sus pares, ya que ese proceso de imitación es una de las bases del aprendizaje moral real que obviamente no se adquiere estudiando bioética sino interactuando con gentes virtuosas. Javier Goma [26] ha insistido en el papel de la ejemplaridad como enseñanza moral que construye una norma universal tal que: "Convierte tu vida en algo digno de ser imitado", y su complementaria particular para nuestro gremio "el provecho con las ofertas de la industria es algo digno de provocar vergüenza".

Alejarse del individualismo–emotivista y recuperar el significado de bueno-malo frente a las prebendas de la industria sería juzgar que aceptar dichas ventajas sería algo malo para todo el campo psiquiátrico, porque anticipa una mala práctica: recetar un fármaco en función de esa propaganda y no del juicio clínico nos convierte en un gremio confuso. El consentimiento y la colaboración con los laboratorios genera una obligación de sospecha sobre cualquier publicación y arruina la comunicación profesional basada necesariamente en la confianza. 

Si en el inicio de este escrito describí cómo la industria ha logrado transformar el gusto del gremio psiquiátrico en un gusto de pretensiones y distinción, reconvertirnos a unos gustos más acordes con su posición de clase, pasaría por desactivar ese mimetismo del deseo que hace pensar que cuando rechazas una prebenda de la industria estás perdiendo algo bueno en lugar de ahorrarte unas fatigas. Aterrizar a la realidad de los gustos de necesidad requiere recuperar el sentimiento del escribiente que cuando le proponían algo, contestaba "preferiría no hacerlo". Bajo las fotos sonrientes con que vuelven los tarugados del viaje a China se trasluce que efectivamente están trabajando, que el gozo de ir a un lugar exótico esta vedado cuando se hace en rebaño y con la mala conciencia de la deuda con un falso mecenas que reclamará el pago. Romper con el mimetismo del deseo precisa acentuar lo descarriado de ese gusto por un lujo que produce una satisfacción decreciente frente al gusto por el saber o la buena compañía que hace crecer ese placer con la repetición.

Resistir las tentaciones de las farmacéuticas requiere también reconstruir el reconocimiento social y orgullo de status por trabajar en un servicio público. La administración ha fracasado en todo el mundo en limitar el poder de lobbys con el dictado de normas legales. En EEUU la limitación de las comidas en reuniones médicas a lo que pudiese comerse con palillos y beberse en una taza de café desarrolló la imaginación para fabricar largos mondadientes llenos de ostras y otras exquisiteces, o tazas que daban derecho a ser rellenadas con café gratuito en una cadena de lujo durante un año.  La administración no ha explorado la labor de honrar a sus profesionales atribuyéndoles un status elevado, limitando sus fatigas laborales (recordar que el cansancio fomenta la tolerancia a las trampas) y ofrecerles viáticos razonables para formación.

Por si fueran poco todos esas tentaciones contra el bien, el carácter artesanal de la psiquiatría conlleva la fragmentación del gremio en escuelas psicoterapéuticas que dificultan la construcción de una comunidad ética. Parece existir una ética psicoanalítica que se opondría a una ética sistémica. Las afinidades políticas nos conducen también a agruparnos en asociaciones psiquiátricas de derecha-izquierda (AEN como asociación progre, AEP reaccionaria). Desde luego que no se trata de encubrir esas contradicciones que he señalado en otros escritos sino de articular una Ética Común Mínima. En medicina o cirugía no es difícil definir un error o una mala práctica: la objetividad de la anatomía patológica da y quita razón a diagnósticos y tratamientos. Cuando por el contrario una práctica se basa en la fronesis y el bricolage de diversos saberes, es necesario extremar la desconfianza por esa facilidad para el autoengaño intelectual y moral que conlleva la ambigüedad y la dificultad para objetivar malas prácticas en psiquiatría. De ahí que la figura final que se me ocurre para ejemplificar esos mínimos morales es la de Ulises amarrado al palo de su barco para resistir los cantos de sirenas del mercado. Armarse de virtud como Valdecasas para convertirse en incorruptible [27] descubre el filisteismo, pero colectivizar esas virtudes y hacer que duren, exige que como grupo imitemos esa negación a escuchar la propaganda y las formulemos en posiciones públicas que nos amarren al rechazo, que nos avergüencen y excluyan del grupo si cedemos a sus tentaciones. Clébulo de Lindo describía la ciudad ideal como aquélla en la que los ciudadanos temían más la vergüenza por el reproche de sus próximos que a la fuerza de la Ley.



[1]Pablo Martinez : Gailead, Sovaldi . Hepatitis :¿ la bolsa o la vida? 


[2] Tanto en ese texto como en "La doctrina del shock", Naomi Klein desarrolla un lúcido análisis sobre la ceguera de los estudios culturales –los estigmas, el género, la raza- en el pensamiento radical mientras los monopolios colonizaban nuestra cotidianidad.


[3] Medicamento-Doctor es la sabia formula de Balint para enfatizar cómo más allá del efecto placebo en medicina, la psiquiatría superpone un efecto transferencial tan intenso que el análisis de los efectos de un fármaco en un mismo equipo no sea equivalente.


[4] Este autor analiza cómo el don genera en cualquier sociedad y relación la obligación de restituir un equilibrio roto y de ahí la perdida de libertad que conlleva un rito.


[5] El prólogo de Tristes Trópicos incluye algunas interesantes confesiones personales sobre la melancolía del antropólogo y su extrañeza por su nomadeo entre varios mundos y sus ceremonias. 


[6] En Pregúntale al Economista Camuflado, Harford presenta unos interesantes ejemplos de cómo la conducta real se aleja de la racionalidad del elector racional de la economía clásica hasta el punto de defender una nueva disciplina llamada Economía conductual. 


[7] De la vasta obra de Bordieu,  su temprana obra sobre La distinción es la que inspira estas líneas pero toda su bibliografía sobre el habitus y la trepa científica son pertinentes para entender la fácil colonización psiquiátrica por los laboratorios.


[8] Aunque se refiere a historias bíblicas, el libro de Anagrama "La ruta antigua de los hombres perversos" ejemplifica esa facilidad para el mal mimético en los linchamientos de Job o Jesucristo.


[9] Agustín García Calvo en su imprescindible Mentiras Principales encuentra la etimología del término en el tornar y sus tristezas: fue aplicado a los toros que no envisten y dan vueltas en desconcierto. 


[10] En estos escritos sobre la técnica analítica podemos casi visualizar al Freud clínico: revela cómo inicia y termina el tratamiento, cómo cobra cada quincena, qué hace cuando falta a la cita un paciente. 


[11] Que el movimiento psicoanalítico le facilitase un pasaporte en plena ocupación nazi para que rehiciese su cura, privándole de él a intelectuales judíos asesinados enviados al matadero es un acto injustificable . 


[12] Desde sus trabajos sobre las respuestas al TAT de Murray hasta sus trabajos de psicopatología, la separación ente juicios de realidad y de valor le han conducido a su caracterización de la psicosis por su connotación o denotación adiacritica. 


[13] La última obra de este autor Animales racionales y dependientes lo convierte en el principal defensor de una ética aristotélico-comunitaria que ya anunciaba en su Historia de la ética y el multicitado Tras la Virtud.


[14] La rígida separación de los juicios de realidad y de valor son la innovación central de la obra weberiana que Jaspers trató de incluir en la psicopatología. La tragedia del salto a la decisión sin base en la ciencia es un dogma de la psotmodernidad que complementa los análisis lógicos del Círculo de Viena.


[15] El análisis de Guiddens en La Transformación de la Intimidad del intimismo y el relativismo moral es un elogium continuo de nuestro mundo y a la vez de la práctica psicoterapéutica y los libros de autoayuda.


[16] Slavoj Zizec en varios de sus textos ejemplifica con esa práctica en la que miles de personas se masturban en una ceremonia pública el narcisismo postmoderno y el cumplimiento del mandato del superyo de gozar.


[17] Quien dude de la penetración de la economía en la vida cotidiana que consulte el índice de El economista camuflado de Harfold o la columna del mismo autor sobre consultas económicas en la prensa salmón: desde el cuidado de bebés al testamento,  es cuantificado con fórmulas y curvas matemático-económicas que llevan a consejos conductuales sorprendentes. 


[18] En "Ego: las trampas del juego capitalista", Frank Schirrmacher hace una cuidadosa exposición de esa emigración de los matemáticos que pasan del Pentágono a la bolsa en menos de un quinquenio con el mismo aparato teórico que reduce el yo a un jugador de faroles financieros.


[19] Tras sus trabajos de juventud sobre la atención y los posteriores de la aversión al riesgo, su último libro Pensar rapido Pensar despacio da una visión global de su pensamiento e inspira bastantes líneas de este trabajo.


[20] De Mihaly Csikszentmihalyi resulta imprescindible Fluir y muy recomendable el Yo evolutivo. De Nazim Taleb su best seller El Cisne Negro es un libro serio y que da un paso mas alla a las tesis de Kahneman. 


[21] En El error de Descartes figuran algunos casos clínicos ilustrativos y en su texto sobre Spinoza marca un nuevo concepto de neuropsiquiatría que puede dejarnos sin campo psiquiátrico.


[22] En Vieja y Nueva psiquiatría, Castilla del Pino revisa ese tránsito de la neuropsiquiatría en que él se formó a un práctica biopsicosocial con una perspectiva de rigor que el futuro no confirmó.


[23] Los equivalentes depresivos de Ibor Aliño en la editorial Paz Montalvo, así como sus reevaluaciones del Hombre de los Lobos como un caso depresivo, son textos poco citados por los ateóricos que han liquidado el término neurosis sin reparar en su genealogía y deuda con estos autores.


[24] El celebrado artículo de este curioso psicoanalista resiste el paso del tiempo y es uno de los inspiradores del texto de Kahneman sobre Pensar rápido pensar lento.


[25] Pertenece al libro Acaso (1972) y su autora es Wislawa Szymborika.


[26] En Necesario pero Imposible el autor trasciende el valor de las vidas ejemplares de Aquiles o Sócrates a la de Cristo como modelo supremo a imitar.


[27] Zizeck desarrolla las características morales de la figura del incorruptible a partir del análisis de los discursos de Robespierre en un texto sugerente sobre la necesidad de figuras de ese tipo para la moral pública.






"De la Psicosis Aguda al Primer Episodio Psicótico: rumbo a la cronicidad" (A. Vispe, M. Hernández, M. Ruiz-Flores, J. García-Valdecasas, en Revista de la AEN nº 128)

$
0
0

Traemos hoy un artículo que hemos publicado recientemente con algunos de nuestros más estimados colegas, acerca de uno de los temas que más nos ocupa y preocupa desde hace tiempo: la progresiva desaparición del concepto de "psicosis aguda" en nuestra teoría y práctica habituales y su sustitución por el de "primer episodio psicótico", con la inherente carga de cronificación (e iatrogenia subsiguiente) que ello supone. No nos extenderemos en la introducción, porque creemos que ya el artículo explica ampliamente lo que queremos decir. Se trata de la adaptación de una ponencia que los cuatro preparamos para el Congreso Nacional de la AEN de Tenerife, en 2012, y pueden consultarlo en la página web de la Revista de la AENaquí.

El trabajo lo recogemos íntegro a continuación:



Título: De la Psicosis Aguda al Primer Episodio Psicótico: rumbo a la cronicidad

Autores: Amaia Vispe Astola *, Miguel Hernández González **, Miguel Ruiz-Flores Bistuer ***, Jose García-Valdecasas Campelo **

* Enfermera especialista en Salud Mental. Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria. Servicio Canario de Salud.
** Psiquiatra. Hospital Universitario de Canarias. Servicio Canario de Salud.
*** Psiquiatra. Ibsalut. Ibiza.


Título: De la Psicosis Aguda al Primer Episodio Psicótico: rumbo a la cronicidad
Title: From Acute Psychosis to First Psychotic Episode: towards cronicity

Resumen: Nuestro trabajo busca reivindicar el diagnóstico de Psicosis Aguda frente al cada vez más frecuente de Primer Episodio Psicótico, en base a las diferencias que tales construtos presentan en lo referente al pronóstico. Llevaremos a cabo una revisión histórica y nosográfica del concepto de Psicosis Aguda, mostrando cómo diferentes autores y desde diferentes perspectivas describieron cuadros clínicos con sintomatología psicótica y recuperación completa. Revisaremos a continuación la construcción performativa de conceptos como los Primeros Episodios Psicóticos, así como criticaremos una serie de tópicos no demostrados pero con gran influencia en nuestra disciplina, no sólo en los profesionales sino también en los pacientes, y la opinión pública, en lo referente, por ejemplo, a la evolución de los trastornos psicóticos. Por último, hablaremos acerca del abordaje de las personas con estos trastornos y de la actitud necesaria para llevarlo a cabo de la forma más útil posible, centrada siempre en la recuperación de dichas personas.

Abstract: Our work seeks to vindicate the diagnosis of Acute Psychosis versus First Psychotic Episode, which is increasing its frequency of diagnosis, based on the differences in prognosis that both concepts presented. 
We conduct an historical and nosographic review about ths Acute Psychosis concept, showing how different authors and from different perspectives described clinical picture with psychotic syntoms and full recovery. Then, we review the performative construction of concepts such as First Psychotic Episodes and criticize a series of unproven but influential topics in our discipline, not only in medical staff but also in patients and public opinion, for example, in relation to the development of psychotic disorders.
Finally, we discuss about the management of people with these disorders and the necessary attitude to carry it out in the most useful way possible, always focused on full recovery of those people.

Palabras clave: psicosis aguda, primer episodio psicótico, estigma, recuperación.

Key words: acute psychosis, first psychotic episode, stigma, recovery





Introducción

Asistimos ya desde hace un tiempo a un extraordinario auge del concepto de primer episodio psicótico, que oímos y leemos abundantemente en jornadas, congresos y publicaciones a nuestro alrededor. En sólo unos años, o ésa es nuestra percepción, hemos pasado a considerar como muy poco frecuentes síndromes psicóticos agudos con resolución completa, considerándolos sólo como el estadío inicial de un proceso psicótico crónico de tipo esquizofrénico, con lo que ello implica, por ejemplo, a nivel de estigma o de necesidad de tratamiento antipsicótico de forma indefinida, con el riesgo de efectos secundarios y, no lo olvidemos tampoco, el coste que ello conlleva.

Nos gustaría reivindicar en este artículo la categoría diagnóstica de la psicosis aguda, frente a los cada vez más frecuentes primeros episodios psicóticos, concepto que aparentemente podría ser parecido, pero que implica una gran diferencia del orden del pronóstico: no es necesario ser un psicoanalista lacaniano para darse cuenta de que el término “primero” inaugura una serie y conlleva que el profesional, el paciente y la familia asuman que es inevitable la aparición de un segundo, un tercero o un cuarto…


Revisión histórica y nosográfica del concepto de Psicosis Aguda

Comenzaremos esta revisión histórica del concepto de psicosis aguda siguiendo a Paul Bercherie en su obra “Los fundamentos de la clínica” (1), donde podemos rastrear el concepto de psicosis aguda hasta1876,momento en que Westphal divide la locura sistematizada de Griesinger en diversas formas, una de las cuales es aguda, caracterizada por la explosión súbita de alucinaciones de todos los sentidos, pero especialmente auditivas, y de ideas delirantes diversas.

En la misma época, Krafft-Ebing impondrá para la locura sistematizada el término de paranoia, tomado de Kahlbaum, centrándose los debates psiquiátricos en torno al problema de la paranoia aguda, por ejemplo en la cuestión de la delimitación entre paranoia aguda y crónica. Unos autores defienden que la paranoia aguda no es más que una forma de confusión alucinatoria, mientras que otros, como Schule, insisten en las numerosas formas de transición entre paranoia aguda y crónica, en particular en las fases de exacerbación de la forma crónica, que son idénticas a la forma aguda. Wille sugiere la idea de que existe una confusión alucinatoria aguda por una parte y una paranoia aguda por otra. En 1879 se publica el tratado de Krafft-Ebing, que recoge las llamadas psiconeurosis. Éstas ocurren bajo causas ocasionales físicas o morales y terminan en la cura o en un estado de debilitamiento. Las psiconeurosis que se resuelven las llama wahnsinn o delirio alucinatorio, es decir, la paranoia aguda. En 1878 aparece el tratado de Schule el cual, por su parte, recoge quince formas diferentes de paranoia aguda.

Magnan (2) describe los cuadros clínicos que llama bouffées délirantes, en 1897. Citando textualmente las palabras de dicho autor, diremos: “delirio primario, múltiple, polimorfo, a veces de corta o a veces de larga duración, pero sin sucesión evolutiva determinada […], gran número de delirios tienen por carácter principal aparecer bruscamente, sin preparación ninguna, en medio de la calma más perfecta. En algunos días, en algunas horas, un desorden completo arrastra al enfermo al seno de las más extrañas concepciones. Todas las formas de delirio pueden observarse: maníaco, melancólico, místico, erótico, de persecución, ambicioso. El delirio puede ser simple, es decir, no estar constituido más que por una sola de esas formas; a menudo es múltiple, polimorfo. Las ideas delirantes se suceden, se enredan, se mezclan: las ideas ambiciosas son contemporáneas de las ideas de persecución; las preceden o las siguen, después desaparecen para reaparecer nuevamente; ideas hipocondríacas, místicas, etc. […] se mezclan o se les agregan confusamente, sin ningún orden. Estos delirios pueden ser exclusivamente intelectuales, sin el menor rastro de perturbaciones sensoriales. Cuando las alucinaciones se desencadenan, es casi siempre por bouffées, súbitamente; en esos casos no hay ninguna sistematización; por el contrario, hay una confusión extrema de las ideas, secundaria a la invasión de la conciencia por las alucinaciones múltiples. Nacidos sin incubación, instantáneamente, estos delirios cesan de la misma forma, pero pueden más tarde reproducirse, ya sea en una forma idéntica a la primera o bajo un aspecto diferente… Retengamos solamente estos caracteres: delirio nacido repentinamente, por lo común múltiple y proteiforme, sin tendencia marcada a la sistematización, rápidamente extinguido”.
Séglas delimita de la paranoia aguda o bouffée délirante de Magnan la confusión mental por un lado y, por otro, los llamados delirios alucinatorios, en los cuales “es la alucinación la que constituye manifiestamente su pivote, su fundamento; hablando con propiedad, no hay delirio pues no puede casi aplicarse esta palabra a las interrogaciones que se plantea el enfermo a propósito de sus alucinaciones”.

Estos cuadros serán descritos por Farnarier en 1899 bajo el nombre de psicosis alucinatorias agudas.

Dupré y Logre en 1910 describen los delirios de imaginación y, en el contexto de los mismos, una forma de psicosis imaginativa aguda.

Sérieux y Capgras en 1921, dentro de su descripción de la psicosis alucinatoria crónica, reconocen la existencia de formas abortivas, con las que asimilan las antiguas descripciones de la paranoia aguda.

Kretschmer describe el delirio sensitivo de relación como un tipo reactivo paranoico condicionado por la disposición caracterológica sensitiva. Es provocado por una experiencia de insuficiencia humillante que entraña una tensión psíquica abrumadora, apareciendo un delirio en el que la autodesvaloración del sujeto se proyecta al exterior y desencadena un delirio de relación. Es característica, y por eso lo comentamos aquí, su evolución típicamente benigna, es decir, suele curar de forma más o menos rápida, con total conservación de la personalidad, incluso en los casos más graves.

Kraepelin, en sucesivas ediciones de su tratado, va modificando de forma considerable su nosología. En la octava edición (3), que se publica entre 1909 y 1913, reconoce la existencia de paranoias benignas o abortivas.

Bleuler publica en 1911 el texto “Demencia precoz y el grupo de las esquizofrenias” (4), donde insiste en el criterio psicopatológico para el diagnóstico de la esquizofrenia, es decir, sincrónico y psicológico, abriendo la puerta a la existencia de las esquizofrenias agudas, curables por definición, en oposición al criterio kraepeliniano basado en la evolución diacrónica y el debilitamiento intelectual como definitorio de la demencia precoz, incurable también por definición.

Jaspers, en su Psicopatología General (5), propone una clasificación que recoge expresamente la existencia de reacciones anormales, entendidas como psicosis reactivas.
Tras seguir hasta aquí la imprescindible obra de Bercherie, nos dejaremos guiar ahora por el exhaustivo trabajo de Luque titulado “Psicosis agudas: análisis histórico, conceptual y clínico” (6).

Tras cierto ostracismo debido al predominio de la nosología kraepeliniana y el amplio concepto de la esquizofrenia de Bleuler (que asimilaba estos cuadros a las llamadas esquizofrenias agudas), la recuperación de la bouffée délirante fue llevada a cabo por Henri Ey (7), quien las describe siguiendo a Magnan, como cuadros caracterizados por la eclosión súbita de un delirio transitorio y polimorfo en sus temas y manifestaciones, rico en intuiciones e interpretaciones delirantes, alucinaciones diversas y alteraciones del humor, que puede oscilar de la exaltación a la angustia. Henri Ey ordena las enfermedades mentales en agudas, clasificadas como alteraciones de la conciencia, y crónicas, clasificadas como alteraciones de la personalidad. Las bouffées délirantes serían formas delirantes agudas opuestas a los delirios crónicos. La descripción que hace Ey de estas psicosis agudas es difícilmente superable: “[...] El delirio es polimorfo, es decir que sus temas son múltiples y variables: de persecución, de grandeza, de transformación sexual, de posesión, de envenenamiento, de influencia, de riqueza o de fabulosa potencia, etc. Generalmente se imbrican, se mezclan y sufren metamorfosis, como en la sucesión caleidoscópica de las imágenes oníricas [...] El carácter polimorfo de este delirio episódico se manifiesta también en la yuxtaposición de los fenómenos que lo componen. Clásicamente, se distinguen sobre todo convicciones e intuiciones que irrumpen en el psiquismo [...] Pero las alucinaciones son numerosas y exuberantes, con frecuencia auditivas, pero más generalmente psíquicas (voz, eco del pensamiento, inspiraciones, actos impuestos, etc.). Están asociadas a interpretaciones delirantes, a elementos imaginativos, ilusiones, sentimientos e impresiones que manifiestan la incoercibilidad de la experiencia delirante vivenciada, en una atmósfera de misterio y apocalipsis. Las variaciones del cuadro clínico son características de esta rica diversidad de episodios que se imbrican y se suceden. El enfermo presenta importantes cambios de humor y violentas oscilaciones [...] El humor está alterado de manera constante. A la actividad delirante de aparición súbita corresponden, en efecto, violentos estados afectivos. Unas veces el sujeto está exaltado y expansivo como un maníaco. Otras, por el contrario, se halla preso de gran angustia, más o menos próxima a la experiencia melancólica [...] Esta alternancia o esta combinación de excitación e inhibición es tan característica de estos brotes delirantes polimorfos que [...] hace que en la clínica sea a veces difícil establecer un diagnóstico diferencial entre una bouffée délirante y una crisis maniacodepresiva”. En cuanto al pronóstico, Ey afirma que se llega a una remisión sin secuelas ni complicaciones, aunque, al suponer que el paciente tiene una predisposición a estos cuadros, existe riesgo de recidiva. Aunque también es posible que algunos casos de psicosis delirantes agudas terminaran evolucionando a una psicosis esquizofrénica o a un delirio crónico del tipo de la paranoia o la parafrenia. En el sistema clasificatorio empleado en la psiquiatría francesa, el INSERM (8), todavía se emplea el concepto de bouffée délirante, en base a unos criterios operacionales que siguen las descripciones clásicas.

Otra denominación que han recibido históricamente las psicosis agudas ha sido la de psicosis psicogénicas, término empleado hoy en día como prácticamente sinónimo de psicosis reactivas. En un intento de definición sencillo pero eficaz, Sommer (9) distingue a las enfermedades psicogénicas como “estados mentales patológicos que pueden evocarse y ser influidos por las ideas”. Estas psicosis fueron estudiadas en profundidad por Wimmer (10) que definió a las psicosis psicogénicas como un grupo de psicosis clínicamente independientes causadas por “traumas psíquicos” en sujetos con una “predisposición psicopática”. Strömgren (11) ha defendido la independencia nosológica de estas psicosis, aduciendo que el pronóstico de las psicosis reactivases bueno comparado con la esquizofrenia o el trastorno bipolar y que, aunque puede haber recidivas, no son tan frecuentes como en estos últimos.

Además, Strömgren comenta que el tratamiento de elección en estas psicosis sería la psicoterapia de apoyo, que podría combinarse brevemente con ansiolíticos, llegando a afirmar que un tratamiento prolongado con neurolépticos, como si se tratase de una esquizofrenia, sería innecesario y provocaría efectos secundarios sin beneficio alguno.
Otra categoría que encuadra trastornos dentro del ámbito de las psicosis agudas son las siempre polémicas psicosis histéricas, estrechamente relacionadas con las psicosis psicogénicas o reactivas y frecuentemente confundidas con ellas. Faergeman (12) consideraba las psicosis histéricas como un subgrupo de las psicosis psicogénicas en las que existe una motivación para la sintomatología. Para Hollender y Hirsch (13), algunas de las características de las psicosis histéricas serían: comienzo súbito en relación con algún acontecimiento perturbador; alucinaciones, delirios, despersonalización y alteraciones conductuales; si la afectividad está alterada, ésta es inestable y voluble, no aplanada; con una duración entre una y tres semanas, con recuperación completa; y una personalidad previa con rasgos histéricos presentes.

Modestin (14), tras un estudio de seguimiento de varios años a un grupo de pacientes, concluyó que la psicosis histérica no constituye una entidad clínica diferenciada del conjunto de las psicosis psicogénicas / reactivas.

Otro grupo de psicosis agudasdescritas fueron las psicosis esquizofreniformes de Langfeldt (15). Son casos de comienzo agudo en relación con algún factor precipitante, en sujetos con personalidad previa ajustada, con síntomas similares a la esquizofrenia pero con frecuente obnubilación de la conciencia y depresión.

Un término que ha llegado hasta nuestros días, aunque con un significado ostensiblemente modificado, es el de psicosis esquizoafectivas. Acuñado originalmente por Kasanin (16), hacía referencia a un cuadro psicótico caracterizado por aparecer en pacientes jóvenes, cursar con gran labilidad emocional, síntomas esquizofrénicos y afectivos, grave distorsión de la percepción del mundo exterior y presencia de “impresiones sensoriales falsas”. Estos enfermos se recuperaban completamente en pocas semanas, aunque había una clara tendencia a la recidiva.

Un autor que también ha dejado su aproximación a estos cuadros ha sido Castilla del Pino (17). Emplea la denominación de psicosis paranoide aguda y la define como “un cuadro clínico delirante alucinatorio, de carácter benigno, con tendencia a la curación sin secuelas, de evolución breve y que comienza y concluye de forma abrupta.” Suele haber algún desencadenante y ciertos pródromos consistentes en desasosiego y angustia junto a intenso insomnio. Aparecen delirios polimorfos y pluritemáticos, alucinaciones auditivas, cenestésicas y visuales, alteraciones del discurso con disgregaciones e incoherencias, con un estado de ánimo marcado por la angustia o el éxtasis, con agitación o inhibición psicomotriz.

Existe otra entidad nosológica, fuera como tal de las clasificaciones actuales, que es la llamada psicosis cicloide. Estos cuadros presentan las características de algunas de las psicosis agudas que ya hemos visto, pero prestando atención al aspecto del curso longitudinal, marcado por las recurrencias sin defecto. Como muchos autores que hemos visto señalaban ya, la recuperación es completa, sin deterioro, pero son posibles las recidivas. En nuestro entorno, ha sido Barcia (18,19) quien más ha insistido en reivindicar la importancia de este tipo de trastorno psicótico.

Siguiendo a este autor, puede seguirse el desarrollo histórico de estas psicosis desde Kleist (20), quien planteó el concepto de psicosis marginales, a partir de los cuadros descritos por distintos autores. El término psicosis marginales hace referencia a que estaban en relación con las otras psicosis endógenas de la nosología kraepeliniana, pero sólo respecto a algunos rasgos y síntomas, ya que Kleist consideraba que constituían un grupo autónomo, que dividió en cinco subtipos.

Como señala Barcia, los planteamientos de Kleist fueron seguidos por Leonhard (21,22), quien propuso el nombre de psicosis cicloides para todo el grupo, empleando el término que Kleist había usado para uno de sus subtipos. Leonhard habló de tres tipos: la psicosis de angustia-felicidad, la psicosis confusional (incoherente-estuporosa) y la psicosis de la motilidad(acinética-hipercinética).

La clínica de estos cuadros tiene algunos rasgos fundamentales. Es característico el polimorfismo, que hace referencia a la gran variabilidad sintomatológica, tanto dentro de un mismo episodio como entre unos episodios y otros. Hay una alteración global de la vida psíquica, lo que hizo que fueran denominadas holodisfrenias por Barahona Fernandes, modificándose en pocos días de manera radical el pensamiento, el afecto y la conducta. Los síntomas aparecen de forma muy aguda, aunque puede haber ciertos pródromos tales como ligeros cambios de humor, inquietud y logorrea, junto a discretas alteraciones del sueño o incluso algunas vivencias autorreferenciales, siendo frecuente la presencia de insomnio total en los días previos a la eclosión del cuadro. Estas psicosis tienen una tendencia a la alternancia, es decir, una estructura polar muy característica, existiendo fluctuaciones entre cuadros de excitación con otros de retardo, con una remisión completa del episodio en un tiempo variable, que en general no excede de tres semanas, siendo frecuente que el paciente no guarde un recuerdo total de los síntomas, refiriendo que lo que sí recuerda lo vivencia de un modo análogo a los sueños. Es clara también la tendencia a la repetición de los episodios con buen pronóstico a largo plazo en el sentido de que no aparece deterioro, manteniéndose una buena adaptación familiar, social y laboral.

Perris (23,24) considera que en la clínica prácticamente no es posible distinguir los tres tipos de Leonhard aisladamente, por lo que sería preferible hablar de las psicosis cicloides como un solo grupo. Barcia insiste en el hecho de la gran labilidad o variabilidad sintomatológica y la bipolaridad entre excitación y retardo, presentes en estas psicosis en cada episodio y entre diferentes episodios, considerándolo un aspecto esencial y el carácter diferenciador más importante de las psicosis cicloides respecto a otras formas de psicosis endógenas y reactivas.

Aproximándonos a las clasificaciones en uso actualmente en Psiquiatría, nos encontramos con el trastornopsicótico agudo y transitorio, como categoría recogida en la CIE-10 (25), la cual supone un comienzo agudo en menos de dos semanas desde un estado previo no psicótico a otro con sintomatología delirante o alucinatoria, así como alteraciones conductuales y otros síntomas posibles como, por ejemplo, lenguaje disgregado. Puede haber cambios emocionales o síntomas afectivos ocasionalmente en primer plano, pero sin llegar a configurar un episodio maníaco o depresivo. Cuando la sintomatología es rápidamente cambiante y variable se usa el subtipo de “polimorfo”. Es posible que haya habido presencia de estrés agudo previo o no y la evolución será a una recuperación completa en un plazo no determinado de forma concreta.

Los cuadros con estas características son diagnosticados según los criterios del DSM-IV-TR (26) como trastorno psicótico breve si la duración es menor de un mes y como trastorno esquizofreniforme si es mayor de un mes pero menor de seis.

Parece evidente que, en distintas épocas y en distintas escuelas, se han descrito por multitud de autores, desde finales del siglo XIX a nuestros comienzos del XXI, cuadros clínicos que, por elegir un término más o menos exento de polémica, podríamos agrupar como psicosis agudas. La pregunta que inevitablemente se hace presente sería: ¿son estas psicosis agudas diferentes entidades nosológicas o bien únicamente una, con variaciones según las características propias del individuo? Es decir: ¿existen las psicosis reactivas por un lado, por otro las histéricas, por otro las bouffées délirantes, etc., etc…? O bien: ¿podríamos considerar que dichos cuadros no son más que nombres puestos a experiencias psicóticas que aparecen de formas diferentes en personas diferentes? Creemos que la respuesta, para el objetivo de este artículo, es irrelevante.

Lo que sí nos parece de extraordinaria relevancia es que las descripciones de síndromes psicóticos con recuperación completa son abrumadoras por su frecuencia y detalle a lo largo de casi siglo y medio de Psiquiatría. Nos parece evidente que existen casos de personas que sufren experiencias psicóticas, que enloquecen, con psicopatología delirante y alucinatoria, con alteraciones en la vivencia del yo, en la afectividad, en el lenguaje, con una amplia riqueza y variedad de síntomas que, muchas veces y como Bleuler defendió, hacía indistinguibles esos cuadros en la observación sincrónica y transversal de procesos psicóticos crónicos como la esquizofrenia o la paranoia. Pero la clave está en que eso ocurre sólo en la observación sincrónica y transversal. Por eso es necesario prestar también atención a la observación diacrónica y longitudinal, según la cual y como decía clásicamente la literatura, un tercio de las esquizofrenia bleulerianas se curan completamente. Lo que nos lleva a la interesante conclusión de que un tercio de los pacientes psicóticos agudos (o, usando la lamentable terminología que se va imponiendo, los primeros episodios psicóticos) se recuperarán de forma completa. Y eso con datos de autores que vivieron y trabajaron antes del advenimiento de la clorpromazina en 1952 y el inicio a continuación de la era neuroléptica.

Y dichas psicosis agudaspueden recidivar, encuadrándose o no a gusto del clínico en las siempre polémicas psicosis cicloides. Pero equis número de psicosis agudas de repetición no transforman ese diagnóstico en esquizofrenia.

En nuestra opinión, en base a lo que la historia de la Psiquiatría ha estudiado durante más de cien años, aunque nos esforcemos en ignorarlo, las psicosis agudas existen. Las personas que se vuelven locas y luego se recuperan de forma espontánea, existen. Y si no las reconocemos como tales sino que les condenamos a un diagnóstico de psicosis crónica, no estamos haciendo nuestro trabajo, que no es otro que ayudarles a recuperarse.
Considerar las psicosis agudas como exclusivamente un primer episodio de esquizofrenia es, en el mejor de los casos, una simpleza, y en el peor, una tergiversación, ignorante o interesada, que condena a un montón de personas a un diagnóstico equivocado, una medicación crónica no exenta de graves efectos secundarios y un estigma irreparable.


Las trampas del lenguaje

En 1962 J.L. Austin publica, póstumamente, su “Cómo hacer cosas con palabras” donde explica su teoría de los actos de habla introduciendo por primera vez la dicotomía entre dos usos del lenguaje: por una parte el uso constatativo, que describe o enuncia las  cosas mediante proposiciones que pueden ser evaluadas como verdaderas o falsas (la silla es de color verde) y por otra parte el uso del lenguaje performativo que usa proposiciones que no enuncian ni describen nada y que tampoco pueden ser evaluadas como verdaderas o falsas pero que sin embargo son capaces de crear cosas cuando se reproducen en un contexto determinado (les declaro marido y mujer o su hijo tiene esquizofrenia, por ejemplo). La performance, desde entonces, se ha puesto en evidencia como un acto discursivo que genera  una nueva realidad. Muchos pensadores han aplicado el concepto a lo largo y ancho de la experiencia humana o mas bien del discurso que sobre la experiencia humana se hace. Incluso del discurso que crea la experiencia humana que la dicta y la organiza. Performativamente construimos el sexo (27), el género (28), el poder, la jerarquía, etc. A través de pequeños actos aparentemente inocentes se construyen revoluciones, e involuciones. 

Como el lector habrá podido darse cuenta, pensamos que es performativa la creación del concepto de primer episodio de psicosis, ese sutil deslizamiento del ordinal. El término psicosis es amplio y encierra muchas posibilidades de la experiencia humana. El ordinal se desliza asociándolo inmediatamente al concepto de esquizofrenia. Desde nuestro punto de vista, el diagnóstico de esquizofrenia es un diagnóstico longitudinal que requiere, aparte de la aparición de síntomas positivos, negativos y ocasionalmente afectivos de forma continua o episódica, la existencia de mayor o menor menoscabo cognitivo susceptible de un abordaje psicosocial. Esto es lo que la diferencia de las psicosis agudas que remiten sin tal menoscabo independientemente de que sean únicas o recidivantes y también de los trastornos de ideas delirantes crónicas o paranoia en las que tampoco  se observa menoscabo cognitivo. No nos resistimos  a recordar que, a su vez, el término esquizofrenia engloba un amplio repertorio de posibilidades que van desde personas que viven en condiciones infrahumanas, casi como animales, hasta algunos grandes artistas e incluso premios Nobel.

El primer mecanismo  para crear un nuevo concepto es, aunque parezca obvio, simplemente afirmar su existencia. La aparición del concepto de primer episodio en un artículo o en una ponencia de un congreso puede generar rápidamente una adhesión al mismo por parte de algunos profesionales. El reclutamiento de algunos profesionales de gran prestigio y la repentina aparición de expertos en  primeros episodios se comporta como catalizador.

Otro método consiste en hacer múltiples referencias al concepto de  primeros episodios de psicosis, por ejemplo en los títulos de los artículos, o en las convocatorias de simposios, cursos etc., que luego en realidad versan sobre psicosis crónicas o bien, como ya dijimos, se sustituye el término esquizofrenia por psicosis, más inespecífico, confundiendo de esta manera la parte con el todo.

Priorizar la investigación sobre aquellos sujetos que sufren una evolución tórpida parece lógico ya que probablemente son los que precisan más atención, sin embargo tiene el efecto de generar un volumen de literatura mucho más importante que el tema de las psicosis agudas que evolucionan bien. Lo que a su vez puede generar la sensación de que estas últimas representan un fenómeno residual desde el punto de vista cuantitativo o que carece de interés. No entraremos a decir que podría ser más interesante profundizar en el conocimiento de por qué mejoran las psicosis agudas, quizás nos podría dar pistas para ayudar mejor a las personas que no van tan bien. O tal vez estudiar por qué en los países del llamado tercer mundo este tipo de trastornos presentan una mejor evolución y tienen un mejor pronostico que en los países desarrollados con toda la inversión en fármacos que hay en este lado del planeta (29, 30).  El estudio precoz de psicosis se fundamenta en la importancia de empezar el tratamiento farmacológico pronto y también de prolongar la duración de los tratamientos más allá de lo que muchas veces los pacientes quisieran, lo que a menudo es justificado por la prevalente creencia de que la esquizofrenia o la psicosis implica una pérdida progresiva de tejido cerebral que puede ser detenido o reducido por el tratamiento con fármacos antipsicóticos. En consecuencia, a veces se hace referencia a estos fármacos como poseedores de propiedades "neuroprotectoras". Esta creencia se funda en una serie de indicios, pero actualmente continúa discutiéndose y hay abiertas otras interpretaciones posibles.

El principal indicio que apoya  la hipótesis de "neuroprotección" es la investigación de imagen cerebral, que muestra que las personas con esquizofrenia o psicosis presentan una progresiva reducción en el volumen cerebral y un aumento de los ventrículos y el líquido cefalorraquídeo contenido en los mismos. Todos estos estudios, sin embargo, se han hecho en personas que han tomado medicación antipsicótica durante largo tiempo (31).

En contraposición con las ideas de "neuroprotección", hay indicios que sugieren que los antipsicóticos reducen el volumen de tejido cerebral (32), y es sabido que causan el síndrome cerebral conocido como discinesia tardía. La investigación sugiere que además de con movimientos involuntarios, la discinesia tardía se asocia con deterioro cognitivo general, sugiriendo que los antipsicóticos pueden inducir disfunción cerebral generalizada.
Por supuesto, otro efecto de esta concentración de estudios de índole neurológica es  que cualquier intento de abordaje terapéutico al margen de los usos de las llamadas guías clínicas o consensos de expertos, fundamentalmente partidarios de abordajes farmacológicos, tenga muchas dificultades para poder obtener un lugar en las prestigiosas revistas de la psiquiatría biológica o de la medicina en general. Existen proyectos que llevan años funcionando en países de nuestro entorno (como el proyecto Soteria Berna  y otros similares) con resultados al menos comparables al uso de los fármacos (33), o los abordajes familiares que encontramos en algunos países europeos, sobre todo del norte, no nos resistimos a recordar los trabajos de Julian Leff (34) sobre intervención familiar en esquizofrenia que demostraron cómo este tipo de intervención era significativamente mejor que cualquier otro tipo de intervención, aisladamente, en la prevención de ingresos; los modelos de intervención cognitivo conductuales de tercera generación, como la terapia de aceptación y compromiso (35), dialéctico conductual y la terapia cognitivo-conductual basada en el mindfulness (36) también están ofreciendo interesantísimos modelos de intervención en los que merecería la pena profundizar. Sin embargo mantienen una prácticamente residual presencia en los medios científicos de impacto y carecen de interés para la divulgación tan interesada en el cerebro y la neurobiología.

¿Por qué nos preocupa esto?. Porque es un paso más en el aislamiento de la experiencia psicótica del contexto en el que se desarrolla. Es algo neurológico, algo que se rompe en una parte del cerebro, un déficit o exceso de alguna sustancia. La vida, la familia, la biografía no tiene nada que ver, en todo caso la genética. Nos preocupa porque nos conduce al peligroso campo de la prevención secundaria (es decir la prevención de nuevos episodios mediante el mantenimiento de los tratamientos de forma exasperantemente indefinida) y al éticamente discutible terreno de la prevención primaria con la aparición del síndrome de riesgo de psicosis o incluso el planteamiento de tratar (farmacológicamente) a los hijos de personas diagnosticadas de esquizofrenia. Estas dos propuestas son todavía muy políticamente incorrectas pero nos tememos que poco a poco calará el mensaje, siguiendo un mecanismo similar al que estamos explicando. Nos preocupa porque como dijimos antes la mayor parte de la investigación, y de la inversión, va a este campo implicando que las otras líneas queden en el más absoluto marasmo y toda la investigación sobre abordajes psicoterapéuticos, últimamente más reactivada, pase a mejor vida o se limite a cómo convencer a nuestros usuarios y sus familias que se tomen las medicinas correctamente y que entiendan que lo suyo no tiene arreglo. Nos preocupa, finalmente, porque en la formación de los profesionales sanitarios, tanto especialistas en salud mental como de otras especialidades, esta orientación también generará una simplificación de un fenómeno, el de la psicosis, rico y complejo, lo que contribuirá al empobrecimiento de la especialidad.

a) Dejemos de utilizar categorías cerradas o etiquetas imposibilitadoras para describir las experiencias de las personas con las que trabajamos. En lugar de eso, intentemos entender lo que sienten e intentemos conectar con los aspectos positivos y sanos de sus vidas.

b) O, al menos, favorezcamos en nuestras facultades y escuelas de formación el conocimiento a las nuevas generaciones de profesionales de las diferentes clasificaciones y de la evolución histórica de los conceptos para entender el fenómeno en su contexto y no convertirnos en meros compiladores y contadores de criterios estadísticos.

c) Cuestionemos la absurda idea de que las personas que sufren experiencias psicóticas tengan que ser declarados minusválidos para iniciar un proceso de rehabilitación cuando la minusvalía en cualquier patología o accidente se solicita al final de dicho proceso y en lugar de eso incorporemos precozmente los abordajes multidisciplinares, y no cuando las cosas se complican o el pastilleo es intolerable por el precio y por los efectos secundarios.

d) Instemos a las autoridades a favorecer la bajada del precio de las medicaciones que usamos y abstengámonos de prácticas psicofarmacológicas no fundamentadas en estudios científicos fiables e independientes.

e) Finalmente, no desesperemos, tomémonos un respiro y declinemos la invitación a sentirnos sobrecargados por la urgencia, la ansiedad, la frustración y la sobrerresponsabilización cuando tratamos a estas personas.


Abordaje de la persona con psicosis aguda

Hay pruebas para sostener que la psicosis no sólo es un trastorno cerebral. Es habitual encontrarse con situaciones en las que ha existido tal reduccionismo que nos obliga a invertir tiempo en señalar la autentica amplitud del tema. Recordamos una charla de dos días con el Dr.Lasa sobre TDAH donde la primera mañana fue un debate sobre uso y abuso de psicofármacos, la tarde, explicar lo que no es diagnostico -un síntoma, o un síndrome no son una enfermedad- y sólo tras esa larga introducción se pudo hablar de los pacientes con TDAH.

Igualmente, cuando se habla de dolor, -también reducido en muchos foros a lo bioquímico- explicar que éste tiene un componente afectivo; cuando se habla de psicoterapia -ninguneada de tanto utilizar el termino- explicar que escuchar no es hacer psicoterapia y dar consejos aún menos... Así, cuando se habla de psicosis hay que explicar que el cerebro no lo es todo. Parece que existe un correlato anatómico de los síntomas psicóticos, pero eso no me explica qué sucede con el paciente y, a veces, el centrarnos en el correlato anatómico nos hace perder el foco que debería estar en la vida del paciente y no en su cerebro.

En esta línea Marino Pérez Álvarez, en un excelente trabajo realizado en el marco del Proyecto financiado por el Ministerio de Educación (PSI2009-09453) describe siete puntos para defender la esquizofrenia como enfermedad de la ipseidad.

El primer punto es que existen hechos cerebrales que son consistentes con la esquizofrenia pero “ninguno de ellos se puede considerar un aspecto necesario y suficiente de esta enfermedad. Similares síntomas, alteraciones estructurales del cerebro, características del comienzo y del curso, predisposiciones genéticas y respuestas a antipsicóticos que bloquean la dopamina se encuentran en una variedad de estados neuropsiquiátricos" (37).
Otro punto para hacernos dudar de nuestro modelo médico de las psicosis es que parece ser que en países menos desarrollados tienen mejor pronóstico. Dentro de una variabilidad, el porcentaje de remisiones clínicas completas fue significativamente mayor en los países menos desarrollados que en los más desarrollados. Más del doble de los pacientes con esquizofrenia en los países menos desarrollados, en relación con los más desarrollados, presenta una remisión completa a largo plazo. El 37% frente a un 15%. Asimismo, los pacientes en los países menos desarrollados experimentaron significativamente períodos más largos de un funcionamiento sin problemas en la comunidad, aunque solamente el 16% de ellos estaba tomando medicación antipsicótica, en comparación con el 61% en los países desarrollados (38).

Otros estudios que muestran cómo las adversidades sociales a lo largo de la vida son clave en la esquizofrenia son los trabajos, ya casi clásicos, que muestran la alta tasa de esquizofrenia entre inmigrantes en ciudades europeas. Hallazgo robusto y consistente que no depende de artefactos metodológicos, ya que estos estudios han sido repetidos y mejorados. Así, se ha propuesto un modelo que integra causas sociales, psicológicas y neurobiológicas, por este orden (39, 40, 41).

De acuerdo con el modelo socioevolutivo, las alteraciones cerebrales asociadas a la esquizofrenia se pueden entender al hilo de las experiencias personales, como consecuencia de ellas y no necesariamente como su presunta causa. Desde esta perspectiva, las posibles alteraciones del cerebro están más bien para ser explicadas que para tomarlas como explicación.

El muy conocido estudio sobre el cambio del volumen del hipocampo en los taxistas londinenses apunta a una plasticidad cerebral en la edad adulta que apoya los cambios anatómicos por vivencias (42).

La afirmación de Loren Mosher de que el resultado de pacientes diagnosticados de esquizofrenia es peor ahora que antes del predominio de los neurolépticos en el tratamiento, apoyada por el estudio de Hegarty (43) resulta cuando menos sorprendente y -como todas las afirmaciones rotundas- matizable, pero nos da la idea de que la visión centrada en el cerebro, una visión neuronal excluyente, no ha sido la panacea de la psicosis aguda.

Si nos centramos únicamente durante la fase aguda en la contención sintomática, se dejan fuera las circunstancias que han llevado a la crisis. Dentro de los profesionales que tratamos a la persona con psicosis, los psiquiatras podemos cometer el error de convertir la medicación en el tema predominante del tratamiento, mantenerla, subirla, bajarla, cambiarla, etc., y además, equiparar curación con no necesitar tomar la medicación, extrañándole de su propio padecer. En este juego pueden caer tanto el paciente, como el que pone la medicación que pasa a tomar la actitud de "escuchar al fármaco" (44).

El Dr. Álvarez en las jornadas del 2012 de la Fundación Castilla del Pino decía que todo psiquiatra debe responderse a la pregunta de si la enfermedad mental es un hecho natural o una enfermedad discursiva y asumir las consecuencias de una u otra decisión. Sin pretensiones de resolver tal dilema no puedo evitar recordar cuando Rollo May en los cincuenta, alertaba sobre la atomización del saber en lo referente al ser humano (45). Antes sólo había filósofos que se dedicaban a todo el saber, un saber integral, luego se añadieron teólogos y médicos, y ahora hay antropólogos, etólogos, sociólogos, sexólogos, psicólogos, psicoterapeutas... Es difícil una visión integral con el saber atomizado y fragmentado. Para entender la psicosis, que afecta a todas las áreas de la persona, hay que evitar centrarse en un solo campo.

A veces, leer sobre las enfermedades mentales -la ansiedad, la psicosis...- nos recuerda el inicio de ese relato de Julio Cortazar: “...descubrió que la virtud era un microbio redondo y lleno de patas” (46).

La psicosis, como ente, no existe. Existe uno que sufre o hace sufrir o no se adapta o molesta… pero no existe la psicosis aguda como no existen los números ni la bondad... La psicosis es un constructo.

Sabemos que una misma causa provoca síntomas muy variados, es decir, las causas conocidas de psicosis pueden dar otros síntomas, y un único síntoma puede provenir de muchas causas, así que la psicosis aguda es un síntoma (como el dolor) que proviene de muchas causas. Y no todas son inicialmente cerebrales (47).

Puede dar la impresión de que cada vez hay más brotes psicóticos que se tratan como si fuesen esquizofrenias. En un periódico, una conocida psiquiatra afirmaba que dos de cada tres ingresos por psicosis son en consumidores de hachís (48). Alguno, quizás alguno, sea una psicosis tóxica y no una enfermedad crónica deteriorante de base genética y tratamiento farmacológico llamada esquizofrenia.

Estudios sobre síntomas psicóticos en la población dan cifras de 11-13%, en una muestra de 1800 personas, que experimentaban alucinaciones (49), y en otro el 6,2% de la población, una vez que se han eliminado los síntomas psicóticos que han sucedido en el curso de una enfermedad física y de consumo de tóxicos (50). Según estos estudios, sólo una de cada diez personas que padecen síntomas psicóticos busca tratamiento.

Otro factor importante en el diagnóstico (que tanto influye en el tratamiento y pronóstico) es la tercera pregunta de las hipocráticas, el "a qué lo atribuye”.

Karl Abraham, en 1907, escribía sobre casos de demencia precoz en los que la enfermedad siguió al trauma y otros en los que una experiencia posterior parecida a la traumática fue el factor que la precipitó (51).

Honig et al (52), en su estudio, encuentran que de las personas con esquizofrenia y trastorno disociativo, el 85% había sufrido de abuso o abandono en la infancia. Encontraron desencadenante externo en el 70% de los casos (suceso traumático o suceso que activó el recuerdo del trauma anterior). Entre el 46 y el 67% de las personas con psicosis agudas tienen TEP (Trastorno de Estrés Postraumático), y el TEP en el DSM-IV tiene como uno de los criterios diagnósticos las alucinaciones (53, 54, 55).

Para el tratamiento integral -con un diagnóstico que siempre es orientativo y revisable- hay que apoyarse en una historia vital.

Sabemos que la medicación en una parte de los pacientes elimina los síntomas, lo que impide las terapias psicológicas que tratan de explorar, confrontar y entender las experiencias psicóticas. A veces, el objetivo de la psicoterapia no es necesariamente eliminar los síntomas, sino cambiar la relación con ellos y desarrollar una compresión de su sentido. De hecho, se ha visto que los que integran la crisis tienen menos tendencia a deprimirse que los que la superan (56).


Bibliografía 



1.    Bercherie, P., Los fundamentos de la clínica. Buenos Aires, Manantial, 1986.

2.    Magnan, V., Leçons cliniques sur les maladies mentales, París, Bataille, 1893.

3.    Kraepelin, E., Tratado de Psiquiatría (8ªed), Edimburgo, Robertson, 1921.

4.    Bleuler, E., Demencia precoz. El grupo de las esquizofrenias, Buenos Aires, Hormé, 1969.

5.    Jaspers, K., Psicopatología General (4ªed), Buenos Aires, Editorial Beta, 1970.

6.    Luque Luque, R., Psicosis agudas: análisis histórico, conceptual y clínico, en Díez Patricio, A.; Luque Luque, R. (eds.), Psicopatología de los síntomas psicóticos, Madrid, AEN/Estudios, 2006.

7.    Ey, H.; Bernard, P.; Brisset, Ch., Tratado de Psiquiatría, Barcelona, Masson, 1998.

8. INSERM, «Classification française des troubles mentaux», Bulletin de l’Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale, 1969, 24, pp. 1-29.

9. Sommer, R., Diagnostik der Geisteskrankheiten, Viena y Leipzig, Urban und Schwarzenberg, 1894.

10.Wimmer, A., Psykogene Sindssygdomsformer, St. Hans Hospital 1816-1916, Copenhague, Jubilee Publication, Gad, 1916, pp. 85-216.

11.Strömgren, E., «The Development of the Concept of Reactive Psychoses», British Journal of Psychiatry, 1989, 154, pp. 47-50.

12.Faergeman, P., Psychogenic Psychoses. A Description and Follow-up of Psychoses Following Psychological Stress, Londres, Butterworths, 1963.

13.Hollender, M. H.; Hirsch, S. J., «Hysterical Psychosis», American Journal of Psychiatry, 1964, 120, pp. 1.066-1.074.

14.Modestin, J.; Sonderegger, P.; Erni, T., «Follow-up Study of Hysterical Psychosis, Reactive/Psychogenic Psychosis, and Schizophrenia», Comprehensive Psychiatry, 2001, 42, pp. 51-56.

15.Langfeldt, G., The Schizophreniform States, Copenhague, Munksgaard, 1939.

16.Kasanin, J., «Acute Schizoaffective Psychosis», American Journal of Psychiatry, 1933, 13, pp. 97-126.

17.Castilla del Pino, C., Introducción a la psiquiatría. 2. Psiquiatría general. Psiquiatría clínica, Madrid, Alianza, 1980.

18.Barcia, D., Psicosis cicloides, Madrid, Triacastela, 1998.

19.Barcia, D., Tratado de Psiquiatría, Madrid, Arán, 2000.

20.Kleist, K., «Über Cycloide, Paranoide und Epileptoide Psychosen und über die Frage der Degenerationpsychosen», Schweizer Archiv für Neurologie und Psychiatrie, 1928, 23, pp. 1-17.

21.Leonhard, K., «Cycloid Psychoses–Endogenous Psychoses Which Are Neither Schizophrenic nor Manic Depressive», Journal of Mental Science, 1961, 107, pp. 632-648.

22.Leonhard, K., Classification of Endogenous Psychoses and Their Differential Etiology, Viena y Nueva York, Beckman, 1999.

23.Perris, C., «Leonhard and the Cycloid Psychoses», en Berrios, G. E.; Porter, R. (eds.), A History of Clinical Psychiatry. The Origin and History of Psychiatric Disorders, Londres, Athlone, 1995.

24.Perris, C.; Brockington, I. F., «Cycloid Psychoses and their Relation to the Major Psychoses», en PERRIS, C.; STRUWE, G.; JANSSON, B. (eds.), Biological Psychiatry, Amsterdam, Elsevier, 1981.

25.OMS, Décima revisión de la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10), Madrid, Meditor, 1992.

26.Asociación Americana de Psiquiatría, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR), Barcelona, Masson, 2002.

27.Hernández González M, Rodríguez Morales, G, García-Valdecasas Campelo, J. “Género y sexualidad: consideraciones contemporáneas a partir de una reflexión en torno a la transexualidad y los estados intersexuales”. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., vol. XXX, (Enero-Marzo), n.o 105, 2010, pp. 75-91.

28.Butler, J. El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad, Paidos ibérica, 2007.

29.Warner, R. “Recovery  from  schizophrenia”. Psychiatry and political economy (3ª ed.), Nueva York, 2004, Bruner-Routledge, pp. 167-168.

30.Warner, R. “Therapy: model, processes and outcomes”. Behaviour Research and Therapy, 2004, 44, 1-25.

31.Moncrieff J. “Questioning the neuroprotective hipótesis: does drug treatment prevent brain damage in early psychosis or schizophrenia?”. Br J Psychiatry 2011; 198:85-87.

32.Ho BC; Andreasen NC; Ziebell S; Pierson R; Magnotta V. “Long-term antipsychotic treatment and brain volumes” Arch Gen Psychiatry. 2011; 68: 128-137. doi:10.1001/archgenpsychiatry.2010.199.

33.Ciompi I, Hofmaum H. “Soteria. Berna: un entorno terapéutico innovador en la esquizofrenia aguda fundamentado en el abordaje afectivo-lógico”. World Psychiatry (Ed. Esp.) 2004; 2; 3: 140-146.

34.Leff J. “Working with the families of schizophrenic patients”. Br J Psychiatry 1994;164 (Sup 123): 71-76.

35.Hayes, S.C., Luoma, J.B., Bond, F.W., Masuda, A. y Lillis, J. Acceptance and commitment, 2006.

36.Chadwick, P. Terapia cognitiva basada en la persona para la psicosis perturbadora. Madrid: Fundación para la investigación y el tratamiento de la esquizofrenia y otras psicosis, 2009.

37.Pérez-Álvarez, M. (2012). Esquizofrenia y cultura moderna: razones de la locura. Psicothema,24, 1-9.

38.Hopper, K, Harrison, G, Janca, A, & Sartorius, N. (2007). Recovery from Schizophrenia: An International Perspective. A Report from the WHO Collaborate Project, The International Study of Schizophrenia.

39.Coid, JW, Kirkbride, JB, Barker, D, Cowden, F, Stamps, R, Yang, M, & Jones, PB (2008). Raised incidence rates of all psychoses among migrant groups: findings from the East London first episode psychosis study. Archives of General Psychiatry, 65(11), 1250-1258.

40.Fearon, P, Kirkbride, JB, Morgan, C, Dazzan, P, Morgan, K, Lloyd, T & Murray, RM (2006). Incidence of schizophrenia and other psychoses in ethnic minority groups: results from the MRC AESOP Study. Psychological medicine, 36(11), 1541-1550.

41.Kirkbride, JB, Fearon, P, Morgan, C, Dazzan, P, Morgan, K, Tarrant, J & Jones, PB (2006). Heterogeneity in incidence rates of schizophrenia and other psychotic syndromes: findings from the 3-center AeSOP study. Archives of general psychiatry, 63(3), 250-258.

42.Maguire, EA, Gadian, DG, Johnsrude, IS, Good, CD, Ashburner, J, Frackowiak, RS & Frith, CD (2000). Navigation-related structural change in the hippocampi of taxi drivers. Proceedings of the National Academy of Sciences, 97(8), 4398-4403.

43.Hegarty JD, Baldessarini RJ, Tohen M, Waternaux C, Oepen G. One hundred years of schizophrenia: a meta-analysis of the outcome literature. Am J Psychiatry. 1994 Oct;151(10):1409-16.

44.González Pardo, H. & Pérez Álvarez, M. (2007) La invención de trastornos mentales: ¿escuchando al fármaco o al paciente? Madrid: Alianza Editorial.

45.May, R (1977). Existencia. Ed. Gredos, Madrid.

46.Cortázar, J. (1962). La cucharada estrecha. Historia de Cronopios y de Famas. En http://www.me.gov.ar/efeme/cortazar/cucharada.html

47.LLOPIS, B. (2003), La psicosis única. Textos escogidos. Madrid, Triacastela.

48. Agencia Efe, (2012) http://www.psiquiatria.com/psicosis/esquizofrenia-24/comorbilidad607/2-de-cada-3-ingresos-psiquiatricos-por-psicosis-son-de-consumidores-de-cannabis/

49.Tien AY. Distributions of hallucinations in the population. Soc Psychiatry Psychiatr Epidemiol. 1991 Dec;26(6):287-92.

50.Van Os J, Hanssen M, Bijl RV, Ravelli A. Strauss (1969) Revisited: a psychosis continuum in the general population? Schizophr Res. 2000 Sep 29;45(1-2):11-20.

51.Abraham, K. ([1907] 1955) On the significance of sexual trauma in childhood for the symptomatology of dementia praecox. In Abraham, K. Abraham, H.Clinical papers and Essasys on Psychoanalysis. New York: Brunner-Mazel.

52.Honig A, Romme MA, Ensink BJ, Escher SD, Pennings MH, deVries MW. Auditory hallucinations: a comparison between patients and nonpatients. J Nerv Ment Dis. 1998 Oct;186(10):646-51.

53.Frame L, Morrison AP. Causes of posttraumatic stress disorder in psychotic patients. Arch Gen Psychiatry. 2001 Mar;58(3):305-6.

54.McGorry PD, Chanen A, McCarthy E, Van Riel R, McKenzie D, Singh BS. Posttraumatic stress disorder following recent-onset psychosis. An unrecognized postpsychotic syndrome. J Nerv Ment Dis. 1991 May;179(5):253-8.

55.Shaw K, McFarlane AC, Bookless C, Air T. The aetiology of postpsychotic posttraumatic stress disorder following a psychotic episode. J Trauma Stress. 2002 Feb;15(1):39-47.

56.Drayton M, Birchwood M, Trower P. Early attachment experience and recovery from psychosis. Br J Clin Psychol. 1998 Sep;37 ( Pt 3):269-84. 












Autismo, Conductismo y Conduautismo (Mariano Almudévar)

$
0
0

Traemos hoy un trabajo de Mariano Almudévar, psiquiatra que ha colaborado con nosotros en varias ocasiones, brindándonos la oportunidad de presentar sus muy interesantes textos. A raíz de una polémica surgida en relación con la petición, por parte de una asociación, de priorizar una determinada línea de tratamiento para personas con autismo, el Dr. Almudévar lleva a cabo una completísima revisión de dicho tema, tan poco conocido en ocasiones por la mayoría de profesionales. Empezamos con una introducción de Iván Ruiz, de la asociación TEAdir de Barcelona, contextualizando la citada polémica. A continuación, el texto íntegro de Mariano Almudévar.




La Asociación Aprenem se constituyó en Cataluña con el legítimo propósito de mejorar la atención de las personas con TEA [Trastorno del Espectro Autista] y de sus familias pero con la peor de las formas: exigir a los políticos la unificación del tratamiento en los Centros de desarrollo y atención precoz (CDIAPs) y Centros de salud infanto-juvenil (CSMIJs) basándose en la supuesta evidencia científica del método ABA [Applied Behaviour Analysis: Análisis de Conducta Aplicado]Situaron como mal de la atención actual de estos servicios a los psicoanalistas que supuestamente trabajan en ellos, simplificando la diversidad de formaciones que existen en los equipos multidisciplinares que trabajan en estos centros y considerando que todo lo que nos es explícitamente conductismo es psicoanálisis.

La red asistencial en la primera infancia y adolescencia para las personas con TEA es una red creada hace más de 30 años que está enraizada al tejido asociativo catalán. De hecho, la mayor parte de estos centros (CDIAPs i CSMIJs) pertenecen a asociaciones de padres y madres y entidades religiosas que conciertan los servicios con la Generalitat de Catalunya.

Otro de los frentes abiertos por esta asociación es la escuela inclusiva. Su gran batalla es lo que entienden por inclusión: que todos los niños, más allá de sus dificultades, estén incluidos en centros ordinarios. Su reclamo, además, es que desde la escuela ordinaria se implementen los métodos ABA para que durante el tiempo escolar los niños no queden librados a lo que consideran una desatención cuando no se trabaja la conducta.

La Asociación Aprenem es una asociación de padres que cuenta, de hecho, con el apoyo de algunos profesionales bien situados en centros hospitalarios de referencia en Catalunya. Es de estos profesionales que Aprenem obtiene los argumentos para el descrédito de lo que ellos llaman los psicoanalistas.

El argumento de la culpabilización de los padres por parte de los psicoanalistas, de su inacción con los niños, de las causas emocionales a las que se refieren para la hipótesis etiológica del psicoanálisis, son acusaciones que no se ajustan de ningún modo al modo como trabajan los profesionales diversos (psicólogos, logopedas, fisioterapeutas, psicomotricistas, etc), que se orientan por el psicoanálisis.

La campaña de Aprenem utiliza el argumento de la mejora de la atención para los autistas para hacer existir un enemigo, los psicoanalistas, que en realidad no existe como tal en los centros públicos que se mencionan. En la red asistencial para la infancia y la adolescencia trabajan profesionales con las titulaciones universitarias correspondientes que se han formado y siguen haciéndolo libremente del modo que consideran más oportuno.

En realidad, en los centros que se mencionan, los equipos que se orientan únicamente por el psicoanálisis son una clara minoría (no llega a un 2%). El resto de centros, o bien trabajan claramente aplicando métodos reeducativos o trabajan desde un eclecticismo que Aprenem quiere hacer pasar por psicoanálisis.

Otra paradoja de esta campaña es que, a pesar de que reconoce que la situación en el resto de España es muy diferente, Autismo España la ha apoyado como si en el resto de comunidades autónomas la presencia del psicoanálisis fuera también la culpable de la mala atención de los niños con autismo.




Autismo, Conductismo y Conduautismo

Reflexiones sobre la petición, emitida en Change.org por la asociación Aprenem, con respecto a la atención al autismo en Cataluña. 



Mariano Almudévar


Soy padre de afectado. Soy psiquiatra, obtuve por medio de años de formación estructurada y exámenes, los títulos de Miembro del Colegio Real de Psiquiatria del Reino Unido y de especialista en Psiquiatría Infanto Adolescente por la Unión Europea, en ese país, R.U., donde trabaje muchos años como “consultant”. No tengo intereses económicos, institucionales o corporativos. Estoy jubilado. Mi propósito es aclarar un número de áreas que parecen confusas pues esta confusión podría causar daños muy severos a afectados y familias, incluida la mía. Soy responsable de este escrito tal y como está en la fecha firmada al final.



El documento/petición, que tiene importantes apoyos corporativos incluido el de la organización profesional AETAPI, tiene dos aspectos, uno es un ataque al psicoanálisis y su papel en el tratamiento del autismo en Cataluña, el otro consiste en una serie de declaraciones sobre prevalencia, etiología, consenso y evidencia que acaban en tres peticiones dos de las cuales la primera y la tercera son, con importantes matizaciones, válidas. La segunda, relativa a la aparente exigencia de imposición en servicios públicos del conductismo y del “análisis de conducta aplicado” (ACA), considero muy cuestionable y potencialmente dañina para nuestros hijos. El escrito se refiere a otros, el Plan de Atención a las Personas con TEA de 2012, y a un informe de la Agencia de Información, Evaluación y Calidad en Salud de 2010 los dos de Cataluña. No tengo fácil acceso a estos documentos que en todo caso podrían tener aspectos políticos locales por lo que no comentaré sobre ellos.

La petición (1a) empieza con la frase “Con evidencia científica” como un estandarte que se alza al frente de padres y profesionales, y un creciente número de tropa (la prevalencia) contra un enemigo con el que se enfrentan, y hasta hay algo de sentimiento de linchamiento. Dudo si la ciencia en lo que concierne al autismo o en general sea así, creo más bien que es mercadotecnia asociada a la “industria del ABA” (1b), traída del otro lado del Atlántico. Examinaremos las bases científicas de las exigencias de Aprenem más adelante, primero debemos abordar los dos temas de etiología y prevalencia. 


Prevalencia:

Inmediatamente después de ese “con evidencia científica”, el documento pasa a una declaración sobre la prevalencia del autismo que más que científica es polémica: hoy se debate sobre una “epidemia” de autismo, ahora llamado TEA, en varios lugares relevantes de la red, existiendo al menos cuatro interpretaciones que puestas esquemáticamente serían: i) la epidemia existe, el autismo es una enfermedad que ha aumentado enormemente debido a factores externos, (2) vacunas, ftalatos, glicofosatos, etc; ii) la epidemia no existe porque el autismo no existe, (3) no es una categoría clínica válida; iii) la epidemia no existe, (4a) deberíamos hablar de neuro-diversidad, las personas neurodivergentes en este caso autistas, siempre han existido, las variaciones se deben principalmente a su percepción; iv) la “epidemia” solo existe en cuanto los criterios diagnósticos se han extendido hasta perder de vista el concepto original de Kanner (5). Todas estas interpretaciones del aumento exponencial de los diagnósticos de autismo, tienen justificaciones meritorias, aunque yo creo que los hechos apoyan más rigurosamente las dos últimas, siendo la tercera muy actual y hasta con polémica mediática y literaria (4b).

Las cifras que se dan en la petición, de la prevalencia de autismo, son las que el Centre for Disease Control de los USA recoge cada dos años del número de diagnosticados de 8 años en varios estados (6a). La prevalencia TEAs del 1/68 que es de 2010, ha aumentado hasta un 1/45 (6b) y se calcula que va a aumentar aún más a medida que los diagnósticos se "refinen" en poblaciones femeninas y minorías hispanas. Esta cifra ha aumentado de manera extraordinaria desde 1/2.500 a comienzo de los años 80, lo que hace de ese aumento un fenómeno difícil de creer.

Las cifras de prevalencia en Europa son algo más bajas pero han crecido también de manera significativa. Creo que las cifras más altas a este lado del Atlantico serían las del South Thames en Inglaterra (6c) de 0, 38% para autismo y de 0,77% para “en riesgo de, o TEA”. Las estadísticas de Educación Especial en el R.U no discriminan y dan cifras de 1X100 de niños en educación especial por TEAs de un tipo u otro. En España un estudio en Zamora dio una prevalencia de 1X700, pero un ajuste de las herramientas diagnosticas subió esta cifra a 1X288 (6d). Como en otras entidades listadas en el DSM, parece haber intereses en que la prevalencia debe ser igual en todo el mundo y a niveles de los USA.

El autismo de Kanner era un trastorno bien definido con ciertas características que hacían de él una discapacidad severa: solo 3 de los 11 inicialmente diagnosticados en 1943 consiguieron empleo como adultos. El pronóstico no ha mejorado desde entonces pues el 95% de niños diagnosticados de autismo en California en las décadas finales del siglo pasado y que ahora son adultos están desempleados (7a) y muchos en residencias asistidas. Habrá que ver qué pasa con los diagnosticados desde entonces.

Al principio de esta “epidemia” de autismo y hasta comienzos de este siglo, el aumento fue debido a “substitución diagnóstica”: un número importante de afectados que habrían tenido otros diagnósticos, principalmente “retraso mental” (7), serían ahora diagnosticados de “autismo” haciendo oficial una observación en centros de atención a tal “retraso mental”, de que hasta una tercera parte de los allí asistidos, tenían características de autismo. Sin embargo lo que ha ocurrido en este siglo parece ser diferente: una ampliación importante de los criterios diagnósticos para incluir a muchos niños con C.I.s normales algunos de los cuales es dudoso que sufran de autismo clásico de Kanner o incluso del síndrome de Asperger. 

La ‘epidemia’ de TEA (o Trastornos del Espectro Autista, en el DSM V) ha ido últimamente de la mano de una disminución del porcentaje de diagnosticados con coeficiente intelectual por debajo de 70, es decir de los etiquetados antes como ‘retrasados’. Se estaría identificando una versión light del autismo, si eso, que expresada en rasgos temperamentales, podría llevar a dificultades en la escuela, el trabajo o en las relaciones, y así a ansiedad, ira y depresión en adolescencia y vida adulta. El concepto de Asperger ha desaparecido del DSM pero sigue en el CIE 10, y estudios actuales de tipo epidemiológico distinguen entre autismo y TEA, concepto más amplio y genérico. La “epidemia” se ha desarrollado a la par que un aumento significativo de servicios ABA y tipo ABA y del uso de medicaciones psicotrópicas hasta que la mayoría de diagnosticados estarían medicados (8) a los 15 años. 

Todo parece indicar que en los USA, el aumento de la prevalencia está creado en buena medida por la oferta: mejores servicios para niños con ese diagnóstico, re-embolsos por diagnóstico o pruebas psicológicas, fomento de la co-morbilidad en perjuicio de los diagnósticos jerárquicos, subvenciones y pensiones y menos estigma o incluso modas. Téngase también en cuenta que el DSM 5, instrumento diagnóstico americano de creciente uso en el mundo, ha sido rechazado como instrumento de investigación por el NIMH (9), pero sigue siendo una herramienta de facturación y prescripción.

Al mismo tiempo y con más o menos acierto, un número de personajes históricos, desde Einstein a Hitler han sido “diagnosticados” de TEA (10) y algún que otro famoso como el actor de comedia Seinfeld ha “salido del armario” (11) y se ha declarado autista, o casi. El autismo está de moda o al menos el diagnosticarlo en los famosos. A lo más estaríamos hablando de fenotipos, (12) sin discapacidad, pero aun aceptando la existencia de esos fenotipos en ciertas profesiones, como ingenieros o matemáticos, o en algunos familiares de afectados, es dudoso que esta promiscuidad diagnóstica sea útil para los seriamente afectados y sus familias.

En cuanto a diagnósticos tempranos, antes de los 3 años, las herramientas diagnósticas tienen problemas (13). Parece ser que la mayor sensibilidad reduce la especificidad y al revés: diagnósticos a esas edades tendrán altos porcentajes de falsos positivos o/y falsos negativos. De los correctamente diagnosticados, algunos, llamados “bloomers”, caracterizados mayormente por ser de clase social más alta, mejorarán mucho en esos años tempranos, pero la mayoría mejorarán poco o nada. (14). Un diagnóstico tan potencialmente devastador y por otra parte tan incierto y con impredecible pronóstico a esa edad, es algo que debería frenar a los campeones de cribado ultra temprano. 

Hay mucha incertidumbre debida en buena parte a la falta de delimitación de conceptos nosológicos, heterogeneidad de herramientas de evaluación y pobre identificación de variables involucradas en el pronóstico. Podríamos decir sin embargo que a partir de los cinco años la continuidad diagnóstica y del grado de discapacidad del autismo de Kanner es robusta, pero no así de los asperger; de estos bastantes mejorarán hasta ser autónomos y alguno de ellos abandonará el diagnóstico antes de los veinte años. Sin embargo, los límites entre el asperger y la normalidad por una parte y el asperger y el autismo de alto funcionamiento por otra, son inciertos. El pronóstico a partir de los seis años podría depender más de la clase social y C.I. (coeficiente intelectual), que del diagnóstico o síntomas. Son por otra parte el C.I. y el lenguaje los que mejoran a veces hasta la adolescencia. 


Reflexiones:

1- En términos asistenciales es importante que se actúe sobre las cifras reales en el área donde se administran recursos y no apalancadas por intereses corporativos dispersos y lejanos. Esas cifras surgen de la clínica pues no hay ningún marcador biológico que defina el autismo.

2- La valoración de minusvalía independiente del diagnóstico de autismo, que creo que se hace en varias autonomías españolas, es esencial para definir prioridades tanto asistenciales como las relativas a la Ley de Dependencia. Esta valoración básica inicial, debería realizarse por equipos multidisciplinarios de Servicios Sociales.

3- Esto no quita para que existan valoraciones educativas o médicas que estuvieran articuladas con esta. La valoración médica sería recomendable que se hiciera con respecto al sistema clasificatorio usado por la sanidad autonómica y esta es en la mayoría de los casos el CIE 10 que aun se usa en muchas partes de Europa y es más riguroso y menos sujeto a presiones de la oferta que el DSM. 


Etiología del Autismo. 

El escrito de Aprenem es crítico del psicoanálisis por creer que el autismo tiene un origen psicosocial. Esta es una historia que uno ha leído muchas veces y que supuestamente empezaría con el mismo Kanner. También he leído de algún psicoanalista que ha hecho afirmaciones poco afortunadas en este respecto; deberían ser más cuidadosos pues la historia lleva la polémica personalidad de Bruno Bettelheim, y su “madre nevera”, ligada a sus primeros capítulos. Pero en mi experiencia cuando he sido culpado o he visto culpar a padres, esto NO ha sido por psicoanalistas.

De hecho ya Kanner indicó que el autismo era una condición congénita, y desde entonces la evidencia ha respaldado su intuición. En las últimas dos décadas del siglo pasado, Bailey, y cols. juzgaron (15a) en estudios de gemelos idénticos y fraternos, que el autismo era casi exclusivamente de origen multi-genético. Estudios más recientes han confirmado la tesis de esos investigadores de gemelos, pero las cifras bailan mucho en los varios estudios (15b). Simplificando un tema extraordinariamente complicado, y redondeando cifras de varios estudios, la concordancia sería de alrededor del 75% para los gemelos idénticos, y mucho más alta de lo esperado, 30%, para los fraternos (16). Siendo la concordancia en hermanos del 5%, factores compartidos en el embarazo, (17) incluido el hecho de la gemelaridad misma (HR >7), serían importantes en hasta un 25%. Esto quiere decir que los casos con causas puramente genéticas serían alrededor del 50%, lo que dejaría otro 25% de esos autismos idiopáticos en los que ni factores genéticos ni factores del embarazo serían determinantes y habría que pensar en factores peri o postnatales. 

Entendemos que estos hallazgos se refieren a autismos “idiopáticos”, es decir excluyen aquellos casos de autismo que son la manifestación de trastornos evidentes, fenilcetonuria, esclerosis tuberosa (HR>70), neurofibromatosis, parálisis cerebral (HR>6), gran prematuridad (HR>60), y otras condiciones en las que la prevalencia de deficiencias con claro perfil autista es muchísimo mayor que en normales. A estos tipos de autismo se les designa como “sindrómicos”.

La Hazard Ratio, (HR) es el factor multiplicador por el que se relaciona la prevalencia en una población definida por una variable, con la prevalencia en poblaciones sin esa variable: así si la prevalencia de autismo en el frágil X es de 46 % en hombres y de 16% en mujeres, podemos relacionar esto con la prevalencia de autismo en la población general que estimada al 1x288, (cifras de Zamora) y disociada en 1X118 para hombres y 1X470 para mujeres nos daría HRs respectivamente de >55 y > 75, es decir al menos 55 hombres de cada 118 y 75 mujeres de cada 470 en poblaciones con frágil X mostrarían cuadros de autismo. Esto es interesante para apreciar la carga etiológica de tales variables, pero no hay que confundir con porcentajes y menos con cifras totales. Por otra parte, hay un aumento del hazard ratio, de ciertas drogas como la cocaína, el valproato (18), la talidomida y los antidepresivos tipo ISRS, (HR>1,8) (19) usados durante el embarazo y es probable que con el tiempo se encuentren más correlatos de este tipo, en los que hay HRs significativamente altas pero no sé si lo suficiente para sacar estos casos de lo “idiopático”.

Tales ratios variarán también dependiendo de otros factores internos a la categoría; así en la parálisis cerebral el autismo ocurre principalmente en casos sin espasticidad. La principal variable en este sentido es el hecho de la mucha mayor prevalencia del autismo en hombres que en mujeres lo que hace que muchas de las cifras antes dadas deban ajustarse. Hay también que considerar las posibles manifestaciones en mujeres de fenotipos diferentes al autismo.

Hay trastornos como la epilepsia con una fuerte asociación con el autismo. La frecuencia en éste de la hiposexualidad, homosexualidad y en el asperger la disforia de género son también llamativas. Es probable que el primer trastorno sea debido a las mismas causas que el autismo mientras que las segundas categorías sean debidas a los efectos del autismo sobre el desarrollo sexual, pero estos temas se complican aún más por cuestiones de criterios diagnósticos y iatrogenia particularmente de los antipsicóticos.


Con todo esto ha habido y hay un enorme problema que ha hecho que cientos, quizá miles de millones gastados en investigación de causas, no hayan tenido efecto beneficioso alguno para prevenir o mejorar el pronóstico del autismo de Kanner. Las investigaciones han ido por el camino de buscar una mutación o un pequeño número de genes o mecanismos genéticos, o una vía molecular común o un defecto en la arquitectura celular que llevaran a un tratamiento con una droga o incluso quirúrgico. El fracaso ha sido verdaderamente espectacular. Cientos de genes alterados, varios mecanismos y anormalidades en citoarquitectura, han sido imputados como causantes del autismo, genes que además no son específicos sino que estarían presentes ocasionalmente en otros trastornos (20). 

El descubrimiento de las múltiples mutaciones y combinaciones involucradas en gran parte de autismos idiopáticos, llevará años en desbrozarse y entenderse, sin que esto quiera decir que se llegue a una solución molecular del problema a nivel de tratamiento, pues el autismo es una discapacidad, como la ceguera o la parálisis en la que el daño está ya hecho. Entre tanto se está ignorando lo que nos pueden decir los autismos sindrómicos, o hechos curiosos como el exceso de casos de autismo en hijos de mujeres nacidas en el extranjero (21) o en hijos de mujeres que sufrieron abusos severos de niñas (22). La posibilidad de “memorias” inmunológicas u hormonales debería examinarse.

La investigación está también ignorando relativamente, algo que se ha observado desde los años cincuenta (23) hasta nuestros días: la muy significativa asociación entre la ceguera y el autismo. (24) El hecho de que en las cegueras producidas por la rubeola o la retinopatía de prematuridad, el autismo sea más frecuente que en otros tipos, indica que los dos trastornos tienen una causa común. Pero hay casos de cegueras congénitas que exhiben formas de autismo transitorias y la sordera congénita no está tan fuertemente asociada con el autismo. No sabemos qué es lo que nos dice esto pero creo que nos dice algo importante. Como no sabemos el significado de la defensa táctil, tan frecuente en el autismo.

Creo que el estudiar las causas del autismo, como si tales causas llevaran consigo las razones moleculares que causan los síntomas, es un error. Quizá todos nacemos autistas pero articulamos nuestra atención progresivamente en estímulos guía: la voz humana, el movimiento de las manos, los ojos de la madre, su relación con otros, el lenguaje… Todo esto se entreteje, representa, y sintetiza de forma activa, dando lugar a lo que Utta Frith describió como “coherencia central” cuyas deficiencias afectarían entre otras cosas, el ejercicio de la reciprocidad. Desde el punto de vista de anatomía funcional, quizás las ideas más importantes giran alrededor de la noción de microcircuitos, que por cualquier causa o en diferentes localizaciones, permanecen relativamente hiperexcitables y aislados, sin suficientes “conexiones largas” y, a nivel de la experiencia, hacen vivir el mundo como una serie de traumas ante los que necesitan defenderse.(25a), poniendo barreras detrás de las cuales deberán expresar sus necesidades.

Algunos fallan en conectarse ya al principio aunque luego se recuperan, otros empiezan bien pero caen luego en picado, antes de los tres años, “autismo de regresión”. Lo específico del autismo pues no estaría en sus causas que son muy diversas, sino en el bloqueo del acceso a matrices perceptivas organizadoras, con consecuencias tanto inmediatas como a largo plazo. Un ejemplo fácil de entender ya en adultos: la depresión de los asperger, no tendría que ver con un defecto congénito de la serotonina, si no que sería una consecuencia de estas deficiencias de articulación en lo social. Investigar concienzudamente estos puntos de articulación, podría ser beneficioso para la habilitación de los afectados. La etología y la psicología gestalt, el psicoanálisis, Piaget, la neuropsicología etc nos podrían dar indicios de búsquedas. Y observando que bien se lo pasan algunos como estos dos hermanitos eludiendo tanto autismos primarios como traumas (25b) bajo la mirada de la madre (¿) y con la ayuda de un calcetín mal puesto.


Reflexiones: 

1-La mayoría de los diagnósticos de autismo tienen factores orgánicos en su causación, siendo estos de origen genético, factores del embarazo o perinatales, y expresiones sindrómicas de alteraciones y condiciones varias.

2-Sin embargo la búsqueda de una causa que pudiera llevar a una solución médica ha sido hoy por hoy completamente inútil. Si y cuando tales causas se encuentren es improbable que puedan curar muchos casos ya declarados, pues el autismo es una discapacidad o una condición, no una enfermedad activa.

3-El estudio de los puntos de articulación de las deficiencias de los sistemas de atención, percepción y representación, con entornos, podría mejorar el abordaje del autismo y esto estaría en línea con la declaración de la Convención de Derechos de Personas con Discapacidad cuando define a la discapacidad como ‘…la interacción de las deficiencias del afectado con entornos inadecuados por “normales”…’, y serviría de base para intervenciones y programas basados en la habilitación.


Consenso y Evidencia científica.

Estos dos conceptos tienen una relación más compleja de lo que uno puede presumir leyendo la petición de Aprenem. Como comentario general de lectura, creo necesario señalar que palabras como “might” “could” “seems” y otras, no tienen el autoritativo tono que la petición de Aprenem podría haberles dado.

El consenso tiene una relación muy desigual con la ciencia y la justicia y si fuera por la autoridad de tal “consenso” estaríamos aún creyendo que el Sol da vueltas a la Tierra y la esclavitud sería normal (26). Con respecto a prácticas médicas tiene valor en cuanto en ausencia de evidencia clara puede señalar el mejor camino a tomar en términos de riesgo/beneficio como consideración central, pero esto en la práctica no siempre ocurre e intereses establecidos interfieren con tal consideración. Hay que decir además que un consenso internacional no existe en lo que se refiere al autismo como el escrito deAprenem presume.

En términos de valoraciones científicas el consenso ayuda a establecer la distancia entre los palos de la portería, o donde poner la diana. Muchas veces debido a intereses ajenos incluso corruptos, los palos de la portería se ensanchan de manera ilimitada o la diana es la de los saloons de Dallas que se pintaba donde había más disparos para impresionar a los turistas. Eso es lo que me temo pasa con demasiada frecuencia en temas de salud mental y ciencias de conducta. Por ejemplo el tratamiento a largo plazo de la esquizofrenia con anti-psicóticos, se está viendo hoy día que a pesar del consenso bien establecido, tiene escasa evidencia científica, y las consecuencias de esto podrían haber sido considerables.

Cuando la música es de siglas y de conceptos poco estables, las cifras bailan al ritmo que se quiera. La ciencia dice cosas con autoridad relativa: puede decir que el tratamiento con métodos farmacológicos o conductistas, puede ayudar o puede hacer daño, y puede decir que la evidencia de que las causas del autismo son orgánicas y no psicosociales es robusta. La certeza con la que afirmamos lo segundo, no cambia en absoluto la incertidumbre de lo primero y esto es algo que en la práctica algunas de las familias de afectados y desde círculos reduccionistas (organicistas o conductistas) no se aprecia lo suficiente.


Los métodos conductistas. Aspectos generales.

La expansión de las teorías de “operant conditioning” o aprendizaje instrumental descritas por Skinner en 1939, ha sido continua particularmente en los USA en las últimas décadas. En algunos casos abordajes que en apariencia están algo alejados del conductismo, toman apellidos de ese tipo y por otra parte abordajes eclécticos o incluso psico-dinámicos usan intuitivamente técnicas como “shaping. Hablar de conductismo es como hablar de métodos de apoyo, esto puede significar muchas cosas. 

Para resumir poniéndolo simple, se trataría de cambiar las conductas indeseables por medio de manipulaciones de recompensas y castigos. Los métodos son alabados y criticados, las dos cosas, precisamente por esta simplicidad. Es debatible si lo que nuestras abuelas hacían cuando nos ponían azúcar en el pan con aceite si nos portábamos bien, era “terapia conductista”.

Relativos al autismo y la discapacidad intelectual tres formas de abordaje conductista podrían ser relevantes. El ABA Applied Behavioural Analysis o ACA o Analisis de Conducta Aplicado, tiene varias formas y nombres. Llamaremos ABA/ACA a los métodos relacionados con Lovaas (1987) y el UCLA de California (27) para el tratamiento temprano e intensivo del autismo y que a veces reciben el nombre de Early Intensive Behavioural Intervention o EIBI, IBI, ABI, IABA etc. Tienen como aspecto definitorio los DTTs (discreet trainig trials) y lo que a veces se ha llamado “inmersión” es decir sesiones 1.1 con “instructores” de 30 a 40 horas a la semana así como adaptación del hogar, a las recomendaciones del instructor. Puede hacerse en el hogar o guardería y los padres pueden ser instructores o no. A veces se dice que está “manualizado” y su duración es de dos o tres años. Cuando nos refiramos a métodos conductistas que no abordan conductas concretas, y con ciertas características del ABA, los deberíamos llamar "tipo ABA". 


El uso del término ABA para terapias en otras edades en el autismo, involucrando a padres y escuelas, su uso (28) en salud mental adulta, en educación general, en negocios, y en la “política de la felicidad”, está extendido, aunque otro término que veremos abajo, CBT o TCC también se usa (29). En cuanto al autismo hay cierto carácter mesiánico en ese estudio de Lovaas de 1987 y/o las reacciones derivadas de él. A través de pleitos, lobies, y campañas para su implementación, en los USA, es en la actualidad aceptado dentro de la norma IDEA como gratis si los padres lo solicitan. 

Yo creo que debemos enfocar los estudios citados en la petición de Aprenem en los métodos desarrollados por Lovaas y sus seguidores, que son métodos intensivos mayormente usados en edades pre-escolares. La justificación está en que aunque el autismo es un trastorno neurológico su evolución puede controlarse por medio de la modificación de conducta, habiendo en el inicial estudio de Lovaas muchas curas (9 de 19). Estas curas se mantuvieron 5 años más tarde aunque el seguimiento hasta la edad adulta de todos los grupos no se ha publicado. 

En los afectados de autismo, la generalización en entornos y mantenimiento en el tiempo de los cambios son consideradas más problemáticas como también a veces lo son las recompensas y castigos a usar. Por otra parte la plasticidad cerebral muy alta en los primeros años haría más posible los cambios en el cableado neuronal. El ABA a medida que avanza la edad estaría menos justificado y se percibiría como un método de control, ego-distónico y entraría fácilmente en conflicto con la Convención y con la interpretación del autismo dada por el movimiento de la neurodiversidad. Es de notar que una afectada, Michelle Dawson, que en su blog habla de la “industria del ABA”, ha sido testigo a favor del Gobierno de British Columbia en su rechazo de la implementación del ABA, y que ese movimiento ha boicoteado, Autism Speaks, organización de orientación “pro-cura” que favorece tratamientos como el ABA. 

Los casos que se supone se beneficiarían de esos programas serían una importante minoría, pero minoría. ¿Qué ocurre con ellos? ¿duran sus efectos a largo plazo? ¿y en mayores? Y ¿qué tipo de seguimiento tienen aquellos en los que no es efectivo?,¿como cuadran con la “planificación centrada en la persona”? El escrito/petición de Aprenem podría implicar que los métodos exigidos o al menos la filosofía del ABA serían mandatorios y para siempre, mientras que la inclusión depende más de la adaptación de entornos y aportación de apoyos que de métodos que curen, o normalicen la discapacidad. Mi experiencia de métodos (forzados, sin dialogo) de ese tipo me dice que necesitan formación y recursos considerables, que sobrecargan a los padres y particularmente cuando la cosa no marcha, acaban culpándoles y vulnerando los derechos fundamentales de los afectados, desembocando en exclusión y/o medicalización.

El CBT (Cognitive Behaviour Therapy) o TCC (terapia cognitivo conductual) es una terapia con una conexión complicada con el “aprendizaje instrumental” Quizá se vea mejor como una forma de auto adoctrinamiento guiado en el que se identifican pensamientos y afectos a cambiar y su relación con estímulos y consecuencias externas . El uso en psiquiatría general, en la ansiedad y depresión, está muy generalizado, aunque recientes estudios señalan que su eficacia está siendo menor de lo que fue (30a) y que las psicoterapias de orientación psicoanalítica podrían tener mejores resultados a largo plazo (30b) en depresiones severas. 

Debido a la necesidad de lenguaje, colaboración y motivación, es difícil ver como se puede usar con los TEAs. Se usa alguna vez con adolescentes y jóvenes con C.I. s de más de 70, con problemas de ansiedad y depresión (30c) y alguna vez en niños más pequeños con ayudas visuales, cuentos y role play y videos. 

Las intervenciones puntuales de tipo conductista pueden ser recomendadas dentro de programas diversos en escuela, talleres o casa. Como se ha dichos antes serían más difíciles de aplicar que en personas no autistas. Particularmente importantes son las “intervenciones comunicativas en conductas problemáticas” I.C.s.

Las llamadas “challenging behaviours” (conductas desafiantes) traducidas mejor al español como conductas excluyentes o problemáticas, (en los pequeños se habla de “irritabilidad autista”) son muy frecuentes en el autismo, habiendo una amplia literatura sobre el tema. (31a, 31b) Quizá sean el problema mayor en afectados a partir de la adolescencia. Las intervenciones comunicativas (31 c) tratarían de identificar los estímulos y consecuencias de esas conductas pero entendiéndolas como comunicaciones y/o teniendo una función. Este “análisis funcional” debería darse dentro de una relación positiva y de una situación asegurada, en el lugar en que se practican; no en hospitales o centros temporales sino en lugares de trabajo o residencia. Aunque su práctica es algo farragosa, no dan la impresión mecánica o simplista que podría dar el ABA y yo pienso que bien practicadas no interfieren con derechos fundamentales. 


Reflexiones

1- Los métodos ABA plantean problemas tanto prácticos como éticos. Su relación con la Convención es muy incómoda, particularmente a medida que los afectados se hacen mayores. Su “manualización” no casa bien con los valores de “personalización” de planes o programas para discapacitados.

2- Otros métodos conductistas pueden tener relevancia en el autismo. El TCC requiere cierto nivel de lenguaje y capacidad legal de obrar, sus usos serían muy limitados. Las I.C.s tienen como norma el ver la conducta del discapacitado como una comunicación y por lo tanto respetan su subjetividad. Debería considerarse como un instrumento posiblemente útil para el abordaje de ciertas conductas problemáticas dentro de programas de inclusión y habilitación amplios en afectados severos.

3- Son este tipo de abordajes, inclusión y habilitación, y no terapia o normalización, los que deben constituir desde el principio la columna vertebral de la asistencia al autismo, asistencia que debe preveerse será de cuna a tumba y por lo tanto debería ser coordinada por los Servicios Sociales, con una figura tipo “trabajador clave”. Sin embargo dada la plasticidad cerebral particularmente en los años tempranos, terapias concretas deberían considerarse, si tales programas son articulados dentro filosofías de habilitación, inclusión y acompañamiento y buenas prácticas de seguimiento. 


ABA y Evidencia Científica.

Habida cuenta lo dicho anteriormente, ¿hasta qué punto la supuesta evidencia científica del ABA es real? Aunque su exigencia parece ser mucho más amplia, las referencias que usa Aprenem se refieren al consenso y la evidencia científica del ABA o ACA, en cuanto a método especifico de atención a niños pequeños hasta 6/8 años. Es esto lo que nos va a interesar ahora. Si los resultados de las terapias fueran claramente positivos los problemas éticos o prácticos serían menos importantes, pero ¿podemos valorar los resultados como claramente positivos?

Las valoraciones con múltiples pruebas escalas y cuestionarios y los análisis estadísticos son una aparato de gran complejidad que contrasta con la simplicidad de la teoría base. Confieso mis limitaciones en ese campo, he sido clínico y soy padre. Y el asunto no es ni mucho menos tan simple como medir la glucosa en sangre.

Hay también que tener en cuenta que esos estudios son en lugares con alto apoyo académico, considerables recursos y los programas desarrollados para los estudios mismos. Es dudoso que se puedan extrapolar los resultados a otros sitios con condiciones muy diferentes. En todo caso se supone que estos estudios informan guías y recomendaciones como las mencionadas por Aprenem, aunque evidentemente en esas guías hay otras muchas consideraciones tan importantes o más. 

Los artículos que usa Aprenem, para reivindicar un consenso internacional y evidencia científica a favor del ABA son cinco:


1- Prevalence and Characterístics of autism spectrum disorder... Este reciente estudio (32 ) es parte de un proyecto más amplio en California. La prevalencia del autismo se confirma a los altos niveles del Centre for Disease Control o CDC, americano y se postula de manera poco convincente que los diagnósticos deben ser algo más tempranos. Todo esto puede estar en disputa: las cifras europeas más altas son de 1X260 en el sudeste de Inglaterra y en España creo que hay un estudio en Zamora que es del 1x350. En todo caso no veo la relación con las declaraciones de Aprenem.

El estudio puede verse como parte de la actividad corporativa a favor del diagnóstico ultra temprano. Más allá de este artículo, se diferencia entre “vigilancia” (surveillance) y “cribado” (screening). Mientras que el ejercicio de la primera, es decir el seguimiento activo pero genérico antes de los 30 meses, de signos de riesgo de autismo y otros problemas del desarrollo se acepta, el segundo, es decir los programas de identificación específica del autismo antes de esa edad no se acepta. Las presiones de la American Academy of Pediatrics para cribados mandatorios a los 18 y 24 meses han sido rechazadas por el USPTF, agencia preventiva sanitaria americana

2- Best Practices for Designing and Delivering Services…. (33) Este es un estudio californiano que se auto-califica de “recomendaciones”… ignoro el impacto que ha tenido, se escribió en 1997. Hay cosas buenas y otras no tanto. Está escrito por una docena de expertos con la ayuda de otra cincuentena de ellos. Posiblemente algunos han hecho poco más que poner sus nombres. Hay dos páginas referidas al ABA de tipo descriptivo (47 y 59). El sesgo es de tipo conductista pero el ABA no es aun el método dominante. Hay descripciones de otros métodos, muchos ejemplos de la problemática que muchos padres tienen para colocar a sus hijos y referencias a una figura legal que media en las soluciones de conflictos con la administración educativa. Así mismo hay descripciones de acuerdos entre agencias y un interesante capítulo sobre entornos. Llama la atención el número de pruebas, escalas y cuestionarios en uso, unas 50 en unas 20 páginas. No es extraño que en revisiones posteriores uno de los problemas metodológicos que se citan es la diversidad de pruebas que hacen las comparaciones muy difíciles. No hay nada en él a favor o en contra de las declaraciones de Aprenem.

3- SIGN… Esta es una guía (34) preparada por una comisión en el sistema de salud escocés y con miras de actuación en tal sistema. Si hay que tener una guía esta me parece un modelo bastante bueno, aborda los principales temas de manera accesible, tiene definiciones rigurosas y se nota que en la comisión hay participación de practicantes. Deja las listas y temas burocráticos para anexos finales. Hay algún contenido que me parece equivocado: las referencias a las co-morbilidad están desligadas de la cuestión de diagnóstico diferencial y no son críticas; las referencias a los padres, son en términos de información o participación en programas, con insuficiente atención a sus propias necesidades consecuencia del impacto del cuidado. El tema de la medicación sufre de la fecha del documento y hoy mostraría más prudencia. A pesar de esto y si se tiene en cuenta que el sistema sanitario es uno solo de tres sistemas involucrados, y en buena parte del recorrido el menos importante, la guía podría ser muy útil. 

En cuanto a las referencias al ABA y TCC, estas no son positivas, (pp 17 y 18). En resumen no hay apoyo alguno para la financiación pública de terapias tipo ABA/ACA en niños diagnosticados de autismo. Hay apoyo para el uso de intervenciones de tipo conductista para abordar conductas concretas en el contexto de programas amplios. No hay ningún compromiso hacia ningún modelo de desarrollo de servicios (p 27), excepto que recomienda de manera muy explícita la cooperación a largo plazo entre agencias.

4- New Zealand Guidelines for ASD... Esta es una guía (35) más larga y mucho más complicada, con énfasis en educación y sanidad y con lenguaje poco acogedor, más afín al mundo de los mercados que a servicios para familias alteradas y confusas por un diagnóstico tan comprometedor. Supongo que es una guía para administradores y directivos. Así. “… multifaceted interventions of packages of evidence based treatments” suena como un pesado slogan generado por repeticiones a través de océanos y continentes. Los títulos de color y en página, a veces del tipo neuro-diversidad contradicen los contenidos. La financiación o responsabilidades no están claras y hay demasiadas listas mezcladas con el texto. 

Quizás el problema es que es de difícil lectura y yo confieso me he saltado unos cuantos trozos. Pero a pesar del claro sesgo conductista y organicista yo no leo ninguna recomendación clara. Así en 3.1.b hay una discusión sobre el uso de DTTs en la escuela que se critican por varias razones, y posteriormente hay comentarios sobre ABA y TCC en 4.3.a y 4.3.b más positivos pero que en manera alguna justificarían las interpretaciones de “consenso internacional” o “evidencia científica” que inspiran el escrito de Aprenem

5- Evidence Based Update for ASD… Este es el trabajo que se supone iba a dar el martillazo final a lo de la “evidencia científica” Esta publicado de T.Smith y S.Iadarola, en una revista, creo, secundaria, en 2015. No consigo acceder a su lectura directamente y aunque no soy muy bueno en esta tecnología yo esperaría que dada la supuesta importancia del ítem, su acceso se haría fácil. Isabel Parra Uribe traduce parcialmente un resumen en su informe para Aprenem. (36).

Ni la lectura del informe/resumen, ni sus conclusiones, sean de la revisión de 2015, de Smith y Iodarola o de la misma Parra Uribe, pues después de todo, subrayamos, es un resumen suyo, apoyan en absoluto la petición de Aprenem. Términos como “hallazgos preliminares que causan inquietud por sus problemas metodológicos” parecen referirse a métodos de intervención en la revisión de 2008 de Rogers y Vimura. ¿Es el juicio de una mejoría en la metodología después de esa revisión, de Parra Uribe o de la revisión original de Smith y col.? 

Además del ABA otros métodos conductistas, interactivos, o cognitivos (no TCC, cuidado) son objetos de hasta 50 estudios, DSP, RIT, SAAC, PECS, Floortime, PRT, Hanen etc. Solos o en combinación con ABA. El resumen de la revisión en el informe, acaba en una conclusión, muy poco concluyente en los términos de la petición de Aprenem, una ilegible sopa de letras cuyo estudio detallado llevaría tiempo y acceso a esos estudios citados, lo que el informe/resumen tampoco hace fácil. En todo caso, ni “bien establecido”, ni “prometedor” “ni “posiblemente”, son pruebas científicas de eficacia. De hecho “establecido” es established en inglés, la raíz de “the establishment” que algunos traducen al español como “la casta”. El más positivo de los estudios parece ser el de Lawton and Kasari, un estudio no ABA sobre el uso de atención conjunta de seis semanas en la escuela. (37).


Para compensar he mirado a un par de importantes meta-analisis publicados desde la fecha de las guías, sobre el tema concreto del ABA, y con substantivas bibliografías. He elegido una con análisis negativo del ABA y otra con análisis positivo. Las dos revisiones son de acceso directo en internet. Reitero que las referencias al ABA son a métodos basados en Lovaas y mayormente ligados al UCLA y para niños menores de seis años. Por lo que he leído, la existencia de “estudios sistemáticos” en gran cantidad, es lo que hace al ABA único entre los métodos de intervención en el autismo.


1- Efficacy of applied behavioural intervention preschool children with autism for improving cognitive, language and adaptative behaviour: a systematic Review and Meta-analysis. Michele Spreckley et al. Journal of Pediatrics 2010.

Esta es una revisión y meta-analisis (38) realizada con apoyo institucional importante lo que incluye dos universidades australianas y que recaba estudios de principales bases de datos a nivel mundial: Cochrane, Embase, Medline etc. La revisión solo consigue obtener cuatro estudios aleatorizados o cuasi-aleatorizados (¿) desde 64 estudios seleccionados inicialmente por los contenidos de sus sumarios. Los resultados del análisis fueron que ABA (en esta revisión llamado ABI) no produjo resultados significativos en áreas cognitivas, adaptativas o de lenguaje. 

La revisión señala deficiencias metodológicas o de diseño en los estudios como indefinición de dos de los métodos usados en los controles, en otros dos controles era también el ABI a menores dosis, 80% y 16%; insuficientes datos sobre retención de participantes; faltas de información de criterios de inclusión etc. La revisión aconseja un estudio aleatorizado, multicentros y señala las dificultades de evaluación debido al fenómeno de mejoría natural sin intervención a esas edades.


2- Systematic review of Early Intensive Behavioural Interventions for children with autism. Patricia Howlin et al. American Association of Developmental Disabilities. 2009.

Esta es una revision (39) del Institute of Psychiatry de Londres usando una mayor amplitud de términos y similares bases de datos que consigue seleccionar 11 estudios de entre 641, solo uno de ellos estaba plenamente aleatorizado. Incluye el estudio de Lovaas, el más positivo de todos ellos, que parece no estar aleatorizado, como tampoco parece estar el segundo con mejores resultados (40). Creo que tres de los estudios están incluidos en la revisión australiana. La revisión obtiene evidencia de que el EIBI (Early Intensive Behavioura Intervention, así se llama aquí) es efectivo particularmente mejorando el coeficiente intelectual, pero esta eficacia se limitaba a algunos niños siendo inefectivo para otros.

Sin embargo estos resultados deben ser matizados por los datos revisados y tablas, y finalmente la discusión del estudio. La posibilidad de pre-selección sesgada está en el hecho de que algunos de los participantes habían recibido terapia anteriormente incluido EIBI, con lo que es posible que se seleccionaran los que responderían positivamente. Los métodos usados en los controles no están bien definidos, se les llama eclécticos, standard, de dirección parental, pero no parece que sean específicos para el autismo; esto es importante porque aunque un método específico pueda no tener efecto en sí, aquellos que lo practican van a saber más de autismo y estar mejor supervisados. Las horas de terapia, son mayores significativamente en los grupos experimentales que en los controles, 30 horas versus 19 horas a la semana de media, lo que apunta a “efectos de dosis” en los primeros. 

El tiempo hasta la evaluación desde la baseline (valoración inicial) era también significativamente más corto en los controles, cinco meses, que a esas edades es un tiempo importante. Los efectos positivos fueron en 9 de los 11 estudios, pero en algunos la diferencia fue espectacular, ciertamente en el de Lovaas, y en otros más limitada. No está clara la relación entre estas diferencias y otras variables. Dentro del grupo las diferencias también fueron considerables, con algunos pocos niños teniendo ganancias enormes y otros pocas o ninguna, siendo difícil encontrar factores que pudieran predecir los resultados excepto el coeficiente intelectual inicial. Se menciona la posibilidad de sesgo de publicaciones. No hay resultados de seguimiento a largo plazo.

Los autores apuntan a numerosos defectos de metodología: “…los estudios mejores diseñados no tenían los estándares rigurosos para metodología de la intervención” y hablan de “los desacuerdos y controversias surgidas entre los investigadores” lo que hacen responsable de “…confusión y estrés en las familias” que en algunos lugares tendrían que aportar fondos, para un método que además añadiría a sus cargas pues en buena medida ellos serían los operativos. Señalan la existencia además de un número de estudios aleatorizados que muestran resultados de otros métodos no tan intensivos basados en la comunicación y la interacción social y sugieren estudios de “equivalencia”. 


Comentario general: 

Hay poco que añadir al primer estudio que como el segundo está accesible en internet. En cuanto a este segundo, es difícil entender porqué los autores no apuntan de manera clara en el sumario a que los efectos positivos en esos 9 de 11 estudios pudieran ser debidos a “efectos de dosis”, sesgos en pre-selección y mejores conocimientos y supervisión en el grupo experimental. No se comparan grupos equivalentes. Igualmente el hecho de que los efectos positivos, pudieran ser debidos a que el tiempo desde la baseline hasta la valoración fuera más corto en los controles lo que podría indicar la presencia de mayor número de “bloomers” en el grupo experimental.

Esto es importante por qué la fuerza y autoridad del método surge del estudio publicado por Lovaas en 1987, en el que 9 de 19 niños del grupo experimental y solo uno de los controles, mejoraron hasta ser considerados normales. Ha habido importantes dudas acerca de ese estudio, la principal es que, sugerido por el mismo Lovaas, la técnica que fue específica en el grupo experimental y a la que él atribuía mayormente el éxito era la “aversión”, es decir bofetadas, jarras de agua fría y shocks eléctricos. La aversión física como nos dice el segundo artículo, arriba brevemente comentado, está hoy prohibida en California. Hoy es muy rara su práctica con el ABA. Sin embargo esto sigue siendo importante porque la recepción redentora del estudio como un “triunfo de la ciencia empírica en psicología” llevó a un dominio sobre otros métodos o teorías y aun ahora a Lovaas y a ese estudio se le cita como el gran descubrimiento que abrió las puertas del progreso en el autismo.(41). El Judge Rotemberg Centre, un centro con una larga historia de controversias por su uso del GED, electroshocks por radio-control, es parte del ABA internacional.(42)

No cabe duda que ante conductas reiterada y severamente auto o hetero-agresivas, la necesidad de intervenciones de contención se impone, aunque esto quizá debería hacerse desde Salud Mental y con supervisión judicial. Pero casos supuestamente de asperger que acabaron en matanzas en masa, como los de Oregón o Conneticutt, tenían en común, no esas conductas si no la exclusión, que no fue afectada por los varios profesionales involucrados. El seguimiento de esos casos parece haberse caracterizado por la emisión de “productos” enmarcados por su capacidad de reembolso o registro administrativo, que ignoraba la subjetividad del afectado, las circunstancias familiares y en el caso de Adan Lanza y su escolarización esta era simplemente una estafa. Si comparamos esto con el caso nª 1, D.G. Triplett, primer caso diagnosticado por Kanner y que recientemente ha salido en los medios, (43a, 43b) no podemos dejar de sorprendernos por la buena colaboración entre Kanner y la familia, la comunidad y las autoridades educativas, que llevaron a un alto grado de personalización antes de que esta estuviera inventada oficialmente y así a un rotundo éxito en términos de la inclusión, salud y bienestar del entrañable Mr Triplett. 

En definitiva no hay “consenso” internacional; hay un dominio de estudios, formación, departamentos académicos, asociaciones etc de métodos como ABA, y insistentes críticas a ese método y filosofía, desde ciertos sectores profesionales, ni mucho menos solo psicoanalistas y desde asociaciones de afectados como ASAN . No hay apoyo a la financiación pública del ABA en las guías citadas. Y no hay evidencia científica alguna de que el ABA es superior a ningún otro método no conductista con foco en los problemas de comunicación y reciprocidad, con conocimientos de la clínica del autismo, sobre una relación positiva, con atención a cambios y transiciones, y con experiencia y/o supervisión adecuada.


Reflexiones Finales:

1-La evidencia científica presente no avala el uso de ninguna terapia concreta para el autismo en general. Algunas como el ABA presentan además problemas éticos y prácticos de mucha importancia. El abordaje del autismo debe ser sobre la base de la Convención, con énfasis en inclusión y habilitación, acompañamiento y uso de entornos adecuados donde fuese necesario; personalizado, de cuna a tumba, sin sisas y atendiendo a situaciones de transición y cambio. Los aspectos de terapia, normalización de conducta y similares dejan de estar en primera línea.

2-Puede haber prácticas terapéuticas intensivas que sean útiles para algunos niños en los primeros años, aunque es difícil saber quien se beneficiaría y quien no. Hay terapias prometedoras en las áreas de comunicación e interacción social que deberían explorarse. Hay intervenciones como las ICs que son probablemente útiles en el abordaje de las conductas problemáticas en mayores. El abordaje de conductas como la autoagresión severa, debe ser un tema abierto. A través de los servicios de Salud Mental públicos, los afectados de asperger, con cuadros de ansiedad o depresión deberían tener acceso a formas de psicoterapia por profesionales que saben de autismo. 

3-Creo que va siendo hora de que palabras como “consenso”, “basado en la evidencia” y “bien establecido” dejen de ser usadas con propósitos de mercadotecnia corporativa. 


Conclusión: 

La exigencia de imponer un sistema asistencial para el autismo dominado por el “análisis de conducta aplicado”, carece de suficiente evidencia científica, no tiene sentido práctico y es éticamente cuestionable. 

La Convención sobre Derechos de Personas con Discapacidad es ley, y su implementación necesita trabajo y recursos, reflexión y prudencia. La inclusión es fundamentalmente una cuestión de derechos no de normalización de conductas. Los cambios necesarios en la sociedad, sistemas asistenciales y familias llevarán tiempo y no es aceptable que se tomen decisiones que llevan precisamente por el camino contrario al que hay que tomar. La petición de Aprenem es una resistencia a esos cambios.


Mariano Almudevar, 8- Febrero de 2016 


Lista de Referencias



1a-Change.org. Petición de Aprenem

1b- http://www.sentex.net/~nexus23/naa_aba.html

2-El tema ha entrado en el debate político: independent.co.uk/news/world/americas/donald-trump-says-vaccinations-are-causing-an-autism-epidemic-10505087.html[1]

3-amsm.es/2013/12/12/1233/

4a-wikipedia.org/wiki/Neurodiversity

4b- corticalchauvinism.com/2016/02/03/steve-silberman-y-su-tribu-de-simpatizantes-nazis/comment-page-1/#comment-15478

5-espectroautista.info/manifiesto-extensi%C3%B3n-espectro-autista

6- http://www.cdc.gov/ncbddd/autism/facts.html

7-disabilityscoop.com/2012/06/29/autism-surge-analysis/15957/

8- http://pediatrics.aappublications.org/content/early/2013/10/16/peds.2012-3774.abstract

9-the-nimh-withdraws-support-dsm-5

10-wikipedia.org/wiki/Retrospective_diagnoses_of_autism-

11-usmagazine.com/celebrity-news/news/jerry-seinfeld-clarifies-autism-comments-20142111

12- http://nymag.com/news/features/autism-spectrum-2012-11/. Serían características de fenotipo TEA: gran habilidad para entender detalles y mecanismos, escasa para síntesis y contextos. Deficiencias en reciprocidad. Pensamiento y memoria predominantemente perceptual o matemático sobre lo semántico o dialógico.

13- medscape.org/viewarticle/569549_4

14- http://www.livescience.com/19415-severe-autism-progress-bloom.html



16-http://archpedi.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=382225

17-http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21727249 

18- http://jama.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=1681408

19- scientificamerican.com/article/antidepressants-in-pregnancy-tied-to-autism/

20-http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24352232

21- 2014/06/28/mothers-birthplace-a-risk-factor-for-autism

22- http://archpsyc.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=1666655

23-Autistic patterns and defective communication in blind children with retrolental fibroplasia. W.R. Keeler.in Psychopathology of Communication. Grune and Stanton. Pp 64-81, 1958.

24- Autismo y Discapacidad Visual . Reflexiones, Investigación e Intervención educative. Linda Pring y cols. 2009, Asociación Autismo Avila.

25a- http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3010743/

25b- Y solo con la ayuda de un calcetín, por favor ver part2: Talking Twin Babies (via http://ow.ly/Xq4jF 

26- Algo así nos dice Mark Twain en las Aventuras de Huckleberry Finn.

27-Tratamiento Conductual y funcionamiento educativo e intelectual normal en niños autistas. O.Ivar Lovaas. Universidad de Los Angeles. Traducción del artículo de 1987.

28-abainternational.org/about-us.aspx.

29-http://www.communitycare.co.uk/blogs/social-care-experts-blog/2009/08/cognitive-behavioural-therapy/

30 a- https://uit.no/Content/418448/The%20effect%20of%20CBT%%20falling.pdf 20is


30-c -http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4231198/

31 a-. http://www.rcpsych.ac.uk/files/pdfversion/cr144.pdf

31 b- https://www.nice.org.uk/guidance/NG11/documents/challenging-behaviour-and-learning-disabilities-draft-guideline2

31 c-Intervenciones comunicativas en problemas del comportamiento. Edward G. Carr- Alianza Editorial 2005.

32- Prevalence and Characteristics of Autism Spectrum Disorder Among 4-Year-Old Children in the Autism and Developmental Disabilities Monitoring Network.Christensen, Deborah L. et al. Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics., Post Author Corrections: December 09, 2015






38- Efficacy of applied behavioural intervention preschool children with autism for improving cognitive, language and adaptative behaviour: a systematic Review and Meta-analysis. Michele Spreckley et al. Journal of Pediatrics. 2010 



41- Para acceso a una crítica del ABA por parte de afectados y familias, además del análisis antes señalado en 1b, ver: /emmashopebook.com/tag/michelle-dawson/



43-b http://www.t13.cl/noticia/mundo/la-conmovedora-historia-donald-grey-triplett-primer-nino-diagnosticado-autismo





"El arte de hacer visible lo invisible: el marketing en el TDAH" (Miguel A. Valverde Eizaguirre, Norte de salud mental nº 52)

$
0
0

Hoy traemos de nuevo un artículo de uno de nuestros autores favoritos. Se trata de Mikel Valverde, escritor de muy lúcidos textos, así como de varias traducciones de trabajos en inglés, que ha llevado a cabo de forma desinteresada. Varios de dichos trabajos, propios o traducidos, han sido recogidos por nosotros en el blog por su indudable interés. Por ejemplo aquí, aquí, aquí,o aquí. Tuvimos el honor de coincidir con él en las XIII Jornadas de la Asociación Castellano-Leonesa de Salud Mental en 2014 en Urueña (Valladolid) y le escuchamos en una fabulosa ponencia sobre el marketing del TDAH, que posteriormente publicó en forma de artículo en la revista Norte de Salud Mental. Dicho artículo es el material que recogemos hoy, en su integridad excepto por la falta de algún gráfico, que pueden ver en el artículo original aquí.




El arte de hacer visible lo invisible: el marketing en el TDAH


Ponencia presentada en las XIII Jornadas de la Asociación Castellano-Leonesa de Salud Mental, el 10 de octubre de 2014, en Urueña (Valladolid)

Miguel A Valverde Eizaguirre
Psicólogo Clínico



Resumen:

Este escrito pretende mostrar la estructura del marketing farmacéutico. Se recoge la situación actual del Trastorno por Déficit Atencional TDAH, y se utilizan como ejemplos dos documentos: El Libro Blanco - TDAH: hacer visible lo invisible, y la Guía de Práctica Clínica española sobre el TDAH en niños y adolescentes.

Se muestra la retórica argumental del marketing, la característica polifónica del emisor, y la permanencia en segundo plano del promotor.

Se defiende que las asociaciones en defensa del paciente y los líderes de opinión son claves en el marketing farmacéutico.

Este tipo de marketing es bien reconocido por la industria farmacéutica, que invierte buena parte de sus recursos económicos. Esta actividad tiene éxito en cambiar la percepción de los problemas de la vida a condiciones médicas que necesitan tratamiento, y también en generar beneficios económicos.

Se necesita recuperar una perspectiva crítica en el campo de Salud Mental, al igual que en cualquier otra actividad científica o clínica.


Palabras clave: marketing, TDAH, lideres de opinión (KOL), industria farmacéutica.




“El arte no reproduce lo visible, lo vuelve visible” Paul Klee



I. Introducción y objetivos


Esta ponencia quiere mostrar las estrategias de intervención social del marketing farmacéutico basándose en la actividad actual en torno al Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH).

El objetivo es:

1. Mostrar los dos mecanismos centrales del marketing farmacéutico: uno de índole retórica y argumental que se centra en el trastorno y el tratamiento, y otro formal que muestra a múltiples voces como emisor del mensaje, mientras el promotor permanece en un discreto segundo plano.

2. Indicar que es posible rastrear al promotor del marketing, pero es necesario buscar en diversos lugares.

3. Señalar que este marketing esparce narrativas, que se unen a otros relatos socialmente compartidos.

4. Reconocer a los lideres de opinión –KOL (Key Opinion Leaders)– y a las asociaciones en defensa del paciente como agentes claves del marketing.

5. Sugerir la idea de que no hay una forma sencilla de protegerse de esa influencia.



II. Análisis del acto de marketing en una campaña para el TDAH


El marketing farmacéutico tiene como objeto vender productos, y se adapta a los distintos destinatarios con estrategias diferenciadas. Una de ella se dirige al prescriptor, pareciéndose a un modelo de tú a tú –del agente comercial al prescriptor-, otra a encontrar los usuarios –en el caso del TDAH el primer caladero de pacientes está en las escuelas, y para ello se introduce en ellas de formas diversas-, otra a influenciar sobre el modelo asistencial, y para ello también se dirige a la clase política para conseguir cambios que le sean propicios, tanto sobre la asistencia como en relación a su producto concreto, otra más se dirige al mundo académico, etc. Para cada una de estas dianas elabora una estrategia de influencia. Aún con todo la retórica argumental y las características del emisor de los mensajes son equivalentes, pero adaptada a cada una de las situaciones.

Para resaltar los elementos del marketing farmacéutico nos dirigimos primero al entorno informativo del documento “TDAH: hacer visible lo invisible. Libro Blanco sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): propuestas políticas para abordar el impacto social, el coste y los resultados a largo plazo en apoyo a los afectados” de Young, Fitzgerald y Postma, presentado en mayo de 2013, que ha tenido diversas consideraciones críticas.(1-4)

Diversos medios dieron cuenta de la existencia de este documento. La reseña de INFOCOP–publicación del Colegio de Psicólogos- informó que:

a) En mayo de 2013 se presentó en el Parlamento Europeo el “Libro Blanco europeo sobre el TDAH.”

b) Es un documento de consenso, dirigido a los responsables políticos nacionales y europeos, con recomendaciones para elaborar estrategias políticas eficaces para abordar este problema, para mejorar la identificación y el tratamiento del TDAH en todos los contextos: servicios de salud, escuelas, sistema judicial y centros de trabajo.

c) Es el resultado de la investigación en TDAH y de la opinión de diferentes expertos en el campo.

d) Uno de cada veinte niños y adolescentes en Europa presenta TDAH.

e) El impacto del TDAH en los afectados y sus familias y en los sistemas sanitarios y sociales requiere que los responsables políticos establezcan un mayor compromiso con un abordaje eficaz y temprano, ya que es posible mejorar la calidad de vida de los niños con TDAH, y garantizar el desarrollo de “una vida plena y exitosa.”

f) Los pilares básicos de la actuación son: mejorar el conocimiento sobre el TDAH, aumentar el diagnóstico preciso y temprano, asegurar el acceso al tratamiento adecuado del TDAH, fomentar la participación de las asociaciones de pacientes, y mayor inversión en investigación.

g) El tratamiento adecuado del TDAH es multidisciplinar mediante tratamiento farmacológico y psicológico combinado.

h) Nessa Childers, psicólogo irlandesa y copresidenta del Grupo de Interés sobre Salud Mental del Parlamento Europeo, escribió el prólogo: ”Los problemas de salud mental, como el TDAH, por desgracia cada vez cuentan menos como prioridad en la agenda política, sobre todo en la situación actual de crisis económica,” por lo que este Libro Blanco “puede ayudar a garantizar un mejor reconocimiento e intervención en el TDAH.”(1)


También informaron sobre este documento algunos medios generalistas, como el ABC, y otros especializados, como Redacción Médica, y también los canales de las asociaciones sobre el TDAH, que dieron la siguiente información:

a) Se presentó el documento en un acto celebrado en Madrid, el 27 de mayo de 2013. Los hablantes fueron Susan Young, psicóloga experta en TDAH y autora, Javier Quintero, profesor de Psiquiatría y director de Psiquiatría en el Hospital Infanta Leonor de Madrid, y Fulgencio Madrid, presidente de la Federación Española de Asociaciones sobre el TDAH (FEAADAH).

b) Se presentó en un acto del Plan de Acción en TDAH – PANDAH.

c) Es el primer Expert White Paper Europeo sobre el TDAH.

d) Su objetivo es el acceso precoz a un diagnóstico y a medidas de apoyo.

e) El Libro Blanco se desarrolló con motivo de una Mesa Redonda Europea sobre TDAH celebrada en Bruselas el 27 de noviembre de 2012.

f) Par su elaboración se contó con la participación de médicos, asociaciones de pacientes y familias, y representantes del ámbito de la educación y la justicia. Se presentará en el Parlamento Europeo el próximo mes de noviembre.

g) Tiene el apoyo del European Brain Council (EBC) y GAMIAN-Europe (Global Alliance of Mental Illness Advocacy Networks). El apoyo a la redacción médica fue proporcionada por APCO Worldwide y Complete Medical Communications.

h) Susan Young, autora y KOL, dijo hay que "hacer lo necesario para que esta enfermedad sea visible."

i) El Dr. Quintero afirmó que "el gran riesgo" de este trastorno es el infradiagnóstico.

j) Fulgencio Madrid afirmó que hay un tratamiento que es eficaz en un porcentaje muy alto de casos, que los efectos negativos están muy estudiados científicamente, y "son poco significativos" respecto a los beneficios. Resaltó que a pesar de su frecuencia sólo conocen –su TDAH- el 4% de las personas, de ahí que uno de los objetivos de este libro blanco sea “hacer visible lo invisible.” Además señaló que “muchas familias abandonan el tratamiento por no poder pagarlo”, “a pesar de que detrás de uno de cada cuatro casos de fracaso escolar está el TDAH.”

k) Uno de los caballos de batalla de esta patología sigue siendo el diagnóstico, ya que se estima que “sólo el 1% de quienes padecen esta patología ha sido correctamente diagnosticado por un especialista y recibe el tratamiento adecuado.”

l) La medicación es el pilar fundamental para mantener controlado el TDAH.

m) Desde España se está liderando la petición oficial a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de un Día Mundial del TDAH.

n) Se resaltaron algunas cuestiones más como la dificultad de conseguir tratamiento, la poca preocupación sobre la población TDAH, etc.(5-11)



III. Estructura argumental y polifonía: las voces y el espacio de la percepción social


No es difícil ver en estas noticias la estructura argumental clásica del relato del marketing farmacéutico, que mostramos ahora siguiendo a Alan Horwitz, sociólogo de la salud.(12) La argumentación se estructura en base a estas cinco líneas:

1. Hay un trastorno que ha sido infradiagnosticado o inadecuadamente tratado.

2. Hay un tratamiento disponible, eficaz y seguro.

3. La falta de tratamiento, o su retraso, puede acarrear una gran carga, para las personas y para la sociedad: el tratamiento adecuado se asocia a historias de éxito (vida plena y exitosa) y su déficit a historias de fracaso (infradiagnóstico, fracaso escolar, etc.).

4. Es necesario activarse a detectar la condición (“hacer visible lo invisible”) y tratarla.

5. Otro argumento, no recogido aquí, es que la condición tiene raíces biológicas (genéticas o cerebrales), pero es expresado ante cada auditorio. Del TDAH se dice que es un trastorno del neurodesarrollo.


Esta argumentación se muestra claramente en la información mostrada en torno al documento, y también dentro del mismo.


El otro componente del mensaje, tan importante como la argumentación, hace referencia a la creación y emisión del mensaje. Las voces implicadas en el mensaje son múltiples y diversas. Las mostradas en este documento incluyen: parlamento europeo, expertos, mesa redonda, afectados, familias, salud, trabajo, justicia, escuela, asociaciones, y se hace resaltar que el documento es fruto del consenso. Este aspecto es fundamental en el marketing farmacéutico: el emisor siempre es coral.

La directriz estratégica del mensaje del marketing es mostrar la expresión de muchas voces, que incluye a todas las posibles asociadas al tema, y convergen en una dirección. Es un mensaje polifónico, que tiende a ocupar el arco completo de la percepción social del problema –desde el rigor de la ciencia hasta la emoción del afectado. Una presentación coral sortea más eficazmente la resistencia a la persuasión, con esta escenificación la estrategia publicitaria se difumina y no es visible, lo que también ayuda a naturalizar la información.

Son voces que tiene el potencial de influenciar, ya que estas a) se reúnen y hablan desde su experiencia, b) son el abanico completo de las voces posibles, c) están noblemente motivadas y d) además su mensaje resuena en múltiples espacios. El mensaje que se trasmite con ocasión de este documento, ni comienza en ese momento, ni concluye con su presentación. Se crearán de forma continuada nuevas ocasiones para trasmitir el mismo entramado argumental en una representación similar, con un mensaje que surgirá una y otra vez en todos los espacios posibles, incluyendo los medios de comunicación, la formación, la escuela, el ambulatorio, internet, la política municipal, etc.

Pero la realidad es que las voces han sido reunidas por un promotor. Ciertas voces y argumentos nunca se integrarán al coro. Cuando en otros lugares surjan voces inadecuadas se movilizará a otras, y se intentará acallarlas. Activar a múltiples voces seguramente requiere habilidad, pero sobre todo dinero. Recordemos que el marketing, a veces disfrazado de formación, es el capítulo de inversión más importante de la industria farmacéutica, llegando a veces a ser el triple que la investigación.

También para los profesionales se utiliza una emisión polifónica, de hecho los documentos de consenso y las GPC son corales –a menudo patrocinados por la industria–, e incluso la misma publicidad que trae el visitador médico tiene otros emisores que hablan del producto. A los profesionales médicos se destina el 80% del presupuesto de marketing, pero también alcanza al ámbito académico. Dos ejemplos ilustran la potencia del promotor: a) integrar una condición medicalizada en los sistemas diagnósticos y en las Guías de Práctica Clínica ha sido un objetivo de marketing reconocido y logrado, y b) con la implantación de una estrategia de marketing se incrementan los diagnósticos y las ventas de un producto. (13-15)

Un detalle más no debe pasar desapercibido: el papel del promotor permanece en un discreto segundo plano. De hecho en la mayor parte de las noticias sobre el documento no aparece el promotor. Este hace hablar a otros, aunque ocasionalmente podría mostrar con orgullo haber creado ese tratamiento seguro y eficaz, aún así el valor de su producto es indicado por otros, por la ciencia. El marketing adopta el modelo del guiñol: quien genera la obra, crea el escenario para las voces y las orquesta, permanece fuera de escena. Evitando ser visto como promotor sortea que sus intereses se confundan con el ánimo de lucro.

Sparks y Duncan hablan de la perspectiva mítica de las narrativas del marketing farmacéutico, que ni se generan ni se absorben en un día, que trascienden una campaña concreta, integrándose en las narrativas sobre el mundo que tienen las personas, y ligándose a otras historias contemporáneas socialmente compartidas, influenciando sin saberlo.(16) Cuando científicos de prestigio comunican, por ejemplo sobre el TDAH, su diagnóstico y su genética, su relato, en el imaginario social, se une a otro que adscribe un gran valor a la ciencia y a los científicos, en una situación contemporánea en la que hay ciencia espacial, existe Skype o internet, se han dado numerosos avances médicos, y se depende de numerosos artilugios útiles, etc. que solo pueden existir porque los científicos han sido capaces de especializarse y comprender, algo que la mayor parte de las personas no entiende. La información respaldada por la ciencia encuentra las puertas abiertas en la comunidad, y también en los profesionales del entorno sanitario y escolar, que no pueden conocer, digerir y absorber críticamente todo lo que se les ofrece. El relato del documento también hace referencia a detectar y tratar precozmente para prevenir la mala evolución. La perspectiva de intervenir precozmente es una actitud básica previa del profesional preocupado, por lo que al señalar esta cuestión, la argumentación completa penetra más fácilmente, y activar al profesional en esa dirección encuentra menor resistencia. Si en el mensaje están implicados padres, profesionales médicos y del campo jurídico, psicólogos, pedagogos y orientadores, científicos, políticos, y otros, la perspectiva crítica tendrá más dificultad en surgir.



IV. Rastreando al agente promotor.


La presencia de la industria como promotor puede intuirse, pero necesita ser rastreada para hacerla visible, y esto es lo que haremos ahora. La información mostrada solo habla de gente preocupada en el TDAH, y que desea conseguir ayuda para quienes tienen esa condición y la necesitan.

La mayor parte de las reseñas informativas, no dan la información que la página web de la FEAADAH indica: el documento, de 32 páginas, fue impulsado y financiado por Shire AG, con el apoyo del European Brain Council (EBC) (17) y GAMIAN-Europe (Global Alliance of Mental Illness Advocacy Networks),(18) y que el apoyo para la redacción médica ha sido proporcionado por APCO Worldwide y Complete Medical Communications.(19) La primera es una asociación que tiene como miembros a asociaciones de científicos, pacientes y a empresas farmacéuticas, y se describe a si misma con una función similar a un lobby, la segunda es una organización que incluye a otras asociaciones en defensa de los pacientes, que en 2013 recibió fondos de la industria farmacéutica que superaban los 100.000€, buena parte de su presupuesto, y la tercera es una empresa de marketing, que presta servicios, como la ayuda para introducir un producto en el mercado.

Hemos señalado que en España el documento se tradujo y se presentó en Madrid dentro del Plan de Acción en TDAH (PANDAH). En la mesa de presentación del documento, TDAH: hacer visible lo invisible, intervinieron Fulgencio Madrid, como presidente de FEAADAH, el profesor y psiquiatra Javier Quintero, María Rodríguez Moneo del Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa, Juan Manuel Moreno, secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, y Susan Young autora del documento.(8)

El plan PANDAH es una iniciativa de Shire, aunque no se muestra en la información tampoco permanece oculto. Su presentación en sociedad en 2011 contó con Maite Artés, directora de ADELPHI –una compañía de marketing farmacéutico que “proporciona soluciones integrales de investigación y comunicación para marcas en el ámbito de la salud” –,(20) el ya nombrado F. Madrid, el psiquiatra y KOL para numerosas empresas farmacéuticas, y coordinador del plan Cesar Soutullo, y la psicóloga, profesora, KOL y colaboradora de Shire Isabel Orjales.(21-24)

Los objetivos de el Plan PANDAH se han explicitado numerosas veces, como en la presentación, en noviembre de 2013, de su “Informe TDAH en España.” Al igual que en los demás actos, insiste en que la detección temprana y el tratamiento es la clave para los próximos años, y el Plan PANDAH tiene ese objetivo. Las figuras de este acto fueron el Dr. Quintero, el psiquiatra y KOL Dr. Casas, el psiquiatra, KOL, y afectado por TDAH Dr. Rojas Marcos, la subdirectora de Calidad y Cohesión del Ministerio de Sanidad Sonia García de San José, el presidente de FEAADAH F. Madrid, el presidente del Consejo Escolar del Estado Francisco López Rupérez, el coordinador de PANDAH Dr. Soutullo, y Javier Urcelay vicepresidente europeo de Shire.(25) Como se ve una estrategia de marketing no es un hecho puntual, sino un plan mantenido.

La Federación Española de Asociaciones sobre el TDAH, FEAADAH, refiere el modelo de las empresas farmacéuticas de forma mimética. En su página web informa que está apoyada por Shire, Lilly, Janssen, Rubio y otras empresas. Desde su web se remite a otras de la industria farmacéutica, como a http://www.tdahytu.es/ de Shire. Impulsa también la petición a la OMS para que declare el día mundial del TDAH, implicando a todo tipo de asociaciones, a médicos, ciclistas, músicos, escritores, y personas populares. Fulgencio Madrid, presidente de la misma, además de profesor de derecho y con dos hijos TDAH, es colaborador habitual de Shire, ha participado en la elaboración del Partnership Support Pack de Shire y es miembro del comité directivo de ADHD Alliance for Change, organización creada por Shire, y es remunerado por Shire.(4,26-28)

Quienes firman el documento –S. Young, M. Fitzgerald y M.J. Postma- son KOLs que reciben honorarios de Shire, como se indica en el documento.(1) En concreto la psicóloga Young está también al frente de la asociación UKAP (UK ADHD Partnership), y con la campaña “Better Future”, tras la cual está Shire, intenta introducir en el mundo escolar del Reino Unido la perspectiva habitual del TDAH.(28)

El documento, en letra pequeña, dice: “Este Libro Blanco ha sido financiado y revisado por Shire AG. El apoyo a la redacción médica ha sido proporcionado por APCO Worldwide y Complete Medical Communications y financiado por Shire AG”.(1) Maria Bradshaw, concluye que este es un caso de ghostwriting. Como anécdota adicional, Bradshaw contactó con Nessa Childers, psicóloga y copresidente del Grupo de Interés sobre Salud Mental del Parlamento Europeo, que firma el prólogo, y que, en mensaje publicado, informó que la reunión fue abiertamente promovida por Shire, y que su deseo personal era que se prestara atención a este tipo de problemas, pero que ella misma no es partidaria de medicar a niños,(4,28) lo que habla del despiste de algunos políticos, aunque no son los únicos.

Y Shire Pharmaceuticals es la empresa líder de venta de fármacos en el sector TDAH, por encima de Janssen, Lilly, y otras, en EEUU, que está en proceso de introducirse en Europa. Shire comercializa la lisdexanfetamina, Elvanse®, ya a la venta en España, y Equasym®, mezcla de metilfenidato común y de acción retardada.

Ahora tenemos la perspectiva para comprender que el ciclo de actividad completo, que incluye el documento, las convocatorias, los actos, los hablantes, las asociaciones, los profesionales, las invitaciones, y las noticias, están bajo la influencia y motivación de Shire, que ha convocado a las voces y les ha dado su papel, y ha financiado el entramado.

El documento es también la justificación y el marco donde se hace hablar a muchas voces. Aunque el informe es también una palanca para que sus recomendaciones se consideren en el mundo político de la Comunidad Europea y de los distintos gobiernos. En este sentido este tipo de actividad es estratégica, como no podría ser de otra forma, y quiere generar cambios en el escenario asistencial, que sitúe a la empresa promotora en una posición de mercado más favorable.

Dedicaremos un par de párrafos al contenido real del informe.(1) En realidad solo contiene la relación argumental señalada e indica enfáticamente que es un producto coral. Su contenido científico es absurdo, lo que lleva a pensar que puede ser un documento de ghostwriting, ya que una persona del campo difícilmente podría generarlo. Pretende defender que es mejor tratar que no tratar el TDAH.

Expresa un relevante impacto del TDAH, sustentado en una encuesta a padres y otra a adultos diagnosticados. Se dirige también a los costes del TDAH en diversas áreas, en base a algunos datos que compara con otras condiciones. Y después se centra en los resultados a largo plazo de tratamiento en base a nueve tipos de resultados.

Para argumentar que es mejor tratar que no tratar recoge un análisis que mezcla estudios longitudinales, prospectivos y retrospectivos, y transversales, con grupo de comparación o sin el. Los tratamientos también se mezclan, e incluyen a los farmacológicos, los de terapia conductual y familiar, o multimodal; se trata de diferenciar entre tratar o no. Y los resultados se agrupan en nueve categorías, que también se mezclan en la conclusión: obesidad, uso de servicios, conducir, autoestima, trabajo, función social, comportamiento antisocial, logros académicos, y uso de sustancias. Mezclando todos estos indicadores se recoge la idea de que los no tratados tienen peores resultados en el 75 % de los casos. Claro que en el 100 % de los casos los tratados tuvieron como resultado positivo menor obesidad. En cambio los resultados positivos en aspectos laborales, que seguramente es el criterio de funcionalidad más importante, solo se dio en el 33%. Resulta poco riguroso hacer decir algo a un estudio como este, donde además se considera un resultado positivo no resultar obeso con el tratamiento, cuando los diagnosticados están siendo tratados en su mayoría con psicofármacos, cuyo resultado es la disminución del apetito y del crecimiento en peso y talla, que puede considerarse un efecto adverso inquietante. También resulta forzado dada la práctica inexistencia de estudios que permiten comparar trayectorias a largo plazo, como lo reconoce la GPC NICE sobre TDAH de UK, en la cual tuvo una participación de máxima responsabilidad la psicóloga Young, y donde los dos únicos estudios que pueden decir algo al respecto, de forma imperfecta, son el estudio RAINE y el MTA a 8 años, que muestran malos resultados para el tratamiento con psicofármacos, y ninguno de los dos ha sido considerado aquí.(29,30) Aun con todo resulta alarmante que incluso esta perspectiva laxa no pueda defender el tratamiento en relación al mundo laboral. Las estratagemas empleadas en el estudio impiden afirmar cualquier cosa respecto a resultados, en cambio refleja la capacidad de retorcer los datos para dar la impresión de beneficio, tal como lo necesita el promotor y revisor del documento.



IV. El marketing farmacéutico desde el entorno de la actividad empresarial


A pesar de lo que podría pensarse, esta clase de actividad de intervención social farmacéutica que hemos mostrado es bien asumida en el entorno empresarial y en el mundo del marketing.

Se informa que la campaña de marketing en la comercialización de Concerta® de Janssen, "La aventura del día a día con TDAH", ganó el premio de marketing Aspid de Plata por “buscar nuevas fórmulas para difundir y divulgar la patología.” Laurence Mallick, jefe de Productos en Janssen-Cilag, afirma que "hoy en día es importante estar presentes en todos los canales, tanto en los tradicionales como en los digitales", "hacemos mucho hincapié en la educación también para los padres y hemos trabajado mano a mano con todas las asociaciones de pacientes para darles información educativa sobre el trastorno", y hay "que seguir creando concienciación… tanto en la comunidad médica, como entre familiares, los propios pacientes, los educadores, y a través de las asociaciones", y "hay mucho trabajo… Hay muchos pacientes todavía no diagnosticados, no tratados."(31)

De forma similar, la página web de Shire nos muestra que su actividad respecto al TDAH será:(32)

a) Reunir a psiquiatras, psicólogos, pediatras, neurólogos y educadores, y crear un plan de acción, b) para concienciar del problema, para detectar y tratar…. tanto en la infancia como en adultos, c) construir protocolos de actuación, con una guía creada por un comité internacional de médicos, profesores y padres, con la ayuda del European ADHD Awareness Taskforce (http://www.adhdtogether.com), organización de Shire, f) y libros disponibles desde la página www.tdahytu.es, de Shire, para maestros, padres, etc.

En FiercePharma, Shire informaba en 2013 que necesitaba vencer el escepticismo de Europa sobre los fármacos del TDAH. Bloomberg, su directivo para Europa, comentó que el próximo año hará conferencias psiquiátricas para llamar la atención sobre el TDAH. Como Elvanse® se comercializa en España y otros países europeos “Los dos próximos años van a necesitar de un esfuerzo educacional importante."(33)

Este modelo de intervención social es reconocido en el entorno del marketing y de las empresas farmacéuticas que lo patrocinan, y se organizan eventos, a los que acuden importantes figuras del mundo político, para premiar a las mejores intervenciones de la industria sobre los sanitarios y la comunidad.

La inversión económica en marketing parece producir beneficios económicos, como vemos en el caso del Concerta®, cuya llegada supuso un aumento de diagnósticos y de tratamientos (ver el gráfico 1).(34)

El negocio del TDAH en USA produjo en 2012 cerca de 9000 millones de dólares,(35) con 4,6 millones de menores diagnosticados.(36) Shire, la empresa líder en el sector del TDAH, ingresó 1800 millones de dólares en 2012 por sus fármacos en este campo. Solo Vyvanse® (Elvanse® en España) obtuvo 1000 millones, con un incrementó del 28% respecto al año anterior, y se prevé que en 2016 alcanzará a 1700 millones de dólares.(37) En definitiva, la industria farmacéutica tiene razones para creer en el marketing complejo que promueve.



V. El papel de las asociaciones de ayuda al paciente y los KOL.


Muchas voces son necesarias, y su activación depende del acto en concreto, pero dos resultan imprescindibles en la estrategia coral del marketing farmacéutico: las que representan a los pacientes y los KOL.

Las asociaciones en defensa del paciente resultan ser claves para la industria al encarnar la voz más emotiva, la del que se encuentra en dificultades –con mayor frecuencia sus familiares- y suspira por un tratamiento que resuelva las dificultades. Este agente está más dispuesto a recibir noticias esperanzadoras de nuevos tratamientos. La activación de estas voces, refiriendo historias de fracaso y de éxito, resalta la necesidad del tratamiento. La industria, como hemos visto, se interesa en las asociaciones y las convoca para que sus voces se oigan en los actos que promueve. Su voz es especialmente creíble.

La penetración de la industria en las asociaciones resulta visible, pero en España se desconocen las peculiaridades de los lazos concretos entre ambas. Estas asociaciones, en su mayoría, defienden el mismo modelo que la industria, y algunas de ellas suministran el material educativo de las farmacéuticas o de sus KOL, por ejemplo en sus páginas web. De hecho pueden llegar a movilizarse para exigir al estado alguna medida en base a la peculiaridad del trastorno o la financiación de los fármacos. Está por conocer una movilización que se dirija sobre la industria, como para pedir una bajada de los precios de los fármacos y exigir mejores estudios, como lo resalta el psiquiatra B. Goldacre, p. 244.(38)

En EEUU, donde se conocen los datos, muchas de las asociaciones sobre el TDAH, reciben dinero de las farmacéuticas, como Lilly, McNeil, Novartis, Shire, UCB, Cephalon, Janssen y Pfizer. La asociación CHADD, con más de 200 sedes, que promueve el uso de fármacos, y con impacto en el mundo escolar, recibió, entre 2002 y 2003, 674000 dólares, en donaciones de la industria. Entre 2001 y 2009, CHADD recibió unos 7 millones de dólares.(39) En 2012 Shire proporcionó 123416 dólares a las asociaciones en defensa del los pacientes con TDAH en USA.(40,41)

La otra voz imprescindible en el relato que transmite el marketing farmacéutico es la de los Líderes de Opinión –Key Opinion Leaders-, que ya ha sido objeto de estudio desde diversas perspectivas.(42-45) Se refiere a personas con prestigio científico que colaboran con la industria al objeto de promover el reconocimiento de un trastorno o defender un tratamiento. También son contratados por la industria para realizar estudios, informes, y suministrar formación. Su papel es imprescindible para ligar una condición con el tratamiento, donde representa el papel de custodio del saber científico. El KOL trasmite un relato científico, por ello su papel en el marketing es central, dado que aporta el factor de credibilidad ante los profesionales y prescriptores, ante las asociaciones en defensa del paciente, y ante la sociedad. Seguramente al KOL no le gusta ser identificado como hombre anuncio, y solo desea mostrar capacidad científica, pero su papel en el marketing es imprescindible. No debe extrañar que la industria trate exquisitamente a los KOL, proporcionándoles lo que desean, incluso impulsando sus carreras profesionales y académicas. El KOL y la industria mantienen una relación de interdependencia a la que ambos se deben, pudiendo resultar a veces muy enrevesada, como la del Dr. Biederman y Janssen.(46)



VI. El relato de medicar a los niños TDAH


Los distintos relatos se engarzan unos con otros, como piezas de puzzles. El relato de “Hacer visible lo invisible” defendía que es mejor tratar el TDAH que no tratar, y que para ello es necesario establecer políticas asistenciales que involucren a la escuela, y a otros sectores sociales, para detectar los casos precozmente. El documento no se centraba en el tratamiento, aunque indicaba que el combinado era el más efectivo –fármacos más otras intervenciones. Lo que interesaba al promotor del documento es activar el proceso de identificación, el tratamiento se liga a otro relato que se activa en otro lugar.

Los relatos del tratamiento se trasmiten a los profesionales de distintos ámbitos, a los ámbitos académicos, a las asociaciones de familiares y a la comunidad por distintos medios incluidos los publireportajes. Observaremos ahora algo de estos relatos, subrayado por un contra-relato. Uno de los más relevantes son las Guías de Práctica Clínica (GPC). Estas guías son otro campo de intervención de la industria, una influencia que se ha desvelado en numerosos estudios de sociología de la sanidad, y las GPC son cuestionadas tanto por sus contenidos como por su pretensión de ser la referencia obligada.

Nos centraremos en la GPC española sobre el TDAH para mostrar el relato que defiende que el tratamiento farmacológico es imprescindible. La composición de sus participantes, declarada en la GPC, muestra que dos terceras partes de los participantes tienen lazos con la industria farmacéutica, con mayor porcentaje aún en el grupo de trabajo. Esta GPC se ha construido con la misma estructura argumental ya mostrada, y nos indica que el emisor es también polifónico –incluye a diferentes tipos de profesionales, al Mº de Sanidad, Mº de Ciencia e Innovación, Dpto. de Salud de la Generalitat de Catalunya, etc., participando también F. Madrid, el ubicuo presidente de la FEAADAH.(47)

A corto plazo, hasta seis meses, la GPC afirma que el metilfenidato es más eficaz que la psicoterapia o el placebo en estudios controlados. La mayor parte de las pruebas aportadas, calificadas como sólidas, no pueden decir nada al respecto, dada su brevísima duración. La mayor parte son estudios que duran menos de un mes, y una parte menos de una semana, pero son calificados todos ellos como pruebas de rango 1++, para hacer recomendaciones de nivel A –el valor más alto en ambos casos. Con estas pruebas afirman que el metilfenidato es más efectivo que la psicoterapia, la intervención pedagógica y el placebo a corto plazo. Pasa desapercibido para la GPC el detalle de que ninguno de los estudios contra placebo que dura más de 4 semanas muestra ventaja para el metilfenidato.

El metilfenidato beneficia al 80% de los tratados, afirman numerosos clínicos, siendo una cifra recogida por los medios, como muestra de su eficacia.(48) El dato se extrae del estudio MTA, un estudio que considera la comparación de trayectorias, a los 14 meses, y el único donde la GPC sustenta la idea de medicar a largo plazo. Resuena como una cifra impresionante, pero solo si se soslaya un dato complementario del mismo estudio: el grupo Terapia Conductual, sin psicofármacos, benefició a más del 75%, y que la diferencia siendo pequeña solo se dio en 3 de las 19 mediciones: según los profesores solo en atención, y según los padres en atención y movimiento.(49) La GPC simplemente indica que es una prueba excelente para recomendar la medicación, no recoge estas cuestiones, y tampoco indica que la valoración cegada, mediante observación en el aula, no halló diferencias, y que en las puntuaciones realizadas por los niños tampoco encontraron diferencias, y que ninguna diferencia se encontró en aspectos de funcionalidad, como escolaridad, sociabilidad, etc.

El mismo estudio MTA, a los 3 años, muestra que ya no hay diferencias entre los que tomaron fármacos y los que no lo hicieron. Aunque la conclusión ante este resultado podría ser que no es necesario medicar, la GPC española afirma que el estudio demuestra que el metilfenidato no ha perdido eficacia, por lo que se puede seguir usando, y adjudica el valor máximo a esta conclusión, para la prueba 1++, y a la recomendación el nivel A.

Cuando el seguimiento del MTA a los 8 años indica que en todas las medidas, incluyendo los signos nucleares del TDAH, atención, impulsividad y movimiento, además de comportamiento oposicionista, antisocial y psicopatología global es peor en aquellos que han sido medicados, la GPC no considera el estudio. La GPC española pudo recoger este estudio, dado que se publicó antes de que se hubiera ultimado, pero no lo hizo.

Medicar al menor es defendido con ahínco en la GPC, incluso en los casos más leves, y aconseja al profesional llevar el caso ante el juez en el supuesto de que los padres estuvieran en desacuerdo sobre medicar al niño diagnosticado del TDAH.(50)

Y este es el relato polifónico que llegó a los profesionales, que pueden llegar a creer que es la versión oficial, neutra y creíble.

Una digresión sobre el estudio MTA, el único utilizado como prueba por las GPC para medicar a largo plazo, nos permite ampliar más el valor de los KOL en la extensión de diagnósticos y tratamientos. Recordemos primero que el TDAH ha evolucionado como concepto y con ello el número de afectados. En EEUU a mediados de los años setenta eran dos por cien mil niños los afectados por hiperactividad,(51) pero en 2012 han sido diagnosticados de TDAH el 11% de los menores, y en Carolina de Norte más del 30% de los menores varones tienen el diagnóstico.(52)

El MTA es un estudio con un diseño sesgado, sin grupo control, pero con asignación aleatoria que comparaba el tratamiento farmacológico, el conductual, la combinación de estos dos tipos, y un cuarto grupo en la comunidad, en la que la mayoría de los menores estaban en tratamiento farmacológico. Cuando se comunicaron los resultados a los 14 meses, señalados antes, se realizó un gran despliegue de información mostrando la superioridad del tratamiento farmacológico. El psicólogo y KOL para diversas empresas farmacéuticas del campo del TDAH, y defensor activo del tratamiento farmacológico, Russell A. Barkley, declaró que el estudio MTA era “un hito en la historia de la investigación del tratamiento de la psicopatología infantil, siendo el estudio más grande de su tipo jamás realizado”.(53) Poco tiempo después de la publicación en 2001 del estudio MTA a los 14 meses, Barkley junto al grueso de investigadores del MTA realizaron un documento internacional de consenso, defendiendo la medicación de los niños con TDAH, “dado que hay cientos de estudios” que lo avalan, aunque solo nombraron el MTA, y dando por bien establecida la validez diagnóstica del TDAH, resaltaron que sus detractores estaban en la mismas situación que quienes afirmaban que la tierra es plana.(54) El promotor y primer firmante era Barkley, y cerraba la lista Wilhem Pelham otro psicólogo y KOL en el campo TDAH, de gran prestigio en ese momento. Unos meses después otro numeroso grupo internacional de científicos rebatía el documento de consenso.(55)

Russell Barkley, que ha publicado varios libros sobre el TDAH, algunos dirigidos a escuelas y a padres, defiende que la forma adecuada de tratamiento incluye la medicación. Recientemente ha publicado la tercera edición de su obra “Hacerse cargo del TDAH”, donde continúa recomendado el tratamiento farmacológico, en combinación, pero ahora ignora los resultados negativos para los medicados del estudio MTA,(56,30) aunque pocos mejor que él deben saber lo que dice. Solo una parte de los investigadores del MTA tomó nota de los resultados del estudio a largo plazo, entre ellos Brooke Molina, que afirmó que el MTA no da aval para el uso farmacológico más allá de dos años, o Pelham, que afirma que no hay nada en la investigación del metilfenidato durante 40 años de la que se deduzca ventaja alguna en su uso y si efectos preocupantes. Pelham que había sido premiado, por su trabajo en el TDAH, por la asociación CHADD, cuando expresó estas conclusiones, vio que fueron censuradas en una entrevista para la publicación del CHADD, Attention.(57) Miles de ejemplares de esta revista eran distribuidos a médicos, pediatras, etc. en EEUU, gracias a la colaboración de la industria farmacéutica.

Pelham tiene una historia curiosa que contar. Participó en un estudio sobre Concerta®, que se publicó con su nombre como autor, y que trataba de evaluar los efectos adversos del fármaco. Los niños estudiados fueron recogidos de un estudio previo, del que fueron retirados los niños que tuvieron efectos adversos: es decir, se estudiaron los efectos adversos en quienes no los tenían: “No creía que la FDA admitiera” este estudio como uno válido, “pero lo hizo.”(57)

Hemos mostrado varios relatos engarzados sobre el papel del KOL, una voz imprescindible en la intervención social del marketing farmacéutico, en relación con la construcción de las recomendaciones de tratamiento y la ciencia, y que a su vez este papel tiene una tensión relacional compleja entre los objetivos de la ciencia y los del marketing.



VII. La actualidad del TDAH


Mientras Shire introduce sus fármacos en Europa, y está de enhorabuena ya que ha conseguido que se autorice el uso de Vyvanse® (Elvanse®), uno de sus fármacos para el TDAH, en comedores compulsivos severos y moderados,(58) el cuadro TDAH evoluciona a nuevas variantes.

El Tempo Cognitivo Lento (TCL) es una de ellas. Recuerda al perfil inatento. Strattera® es el primer fármaco que ha mostrado aportar una mejoría. Aunque todavía no hay consenso sobre la lista de síntomas que lo define, promete un nuevo caladero de diagnósticos estimado en dos millones de niños en EEUU.(59) Barkley, que recibió de Lilly –la empresa que comercializa Strattera®– 118.000 dólares entre 2009 a 2012, afirma que se trata de “un trastorno que acabamos de identificar”, que “resulta excitante” que este fármaco funcione, y ha publicado un listado de síntomas para que los profesionales de salud mental puedan identificarlo también entre los adultos.(59)

Además acaban de ser propuestas otras tres nuevas dimensiones para el TDAH asociados al temperamento: leve, manifiesto (más impulsivo y sociable, y buscador de emociones), e irritable (más impulsivo y airado, y escasa capacidad de calmarse).(60)

Y el mercado del TDAH se abre ya de forma imperiosa al diagnóstico de adultos que serán tratados con Strattera® y estimulantes. Parecen buscarse especialmente dentro del grupo de personas con problemas adictivos. Este cuadro ha recibido impulso al ser reconocido en el DSM V, y los KOL están suministrando formación sobre el trastorno y su tratamiento, también en España.



VIII. Resumen y reflexiones finales


Hemos visto que la estrategia de marketing promociona tanto el trastorno como el tratamiento, utiliza una retórica argumental determinada y una estrategia polifónica, dentro de una estrategia a largo plazo, que ocupa el espacio de la percepción social sobre el tema. Se hace hablar a múltiples voces a las que se les puede atribuir buenas intenciones, mientras que el promotor del plan permanece en segundo plano. La estrategia tiene éxito, tanto en ocupar el campo social informativo, como en la obtención de beneficios económicos, además de impulsar cambios asistenciales. Hemos reconocido dos tipos de voces imprescindibles, la de los KOL y la de los afectados, representados por las asociaciones de familiares.

También se podrían sugerir algunas cuestiones para afrontar un marketing sutil pero poderoso. Hoy se están promoviendo algunas directrices para protegerse de la influencia de lo que se ha calificado como corrupción científica y manipulación, y del marketing. Y seguramente medidas como las que hagan visibles los conflictos de interés y otras ayudarán. Aún así falta el suficiente impulso para que las asociaciones y las publicaciones especializadas del campo de salud mental exijan una ciencia más rigurosa y se activen al servicio del debate científico necesario, aunque se vislumbra cierto avance en esta cuestión. Se puede recordar un artículo reciente, que defendía que las advertencias en las cajas de antidepresivos podían inducir al suicidio en mayor medida que los antidepresivos, que suscitó numerosas respuestas que fueron recogidas en la página web de la revista.(61,62)

Aunque las medidas pueden ayudar, seguramente no hay una capaz de proteger de la ciencia engañosa. Puede que la mejor protección requiera recuperar la perspectiva científica e impulsar la práctica clínica como un encuentro con la persona en dificultades.

La ciencia se sustenta en la investigación, pero esta se basa en preguntas. Se hace ciencia en la medida que se interroga, aunque dominar un campo de saber puede ayudar a precisar las preguntas. La pregunta es la base de la ciencia, y también la pregunta inocente. Indica Healy que alguno de los fiascos descubiertos en sanidad pasaron inadvertidos a los clínicos y científicos, pero fueron desvelados por periodistas, que desde su “no saber” preguntaron y rastrearon el estudio.(15) Seguramente el profesional está en mejores condiciones que los periodistas para preguntar sobre el campo, pero quizás se necesita también algo de conciencia naif para formularlas. Moncrieff, por ejemplo, sugiere una serie de cuestiones simples que conviene saber ante todo tratamiento, que podrían ser formuladas en cada ocasión, y si no hubiera respuesta seguramente hay más motivo para insistir.(63)

Y se puede optar por una clínica humilde, una que encuentre al paciente en sus dificultades, que le inspire en sus momentos difíciles, que resista la incertidumbre y la desesperanza, dando apoyo y decidiendo en conjunto. La perspectiva de que reconoce que el encuentro interpersonal entre el terapeuta y el cliente es un factor clínico clave tiene cada vez más apoyo.(64-66). Esto no significa renunciar a ningún método técnico, sino usarlos y retirarlos en colaboración con el cliente: personas que ayudan a personas podría resultar la esencia del encuentro clínico.

Y recordar que el profesional también es voz, y, aún sin pertenecer a una masa coral, puede decir y preguntar, también en los espacios sociales. Reencontrar la voz de los clínicos en un espacio social como agentes de salud pública además de un derecho seguramente es también una responsabilidad.



Referencias:


(1) Young S, Fitzgerald M, Postma MJ. TDAH: hacer visible lo invisible. Libro Blanco sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): propuestas políticas para abordar el impacto social, el coste y los resultados a largo plazo en apoyo a los afectados. 2013. [Consultado 3-2-2015] Accesible en: http://www.feaadah.org/medimg83

(2) García de Vinuesa F, González Pardo H, Pérez Álvarez M. Volviendo a la Normalidad. La Invención del TDAH y del Trastorno Bipolar Infantil. Madrid: Alianza Editorial; 2014.

(3) La Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) desaprueba la Guía de Práctica Clínica para el TDAH. [Consultado 5-10-2014] Accesible en: http://www.osalde.org/website/articulos/la-fadsp-desaprueba-la-gu%C3%ADa-de-pr%C3%A1ctica-cl%C3%ADnica-para-el-tdah

(4) Bradshaw M. Making the Invisible, Visible, 12-2-2014 [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.madinamerica.com/2014/02/making-invisible-visible/

(5) Se presenta el Libro Blanco Europeo sobre TDAH, Infocop, 16/07/2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4622

(6) La medicación es el pilar fundamental para mantener controlada el TDAH, ABC SALUD, 03/12/2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.abc.es/salud/noticias/20130624/abci-medicacion-pilar-fundamental-para-201311291213.html

(7) Alvarez JL. Más de 1,4 millones de españoles sufren el trastorno por déficit de atención ABC, 27/05/2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.abc.es/sociedad/20130527/rc-millones-espanoles-sufren-trastorno-201305271450.html

(8) Melgarejo S. El TDAH ya tiene un ‘Expert White Paper’ europeo. Redacción Médica, 27-5-2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.redaccionmedica.com/noticia/el-tdah-ya-tiene-un-expert-white-paper-europeo-2066

(9) Un libro para hacer visible lo invisible del TDAH. Comunidad TDAH. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.comunidad-tdah.com/noticia/un-libro-para-hacer-visible-lo-invisible-del-tdah

(10) Presentado el "Expert White Paper Europeo sobre el TDAH" en Madrid. FEAADAH, 31/05/2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.feaadah.org/es/difusion/122

(11) Presentación del primer Expert White Paper Europeo sobre el TDAH. FEAADAH, 25/05/2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://feaadah.org/es/difusion/120

(12) Horwitz AV. Pharmaceuticals and the medicalization of social life. En: Light DW, editor. The risks of prescription drugs. USA: Columbia University Press, 2010. p. 92-115.

(13) Goldacre B. Mala Farma Cómo las empresas farmacéuticas engañan a los médicos y perjudican a los pacientes. España: Paidós, 2014.

(14) Frances A. ¿Somos todos enfermos mentales?: Manifiesto contra los abusos de la Psiquiatría. Barcelona: Ariel, 2014.

(15) Healy D. Pharmageddon. USA: University of California, 2013.

(16) Sparks JA, Duncan BL. (2012) Pediatric Antipsychotics: A Call for Ethical Care. En: Olfman S, Robbins BD, editors. Drugging Our Children: How Profiteers Are Pushing Antipsychotics on Our Youngest, and What We Can Do to Stop It. USA: Praeger 2012, p 81-98.

(17) European Brain Council. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.europeanbraincouncil.org/

(18) GAMIAN-Europe (Global Alliance of Mental Illness Advocacy Networks). [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://gamian.eu/; y http://gamian.eu/financial-information/

(19) APCO Worldwide y Complete Medical Communications. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.apcoworldwide.com/

(20) ADELPHI. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.adelphi.es/ y http://www.adelphipatientservices.com/

(21) El 25% de la población cree que el TDAH es transitorio. JANO, 5-10-2011. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.jano.es/noticia-el-25-poblacion-cree-que-15144;

(22) Uno de cada tres españoles asocia el TDAH a una vida familiar y escolar desorganizada. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.elbebe.com/blog/2011/10/05/plan-accion-tdah-pandah/

(23) Puesta en marcha en España del primer Plan de Acción en TDAH (pandah) PMFARMA 5-10-2011. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.pmfarma.es/noticias/13872-puesta-en-marcha-en-espana-del-primer-plan-de-accion-en-tdah-pandah.html

(24) Puesta en marcha en España del primer Plan de Acción en TDAH (pandah) Medicina 21, 4-10-2011. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.medicina21.com/Notas_De_Prensa-V3332.html

(25) Todos los implicados en TDAH reunidos para presentar el informe PANDAH. Comunidad TDAH Edición nº14, 14-11-2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.comunidad-tdah.com/noticia/todos-los-implicados-en-tdah-reunidos-para-presentar-el-informe-pandah

(26) ADHD Alliance for Change. [Consultado 12 septiembre de 2014] Accesible en: shttp://www.adhdallianceforchange.eu/about-steering-committee.aspx#.UwFSd84hvTA

(27) European ADHD Awareness Taskforce [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.adhdtogether.com/further-information-on-adhd/european-adhd-awareness-taskforce

(28) Bradshaw M. Shire Pharmaceuticals & the MEP – A Case Study in Manipulation? 17-2-2014. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.madinamerica.com/2014/02/38836/

(29) Smith G, Jongeling B, Hartmann P, Russell C, Landau L. Raine ADHD Study: Long-term outcomes associated with stimulant medication in the treatment of ADHD in children. Western Australian Department of Health, 2011. [Consultado 12-12-2014] Accesible en: http://www.health.wa.gov.au/publications/documents/MICADHD_Raine_ADHD_Study_report_022010.pdf

(30) Molina B, Hinshaw SP, Swanson JM, Arnold LE, Vitiello B, Jensen PS, et al. MTA at 8 Years: Prospective Follow-up of Children Treated for Combine Type ADHD in a Multisite Study. J. Am. Acad. Child Adolesc. Psychiatry 2009, 48:5, 484-500.

(31) Entrevista a Laurence Mallick. Julio 2012. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.pmfarma.es/colaboradores/desayunos/1205-entrevista-a-laurence-mallick-jefe-de-producto-concerta-en-janssen-cilag.html

(32) Puesta en marcha del primer plan de acción en TDAH. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.shireiberica.com/shire-espana/noticia-lanzamiento-pandah.aspx

(33) Staton T. Shire aims to win skeptical Europe over to ADHD drugs. Fierce Farma, 3-10-2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.fiercepharma.com/story/shire-aims-win-skeptical-europe-over-adhd-drugs/2013-10-02

(34) Saiz Fernández LC. Atentos al déficit de atención (TDAH) Entre la naturaleza incierta y la prescripción hiperactiva Boletín de información farmacoterapéutica de Navarra, Nov-Dic 2013 Volumen 21, Nº 5

(35) Schwarz A. The Selling of Attention Deficit Disorder. New York Times, 14-12-2014. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.nytimes.com/2013/12/15/health/the-selling-of-attention-deficit-disorder.html?pagewanted=all&_r=0

(36) Parens E, Johnston J. Facts, values, and Attention-Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD): an update on the controversies. Child and Adolescent Psychiatry and Mental Health 2009, 3:1 doi:10.1186/1753-2000-3-1

(37) Kelley T. The Big Bucks in Keeping Kids Focused, Bloomberg Business 10-10-2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.bloomberg.com/bw/articles/2013-10-10/shires-adhd-drugs-face-resistance-in-a-skeptical-europe

(38) Goldacre B. Mala ciencia. Distinguir lo verdadero de lo falso. España: Paidos, 2011.

(39) CHADD Income & Expenditures Reports 2000-2009. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.chadd.org/About-CHADD/Reports.aspx

(40) O’Meara KP. ADHD Awareness’ Month—it’s good for Big Pharma, bad for kids. Octubre 2013. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.cchrint.org/2013/10/10/adhd-awareness-month-bigpharma/

(41) Shire Funding Disclosure Report 2012. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.shire.com/shireplc/dlibrary/documents/2012ShireGlobalFundingDisclosureReport.pdf

(42) Mosquera JJ. El papel de los KOL en el Marketing Farmacéutico 22-3-2011. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.samf.com.ar/node/54

(43) Baos V. Ser un "key opinion leader." 3-6-2010. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://vicentebaos.blogspot.com.es/2010/06/ser-un-key-opinion-leader.html

(44) Moynihan R. Key opinion leaders: independent experts or drug representatives in disguise? BMJ 2008; 336:1402 doi: http://dx.doi.org/10.1136/bmj.39575.675787.651

(45) Sismondo S. Key Opinion Leaders and the Corruption of Medical Knowledge: What the Sunshine Act Will and Won't Cast Light On, Journal of Law, Medicine, Ethics, Vol. 14, No. 3, 2013

(46) Whitaker R. Weighing the Evidence: What Science Has to Say about Prescribing Atypical Antipsychotics to Children. En: Olfman S, Robbins BD, editors. Drugging Our Children: How Profiteers Are Pushing Antipsychotics on Our Youngest, and What We Can Do to Stop It USA: Praeger, 2012. p. 3-16.

(47) GPC sobre el TDAH - Guía de Práctica Clínica sobre el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) en Niños y Adolescentes. España: Guías de práctica clínica en el SNS, Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, 2010.

(48) La hiperactividad es un trastorno real y no una moda reciente, según Cesar Soutullo. Psiquiatria.com, 22-1-2009. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.psiquiatria.com/tdah/cesar-soutullo-la-hiperactividad-es-un-trastorno-real-y-no-una-moda-reciente/

(49) Jackson GE. Rethinking Psychiatric Drugs: A Guide for Informed Consent. EEUU: Author House, 2005.

(50) Valverde MA, Inchauspe JA. Alcance y limitaciones del tratamiento farmacológico del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad en niños y adolescentes y Guías de Práctica Clínica. Una revisión bibliográfica. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. 2014; 34 (121), 37-74. doi: 10.4321/S0211-57352014000100004

(51) Mayes R. ADHD and the rise in stimulant use among children. Harvard Review of Psychiatry 16 (2008): 151–66.

(52) Hinshaw SP, Scheffler RM. The ADHD Explosion: Myths, Medication, Money, and Today’s Push for Performance. EEUU: Oxford University Press, 2014.

(53) Barkley RA. Commentary on the multimodal treatment study of children with ADHD. J Abnorm Child Psychol. 2000, Dec; 28(6):595-9.

(54) International Consensus Statement on ADHD. Clinical Child and Family Psychology Review, Vol. 5, No. 2, June 2002.

(55) A Critique of the International Consensus Statement on ADHD. Clinical Child and Family Psychology Review, Vol. 7, No. I, March 2004.

(56) Barkley RA. Taking Charge of ADHD: The Complete, Authoritative Guide for Parents. Third Edition. EEUU: Guilford Press, 2013.

(57) Hearn K. Here, Kiddie, Kiddie. AlterNet, 29-11-2004. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.alternet.org/drugs/20594?page=1

(58) Rockoff J. Shire Drug Cleared to Treat Binge-Eating Disorder. Wall Street Journal, 30-1-2015. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.wsj.com/articles/shire-drug-cleared-to-treat-binge-eating-disorder-1422660055

(59) Schwarz A. Idea of New Attention Disorder Spurs Research, and Debate. New York Times, 11-4-2014. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.nytimes.com/2014/04/12/health/idea-of-new-attention-disorder-spurs-research-and-debate.html?_r=0

(60) Karalunas SL, Fair D, Musser ED, Aykes K, Iyer SP, Nigg JT. Subtyping Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder Using Temperament Dimensions Toward Biologically Based Nosologic Criteria. JAMA Psychiatry. 2014 Sep;71(9):1015-24.

(61) Lu CY, Zhang F, Lakoma MD, Madden JM, Rusinak D, Penfold, RB et al. Changes in antidepressant use by young people and suicidal behavior after FDA warnings and media coverage: quasi-experimental study. BMJ 2014;348:g3596 doi: 10.1136/bmj.g3596 (Published 18 June 2014)

(62) All rapid responses - Changes in antidepressant use by young people and suicidal behavior after FDA warnings and media coverage: quasi-experimental study. [Consultado el 3-2-2015] Accesible en: http://www.bmj.com/content/348/bmj.g3596/rapid-responses

(63) Moncrieff J. Hablando claro. Una introducción a los fármacos psiquiátricos. Barcelona: Herder, 2013.

(64) Nyquist Potter N. Mapping the Edges and the In-between: A Critical Analysis of Borderline. EEUU: Oxford University Press, 2009.

(65) Bracken P, Thomas P, Timimi S, Asen E, Behr G, Beuster C, et al. Psychiatry beyond the current paradigma. British Journal of Psychiatry (2012) 201, 430–434. doi: 10.1192/bjp.bp.112.109447

(66) Valverde MA, Inchauspe JA. ¿Hay lugar para el consentimiento informado en los tratamientos de las personas con psicosis? Una reflexión sobre el tratamiento de las psicosis Revista de Bioética y Derecho, núm. 30, enero 2014, doi:10.1344/rbd2014.30.9907



"La raya en la arena: la Psiquiatría entre la ética y la industria farmacéutica" (J. García-Valdecasas, A. Vispe, en Revista Norte de Salud Mental nº 52)

$
0
0


Hoy traemos una nueva versión de un trabajo que ya publicamos en alguna ocasión en el blog. Se trata de un artículo incluido recientemente en la Revista Norte de Salud Mental, que es la revisión y resumen de la conferencia de clausura que fuimos invitados a dar en las Jornadas de la Asociación Castellano-Leonesa de Salud Mental en 2014. Creemos que esta nueva versión aporta algunas cosas nuevas y que, por desgracia, su reflexión sigue plenamente vigente. Pueden consultar el trabajo en la web de la revista aquí.

A continuación, el artículo íntegro:




Título: La raya en la arena: la Psiquiatría entre la ética y la industria farmacéutica 

Autores: Jose García-Valdecasas Campelo *, Amaia Vispe Astola **

* Psiquiatra. Hospital Universitario de Canarias. Servicio Canario de Salud.
** Enfermera especialista en Salud Mental. Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria. Servicio Canario de Salud.



Título: La raya en la arena: la Psiquiatría entre la ética y la industria farmacéutica

Title: The line in the sand: Psychiatry between ethics and pharmaceutical industry

Resumen: En el presente trabajo desarrollamos el tema de la influencia de la industria farmacéutica en la psiquiatría, a través de aspectos como las clasificaciones actuales de trastornos mentales, la investigación farmacológica en lo referente a eficacia y seguridad, el desarrollo de nuevos fármacos y el marketing, dirigido a los profesionales sanitarios y a los mismos afectados o sus familiares, así como al conjunto de la sociedad. En base a ello, señalamos los aspectos éticos, económicos y legales implicados en esta relación, así como elaboramos unas propuestas de solución al problema, considerando las posibles repercusiones del mismo, tanto en nuestro trabajo como profesionales como hacia la propia sociedad.

Abstract: In this paper we develop the issue of the influence of the pharmaceutical industry in psychiatry, through aspects such as the current classification of mental disorders, pharmacological research regarding efficacy and safety, developing and marketing new drugs, aimed to healthcare professionals, patients or their families and the wider society. Based on this, we note the ethical, economic and legal aspects involved in this relationship. We elaborate proposals for solution to the main subject, considering the possible repercussions thereof, both in our work as professionals and to society itself.

Palabras clave: industria farmacéutica, ética, investigación psiquiátrica, clasificaciones psiquiátricas, gasto farmacéutico, marketing farmacéutico.

Key words: pharmaceutical industry, ethics, psychiatry research, psychiatry classifications, pharmaceutical expenditure, pharmaceutical marketing.


Introducción

La ética es un concepto problemático y esquivo, abierto a diversas interpretaciones y que suscita aún más diversos posicionamientos. El nuestro es que la ética es ante todo una responsabilidad hacia los demás. Partimos de la consideración aristotélica de que el hombre es un “animal político”, lo que hace referencia al carácter socialdel ser humano. Nacemos, vivimos y morimos en una sociedad, que nos proporciona en mayor o menor grado identidades y neurosis, dolores y alegrías. Y somos responsables, si queremos ser éticos desde este punto de vista, de colaborar a mejorar dicha sociedad y el bienestar de sus miembros, a través de nuestro comportamiento, ya en lo personal, ya en lo profesional, especialmente para quienes trabajamos atendiendo y tratando, en el sentido más amplio de estas palabras, a otras personas.

Ciertos desarrollos éticos, en la línea de Horkheimer, hablan de que la utopía, aunque anhelada, es realmente imposible. El sentido de la vida está perdido. Pero, a pesar de ello, hay que comportarse como si existiese tal sentido. Y no sólo por un imperativo categórico kantiano de reminiscencias cristianas de tratar al otro como a ti mismo, sino porque se lo debemos a todos los hombres y mujeres que lucharon antes que nosotros contra las peores circunstancias y perdieron. Se lo debemos a todas las víctimas que intentaron hacer del mundo un lugar mejor y en muchas ocasiones no lo consiguieron. Pensar “yo no voy a poder cambiar nada” es de cobardes. Uno debe hacer lo que debe hacer, como si efectivamente pudiera cambiar algo y a pesar de que efectivamente tal vez nada cambie. Hay que luchar sin miedo y, si es preciso, sin esperanza. Como dijimos alguna vez, poder morir mirando a tus hijos y diciéndoles: “chicos, el mundo es una mierda, pero nosotros hicimos lo que pudimos”.

Entrando en materia, diremos que la relación entre la industria y los profesionales marca, no un conflicto de intereses, sino el conflicto de interés. Y lo decimos así porque no es que no haya otros, sino que la importancia de éste eclipsa cualquier otro. Algunos colegas empiezan revelando sus conflictos de interés diciendo por ejemplo quecobran del Laboratorio X y que trabajan para el Servicio Público de Salud Z. Y esto nos parece una hipocresía intolerable, por cuanto pretenden vender ambas posiciones como equidistantes de tal forma que los “conflictos” se anularían entre sí. Tal y como nosotros lo vemos, el asunto es simple: el fin buscado por el profesional sanitario (o el sistema de salud público para el que trabaje, o las asociaciones profesionales en las que participe) es aliviar el malestar del paciente. El fin de la industria es obtener beneficios. Y aliviar a los pacientes sólo es un medio (uno de varios posibles) de obtener dichos beneficios. No hay conflicto de interés entre un profesional y su gestor, o su orientación teórica, o sus compañeros. Puede haber diferencias de opinión o choques incluso graves acerca de cuáles son los medios indicados para lograr el fin perseguido, pero el fin último es el mismo. Sin embargo el conflicto de interés con la industria farmacéutica es evidente: el fin es distinto y, de hecho, nuestro fin no es más que un medio posible pero ni siquiera obligatorio, tal y como funcionan las cosas hoy en día, para ellos.


Aspectos de la relación entre la industria farmacéutica y la Psiquiatría

Hay mucho escrito recientemente acerca de ello, y cada vez se acumula más información al respecto (1, 2, 3). Con fines didácticos, acotaremos una serie de apartados, como son la influencia de la industria farmacéutica en nuestras clasificaciones, la influencia de la industria en la investigación, aspectos sobre el desarrollo de nuevos fármacos y sin duda el tema estrella del marketing sobre el profesional. Estos cuatro apartados implican y confluyen en el hecho de que la mayor parte de la formación que reciben los profesionales está influida por la industria farmacéutica, que crea así el saber oficial de la disciplina. Por otra parte, la influencia de la industria actúa también sobre la sociedad en general, desde estos cuatro apartados o cualquier otra división que hagamos (4, 5), y contribuye a establecer un saber popular sobre la salud mental que tiende a conceptualizar cualquier malestar vital como trastorno mental y cualquier trastorno mental como disfunción biológica subsidiaria de tratamientos farmacológicos sumamente eficaces y seguros. Creencia popular que muchos profesionales comparten y que carece de pruebas en todos sus niveles.

La industria influye de forma clara en la clasificación de las enfermedades mentales y en la medicalización de condiciones que no merecerían en ningún caso el apelativo de “enfermedades”. Está documentado (6) cómo los paneles de expertos del DSM se reunían y en forma más de comedia de situación que de cónclave científico, decidían qué trastornos entraban y de qué manera lo hacían en una clasificación que luego los profesionales hemos seguido como si fuera la Biblia (y que, a pesar de definirse como texto científico, carece de cualquier tipo de referencia bibliográfica a sus fuentes). Se ha sabido (7) que más de la mitad de los expertos del DSM-5 tienen conflictos de interés, algunos por elevadísimas cantidades de dinero, con los laboratorios que producen los fármacos indicados para cada categoría. O cómo se produjo (8) la invención del trastorno por estrés postraumático, el TDAH o la fobia social... O se elevó a rango de epidemia trastornos poco frecuentes como la depresión o el trastorno bipolar... La influencia de la industria, que se juega gran parte de sus beneficios en esto, es innegable en relación con los citados conflictos de interés que presentan los psiquiatras que diseñan estas entidades diagnósticas y en relación con el psiquiatra de a pie que, a través de la influencia de la industria en sus diversas formas, tiene cada vez más presente el nuevo trastorno. O, y esto es cada vez más grave, influyendo a través de asociaciones de pacientes o familiares o con intervenciones directas en la población, consiguiendo que nuestros pacientes vengan ya sugestionados buscando el fármaco adecuado.

Pasando al siguiente apartado, la industria farmacéutica lleva a cabo la mayor parte de la investigación tanto previa como posterior a la comercialización de los psicofármacos, dentro de un escenario de lamentable dejadez de funciones de las administraciones públicas. Ello trae consigo una serie de circunstancias que han sido denunciadas profusamente (1, 2) sin que hasta el momento se haya logrado ningún avance real, más allá de titubeantes declaraciones de intenciones de la Unión Europea sobre la transparencia de los ensayos clínicos. Entre estas circunstancias tenemos la ocultación de estudios (9) cuyos resultados no son favorables al fármaco del laboratorio que financia dicho estudio, o bien la manipulación de los resultados, muy lejos de lo que sería una práctica científica honesta, con muestras demasiado pequeñas, análisis por subgrupos ad infinitum, seguimientos demasiado cortos para detectar efectos secundarios a largo plazo, empleo de variables subrogadas sin relevancia clínica demostrada, comparación con dosis no equivalentes para exagerar efectos secundarios del comparador (algo realizado en las comparaciones iniciales entre antipsicóticos atípicos y típicos (10), con la consiguiente generación de la imagen de mejor tolerancia y de mayor eficacia), el fenómeno muy frecuente del ghostwriting (11), por el cual una compañía contratada por el laboratorio diseña, ejecuta y escribe el estudio, para que luego supuestos grandes expertos pongan su nombre en él, etc., etc.

La determinante influencia de la industria en lo que se publica y con qué nivel de calidad científica se hace, lleva directamente a que los médicos no tengan acceso a toda la información disponible sobre los fármacos que prescriben. Estudios negativos no se publican (la relevancia de esta práctica sobre la eficacia de los antidepresivos (12, 13, 14) es algo que sólo estamos empezando a atisbar) y aquellos estudios que sí se publican muchas veces no nos aportan la información suficiente ni cuentan con una metodología apropiada. Ni se investiga bastante ni llega a nosotros lo que realmente se investiga. Es asombroso cómo apenas hay estudios amplios de efectos secundarios a largo plazo (diez, veinte o más años), o acerca de qué fenómenos de neuroadaptación se producen, con tratamientos antipsicóticos o eutimizantes, cuando son fármacos prescritos con muchísima frecuencia de forma indefinida. Y cuando algún estudio encuentra datos de, por ejemplo, atrofia cerebral asociada a tratamiento a largo plazo con antipsicóticos (15, 16), apenas influye en nuestra práctica clínica... O cómo tenemos cada vez más y más niños medicados con estimulantes anfetamínicos o de otro tipo, así como con antipsicóticos, sin disponer de estudios que nos digan qué efecto tienen estas sustancias sobre un cerebro en formación en cinco o diez años en el futuro. Evidentemente, y nos detendremos luego en ello, la culpa para nada es sólo de la industria, la cual investiga lo que le apetece, sino también de las administraciones públicas que se desentienden de sus obligaciones de control en una negligencia cuyas implicaciones sanitarias son incalculables.

El hecho de que la investigación recaiga en manos de la industria lleva también a que sea la industria la que marca cuáles son los temas de investigación y cuáles no... Ahí vemos, por ejemplo, cómo se conceptualiza la patología como necesariamente crónica, desapareciendo los cuadros agudos (que, por definición no requieren medicación de por vida, con la consiguiente pérdida de beneficios). La psicosis aguda ha desaparecido para ser sustituida por el primer episodio psicótico (lo que augura inevitablemente una serie y se convierte en la práctica y la teoría en un diagnóstico de esquizofrenia a perpetuidad); el episodio depresivo aislado es una rareza, en un mar de trastornos depresivos recurrentes, cada vez más incapacitantes; el niño travieso o despistado tiene indudablemente un déficit de atención con hiperactividad (17); la persona normal ya no existe, poseída por mil combinaciones comórbidas de trastornos de personalidad para los que se ensayan los más creativos cócteles de psicofármacos. La investigación sobre psicoterapias queda siempre en un plano secundario, y no digamos dónde queda ya la que podría realizarse sobre los aspectos sociales del proceso de enfermar o de recuperarse...

Cambiando de tercio, la industria farmacéutica en la actualidad es el principal desarrollador de nuevos fármacos, también en psiquiatría. Sus defensores, normalmente a mayor o menor sueldo de la misma, insisten en el factor de innovación que la industria trae consigo. Sin embargo, al menos en psiquiatría, son muchas las voces que señalan (1, 2, 3) que apenas ha habido avances farmacológicos dignos de ese nombre en las últimas décadas. Desmontada a nivel científico (aunque disfrutando aún de excelente salud comercial), la burbuja de los nuevos antipsicóticos, tras los datos de múltiples revisiones independientes (18, 19, 20, 21) de no mayor eficacia que los antiguos y no mejor tolerancia, y con datos preocupantes (22, 23), aunque habitualmente ignorados, de cómo correlaciona el mayor uso de antidepresivos con aumento en las cifras globales de depresión y de forma llamativa en las de depresión resistente al tratamiento, pues no nos parece que la innovación haya sido tal en nuestro campo.

Hoy en día, lo usual es que lo que llaman un “avance farmacológico” sea un cambio cosmético en una molécula previamente comercializada (y normalmente cercana a la fecha de pérdida de su patente), consiguiéndose un nuevo fármaco que no suele demostrar ni mayor eficacia, ni mejor tolerancia, ni menor coste. Aunque suele funcionar de fábula como producto comercial a lomos de campañas de marketing de indudable éxito. Los ejemplos del escitalopram, la desvenlafaxina o la paliperidona, hablan por sí solos.

Las administraciones sanitarias, ya sea la FDA americana, la EMA europea o la AEMPS española (muy poco independientes, desde el momento que son financiadas en gran parte por la propia industria farmacéutica y con una frecuente puerta giratoria por la que empleados de estos organismos públicos acaban trabajando para los laboratorios que se supone vigilaban) son, de nuevo, las culpables última de esta situación. Para aprobar un nuevo fármaco se requieren dos ensayos clínicos donde demuestre su eficacia frente a placebo. Como ha denunciado vehementemente el Dr. David Healy (24), este sistema, bienintencionado en inicio, es totalmente inadecuado y a la postre, dañino. Un laboratorio puede realizar diez estudios comparativos frente a placebo en los que obtenga ocho resultados negativos para el fármaco y dos positivos, y le basta con presentar esos dos y tiene el fármaco aprobado. Con el agravante en psiquiatría de que las escalas de eficacia pueden arrojar diferencias que sean estadísticamente significativas pero clínicamente irrelevantes. Es decir, no se compara el nuevo fármaco con alguno ya existente y en cuyo funcionamiento se pueda confiar. No se presta atención a estudios a largo plazo de efectos secundarios ni a efectos secundarios poco frecuentes.

Otro aspecto clave de la influencia de la industria farmacéutica en la psiquiatría es el más obvio pero no por ello el menos preocupante: el marketing. En nuestro medio no hay publicidad directa al consumidor, aunque ya consiguen las compañías farmacéuticas crear campañas indirectas a través de mensajes de concienciación por los que los médicos o ciertas asociaciones aconsejan a la opinión pública que esté alerta no vaya a ser que su timidez sea una fobia social, que su hijo rebelde sea un oposicionista-desafiante, o que el hecho de que esté en paro y con tres hijos no es lo que le pone triste o nervioso, sino que padece usted un trastorno ansioso-depresivo necesitado de un tratamiento cuyo precio le solucionaría sin embargo gran parte de sus problemas.

El marketing de la industria se hace muchas veces a través de asociaciones profesionales o bien de pacientes o familiares que, sin duda con la mejor intención, caen en el engaño de promocionar supuestas enfermedades necesitadas de tratamiento o de promocionar determinados fármacos para determinados trastornos.
Pero evidentemente, el principal marketing, al menos hasta ahora, se lleva a cabo sobre los profesionales, sobre todo pero no exclusivamente sobre los médicos prescriptores. Amables visitadores comerciales llenan nuestros centros de trabajo, con sonrisas sin fin, riéndose siempre de nuestros chistes por malos que sean, escuchando y transmitiendo cotilleos de acá para allá y con sus maletines llenos de bolígrafos, libretas, pendrives, libros caros o carísimos y algún que otro congresito en centroeuropa o norteamérica, con viaje, hotel e inscripción pagados. Porque antes te pagaban cosas aún más pintorescas, pero ahora nos dicen que con el código deontológico ya no se hacen estas cosas porque vimos que eso era muy malo y ya somos muy buenos. Pero a nada que rasca uno, oye todavía historias asombrosas, a pesar de la vigencia del famoso código ético de Farmaindustria, aparte de las conocidas charlas por cientos de euros por leer las diapositivas que el mismo laboratorio te ha entregado, los más que apreciados congresos que muchas veces no son otra cosa que vacaciones pagadas, o las frecuentes comidas y cenas en restaurantes que uno no podría costearse si no fuera en una ocasión muy especial (y ahora, con la crisis, ni eso). Si ya se llega a ser líder de opinión (un KOL, key opinion leader, que dicen los anglosajones), se pueden acumular cursos, ponencias y artículos al servicio de normalmente varios laboratorios, con unos beneficios económicos que van mucho más allá del alcance de cualquier profesional sanitario normal de este país.

Aparte de que la recepción de cualquier obsequio está prohibida por ley (como veremos luego) y que, desde luego, no es un “regalo”. Porque no es gratis, sino que lleva aparejada una deuda que obliga, de entrada, a seguir recibiendo la visita de ese comercial y a querer, más o menos inconscientemente, devolverle el favor. Así funciona el ser humano, al menos en nuestra cultura. Y si el profesional cree que no le va a influir el obsequio, debería pararse a pensar que el visitador está convencido de que sí. Y muchas veces hemos dicho que se puede acusar a la industria farmacéutica de muchas cosas, pero no de ser poco inteligentes a la hora de vender sus productos y obtener sus enormes beneficios.

Otro aspecto igualmente negativo de la interacción visitador-profesional es la exposición a la propaganda comercial presentada como si fuera información científica. Independientemente del escaso valor metodológico de muchas de las publicaciones que distribuyen o de los sesgos más o menos aparentes de los estudios, el más evidente y preocupante es el sesgo de selección: por decirlo claro, si hay veinte estudios que dicen que su fármaco no vale para nada y dos que dicen que es bueno, el representante sólo nos enseñará esos dos. Con lo que nos gusta a los profesionales, y sobre todo a los médicos, presumir de lo mucho que hemos estudiado para poder llegar donde estamos, ¿cómo permitimos que un comercial cuyos conocimientos se basan en cómo vender más de su producto, nos dé lecciones de eficacias o seguridades de los fármacos que prescribimos a nuestros pacientes? ¿En el siglo XXI, donde cada vez hay más revistas de acceso libre en internet y los abstract de todas están a tiro de Google, de verdad es lógico a permitir que un anunciante nos censure qué información nos llega y cuál no?

Por supuesto, se puede argumentar que esto debe cambiar pero hacerlo de tal manera que en realidad, nada cambie: códigos nuevos de Farmaindustria que a lo mejor hacen más difícil el soborno al prescriptor para desviar mayor cantidad del presupuesto de marketing a las asociaciones de pacientes o familiares, como forma más eficaz de llegar a la opinión pública y que sea el propio paciente el que vaya al médico reclamando ya el fármaco X; o bien insistir en la revelación de los conflictos de interés, como si eso realmente valiera para algo. Nos detendremos aquí un poco: es cierto que parece loable la transparencia en revelar el conflicto de interés existente en el autor de un artículo o de una ponencia. El problema es que esto es confesar el pecado sin el menor arrepentimiento ni propósito de enmienda. Revelar un conflicto de intereses no lo desactiva en absoluto ni evita el sesgo que lleva implícito. Las ponencias o artículos de muchos líderes de opinión no son ciencia sino propaganda, y eso no hay revelación de conflicto de intereses que lo arregle. En nuestra opinión, la transparencia en este asunto no vale para nada. Los conflictos de interés no deben revelarse sino eliminarse. No es ético tener otro interés más allá de buscar lo mejor para el paciente (por supuesto, respetando su autonomía y todo ello por un salario digno, huyamos siempre de los salvadores vocacionales). Nada de esto se va a arreglar con cambios cosméticos ni con promesas de portarse bien.

Por tanto, en nuestra opinión y como hemos señalado repetidamente, no se puede aceptar de un laboratorio ni siquiera un triste bolígrafo y daremos nuestras razones para ello.


Razones para no aceptar un bolígrafo

En primer lugar, sin duda, está el aspecto ético. Creemos que el conflicto de interés inherente a la relación entre profesional e industria es insoslayable. No se puede a la vez tener como objetivo la salud física o psíquica de los pacientes y los beneficios actuales o futuros de los accionistas. No queremos decir que la industria farmacéutica sea en sí mala desde el punto de vista ético, sino que es la relación la que esencialmente no puede ser ética, desde nuestro punto de vista. La industria, en sí, no es ni buena ni mala, es un negocio. Es decir, aunque la industria fuera 100% honrada, la relación estaría sujeta a un conflicto de intereses sin solución, desde el momento en que el prescriptor debe basar su decisión en la evidencia disponible, su experiencia clínica y las preferencias del paciente, y la aparición de la industria lo que busca es influir en dicha decisión de prescripción, introduciendo un cuarto factor que distorsiona los otros tres y no debería existir, pues ya responde al marketing y no a la clínica.

De todos modos, como debería ser evidente para todos, la industria farmacéutica real no se caracteriza en absoluto por un comportamiento ético, ni de lejos. Cada vez sabemos más de multas impuestas a diferentes laboratorios o acuerdos millonarios extrajudiciales por prácticas de marketing ilegal para prescripción fuera de ficha técnica (como Pfizer con el Neurontin), por ocultamiento de datos sobre efectos secundarios, con las consiguientes consecuencias en morbimortalidad (el Avandia de GSK (25), el Vioxxde Merck (26)), por sobornos a médicos (proceso contra Glaxo en China), etc. El problema es que cuando las multas son muy inferiores a los beneficios ya obtenidos con el fármaco, pues dentro de la lógica de una economía de mercado como la que tenemos (y sufrimos), no parece muy previsible que dichas conductas vayan a cesar. Conductas deliberadas y repetidas, no accidentales, como es necesario recalcar. Por desgracia, y como han señalado distintos autores (1, 2), nos engañaríamos si pensáramos que estas prácticas (sobornos, promoción off-label, ocultación de efectos secundarios graves, etc.) son obra de individuos corruptos. Se trata más bien de una forma sistémica y estructural de funcionar de empresas privadas que sólo buscan (como no podría ser de otro modo) su lucro personal. Por ello, sería imprescindible la existencia de organismos públicos que controlaran y regularan estrechamente a estas empresas privadas, cosa que ahora no sucede. O, ya puestos a soñar, que tuviéramos una industria farmacéutica de carácter público, transnacional, que fijara sus objetivos no en el beneficio económico sino en la atención sanitaria de, por ejemplo, muchas enfermedades endémicas en los países pobres a las que ahora las empresas farmacéuticas no prestan la menor atención porque no hay dinero que sacar allí.

Naturalmente, cuando desarrollamos estas críticas, uno de los argumentos que se nos presenta es que la industria farmacéutica ha desarrollado productos que han salvado muchas vidas y que deberíamos estar eternamente agradecidos por ello y que qué haríamos sin ella... Estamos totalmente de acuerdo y es cierto que, ya que no hay aún industria farmacéutica pública, las privadas son imprescindibles por el momento. Pero eso no les da derecho a desenvolverse con absoluto desprecio por las normas éticas básicas. Poniendo un ejemplo fácil, las empresas eléctricas llevan la energía hasta nuestras casas y, desde luego, sería terrible no tener empresas eléctricas y carecer de electricidad. Pero eso no da derecho a dichas empresas a no tener la red en condiciones y que con cualquier tormenta, se nos vaya la luz tres días. Y, por otro lado, como ya pagamos nuestra factura de la luz religiosamente porque si no, nos la quitan, no debemos mayor agradecimiento a dichas empresas. Los laboratorios cobran bien los productos que venden y, tras pagar con el dinero propio del paciente y con el público de todos, no ha lugar a ningún agradecimiento suplementario.

Se dice mucho también que ya que la administración no nos paga la formación, tenemos que aceptar que nos la pague la industria, pero aquí siempre hay dos cosas que no entendemos: una es por qué a los médicos alguien tiene que pagarles la formación, mientras que nadie se la paga a los abogados, los maestros, los psicólogos o los enfermeros; y otra es cómo puede ser que entrado ya el siglo XXI, cuando casi hasta los empastes traen conexión a internet, es necesario viajar a Nueva York para compartir información u opiniones con colegas... Otra racionalización habitual es la leyenda urbana de que hay un acuerdo formal entre la administración y las empresas farmacéuticas por el cual se permiten precios más elevados de los fármacos, a cambio de que dichas empresas se hagan cargo de la formación de los médicos, es decir, que según esto, tendríamos derecho a pedir a los laboratorios financiación para nuestra formación porque así lo habría organizado la administración. Por suerte o por desgracia, tal acuerdo no existe en ley ni reglamente alguno.

En fin, que desde nuestro punto de vista, las razones éticas son más que suficientes para decir “no, gracias” a cualquier ofrecimiento de la industria.

Pero hay otro grupo de razones, que cuenta con esa certeza simple y aburrida que dan las matemáticas y de la que la psiquiatría carece: las económicas, es decir, la cuestión del gasto. Los laboratorios no dan nada gratis. No hay regalos. Cada céntimo de cada bolígrafo o cada mil euros de cada viaje a la APA, se cobran del precio del fármaco que se está vendiendo. Una de las razones del desorbitado precio de los fármacos es este inmenso gasto en marketing que debe ser compensado.

Se dice también que los laboratorios realizan inmensas inversiones que deben recuperar y que de ahí los precios que piden por sus productos. Sin embargo, se dice menos que los laboratorios realizan sus investigaciones con pacientes que voluntaria y desinteresadamente participan en los ensayos clínicos pensando en beneficios en términos de salud para ellos o para pacientes futuros, y no en términos de plusvalía para accionistas. Así mismo, también reciben las empresas farmacéuticas ayudas públicas directas, o desgravaciones fiscales, o se les facilita el uso de instalaciones sanitarias públicas donde llevar a cabo sus estudios, o pueden disponer del tiempo de los investigadores clínicos... Es decir, que estas empresas no elaboran sus fármacos desde la nada, sino con toda una serie de apoyos de la sociedad  (y partiendo de una ingente cantidad de investigación básica previa que pertenece a todos) sin los cuales los nuevos fármacos no verían nunca la luz, por lo que parece razonable concluir que existe una obligación de los laboratorios de cara a dicha sociedad, es decir, a todos nosotros.

El problema del gasto farmacéutico además en un contexto de crisis como el que vivimos es el coste de oportunidad. Muchos compañeros, sin duda con las mejores intenciones, piensan: “mandaré siempre lo mejor para mi paciente sin fijarme en el precio”. Pero debemos ser conscientes de que cada euro que gastamos en el paciente A ya no lo vamos a tener para el paciente B, por lo que hay que intentar desarrollar el argumento un poco más allá de las “mejores intenciones”. Independientemente de que, aunque cueste saberlo de entrada con la manipulación de la información científica disponible de la que ya hemos hablado, muchas veces más caro no significa mejor sino realmente sólo menos conocido y por lo tanto más arriesgado.

Hoy en día los fármacos estrella en cuanto a promoción y capacidad de llevar a profesionales sanitarios de cenas y comidas por la geografía nacional y parte del extranjero son el Risperdal Consta (R) y el Xeplion (R). Dosis de Risperdal Consta de 50 mg cada 14 días (compararemos dosis máximas en ficha técnica) cuestan 402 euros mensuales. Dosis de Xeplion a 150 mg cada mes cuestan 519 euros mensuales. Dosis de Modecate (R) a 125 mg al mes cuestan 7 euros mensuales. ¿A que sería gracioso saber que no existe ni un solo estudio serio que haya demostrado ventaja de los primeros sobre el último? ¿A que sería gracioso saber que los pocos estudios comparativos (27, 28) encuentran igual eficacia y diferentes perfiles de tolerancia sin ventaja clara para ninguno (acatisia con típicos, aumento de peso y prolactina con atípicos)?

No deja de ser irónico cómo tenemos a nuestros pacientes psicóticos con míseras pensiones de 300 euros, citas con el psiquiatra cada cuatro meses por la saturación completa de las unidades de salud mental comunitarias y con limitadísimos recursos sociosanitarios, pero llevando tratamientos que cuestan muchas veces bastante más de 1.000 euros al mes. Y para que además, si metemos un doble ciego, no haya manera de demostrar que la eficacia y tolerancia de dichos fármacos sea mejor que la de otros que costaban 10 euros.

De todas maneras, este debate acabará quedando obsoleto cuando sigan desapareciendo los neurolépticos antiguos porque ya no interesa su comercialización. La última víctima ha sido la perfenazina, que igualó y en algún punto superó los resultados de risperidona, quetiapina, olanzapina y ziprasidona en el estudio CATIE (20), pero con el pecado capital de provocar costes, en vez de 100 ó 200 euros, de sólo 6 euros en tratamiento mensual. Claro que podría haber un laboratorio público que la fabricara ya que carece de patente, pero parece que al Ministerio de Sanidad o a las Consejerías de Sanidad de las comunidades autónomas no se les ha ocurrido. También podría pensarse que si la industria se gasta lo que se gasta en marketing en cualquier psiquiatra del montón, imaginen lo que se destina a esos mismos fines en los jardines de Palacio.

Una última anotación: el dinero con el que se paga la mayor parte del coste de los psicofármacos es público. Pero público no significa que no sea de nadie. Significa que es de todos. Que sale de la misma caja que nuestro sueldo, nuestras futuras pensiones o el dinero para las becas y los comedores escolares.

El tercer argumento para no aceptar nada de la industria es, por definición, incuestionable: el legal. La Ley del Medicamento (29) establece claramente que el prescriptor no puede aceptar ningún obsequio de agentes interesados en la venta de determinados productos. Lo cual, dicho sea de paso, se contradice con el famoso código deontológico de Farmaindustria, que permite obsequios de pequeño valor. Señalaremos que nos parece escandaloso que un código de uso interno de un grupo de empresas privadas se atreva a contradecir una ley, y que, por más que lo hemos buscado en el Diccionario de la Real Academia, “ningún obsequio” parece que significa efectivamente “ningún obsequio”, sin más matices. Resumiendo: aceptar un bolígrafo, una cena, o un hotel de lujo en alguna capital europea para entrar a una charlita de 45 minutos entre excursión y excursión es directamente ilegal, y las sanciones recogidas en dicha ley se sitúan entre 30.000 y 90.000 euros. Afortunadamente y para que nadie se ponga nervioso, diremos que estas infracciones prescriben a los dos años.

Nuestros argumentos no pretenden ser una propuesta ética desesperanzada, sino que realmente pensamos que abandonar la relación entre profesionales e industria sería parte de la solución de un problema de extrema gravedad que tenemos planteado, aunque muchas veces no se quiera ser consciente del mismo. El elefante no desaparece del centro de la habitación simplemente al dejar de hablar de él.


¿Alguna solución a la vista?

Pues sí, y dicha solución pasaría en nuestra opinión por varios aspectos:

- Independencia total entre profesionales sanitarios e industria, sin ningún tipo de relación entre ambos (con la excepción lógica de aquellos profesionales que trabajasen directamente para los laboratorios en investigación y desarrollo). Consideramos más que acreditados (30, 31, 32, 33) los efectos perniciosos que la interacción con la industria implica en nuestra labor profesional.

- Papel regulador claro de las administraciones sanitarias en lo referente a decidir en base a criterios científicos e independientes qué fármacos se aprueban, hacer disponibles el total de ensayos clínicos, llevar a cabo estudios no sólo de eficacia sino de seguridad a largo plazo, etc.

- Favorecer la creación de una industria farmacéutica pública, transnacional, así como crear las condiciones para que la investigación científica sea independiente y de acceso libre, ya que de otra manera se ocultan o manipulan datos lo que conlleva que tratamos a nuestros pacientes sin toda la información que realmente existe.

Lo curioso es que esta solución favorecería, a la larga, a todo el mundo: la industria desarrollaría un modelo de crecimiento sostenible, sin abocar al déficit y al impago a los estados incapaces de seguir haciendo frente a la factura farmacéutica; las administraciones conseguirían una prescripción más racional, al disponerse de más información, y más barata, al no permitir la comercialización de productos más caros sin ventajas reales; y los profesionales podríamos llevar a cabo nuestra tarea prestando atención sólo a información científica veraz y completa, así como a nuestra experiencia clínica, no sesgada por la simpatía o los obsequios del visitador de turno, que dejarían de estorbar en nuestros lugares de trabajo, robando tiempo que debería ser dedicado a asistencia, docencia o investigación. Que los visitadores sean personas con familia y que tengan derecho a ganarse su salario no tiene nada que ver en esto. Si alguien quiere ayudarles, que lo haga con su dinero, no con el de todos.
Estamos convencidos de que la situación de la Psiquiatría y el dilema ético en que se encuentra entre la atención a los pacientes y los intereses comerciales de la industria es de tal gravedad que hay que posicionarse. Y uno se posiciona, quiera o no quiera, conscientemente o no. La raya en la arena está trazada aunque no queramos verla y los profesionales estamos llamados a decidir si queremos recuperar nuestra independencia o vamos a seguir haciendo de tontos útiles para que unos pocos ganen mucho, mucho dinero a costa del empobrecimiento e incluso el perjuicio en términos de salud de todos.

El tiempo se acaba además, porque el debate se está ya trasladando a toda la sociedad. En relación también con la situación de crisis global que vivimos, y no sólo económica, está cayendo el mito de los expertos. Cada vez menos gente cree que un ministro de economía o un banquero importante sepan mucho de economía, más allá de lo necesario para enriquecerse ellos mismos. Cada vez más gente mira con suspicacia a esos señores trajeados y esas señoras tan bien vestidas que entran en las consultas de sus médicos antes que ellos y son atendidos con más tranquilidad y más sonrisas. Pronto, como algunos hemos incluso pedido públicamente, serán nuestros pacientes los que nos pregunten si el laboratorio que fabrica el fármaco que le acabamos de prescribir nos ha pagado o regalado algo. Y sólo quedará mentir, con el consiguiente reconocimiento ante uno mismo de que lo que se hace no está bien, o decir la verdad, intentando explicar al paciente que las invitaciones a cenar o a viajar no tienen nada que ver con mandarle el tratamiento de 200 euros en vez del de 2.

El debate está en la opinión pública y cada vez lo estará más. Nuestra obligación ética, profesional y legal está clara y no deberíamos posponerla por más tiempo, porque el tiempo se nos acaba. Si no queremos hacerlo, nos tememos que ni la sociedad ni la Historia nos perdonarán.



Bibliografía:


1. Goldacre, Ben. Mala Farma. Paidós Ibérica, 2013.

2. Gøtzsche, Peter. Medicamentos que matan y crimen organizado. Los libros del lince, 2014.

3. Moncrieff, Joana. Hablando claro: una introducción a los fármacos psiquiátricos. Herder Editorial, 2013.

4. De la Mata I, Ortiz A. Industria farmacéutica y psiquiatría. Rev Asoc Esp Neuropsiq 2003; 23(86), 49-71.

5. García-Valdecasas J, Vispe A. Mercaderes en el Templo: hegemonía del paradigma bio-comercial en psiquiatría. Rev Asoc Esp Neuropsiq 2011; 31(110), 321-341. doi: 10.4321/S0211-573520110002000010.

6. Lane, Christopher. La timidez. Zimerman Ediciones, 2011.

7. Cosgrove L, Krimsky S. A Comparison of DSM-IV and DSM-5 Panel Menbers´Financial Associations with Industry: A Pernicious Problem Persists. PLoS Medicine March 13, 2012. doi: 10.1371/journal.pmed.1001190.

8. González Pardo, Héctor y Pérez Álvarez, Marino. La invención de trastornos mentales. Alianza Editorial, 2007.

9. Turner EH, Matthews AM, Linardatos E, Tell RA, Rosenthal R. Selective Publication of Antidepressant Trials and Its Influence on Apparent Efficacy. N Engl J Med 2008; 358:252-260. doi: 10.1056/NEJMsa065779.

10. Geddes J, Freemantle N, Harrison P, Bebbington P. Atypical antipsychotics in the treatment of schizophrenia: systematic overview and meta-regression analysis. BMJ. 2000 Dec 2;321(7273):1371-6.

11. The PLoS Medicine Editors (2009). Ghostwriting: The Dirty Little Secret of Medical Publishing That Just Got Bigger. PLoS Med 6(9): e1000156. doi: 10.1371/journal.pmed.1000156.

12. Kirsch I, Deacon BJ, Huedo-Medina TB, Scoboria A, Moore TJ, et al. (2008) Initial Severity and Antidepressant Benefits: A Meta-Analysis of Data Submitted to the Food and Drug Administration. PLoS Med 5(2):e45. doi:10.1371/journal.pmed.0050045

13. Barbui C, Cipriani A, Patel V, Ayuso-Mateos J, Van Ommeren M. Efficacy of antidepressants and benzodiazepines in minor depression: systematic review and meta-analysis. British Journal of Psychiatry (2011) 198:11-16 doi:10.1192/bjp.bp.109.076448

14. Fournier JC, DeRubeis RJ, Hollon SD, Dimidjian S, Amsterdam JD, et al. Antidepressant Drug Effects and Depression Severity: A Patient-Level Meta-analysis. JAMA 2010; 303(1):47-53. doi:10.1001/jama.2009.1943.

15. Andreasen NC, Ziebell S, Pierson R, Magnotta V.Long-term antipsychotic treatment and brain volumes: a longitudinal study of first-episode schizophrenia. Arch Gen Psychiatry. 2011 Feb; 68(2): 128-37. doi: 10.1001/archgenpsychiatry. 2010.199.

16. Fusar-Poli P, Smieskova R, Kempton MJ, Ho BC, Andreasen NC, Borgwardt S. Progressive brain changes in schizophrenia related to antipsychotic treatment? A meta-analysis of longitudinal MRI studies. Neuroscience & Biobehavioral Reviews 37(8), September 2013; 1680-1691. doi: 10.1016/j.neubiorev.2013.06.001.

17. García de Vinuesa, Fernando; González Pardo, Héctor: Pérez Álvarez, Marino. Volviendo a la normalidad. La invención del TDAH y del trastorno bipolar infantil. Alianza Editorial, 2014.

18. Kendall T. The rise and fall of the atypical antipsychotics. British Journal of Psychiatry 2011, 199:266-268. doi: 10.1192/bjp.bp.110.083766.

19. Lieberman JA, Stroup TS, McEvoy JP, Swartz MS, Rosenheck RA et al. Effectiveness of Antipsychotic Drugs in Patients with Chronic Schizophrenia. N Engl J Med 2005;353:1209-23.

20. Swartz MS, Perkins DO, Stroup TS, Davis SM, Capuano G et al. Effects of Antipsychotic Medications on Psychosocial Functioning in Patients With Chronic Schizophrenia: Findings From the NIMH CATIE Study. Am J Psychiatry 2007;164:428-436. doi:10.1176/appi.ajp.164.3.428.

21. Jones PB, Barnes TRE, Davies L, Dunn G, Lloyd H et al. Randomized Controlled Trial of the Effect on Quality of Life of Second- vs First-Generation Antipsychotic Drugs in Schizophrenia. Arch Gen Psychiatry. 2006;63(10):1079-1087. doi:10.1001/archpsyc.63.10.1079.

22. El-Mallakh RS, Gao Y, Roberts RJ. Tardive dysphoria: The role of long term antidepressant use in-inducing chronic depression. Medical Hypotheses 76 (2011) 769–773. doi:10.1016/j.mehy.2011.01.020.

23. Andrews PW, Kornstein SG, Halberstadt LJ, Gardner CO, Neale MC. Blue again: perturbational effects of antidepressants suggest monoaminergic homeostasis in major depression. Front Psychol 07 July 2011. doi: 10.3389/fpsyg.2011.00159.

24. Healy, David. Pharmageddon. Berkeley: University of California Press; 2012.

25. Silva Ayçaguer Luis Carlos. La industria farmacéutica y los obstáculos para el flujo oportuno de información: consecuencias para la salud pública. Rev Cubana Salud Pública . Disponible en: http://scielo.sld.cu/ scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662011000500012&lng=es.

26. Prozzi GR. El retiro del rofecoxib: una historia para reflexionar. Rev Arg Anest (2004), 62, 5: 327-328.

27. McEvoy JP, Byerly M, Hamer RM, Dominik R, Swartz MS, Rosenheck RA et al. Effectiveness of Paliperidone Palmitate vs Haloperidol Decanoate for Maintenance Treatment of Schizophrenia: A Randomized Clinical Trial FREE. JAMA. 2014;311(19):1978-1987. doi:10.1001/jama.2014.4310.

28. Acosta FJ, Chinea E, Hernández JL, Rodríguez F, García-Bello M, Medina G et al. Influence of antipsychotic treatment type and regimen on the functionality of patients with schizophrenia. Nord J Psychiatry 2014 Apr;68(3):180-8. doi: 10.3109/08039488.2013.790475. Epub 2013 May 15.

29. Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios. «BOE» núm. 178, de 27/07/2006.

30. Spurling GK, Mansfield PR, Montgomery BD, Lexchin J, Doust J et al. Information from Pharmaceutical Companies and the Quality, Quantity, and Cost of Physicians' Prescribing: A Systematic Review. PLoS Medicine. October 19, 2010. doi: 10.1371/journal.pmed.1000352.

31. Austad KE, Avorn J, Franklin JM, Campbell EG, Kesselheim AS. Association of Marketing Interactions With Medical Trainees’ Knowledge About Evidence-Based Prescribing. JAMA Intern Med. 2014;174(8):1283-1290. doi:10.1001/jamainternmed.2014.2202.

32. Steinman MA, Shlipak MG, McPhee SJ. Of principles and pens: attitudes and practices of medicine housestaff toward pharmaceutical industry promotions. Am J Med. 2001 May;110(7):551-7.

33. Brennan TA, Rothman DJ, Blank L, Blumenthal D, Chimonas SC. Health Industry Practices That Create Conflicts of Interest. JAMA. 2006;295:429-433.




Una de artículos científicos y evaluación de novedades terapéuticas (que no "avances", por desgracia)

$
0
0

Vivimos últimamente muchos movimientos en Psiquiatría. Cada vez más acceden a la prensa generalista (es decir, a la opinión pública, mucho más allá de nuestros ámbitos profesionales habituales) temas de debate acerca de la teoría y práctica psiquiátricas. Por citar sólo algunos recientes (a los que tal vez, cuando dispongamos de más tiempo y calma, no dejaremos de dedicar alguna reflexión propia), hemos asistido a una polémica entre Robert Whitaker, periodista e investigador, autor de Anatomía de una Epidemia y Miguel Gutiérrez, presidente de una de las asociaciones profesionales de psiquiatras más importantes del país, con diversas respuestas, incluida una muy adecuada, a nuestro modo de ver, de la AEN. Un resumen y reflexión sobre dicho debate pueden encontrarlo en este escrito de la plataforma No Gracias. O, por otra parte, se ha planteado en ámbitos públicos (aquí ante el pleno del Ayuntamiento de Cádiz, aquí en un artículo recogido en eldiario.es) la cuestión de las contenciones físicas a pacientes psiquiátricos, sus usos de forma adecuada o, muchísimas veces, inadecuada y, lo que es peor, sus no poco frecuentes abusos... También leímos hace poco en El Confidencial un manifiesto de cinco respetados profesionales del Reino Unido criticando los manejos de la industria farmcéutica, de los que hemos hablado sobradamente en este blog... Como decimos, algo más habremos de comentar sobre estos temas, pero creemos del mayor interés que el debate esté trascendiendo el ámbito profesional y llegado a toda la sociedad, que deberá conocer y, en consecuencia, opinar sobre estas cuestiones. Un poco de eso iba la democracia, tenemos entendido.


Hoy nos limitaremos a hacerles llegar algunos artículos científicos y evaluaciones de psicofármacos recientemente publicados, para colaborar en su difusión y, de paso, contribuir a erradicar la idea de que es necesario recibir a representantes de la industria farmacéutica o acudir a sus charlas patrocinadas para "estar actualizado". Les dejamos aquí actualizaciones obtenidas sin el menor conflicto de interés y de forma totalmente gratuita (sin invitación a comer posterior, pero qué se le va a hacer...).



La ficha de evaluación de tianeptina (disponible aquí) del Centro Andaluz de Documentación e Información de Medicamentos (CADIME) sobre este nuevo antidepresivo concluye: 

"En los ensayos clínicos comparativos, tianeptina mostró una eficacia similar a otros antidepresivos tricíclicos, ISRS y de otros grupos. Su seguridad se asocia a reacciones adversas moderadas y poco frecuentes, aunque por su riesgo potencial de abuso y dependencia en Francia se incluye en la lista de psicotropos y estupefacientes con la vigilancia y restricciones correspondientes. 

La ausencia de ventajas de eficacia frente a los antidepresivos ISRS recomendados, su seguridad a largo plazo desconocida y su potencial adictivo llevan a considerar que tianeptina no supone un avance terapéutico en el tratamiento de la depresión mayor."



El informe de posicionamiento terapéutico devortioxetina, otro antidepresivo de reciente introducción, redactado por la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, disponible aquí) presenta las siguientes conclusiones:

"Vortioxetina representa una alternativa más a los tratamientos disponibles en el tratamiento de la depresión mayor sin que represente una ventaja en cuanto a su eficacia antidepresiva. 

La vortioxetina es un antidepresivo que cuenta con una evidencia limitada, no ha demostrado beneficio sobre otros antidepresivos y el coste del tratamiento es superior."


Seguimos esperando (cada vez con menos fe, todo hay que decirlo) la aparición de algún psicofármaco nuevo que aporte realmente alguna ventaja en términos de mayor eficacia, mejor tolerancia, más seguridad, más comodidad o menor coste, pero no nos parece, con datos como los que analizan los informes previos, que ni tianeptina ni vortioxetina sean un avance en ninguno de dichos aspectos. Más bien fármacos sin eficacia superior a los ya existentes, con un perfil de seguridad y efectos secundarios menos conocido y, además, mayor coste. No alcanzamos a ver ningún motivo teórico o clínico para su prescripción.



La revista CNS Drugs publica una revisión sistemática en enero de 2016 sobre potencial abuso depregabalina. El artículo está disponible aquí. Las conclusiones son:

"En general, la literatura disponible sugiere un potencial de abuso de pregabalina importante clínicamente y los prescriptores deberían prestar atención a los signos de abuso, especialmente en pacientes con historia de abuso de sustancias."


Lo gracioso (si no fuera más bien triste) es que una de las estrategias de marketing del laboratorio a la hora de promocionar el fármaco fue que tratar la ansiedad con pregabalina evitaba el riesgo de abuso de sustancias como las benzodiacepinas, más conocidas y mucho más baratas. Nos parece que el éxito de dicha estrategia (basada en un engaño, como demuestra el artículo citado) a la hora de vender fue indudable.



En el Journal of Clinical Psychiatry se ha publicado en este 2016 un artículo sobre tratamiento antidepresivo y riesgo de demencia, que pueden encontrar aquí. Las conclusiones son:

"La incidencia de demencia en pacientes está asociada con el uso de medicación antidepresiva. El tratamiento con antidepresivos tricíclicos se asoció con un riesgo reducido de demencia, mientras que el tratamiento con ISRSs, IMAOs, antidepresivos heterocíclicos y otros antidepresivos se asoció con un riesgo incrementado de demencia."



En JAMA Psychiatry se ha publicado en este marzo de 2016 una revisión sistemática y metaanálisis sobre el riesgo de diabetes mellitus tipo 2 en jóvenes (de 2 a 24 años) expuestos a antipsicóticos (al menos tres meses), que tienen disponible aquí. Las conclusiones fueron:

"Aunque la Diabetes Mellitus tipo 2 parece rara en jóvenes expuestos a antipsicóticos, el riesgo acumulado y la incidencia ajustada por exposición fueron significativamente más altos que en controles sanos y controles psiquiátricos. El tratamiento con olanzapina y el tiempo de exposición a antipsicóticos fueron los principales factores de riesgo modificables para el desarrollo de Diabetes Mellitus tipo 2 en jóvenes expuestos a antipsicóticos. Los antipsicóticos deberían ser usados juiciosamente y durante el tiempo más corto necesario, y su eficacia y seguridad deberían ser monitorizadas activamente."



En el British Medical Journal en enero de 2016 se ha publicado una revisión sistemática y metaanálisis basada en informes de ensayos clínicos sobre suicidio y agresión durante el tratamiento con antidepresivos. Pueden leerlo aquí. Los autores concluyen:

"A causa de las limitaciones identificadas y teniendo sólo acceso parcial a los apéndices sin ningún acceso a los informes de casos, los daños podrían no estar estimados con exactitud. En adultos no hubo incremento significativo en los cuatro resultados [mortalidad, suicidio, agresión y acatisia], pero en niños y adolescentes el riesgo de suicidio y agresión se dobló. Para dilucidar los daños de forma fiable, el acceso a datos anónimos de los pacientes individuales es necesario."



En JAMA Pediatrics se ha publicado en febrero de 2016 un artículo sobre uso de antidepresivos durante el embarazo y riesgo de trastorno del espectro autista en niños, estudiando un total de 145.456 niños nacidos entre 1998 y 2009. Lo tienen disponible aquí. Las conclusiones del estudio fueron:

"El uso de antidepresivos, específicamente inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, durante el segundo y/o tercer trimestre incrementa el riesgo de trastorno del espectro autista en niños, incluso después de considerar la depresión materna. Se necesita investigación adicional para valorar específicamente el riesgo de trastorno del espectro autista asociado con tipos de antidepresivos y dosis durante el embarazo."



En Stroke se publicó en enero de 2016 un trabajo sobre la asociación entre el uso de antidepresivos y el riesgo incrementado de desarrollar microhemorragias cerebrales. Se reclutó a 2.559 pacientes de 45 o más años. El artículo lo pueden leer aquí y las conclusiones fueron las siguientes:

"El uso de antidepresivos se asoció con un riesgo incrementado de desarrollar microhemorragias. Nuestros resultados pueden apoyar hallazgos de ensayos clínicos previos acerca del riesgo incrementado de sangrado intracraneal y extracraneal en pacientes con antidepresivos."



Queremos resaltar el hecho de que la mayoría de estos trabajos han sido publicados en los últimos dos o tres meses, es decir, cada vez se acumula más cantidad de evidencia acerca de los riesgos de muchos de los psicofármacos que hemos prescrito y usado durante años confiando en una inocuidad que se ha demostrado totalmente falsa. El tópico recurrente de recetar o tomar un antidepresivo porque a lo mejor ayuda y no va a hacer daño se ha demostrado profundamente erróneo. No hay fármaco inocuo y, desde luego, los psicofármacos no son una excepción. Razón de más para emplearlos con el máximo cuidado, a las menores dosis y durante el menor tiempo posible.


Y, de nuevo, una petición: si usted, amable lector, es un prescriptor, aléjese de la información facilitada por la industria farmacéutica, ya sea por medio de sus amables representantes o por sus supuestamente docentes charlas. El sesgo de selección que, entre otras cosas, supone que no le enseñarán allí ninguno de estos trabajos, le afectará. Y si usted cree que no, párese a pensar que ellos piensan que sí.





La psiquiatría actual: entre la crisis y la oportunidad (textos desde No Gracias)

$
0
0

La plataforma No Gracias, de la que somos miembros, lleva ya varios años luchando por una mejor medicina, independiente de conflictos de interés, más justa, más saludable y menos iatrógena por excesos preventivistas o terapéuticos. Su página web (aquí) es una fuente inagotable de textos del mayor interés, tanto originales como traducciones de diversos artículos y trabajos. En los últimos tiempos han dedicado (gracias sobre todo a la incansable y nunca suficientemente señalada labor de Abel Novoa) varias entradas a la Psiquiatría, sobre todo a través de la traducción de capítulos de obras recientes de profesionales y periodistas que han ahondado en muchos de los problemas que asolan hoy nuestra disciplina: la corrupción generalizada por parte de la industria farmacéutica, la escasa efectividad y gran cantidad de efectos secundarios de muchos de los psicofármacos que empleamos, sobre todo en tratamientos a largo plazo, o los excesos medicalizadores y psiquiatrizadores de lo que no son más (ni menos) que malestares vitales o sociales.

Nos proponemos hoy dejar a su disposición el enlace a varias de las entradas recogidas en la página de No Gracias, así como nuestra más entusiasta recomendación a que las lean con calma. Serán, como por desgracia se hace cada vez más habitual, textos incómodos para los profesionales, pero absolutamente necesarios. No hay ninguna otra manera de conseguir poner remedio a los males que sufre (y causa) nuestra disciplina que ser conscientes de los mismos. Conocer los problemas para poder trabajar en las soluciones, que no es sino lo que intentamos nosotros desde esta página.

Y sin más, los enlaces. No dejen de seguirlos.



Juicio a la psiquiatría




La medicalización del síntoma mental: un logro corporativo sin base científica:




La construcción de un mito: el disbalance neurobioquímico en las enfermedades mentales:




Cómo vender medicamentos peligrosos: el caso del Trankimazin:




La captura de la psiquiatría por los intereses comerciales y corporativos: antidepresivos y antipsicóticos:




La corrupción institucional de la psiquiatría y el daño a niños y adolescentes: el caso del TDAH:




Psiquiatría mortal y negación organizada (de Peter C. Gøtzsche):




La deriva de la psiquiatría puede ser una de las causantes del incremento del daño social debido a las enfermedades mentales:




La visión empobrecida del ser humano transmitida por la psiquiatría biológica:




Estudio 329: los muertos en la cuneta de la industria farmacéutica:




Atajar el malestar sin vestirlo de diagnóstico:




Hearing Voices: buscando nuevos espacios para ayudar(nos):





Esperamos que les muevan a pensar y a cuestionarse cosas, que es la única forma de avanzar. Nos parece que nuestros pacientes y nuestra sociedad necesitan una psiquiatría que pueda avanzar, que pueda reformarse en profundidad y que de verdad sea útil (pero no dañina), así como capaz de cuidar a las personas que lo necesiten (pero no controlándolas de forma más autoritaria o más paternalista).


Y, por cierto, si quieren ver en persona a Robert Whitaker, autor de alguno de los libros analizados en estas entradas, tienen una oportunidad inmejorable en las jornadas que va a organizar la ATFM (Asociación de Terapia Familiar e Mediación de Galicia) el 14 de mayo, cuyo programa pueden consultar aquí.

Psicosis: un nuevo modelo (Juan MR)

$
0
0

Hoy traemos un texto que nos ha hecho llegar Juan MR, miembro de la asociación AFES de Tenerife, acerca de la Psicosis y de diferentes modelos para entenderla. El autor revisa ampliamente el tema y con un estilo claro y directo aborda cuestiones polémicas acerca de cómo entendemos los trastornos psicóticos los profesionales, los afectados y la misma sociedad. Coincidimos mucho en la crítica del llamado "modelo occidental" imperante en nuestro entorno (como cualquiera que siga este blog ya sabe) y nos parecen interesantes las reflexiones sobre modelos alternativos que comenta.

Y, sin más, el escrito íntegro a continuación.




Juan MR (AFES Tenerife)


Introducción

Modelo Occidental de la Psicosis

Modelos Alternativos

Psicosis en Culturas Aborígenes

Consideraciones

Actuaciones

Apéndice

Bibliografía



En la actualidad hay muchas personas afectadas por el sistema de salud mental occidental que están necesitadas de nuevos paradigmas, nuevas formas de enfocar sus vidas y nuevos modelos de sanación, bienestar y calidad de vida, y que al mismo tiempo exigen a la sociedad un puesto igualitario como ciudadanos de pleno derecho.

En la búsqueda de una nueva visión de la psicosis basado en transformación, sanación y mejora, opuesto al actual de enfermedad y cronicidad, nos hemos apoyado en los trabajos de varios autores que aportan sus diferentes opiniones.



INTRODUCCIÓN


El periodista americano Robert Whitaker, en su libro “Anatomy of an Epidemic” expone que antes de 1945 existía en Estados Unidos la práctica de la eugenesia. Las personas psicóticas eran recluidas en hospitales para prevenir que extendieran sus “malos genes”. Concretamente había un gran número de personas encerradas en los hospitales mentales, donde el trato era vejatorio e inhumano. Cerca de la mitad tenían diagnostico psiquiátrico y el resto sufría de alcoholismo, demencia senil, demencia relacionada con la sífilis, Alzheimer y retraso mental (C. Silverman, 1968). Los pacientes no dejaban el hospital, incluso con mejoría, y se creyó que era una enfermedad crónica y sin esperanza. Tras la Segunda Guerra Mundial al compararse la eugenesia con las prácticas nazis se liberaron un gran número de pacientes, que pasaron a ser cuidados por la comunidad.

Durante esos años se empezaron a anunciar los beneficios de numerosos tratamientos para la psicosis: inyecciones de extracto de tiroides de oveja, de sales metálicas, de suero de caballo, de arsénico; terapia de coma por insulina; electroshock; cirugía de lobotomía frontal (A. Egas Moniz, Nobel de Medicina 1949); etc. Todo ello parecía restaurar milagrosamente la lucidez a los “locos”. Estas informaciones aparecían en los periódicos y el público empezó a pensar que la psiquiatría estaba teniendo grandes progresos.



MODELO OCCIDENTAL DE LA PSICOSIS


Nuevamente recurrimos a Robert Whitaker que, apoyándose en estudios de otros autores, nos explica que en 1955 apareció el primer antipsicótico/neuroléptico y con él el modelo occidental actual. Este modelo está basado en que la psicosis es una enfermedad mental crónica debido a un cerebro enfermo y en que una recuperación es posible con antipsicóticos. Sin embargo, hoy en día aún no se ha descubierto la causa de la psicosis. Hay varias teorías que han sido mayormente refutadas, aunque aún siguen en las creencias compartidas de la sociedad actual.

Una teoría habla de desequilibrio químico en el cerebro de personas con psicosis y de que la medicación antipsicótica es la única forma de combatirlo. Esta hipótesis no ha sido demostrada (C5-27, 1994; C5-28, 2002; C5-32, 1998). Según varios autores ese desequilibrio parece ser una consecuencia de la medicación (C5-21, 1977; C5-22, 1985; C5-23, 1982) y no inherente a la persona psicótica (C5-25, 1990,1990,1994; C5-19, 1982).

Otra teoría habla de anomalías en el cerebro. Tras la aplicación de la tecnología de imagen por resonancia magnética se observó que los pacientes sufrían hinchamiento de los ganglios basales y del tálamo y el encogimiento de los lóbulos frontales. Sin embargo, parece que ello es producido por el uso de los antipsicóticos y dependiente de las dosis (C6-51, 1994, 1998, 1998). Además, se vio que estos cambios estaban asociados con los síntomas de los pacientes (C6-52, 1998) (Afterword-9, 2011; afterword-10, 2012; afterword-12, 2014).

También existe la teoría de la herencia. El psiquiatra Canadiense Joseph Polimeni, en su libro “Shamans among us”, nombra varios estudios que apuntan a un apreciable rol genético en la esquizofrenia. Desde hace décadas se ha visto que la esquizofrenia tiende a ocurrir en familias. Por otro lado, estudios con gemelos (Cardno and Murray 2003) y con adopciones (Kety et al 1994) parecen apuntar a la misma conclusión.

Este autor también indica que la esquizofrenia parece ser más un fenotipo complejo que una discernible alteración genética. A pesar de varias décadas de investigación genética intensiva, ninguna inequívoca anormalidad genética ha sido encontrada. Encontrar los genes asociados con la esquizofrenia está siendo más difícil de lo anticipado.

Así muchos científicos, psiquiatras y psicólogos hablan de la unión de muchos factores, pues en realidad no saben a qué se debe realmente. Por otro lado, hay causas externas que aumentan la posibilidad de sufrir psicosis como son traumas en la infancia, uso de drogas, etc. No hay un único mecanismo patológico que defina la esquizofrenia. Esto contrasta con la mayoría de las enfermedades médicas, que casi siempre están asociadas con mecanismos causales específicos.

Por otro lado, en este modelo Occidental se considera que no existe la recuperación completa de la psicosis pues se supone que es crónica y deteriorante. Otros modelos que veremos más adelante parecen mostrar que la recuperación sí es posible, incluso sin medicación, en contraste con enfermedades cerebrales como el Parkinson, el Alzheimer o la esclerosis múltiple, para las que no existe curación hoy en día.

Los partidarios de este modelo actual de medicación dicen que los tratamientos reducen significativamente los síntomas y la angustia producida por la psicosis. Esto se ha probado categóricamente ya que la medicación reduce de forma bastante efectiva los síntomas psicóticos en el primer episodio (C6-17, 2002). Sin embargo, defienden igualmente que los pacientes no pueden mejorar sin antipsicóticos y que si son medicados requieren menos hospitalización. Esto último choca con varias investigaciones, como expone Robert Whitaker (ver Apéndice). De ellas se puede deducir que es posible la “curación” sin medicación antipsicótica y que esta opción reduce las hospitalizaciones y los pacientes tienden a recuperarse mejor.

Por otro lado, parece que los antipsicóticos podrían funcionar incapacitando el cerebro, cambiando su química, y produciéndose una hipersensibilidad que hace al cerebro más vulnerable biológicamente a la psicosis (C6-34, 1978), lo cual se ha visto en humanos y animales. Así se crea un círculo vicioso de necesidad de por vida de los fármacos pues si la medicación se retira se produce una recaída en muchos casos.

Irónicamente, como se suele producir recaída si se retira el antipsicótico esto se ha interpretado como prueba de que los fármacos previenen la recaída. Y puesto que, si se vuelve a dar antipsicóticos, el paciente en recaída vuelve a mejorar, se da pie a que se piense que es totalmente beneficiosa. Además, la severa recaída sufrida por muchos pacientes al retirárseles la medicación es debida a los mismos medicamentos y al efecto abstinencia, que incluye agitación, insomnio y ocasionalmente síntomas psicóticos (conocida a veces como psicosis supersensitiva). En 1984 el doctor sueco Lars Martensson en la World Federation of Mental Health Conference dijo que el uso de neurolépticos era una trampa igual a tener un inducidor de psicosis en el cerebro (C6-39, 1984).

A pesar de todas estas importantes observaciones no se hacen estudios a largo plazo bien diseñados sobre el impacto de los antipsicóticos (C6-18, 1995; Editorial European Psychiatry, 2002). También se ha visto en animales y pacientes que el uso de antipsicóticos causa atrofia del córtex cerebral (Andreone et al. 2007; Ho et al. 2011) y aumento de los ganglios basales, así como una reducción de la materia cerebral, cambios que incrementan la severidad de los síntomas.

Por otro lado, se pueden producir otros efectos secundarios debido a la medicación:

-Deterioro cognitivo (capacidad de aprender, retener información, resolución de problemas, etc.).

-Deterioro emocional (los antipsicóticos reducen las emociones angustiosas, pero a menudo también resulta en falta de alegría). Atontamiento

-Otros problemas de salud (diabetes, obesidad, pérdida de glóbulos blancos…).

-Reducción en la esperanza de vida (por diabetes y obesidad y tendencias suicidas).

En cuanto a la psicosis en otros países, en los años 60 la Organización Mundial de la Salud inició un proyecto reclutando 1200 pacientes diagnosticados con esquizofrenia de 9 países y revelaron que existían casos en todo el mundo. Posteriormente, en 1978, se preparó otro estudio más ambicioso en el que la mayoría de los pacientes pasaban por un primer brote esquizofrénico según estándares occidentales. Más de 100 psiquiatras en 10 países confirmaron que los pacientes de países en desarrollo tenían más oportunidades de recuperación que los de países más ricos, a pesar de tener éstos últimos más psiquiatras, medicación y psicólogos clínicos. Solo un 16% de los pacientes de países pobres tomaban medicación regularmente versus 61% en los ricos. En Agra, India, con los mejores resultados, solo el 3% se mantenía con antipsicóticos. El mayor uso fue en Moscú, con el mayor número de pacientes constantemente enfermos (C6-45, 1992).

Otro tema importante respecto a la medicación es que investigaciones de la Universidad de Oxford, el INMH (National Institute of Mental Health americano) y el Gobierno Británico, han mostrado que los nuevos antipsicóticos atípicos (como la olanzapine, risperidone, quetiapine) que aparecieron en el mercado en los 90 no son más efectivos que los viejos antipsicóticos o mejor tolerados (libro “Rethinking madness” y libro “Shamans among us”).



MODELOS ALTERNATIVOS


El actual modelo de internamiento y medicación obligados de las personas que sufren el primer episodio psicótico deja mucho que desear, llegando a ser inhumano y denigrante en muchos casos. En la actualidad se recluye a las personas con psicosis en contra de su voluntad y traumáticamente aislados en zonas hospitalarias, separados de la familia y amigos, sin estímulos, y sin ser escuchados ni apoyados psicológicamente, e incluso encerrados, atados, pinchados con medicamentos y tranquilizantes, privados de todo derecho de elección como ciudadanos que pasan a no tener derechos.

Pero ¿qué pasaría si las personas con psicosis vivieran en una sociedad o comunidad que validara su experiencia? Sus creencias podrían ser desafiadas, pero no la experiencia subyacente. No se les encerraría o trataría en contra de su voluntad. No se les diría que tienen un cerebro enfermo y sí que se recuperarán. La necesidad de elección, dignidad y respeto de las personas con psicosis serían mantenidas, y su mente, cuerpo y espíritu no serían invadidos. Las personas de su entorno escucharían su sufrimiento con empatía y compasión, en vez de con miedo y prejuicio.

Esto no ha ocurrido en la sociedad Occidental moderna excepto en algunos casos que ahora pasamos a contar. El resultado de estas experiencias habla de posibles nuevos modelos de tratamiento de la psicosis en los que prime la no medicación y el apoyo de la comunidad, con una narrativa de no enfermedad y con esperanza de que es posible la recuperación completa.


Esalen Institute:

El Esalen Institute en California (EE.UU.), un santuario para gente que experimentaba estados extremos, fue fundado por Richard Price en 1962. De joven él mismo experimentó estados extremos por los que fue etiquetado como esquizofrénico y tratado con electroshock y choques de insulina. Esalen se creó como un espacio donde es posible vivir a través de la experiencia en vez de eliminarla, sin definiciones negativas. Así este instituto ayudó a crear el modelo contemporáneo de los llamados “Santuarios de la Locura”, como los que pasamos a comentar ahora. En la actualidad Esalen sigue funcionando (www.esalen.org).


Agnews Study:

Las siguientes experiencias que mostramos, I-Ward, Soteria House y Diabasis, están apoyadas en el estudio del Hospital Agnews de los años 70, que es uno de los mayores realizados en Estados Unidos sobre los primeros episodios de psicosis. Fue un estudio de tres años con 80 pacientes recientemente diagnosticados con esquizofrenia y divididos en grupos con y sin medicación. Rappaport (1978) concluyó que tras tres años los pacientes que nunca habían recibido medicación mostraron una mayor mejora clínica y menos patología, así como menores hospitalizaciones. Este es uno de los pocos estudios en los que se han estudiado pacientes no tratados con antipsicóticos, pues se ha considerado no ético.

http://www.mentalhealthportland.org/wp-content/uploads/2011/11/Paris-Williams-Dissertation-3454336.pdf




I-Ward:

El psicólogo Stanley Mayerson creó I-Ward en los años 70 tras trabajar en el proyecto Agnews. En esta experiencia americana se admitió a todos los tipos de episodios psicóticos, sin importar si eran violentos o fuera de control. Tras un día del ingreso se tenía un importante encuentro con la familia y amigos cercanos, a los que se daba gran importancia.

Era la conexión del gran cuidado de los trabajadores con los pacientes lo que creaba un espacio para que su psique pudiera hacer su propia reorganización, usando como combustible su no medicada locura, para que resurgieran las emociones y las imágenes que daban forma a la emoción. Se estimaba que la emoción era el núcleo de la locura y necesaria para poder llevar la misión de la psique adelante, algo que la medicación puede anular.

A los pacientes con ira y rabia se les acompañaba a una habitación acolchada, pero sin cerrar y donde se mantenía con amor a los que estuvieran fuera de control. No se usaban ataduras. Así y tras largos periodos de rabia salvaje la persona se calmaba y acababa abrazada a varios trabajadores.

http://www.madinamerica.com/2012/02/remembering-a-medication-free-madness-sanctuary/


Soteria House: (libro “Anatomy of an epidemic”)

Durante los años 70 se condujo en Estados Unidos un experimento que comparaba una residencia alternativa, Soteria House, con el modelo psiquiátrico, dirigido por Loren Mosher, director de estudios de esquizofrenia del NIMH americano.

En vez de creer en la teoría de un cerebro enfermo, él pensaba que la psicosis podía surgir en respuesta a trauma interior o emocional y que podía ser un mecanismo de supervivencia. Así creía en la posibilidad de que los pacientes podían luchar con sus síntomas durante un episodio esquizofrénico y sanarse y que si se les proveía de un buen ambiente comunitario podían mejorar incluso sin antipsicóticos. Su idea era una interacción sincera, humana y con entendimiento. Tratar personas como personas, como humanos y con dignidad y respeto.

En Soteria los cuidadores no tenían formación en psiquiatría o psicología, pero vivían con los residentes. Excepto en emergencias, los antipsicóticos no fueron usados en las primeras seis semanas de residencia. El principal principio de trabajo fue el llamado fenomenología interpersonal. Se establecía una gran empatía entre los cuidadores y los residentes, de una forma no invasiva, a la vez que intentando desarrollar un entendimiento compartido de sus experiencias psicóticas. Se intentaba tolerar cualquier conducta excéntrica y las reglas eran pocas.

La mayoría de los pacientes estuvieron mucho mejor después de 40 días, periodo tras el cual los “clientes” de Soteria se encontraban igual de bien que el grupo hospitalizado que había recibido antipsicóticos. Tras dos años, los pacientes de Soteria presentaban una menor psicopatología, con menores readmisiones hospitalarias y mejor ajuste global que los tratados convencionalmente con antipsicóticos (C6-27, 1979). (http://www.moshersoteria.com/).

Así pareció que, contrariamente a lo creído tradicionalmente, un mínimo uso de antipsicóticos, combinado con intervención psicosocial especialmente diseñada para pacientes con un primer brote psicótico, no sólo no es dañino, sino que puede ser ventajoso (C6-28, 2003). Así el paradigma debería ser reexaminado. Debe añadirse que el proyecto acabó por problemas financieros debido a dar resultados contrarios al modelo de la psiquiatría dominante y de las farmacéuticas. En 2004 una Soteria House se abrió en Alaska. En la actualidad existe una residencia Soteria en Hungría (http://www.soteria.hu) y se intenta abrir una en Reino Unido (http://www.soterianetwork.org.uk).


Diabasis:

John Weir Perry fue un psiquiatra con más de 40 años de experiencia con individuos sufriendo episodios psicóticos agudos (la mayoría diagnosticados con esquizofrenia). En los 70 creó en California una residencia sin medicación para ayudar a estos individuos, llamada Diabasis. La mayoría mejoró sin medicación y lo siguieron haciendo tras dejar la residencia. Perry descubrió que aquellos con esa experiencia psicótica aguda y apoyo para sobrellevarla, resolvían el proceso en unos 40 días. Existe una residencia Diabasis en República Checa desde 2004.


Open Dialogue: (libro “Anatomy of an epidemic”)

En los años 70 una región de Finlandia, Lapland del Oeste, poseía las más altas cifras de esquizofrenia de Europa, con muchos nuevos casos y muchos enfermos crónicos. Hoy en día el resultado a largo plazo es el mejor de occidente.

Todo comenzó en 1969 con un psiquiatra finlandés entrenado para el psicoanálisis, Yrjö Alanen, que llegó a un Hospital en el suroeste de Finlandia, cuando se creía poco en la psicoterapia como ayuda para los esquizofrénicos. Para él las alucinaciones y paranoia de los esquizofrénicos tenían significado y los trabajadores debían escuchar a los pacientes. Durante 15 años crearon un tratamiento para pacientes psicóticos, específico para cada caso y hospitalizando o medicando según la necesidad de cada uno. La terapia familiar era la base, con psiquiatras, enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales entrenados que, junto al paciente y la familia, decidían igualitariamente el tratamiento.

Los terapeutas no se preocupaban por los síntomas psicóticos. En vez de eso se centraban en la conversación con el paciente sobre cosas positivas para él y se daba esperanza de recuperación. El paciente recibía también psicoterapia y creaba una nueva auto-narrativa para ir hacia adelante viéndose integrado en la sociedad, en vez de aislado de ella. Para ellos la concepción actual occidental de psicosis no permite, ni un enfoque positivo, ni posibilidades de futuro.

Los resultados fueron muy alentadores. Durante el uso de su modelo en los años 80 los resultados de recuperación de esquizofrenia mejoraron progresivamente. Tras cinco años de tratamiento el 61% no tenía síntomas y solo el 18% era considerado discapacitado. En los años 90 los creadores de este método se retiraron y no se continuó.

Sin embrago, en el país se realizó un estudio en 1992 sobre cuál era el mejor uso de la medicación antipsicótica con pacientes con un primer episodio psicótico. Se estudiaron los pacientes de seis centros, tres de los cuales no medicaron a los pacientes durante las tres primeras semanas, ya que los investigadores recomendaron tratar primero sin medicación pues se podía trabajar con ellos mejor, ya que eran ellos mismos y más interactivos. Tras dos años los resultados fueron incluso algo mejores en estos tres últimos centros. Los pacientes que no habían tomado medicación tenían los mejores resultados (C16-11). Sin embargo, Finlandia dejó de apoyar el proyecto.

Por esa época, varios psiquiatras del hospital finlandés Keropudas, en Tornio, uno de los tres centros antes citados, ahora dirigidos por Jaakko Seikkula, catedrático de psicoterapia, habían creado un tratamiento llamado terapia Open-Dialogue. Los psiquiatras, psicólogos, enfermeros y trabajadores sociales debían completar un curso de terapia familiar de tres años. El sistema responde rápido a las crisis psicóticas, organizándose una reunión en 24 horas, con el paciente y la familia. Como lugar de reunión se elige, preferiblemente, el domicilio del paciente.

Dos o tres personas se convierten en el equipo de ayuda durante el proceso. Todos van con la idea de no saber nada, creándose un dialogo abierto (Open Dialogue), que surge de los pensamientos de todos. Los familiares son considerados cotrabajadores. Los terapeutas se consideran invitados y si el paciente agitado huye de su habitación simplemente se le pide que deje la puerta abierta para poder oír la conversación. La mayoría de los pacientes quieren hacer oír su historia y cuando hablan de las alucinaciones y paranoias los terapeutas simplemente escuchan y reflexionan.

Se da esperanza, pues se cree en la recuperación y hay ejemplos anteriores de ello. No se habla de medicación en las primeras reuniones. Se trata a los pacientes con un protocolo selectivo de medicación: el uso inicial de antipsicóticos se retrasa para ver si el paciente mejora sin medicación y si ésta fuera necesaria más tarde, sería sólo por cortos periodos de tiempo.

Esta zona de Finlandia ha usado este protocolo desde 1992 y tras cinco años el 79% de los pacientes eran asintomáticos. Solo el 20% estaba cobrando una pensión por incapacidad. Dos tercios no habían tomado ninguna mediación (Seikkula 2006).

En los últimos veinte años la terapia Open Dialogue ha transformado la población psicótica. Desde ese estudio de 1992, ni un primer episodio de psicosis ha acabado hospitalizado crónicamente. El gasto ha bajado. En 1999 otros estudios han mostrado la eficacia de la combinación de cuidado psicosocial y uso limitado de neurolépticos (C16-16, 1999). Hacia 2004, un estudio de dos años de este modelo mostró que el 80% de los pacientes trabajaba o estudiaba y solo el 20% tomaba antipsicóticos.

Además, la esquizofrenia está desapareciendo en la región pues las familias confían en el método y llaman en cuanto aparecen los primeros síntomas psicóticos, lo que ayuda a la recuperación. Normalmente los síntomas desaparecen en un mes y muy pocos desarrollan esquizofrenia (una bajada del 90%).





En los Estados Unidos se ha fundado recientemente el Institute for Dialogic Practice, basado en Open Dialogue, en colaboración con Jaakko Seikkula y su equipo original del Hospital Keropudas de Tornio, Finlandia. http://www.dialogicpractice.net/

En Gran Bretaña se ha fundado en 2015 Open Dialogue UK, también supervisada por Jaakko Seikkula y miembros antiguos del equipo de Open Dialogue. http://opendialogueapproach.co.uk/



PSICOSIS EN CULTURAS ABORÍGENES


Sería importante poder testar este modelo alternativo de no medicación y apoyo agudo con más estudios y más centros. Pero, ¿y si ese modelo ya ha sido testado y validado desde hace miles de años? ¿Y si la psicosis es tan antigua como la humanidad y convivió y se relacionó con el chamanismo? ¿Y si el chamanismo, tan viejo y global como la humanidad, desarrolló un modelo similar? Y, ¿qué causa o razón de ser tienen estas crisis que ocurren en tan alto porcentaje entre los jóvenes de todas las culturas del planeta?

El término shaman (chamán en español) se deriva de una palabra que significa “el que sabe” en el lenguaje de los Tungus, el pueblo indígena del Sur de Siberia (Lindholm 1990). Algunos expertos en chamanismo usan el término “practicante mágico-religioso” para describir a cualquier líder espiritual de sociedades tradicionales (Winkelman 2004). El chamanismo es universal, se encontraba y encuentra en todas las sociedades recolectoras y cazadoras, así como en sociedades más complejas (Winkelman 1990). Además, hay un resurgir chamánico moderno en nuestra cultura occidental, como muestran las decenas de libros y páginas webs actuales al respecto.

Como ya hemos visto, según Polimeni en su libro “Shamans among us”, la esquizofrenia podría tener un origen genético. El predominio de la esquizofrenia es aproximadamente del 1% en todo el mundo y culturas (Torrey 1987). Hay evidencias que sugieren que la esquizofrenia tiene al menos unos 50.000 años de antigüedad (Polimeni and Reiss 2002).

Para Polimeni, puede que el chamanismo haya sido evolutivamente ventajoso para la humanidad por su lado espiritual, por ayudar al grupo, al ser un facilitador de procesos y un agente de cohesión del grupo. Wilson (2002) propone que esta espiritualidad es un rasgo de conducta grupo-selectivo. Así ciertos aspectos de la religiosidad pueden ser genéticos, así como podrían ser el lenguaje, el baile o la música, usados en el servicio de competición inter-tribal.

Según Polimeni, un estudio de la literatura antropológica revela tres posibles beneficios evolutivos de la religión: hace cumplir conductas altruistas, permite a la tribu disfrutar de los beneficios de la adivinación y promueve el éxito en la guerra. Igualmente fuerza a la gente a acometer las necesidades de la tribu en vez de a sus propios intereses egoístas.

En cuanto a la posible conexión entre chamanismo y esquizofrenia, ya en 1967 habla Julian Silverman de ella (Silverman, 1967). Michael Winkelman (Winkelman, 1989, 1990) resalta cómo, experiencias parecidas a las psicóticas, son destacados aspectos del chamanismo. Los síntomas de la psicosis son similares a los de las crisis chamánicas iniciadoras (Sasaki, 1969). Ackerknecht (1943) sospechó que la mayoría de las iniciaciones chamánicas, que antes se pensaban que eran reacciones histéricas, corresponden en realidad a esquizofrenia. En muchas culturas tradicionales los episodios psicóticos han sido una “enfermedad” iniciadora que llama a la persona hacia el chamanismo.

Un examen detenido de la literatura antropológica del chamanismo revela un patrón repetido de experiencias psicóticas que ocurren inesperadamente en jóvenes que serán chamanes (Narby and Huxley 2001; Vitebsky 1995; Grim 1983; Irwin 1994; Ritchie 1996; Devereux 1961; Eliade 1964). La actitud de que una persona afligida con la locura debe responder la llamada de llegar a ser un chamán es evidente en todo el mundo. Se pueden encontrar casos en Siberia (Eliade 1964, 13; Czaplicka 1914, 9; Vitebsky 1995, 60), India (Narby and Huxley 2001, 115), Australia (Eliade 1964, 45), África (Junod 1962, 514; Ackerknecht 1943, 69), Norte América (Devereux 1961, 14; Irwin 1994, 88), Sur América (Ritchie 1996) y Polinesia (Loeb 1924).

Para el viajero fotógrafo Phil Borges, cuando se les pregunta a chamanes del planeta cómo acabaron con ese rol, muchos decían haber pasado lo que consideramos un episodio psicótico cuando eran adolescentes y fueron separados por un chamán más mayor, diciéndoles que tenían un don. Además, les enseñaban cómo manejar su conciencia alterada y llegar a ser un valioso miembro de la comunidad. Sus síntomas incluían oír voces, ver visiones y sufrir convulsiones, que son considerados como dones, en oposición a enfermedad. (http://www.philborges.com/blog/2013/03/14/shamanism-my-continuing-inquiry-and-tedx-talk/)

Estas crisis se interpretan en estas culturas como una indicación del posible destino de un individuo de llegar a ser un chamán, el nacimiento de un sanador. Son buenas noticias del mundo espiritual, en vez de un signo de enfermedad mental. Es una emergencia espiritual que debe ser apoyada. Si la “enfermedad” ocurre en un contexto cultural apropiado, el chamán vuelve de la crisis mejorado y capaz de ayudar a otros. Además, según la persona acepta la llamada y llega a ser chamán, sus síntomas normalmente desaparecen. No apoyarlos a superar la crisis es una gran pérdida y desperdicio para la sociedad.

Mientras mucha gente “moderna” se asusta ante la idea de un episodio psicótico, en culturas tradicionales éste es un camino de bienvenida en el que el iniciado es entrenado como un sanador de su tribu. Es una experiencia emocionante que es promovida y apoyada cuidadosamente por los miembros de la tribu e integrada en su cultura. Gente psicótica es considerada a menudo como santa en sociedades primitivas (Rank 1967). La locura suscita respeto (Loeb 1924, 402).

Por otra parte, sin duda hay muchos chamanes que no poseen una historia de psicosis (Elkin 1977; Radin 1937, 111; Walsh 1997, 2007). Eliade (1964) distingue entre chamanes normales y aquellos contactados por el mundo espiritual, siendo los primeros considerados menos poderosos que aquellos que obedecen la “llamada” de dioses y espíritus. Estos estados alterados de conciencia son por otro lado inducidos por el chamán por una variedad de métodos como son tambores, ayuno, visiones de búsqueda en la naturaleza, uso de saunas, etc. Sin embargo, la ingestión de enteógenos (plantas y hongos psicotrópicas) es una de las tradiciones más viejas y más consideradas. Así parece que los humanos tenemos la capacidad de acceder a otros estados de conciencia con el uso de enteógenos, pero las personas psicóticas son más sensibles y les sería más fácil acceder a éstos estados, incluso sin estos u otros métodos, lo que sería una ventaja religioso-evolutiva.

En estas sociedades, las ventajas del acceso a estados alterados de conciencia serían curaciones a nivel físico, psíquico o espiritual; acceso a conocimiento oculto; profecías; acceso a reinos o mundos metafísicos; anticipación de peligros; entendimiento del universo; percepción de entidades o seres espirituales; o la unión comunitaria. En resumen, una mediación entre la mente y su entorno. De esta forma esto traería equilibrio y matriz a la sociedad. http://tranceshamanismbodyandsoul.blogspot.com.es/2010/03/closer-look-at-entheogens-in-shamanism.html


Históricamente, el chamanismo ha sido confundido con casos de esquizofrenia porque los chamanes a menudo hablan de estos estados alterados de conciencia (Narby and Huxley 2001,120; Laubscher, 1937; Harner 1980; Krippner, 2002). Para el chamán las líneas entre realidad y el mundo espiritual son borrosas. Aunque el chamán y la persona en un episodio psicótico pueden tener acceso inusual a experiencias espirituales y a estados alterados de conciencia, la diferencia está en que el chamán está entrenado para trabajar con ellos, mientras que la persona psicótica estaría perdida.

Es a través de las instrucciones y el apoyo de los viejos chamanes, que los iniciados psicóticos son guiados a través de las aguas de sus sueños y visiones de vuelta a la orilla de la realidad, como un experto psicólogo podría ayudar a un esquizofrénico a procesar sus experiencias. Las visiones son una mera iniciación. Hace falta un apropiado estímulo y enseñanzas para convertir un iniciado en un chamán, un hombre medicina tribal que tiene el poder de sanar a otros.

Pero para sanar a otros, uno debe primero sanarse a sí mismo. Esta autocuración de la psicosis es típica del chamán. El concepto de “sanador herido” incluye la necesidad del chamán en proceso, de entrar en extrema crisis personal en preparación de su rol en la comunidad como un sanador (Halifax, 1979), que es uno de los más notables roles de los chamanes (McClenon, 2002; Vitebsky, 1995; Loeb, 1924). La visión psicótica inicial es sólo una partida de la realidad y el comienzo de un descenso a la locura.

Si la transformación se completa, vuelve al mundo real que dejó y además con algún don para la sociedad, como puede ser la conexión con el mundo espiritual y ese poder de sanar a otros. El chamán no sólo cura, sino que mantiene una unión sana entre la realidad y el mundo de los espíritus. Contrariamente a estar locos, los chamanes son, a menudo, el miembro más funcional de la comunidad y muestran una mayor constitución nerviosa además de remarcable energía, aguante, grandes niveles de concentración, alta inteligencia y capacidad de liderazgo (Eliade, 1964; Reichel-Dolmataoff, 1987; Rogers, 1982).



CONSIDERACIONES


El actual modelo de psicosis en Occidente está basado en que la psicosis es una enfermedad, un desequilibrio de un cerebro enfermo, que debe ser tratado con medicación, y que ésta previene posibles recaídas. El primer episodio psicótico se trata directamente con antipsicóticos, pues se cree que no hay recuperación sin medicación y está comprobado que ésta reduce de forma bastante efectiva los síntomas psicóticos.

Sin embargo, los antipsicóticos podrían funcionar cambiando la química del cerebro, haciéndolo más vulnerable biológicamente a la psicosis. Así, podría producirse una recaída si se deja la medicación, debido a los mismos medicamentos y al efecto abstinencia. Se podría crear un círculo vicioso de necesidad de por vida de los fármacos. Todo esto debe ser estudiado con nuevos experimentos para conocer si realmente los antipsicóticos son beneficiosos a largo plazo.

La psicosis, probablemente de origen genético, puede tener miles de años de antigüedad, como ocurre con el chamanismo, y ambos fenómenos parecen ir de la mano. La crisis psicótica, tratada como locura en occidente y como iniciación chamánica en culturas aborígenes, parece ser lo mismo visto a lo largo de la existencia de la humanidad, aunque con diferentes lentes sociales. Hay un paralelismo, separado por el tiempo y la cultura, entre los santuarios de locura antes mencionados en este trabajo y el chamanismo, ambos ayudan a curar psicológicamente al psicótico, sin medicación y con apoyo comunitario. Las culturas chamánicas han proveído desde hace miles de años el tipo de apoyo que terapeutas contemporáneos occidentales están ahora redescubriendo.

Por otro lado, diversos estudios contemporáneos indican que podría haber recuperación a largo plazo sin medicación. Según estas investigaciones, si se pasa el primer episodio psicótico sin medicación se tiende a una mejor recuperación con menos hospitalizaciones. Así, si hubiera un cuidado agudo y casi libre de medicación durante los primeros episodios psicóticos, como en los santuarios Diabasis, Soteria, I-Ward u Open-Dialogue, podríamos evitar que miles de personas caigan en el alienante sistema de salud mental actual occidental que parece convertir a los psicóticos en enfermos crónicos, y no serían estigmatizados como enfermos.



ACTUACIONES


Hoy en día parece que lo prioritario sería cambiar el enfoque del sistema de salud mental occidental. Se deberá concienciar a la sociedad de que todavía en la actualidad los ingresos hospitalarios por episodios psicóticos son inhumanos y alienantes y que los que sufren estos episodios pierden hasta sus derechos civiles. Así, como se está haciendo en Estados Unidos, podría denunciarse a la sanidad pública por privar de derechos y por incompetencia en el trato, además de por obligar a tomar medicación antipsicótica sin haberse demostrando que existe un beneficio a largo plazo y a pesar de sus efectos secundarios.

Estos ingresos hospitalarios inadecuados deberían desaparecer y ser substituidos por modelos residenciales-comunitarios de apoyo agudo parecidos al Open-Dialogue de Finlandia, en los que se sitúe al paciente de salud mental como protagonista en el centro del proceso, en primera persona. Lo que se debería hacer es empezar por escuchar y recibir a la persona psicótica con una actitud abierta y receptiva. La persona está asustada y sufriendo, hay que apoyarla creando un ambiente de confianza. Como se ha visto en residencias alternativas, la necesidad básica de la persona con psicosis es ser escuchada, creída y recibida con amor, de forma que responda de igual manera. Los profesionales de la salud deberían ser empáticos y cercanos a estas personas que están sufriendo.

En cuanto a la medicación se debería estudiar si es necesaria o en qué condiciones, dentro de estos nuevos modelos. Todo ello requerirá una gran implicación e interés por parte de los profesionales de la salud mental y un esfuerzo económico de la Administración, ambas actitudes rentables a largo plazo.



APÉNDICE


Robert Whitaker, en su libro “Anatomy of an Epidemic” expone que, dado que en 1955 apareció el primer antipsicótico, podemos ver en la ventana de 1946-1955 qué pasaba con los pacientes que sufrían su primer episodio psicótico, tratados en comunidad y sin antipsicóticos.

El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) informó que en el hospital Warren Estate de Pennsylvania del 1946-1950, el 62% de los pacientes con primer episodio psicótico fueron devueltos a la comunidad antes de 12 meses. Tras tres años el 73% estaba fuera del hospital (J. Cole, 1959, 142).

En el Hospital Estatal de Delaware, de Estados Unidos, entre 1948-1950, con 216 pacientes admitidos, los resultados fueron similares y el 85% fue liberado a los 5 años y tras 6 años el 70% vivía con éxito en la comunidad (J. Cole, 1959, 386-87).

En Inglaterra, con definiciones más estrictas de esquizofrenia, el panorama era igual. El 33% de los pacientes se recuperaban totalmente y otro 20% socialmente, viviendo independientemente (C6-7, 1985).

Como conclusión Robert Whitaker indica que la mayoría de los pacientes admitidos con un primer brote psicótico en estos años antes de los antipsicóticos, se recuperaban y podían volver a la comunidad en los primeros 12 meses. Solo un 20% debían permanecer hospitalizados.

De 1955 a 1963, a pesar de la introducción de los antipsicóticos, casi no se produjo reducción del número de esquizofrénicos en hospitales de Estados Unidos (C6-9, 1968). El gran cambio fue en 1965 cuando se empezó a pagar subsidios para el cuidado en casa y no para los hospitales mentales, con lo que los Estados dieron de alta a un gran número de pacientes hospitalarios. Sin embargo, se le dio la impresión a la sociedad de una revolución psicofarmacología y de que esa mejora fue por los fármacos.

En 1961, en California, se vio que de los 1413 pacientes con primer episodio esquizofrénico que fueron admitidos en 1956, un 88% de los que no fueron tratados con antipsicóticos fueron dados de alta en 18 meses, algo mayor que para los tratados, los cuales tenían más largos periodos de hospitalización (C6-8, 1962).

En una población de Gales se vio que antes de los antipsicóticos el 50% de los pacientes se recuperaban y 30% mejoraban. La mayoría de los pacientes admitidos con un primer episodio de enfermedad fueron dados de alta y no fueron más rehospitalizados. Hoy en día en esa misma población, más pacientes son admitidos y 76% ya habían sido ingresados antes y solo el 36% eran dados de alta como recuperados.

Psiquiatras de un hospital de Boston, Estados Unidos, descubrieron estudiando sus antiguos y recientes casos que el 45% de los pacientes tratados en 1947 (antes de los antipsicóticos) en su hospital no habían recaído en los siguientes cinco años y el 76% vivía exitosamente en la comunidad. En contraste solo el 31% de los pacientes tratados en el hospital en 1967 con neurolépticos permanecieron sin recaída por los mismos años. Llegaron a la conclusión que el uso a la larga de los antipsicóticos puede prolongar la dependencia social en pacientes (C6-24, 1975).

Con el debate sobre los beneficios de los neurolépticos en aumento, el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) financió tres estudios en los 70 para reexaminar si los pacientes se podían tratar sin medicación. En el primer estudio, en Maryland, aquellos sin tratamiento eran dados de alta antes y solo el 35% recayó tras un año comparado con el 45% de los medicados, que además eran menos capaces de lidiar con estrés (C6-25, 1977).

Un año más tarde un investigador de la Universidad de California, Maurice Rappaport, anunció resultados similares. Estudió a 80 jóvenes con primer brote psicótico y los que recibieron medicación reducían antes los síntomas. Sin embargo, ambos eran dados de alta en unas seis semanas. En cambio, tras tres años, los no medicados tenían mejor resultados. Así sugirieron que la medicación no debía ser el tratamiento de elección si se está interesado en mejora a largo plazo (C6-26, 1978).

El tercer estudio fue conducido por Loren Mosher, director de estudios de esquizofrenia del NIMH americano. Este estudio se llamó Soteria House, del cual ya hemos hablado, aunque cabe decir que los resultados indicaron un mejor pronóstico a largo plazo, para los pacientes no medicados.

En cuanto a un ejemplo de retirada de la medicación, durante los años 50 y 60 el hospital estatal de Vermont, Estados Unidos, dio de alta a 269 esquizofrénicos crónicos, la mayoría de mediana edad. Veinte años después de los 168 que permanecían vivos, el 34% se había recuperado, asintomáticos y viviendo independientemente y una vida plena con relaciones sociales y trabajo (C6-42, 1987). Todos tenían en común que habían dejado la medicación (C6-43, 2000).

Martin Harrow, psicólogo estadounidense de la Facultad de Medicina de la Universidad de Illinois, enroló del 1975 a 1983 a 64 jóvenes esquizofrénicos de hospitales de Chicago, en un gran estudio financiado por el NIMH. En 2007 publicó sus resultados de 15 años de seguimiento. A la larga, los pacientes sin medicar empezaban a funcionar mucho mejor y tras 4-5 años el 39% estaba en recuperación mientras que los medicados solo un 6%. Esta diferencia se mantuvo por otros 10 años. En el seguimiento de 15 años el 40% de los no medicados se estaba recuperando, más de la mitad trabajaban y solo el 28% presentaba síntomas psicóticos. En contraste solo el 5% de los medicados estaban en recuperación y el 64% era psicótico. Por otra parte, un grupo de enfermos menos graves con medicación dio a la larga significativamente peores resultados que aquellos más graves sin medicación. (C6-58, 2007).

Por otro lado, este psicólogo apunta a un importante hecho gracias a su riguroso seguimiento de pacientes tanto tiempo. Los psiquiatras pueden estar ciegos a esta realidad de que la medicación es contraproducente a la larga pues aquellos que dejan la medicación abandonan el sistema, dejan de ir a centros de día, a terapia, de decir su condición y desaparecen en la sociedad pues se encuentran bien.

En 1985, el psiquiatra y antropólogo Richard Warner revisó 68 estudios americanos y europeos y llegó a la conclusión de que no había indicación de que los resultados de los pacientes habían sido afectados por la introducción de los antipsicóticos.

Otro autor descubrió que en el año 2000 en Estados Unidos había cuatro veces más episodios de atención al paciente que en 1955 (cuando aparece el primer antipsicótico) (“Anatomy of an epidemic”). Un estudio similar en Gran Bretaña encontró que, aunque en las décadas más recientes los pacientes experimentan estancias mucho más cortas en hospitales, son a la vez admitidos más frecuentemente que en el pasado. Sorprendentemente cuando calcularon la ocupación de camas ésta era mayor en 1996 que en 1896, y esto teniendo en cuenta que antes era mayor la hospitalización.

En 2013 un grupo holandés estudió pacientes estabilizados con antipsicóticos dejándolos igual o bien retirando la medicación (bajándola mucho). Tras dos años el segundo grupo tuvo una mayor tasa de recaída (43 vs. 21%). Pero a los siete años se habían igualado las recaídas y el grupo de retirada (o bajada de la medicación) tenía una mayor tasa de recuperación (40 versus 18%) (Afterword-16, 2013; (6)). http://joannamoncrieff.com/2013/12/09/long-term-antipsychotics-making-sense-of-the-evidence/ 

El Dr. Harrow, antes mencionado, publicó un artículo en 2014 diciendo que pacientes con medicación durante veinte años fueron psicóticos en un 72% y solo el 7% si nunca usaron medicación (Afterword-15, 2014).



BIBLIOGRAFÍA


Del libro de Robert Whitaker, “Anatomy of an Epidemic”, son las referencias con Cx-z, donde x es el número de capítulo y z el número de referencia del capítulo.


Las demás:

-Ackerknecht, E. (1943). “Psychopathology, Primitive Medicine, and Primitive Culture.” Bulletin of the History of Medicine 14: 30-67.

-Andreone, N., M. Tansella, R. Cerini, G. Rambaldelli, A. Versace, G. Marrella, C. Perlini, N. Dusi, L. Pelizza, M. Balastrieri, C. Barbui, M. Nose, A. Gaspirini and P. Brambilla (2007). “Cerebral Atrophy and White Matter Disruption in Chronic Schizophrenia.” European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience 257(1): 3-11.

-Cardno, M. and R. M. Murray (2003). The ‘Classical’ Genetics epidemiology of schizophrenia. The Epidemiology of Schizophrenia. R. M. Murray, P. B. Jones, E. Susser, J. van Os and M. Cannon. Cambridge, UK, Cambridge University Press.

-Cole, J, editor, Psychopharmacology (Washington, DC: National Academy of Sciences, 1959), 142.

-Cole, J, editor, Psychopharmacology (Washington, DC: National Academy of Sciences, 1959), 386-87.

-Czaplicka, M. A. (1914). Shamanism in Siberia. Oxford, Forgotten Books.

-Devereux, G. (1961). Mohave Ethnopsychiatry and Suicide: The Psychiatric Knowledge and the Psychic Disturbances of an Indian Tribe. Washington, DC., Government Printing Office.

-Eliade, M. (1964). Shamanism: Archaic Techniques of Ecstasy. Princeton, Princeton University press.

-Elkin, A. P. (1977). Aboriginal Men of High Degree: Initiation and Sorcery in the World’s Oldest Tradition. Rochester, Vermont, Inner Traditions.

-Grim, J. A. (1983). The Shaman:Patterns of Religious Healing Among the Ojibway Indians. Norman, OK, University of Oklahoma Press.

-Halifax, Joan. Shamanic Voices. New York: Dutton, 1979 Halifax, Joan. Shamanic Voices. New York: Dutton, 1979

-Harner, M. (1980). The Way of the Shaman. New York, Harper & Row.

-Ho, B. C., N. C. Andreasen, S. Ziebell, R. Pierson and V. Magnotta (2011). “Longterm Antipsychotic Treatment and Brain Volumes: A Longitudinal Study of First-Episode Schizophrenia.” Archives of General Psychiatry 68(2): 128-137.

-Irwin, L. (1994). The Dream Seekers: Native American Visionary Traditions of the Great Plains. Norman, OK, University of Oklahoma Press.

-Junod, H. A. (1962). The Life of a South African Tribe. New Hyde Park, NY., University Books.

-Kety, S. S., P. H. Wender, B. Jacobsen, L. J. Ingraham, L. Jansson, B. Faber and D. K. Kinney (1994). “Mental illness in the biological and adoptive relatives of schizophrenic adoptees. Replication of the Copenhagen study in the rest of Denmark.” Archives of General Psychiatry 51(6): 442-455.

-Krippner, S. C. (2002). “Conflicting Perspectives on Shamans and Shamanism: Points and Counterpoints.” American Psychologist 57: 962-977.

-Laubscher, B. F. J. (1937). Sex, Custom and Psychopathology:A study of South African Pagan Natives. London, Routledge & Sons.

-Lindholm, C. (1990). Charisma. Cambridge, MA, Basil Blackwell.

-Loeb, E. M. (1924). “The Shaman of Niue.” American Anthropologist 26(3): 393- 402.

-McClenon, J. (2002). Wondrous Healing: Shamanism, Human Evolution, and the Origin of Religion. Dekalb, Illinois, Northern Illinois University Press.

-Narby, J. and F. Huxley (2001). Shamans Through Time. New York, Jeremy P. Tarcher/Putnam.

-Polimeni, J. and J. P. Reiss (2002). “How Shamanism and Group Selection may reveal the origins of schizophrenia.” Medical Hypotheses 58: 244-248.

-Radin, P. (1937). Primitive religion: Its nature and origin. New York, Dover.

-Rank, G. (1967). Shamanism as a Research Subject: Some Methodological Viewpoints. Studies in Shamanism. C. M. Edsman. Stockholm, Almqvist: 15-22.

-Rappaport, M. (1978). Are there schizophrenics for whom drugs may be unnecessary or contraindicated? International Pharmacopsychiatry, 13(2), 100-111.

-Reichel-Dolmataoff, G. (1987). Shamanism and art of the Eastern Tukanoan Indians. Leiden, Netherlands: E. Brill.

-Ritchie, M. A. (1996). Spirit of the Rainforest: A Yanomamo Shaman’s story. Chicago, Island Lake Press

-Rogers, S. (1982). The Shaman. Springfield, IL: C.C. Thomas.

-Sasaki, Y. (1969). Psychiatric Study of the Shaman in Japan. Mental Health Research in Asia and the Pacific. W. Caudill and T. Y. Lin. Honolulu, East-West Center Press.

-Seikkula J (2006). Five year experience of first-episode nonaffective psychosis in open-dialogue approach. Psychotherapy Research 16:214-28.

-Silverman,C, The epidemiology of Depression (Baltimore: John Hopkins Press, 1968), 139.

-Silverman, J. (1967). “Shamans and Acute Schizophrenia.” American Anthropologist 69(1): 21-31.

-Torrey, E. F. (1987). “Prevalence studies in schizophrenia.” British Journal of Psychiatry 150: 598-608

-Vitebsky, P. (1995). The Shaman: Voyages of the Soul Trance, Ecstasy and Healing from Siberia to the Amazon. London, Duncam Baird Books.

-Walsh, R. (1997). “The Psychological Health of HSamans: A Reevaluation.” Journal of the American Academy of Religion 65(1): 101-124.

-Walsh, R. (2007). The World of Shamanism: New Views of an Ancient Tradition. Woodbury, Minnesota Llewellyn Publications.

-Wilson, D. S. (2002). Darwin’s Cathedral: Evolution, Religion and the Nature of Society. Chicago, University of Chicago Press.

-Winkelman, M. (1989). “A cross-cultural study of shamanistic healers.” Journal of Psychoactive Drugs 21(1): 17-24

-Winkelman, M. (1990). “Shamans and Other ‘Magico-Religious’ Healers: A Cross-Cultural Study of Their Origins, Nature, and Social Transformations.” Ethos 18(3): 308-352.

-Winkelman, M. (2004). “Shamanism as the original neurotheology.” Zygon 39: 193-217.








¿Hacia un nuevo paradigma? Enfermeras en busca de un modelo ajustado a la recuperación (ponencia en la VI Jornada de Enfermería de Salud Mental Región de Murcia)

$
0
0

Nos han invitado a la VI Jornada de Enfermería de Salud Mental Región de Murcia, "Los usuarios como protagonistas de su salud mental". Ha sido muy gratificante conocer personas tan estupendas. Desde aquí queríamos dar las gracias a Joaquín, a Ana y a todo el equipo organizador por la invitación y hacernos sentir como en casa, por el genuino interés, la amplia mirada y esas increíbles ganas de continuar haciendo un trabajo de calidad. A Mª Luisa por tantos años dedicados a la salud mental y por demostrarnos que la ilusión y las ganas de trabajar no se pierden con el tiempo. También queríamos agradecer al Colegio de Enfermería de Murcia, Jesús y Amelia, por la amabilidad en las gestiones y por el gran interés mostrado en lo referente a la salud mental. Queremos hacer extensivo este agradecimiento a todas las personas que acudieron a las jornadas y nos escucharon con tanto respeto e interés. No queríamos dejar de mencionar nuestra admiración por el discurso tan lúcido de la Directora Gerente Asunción Concepción Salesa, se agradecen personas con un mensaje tan constructivo. Creemos que tenéis todas las capacidades, cualidades y apoyo para reinventaros en algo mejor, más significativo y que ya estáis en el camino. Y en ese camino seguiremos coincidiendo.

Por último queríamos agradecer a Patricia Rey Artime, compañera de mesa, su generosidad y su cariño. Ha sido muy bonito desvirtualizarnos. Seguiremos "enFUERZÁndonos".



¿Hacia un nuevo paradigma?
Enfermeras en busca de un modelo ajustado a la recuperación.


Lo primero es agradecer a la organización y a todos ustedes por estar aquí escuchándome. Como ha dicho Joaquín en la presentación soy especialista en salud mental  y coautora del blog postPsiquiatría junto a Jose Valdecasas, con el que comparto charlas y discusiones acerca de esto que llamamos psiquiatría. También trabajo con un equipo humano maravilloso. Por todos estos motivos esta ponencia la voy a realizar no en el yo sino en el nosotras ya que todo lo que escribo lo he consensuado con todas ellas.

Hemos dividido esta ponencia en dos partes. Una parte más teórica donde hablamos de  cómo se construyen y se utilizan los diferentes modelos y teorías en psiquiatría. Y una segunda parte donde explicamos nuestro modelo de trabajo.


Thomas S. Kuhn fue un historiador y filósofo, y un reconocido estudioso de la ciencia y su funcionamiento. Haciendo un brevísimo resumen podemos decir que Kuhn plantea que la ciencia pasa por momentos de CIENCIA INMADURA (que son los momentos en los que existen diversas tendencias o escuelas). Cuando una escuela se impone al resto se establece un paradigma teórico que proporciona un marco conceptual de los fenómenos estudiados en esa disciplina. Una vez determinado el paradigma, se entra en el período de CIENCIA NORMAL, donde se empieza a progresar en la investigación, dentro del susodicho paradigma. Cuando se van acumulando los problemas que no se resuelven en esa matriz teórica, se detiene el progreso, y se llega a una situación de crisis que acarrea la sustitución del paradigma por otro alternativo. Éste es el período de CIENCIA REVOLUCIONARIA, en el que se entabla la lucha entre paradigmas enfrentados. La elección entre paradigmas, aunque parezca increíble, se basa en criterios extra-lógicos como pueden ser: la persuasión, la popularidad, la capacidad para progresar o resolver cuestiones inmediatas e intereses económicos o de prestigio profesional. En un campo como el nuestro, la psiquiatría, donde conviven diferentes paradigmas, es interesante señalar que Kuhn afirmaba que los diferentes paradigmas son inconmensurables, es decir, no pueden compararse unos con otros porque cada uno establece su propio campo teórico, y no hay un consenso teórico común previo desde donde hacer esa comparación. Podemos decir que ningún paradigma parte de la misma definición de enfermedad, salud, entorno y persona.

Kuhn no cree que la ciencia sea exclusivamente objetiva e independiente de su entorno social. Si en la actualidad predomina el llamado "paradigma biológico", Kuhn nos enseña que un paradigma puede ser sustituido por otro cuando se acumulan los problemas que no se resuelven en el mismo.

Por poner un par de ejemplos:

En el British Journal of Psychiatry se pública en 2012 un artículo especial firmado por 29 profesionales de la salud mental británica que se titula "La psiquiatría más allá del paradigma actual" y la Asociación Británica de Psicología pública un manifiesto en 2013 que se titula "Tiempos para un cambio de paradigma".

Quizás, como apuntan estos importantes textos, el cambio del paradigma biológico nos lleve a un paradigma basado en lo social con enfoque narrativo... Hacia un modelo posmoderno, construccionista. 

Ahora me gustaría hacer un alto en el camino para recomendarles unos cuantos libros que han marcado nuestra manera de pensar y de mirar.


"Sobre la locura": del psiquiatra Fernando Colina. Todo lo que escribe es bueno y nos hace reflexionar.


"Terapia Narrativa": de Martin Payne. En donde nos hace una introducción a la Terapia Narrativa en primera persona. Muy ameno para leer y entender.


"Medios narrativos para fines terapéuticos" de White y Epston. Es una delicia leer este libro. Habla de los relatos dominantes que inundan nuestras vidas y nuestras conversaciones.


"Psicoterapia con casos imposibles": de Duncan, Hubble y Miller. De este libro hemos aprendido casi todo. No les dejará indiferentes.


"Reflexiones sobre la construcción social": de Gergen y Gergen, imprescindible para introducirnos de manera fácil en las ideas de la construcción social.


Y la lectura definitiva, aquella que hizo en mi cabeza un "clack" es la tesis doctoral de Martin Correa-Urquiza, "RadioNikosia: la rebelión de los saberes profanos", publicada en 2009. En esta tesis el autor hace un extenso y respetuoso estudio de Radio Nikosia para el ámbito del conocimiento psiquiátrico y psicológico y las prácticas en la salud mental. Muy recomendable (diapositiva).


Si continuamos hablando de modelos o paradigmas (que son simplemente una manera de "ver" el mundo y a las personas que en él habitamos) diremos algo muy contundente: no es posible definir el papel de la enfermera, en el cuidado hacia las personas, sin partir de un determinado modelo, el cual siempre estará presente en nuestras intervenciones de forma implícita o explícita. Y es que muchas veces se nos olvida que para nuestro trabajo es imprescindible e inevitable partir de un modelo o paradigma. Una visión del ser humano, de la vida, de la muerte, de la salud y de la enfermedad. En fin, una concepción del ser humano. Y dependiendo del modelo que tengamos en la cabeza, cuidaremos. Los manicomios no sólo están entre los muros que los rodean sino que también pueden estar dentro de nuestras cabezas.

Pero sigamos con una pequeñísima revisión histórica...


Claro, y en psiquiatría nosotros, los enfermeros, no somos prescriptores, entonces ¿qué hacemos? ¿Hablamos con ellos? ¿Los acompañamos? Y les repito que nuestra escucha, nuestro apoyo, nuestra ayuda y nuestro cuidado dependerá del modelo o paradigma que tengamos en la cabeza.

Vamos a reflexionar un poco sobre los diferentes modelos... Ya que tenemos que elegir uno, o varios, o por lo menos saber cuáles son los diferentes modelos que hay. Una cosa que ayuda mucho a ajustarse a los demás profesionales (psiquiatras, psicólogos) y hablar en el mismo lenguaje (aunque no compartamos la misma visión acerca de la psiquiatría) es conocer qué campo teórico copa su conocimiento. Al psicoanalista le podremos hablar en términos de estructura psicótica, neurótica o perversa (y quedará encantado). Al cognitivo-conductual le podremos hablar de procesamiento de la información y las consecuencias que eso tiene en la conducta del paciente, y al sistémico coméntale algo de la familia disfuncional. Eso siempre funciona. 

Paradigma psicoanalítico: Si nosotros pensamos en el individuo como un MOTOR HIDRÁULICO u olla a presión con sus pulsiones, represiones, consciente, inconsciente, ello, yo y superyó. Todas y cada una de las conversaciones que tengamos con y sobre el paciente tendrán que ver o con su infancia reprimida o su gran ego o sus limitaciones inconscientes, sus deseos inconfesables, sus traumas enterrados... Siempre con lo oculto, lo prohibido, el pecado a descubrir... ¡¡¡Señor Freud, perdone usted!!! Creo que el paradigma psicoanalítico está muy bien para teorizar sobre las vidas de las personas pero nosotros, enfermeros, somos de una naturaleza más práctica y por mucho que tengamos catalogados los deseos y pulsiones de nuestros pacientes... Esto no nos ayuda a acompañarlos a la compra, a que sepan defenderse ante trámites burocráticos, a mejorar su autoestima ni a encontrar un significado a sus vidas. Así que auf Wiedersehen herr Freud.

Luego llegaron los ORDENADORES y a nivel heurístico se utilizaron por los cognitivo-conductuales como metáfora para explicar lo que nos pasaba en el cerebro. Os sonará la memoria a largo plazo, la memoria a corto plazo... Como si nuestro cerebro estuviera ordenado en pequeños cajones donde guardar la información que procesan nuestros sentidos. Es la información desplazándose por circuitos mentales, lo que dio lugar a la analogía cognitivista del cerebro como un ordenador. Y aquí acabamos haciendo psicoeducación a usuarios y familiares (como si no fueran ellos los primeros expertos en el tema), trabajando en habilidades sociales y convenciéndoles que tienen una enfermedad mental y la necesidad de una adherencia terapéutica y una conciencia de enfermedad  que no es otra cosa que "usted haga lo que yo le diga". Como dice Fernando Colina, "exigir, tantear o conseguir que el psicótico se reconozca enfermo tiene mas de confesión religiosa o judicial que de ejercicio clínico". Programando y reprogramando cerebros. Así que goodbye Mister Beck.

La CIBERNÉTICA es la ciencia que estudia la comunicación y el control de las máquinas y los seres vivos, y va un paso más allá y nos explica el funcionamiento de la información en un sistema, y a nosotros los profesionales como simples observadores, pudiendo catalogar lo que vemos como normal o anormal (más académicamente hablando como funcional o disfuncional) y así nos encontramos la terapia familiar estructuralista que define la familia funcional, el individuo funcional y los correctos sistemas de comunicación entre ellos. La familia es descrita como una "estructura" determinada, que el terapeuta puede modificar. El terapeuta es capaz de "descubrir" lo que está mal en el sujeto o en la familia, y utilizando una serie de técnicas a través de las cuales "arreglar" lo previamente disfuncional. Ciao signor Minuchin, nosotras no creemos en la disfuncionalidad. Nosotras creemos en las capacidades y fortalezas.

Hilando un poco con la teoría de Kuhn de cómo se forma el conocimiento, en nuestra opinión no está claro que la Psiquiatría haya estado nunca realmente en un período de "ciencia normal", es decir, que haya predominado un paradigma de forma tan completa que no haya habido voces discordantes de consideración. En psiquiatría ha habido un constante movimiento pendular a lo largo de la Historia entre, por decirlo así, somaticistas y psicologicistas, con distintos vaivenes. Hasta los años 50 aproximadamente del pasado siglo fue predominante el psicoanálisis para luego, con la llegada de la clorpromazina, irse instaurando un paradigma biológico que todavía no es hegemónico ni mucho menos. No olvidemos que fue sobre los años 60 cuando hicieron acto de presencia las orientaciones sistémica o cognitiva, sin que eso significara la muerte del psicoanálisis, tantas veces anunciada y nunca certificada. Creemos que puede decirse que es posteriormente, hacia los años 80 y 90, cuando el paradigma biológico va haciéndose predominante, tomando como ejemplo la publicación del DSM-III y el DSM-III-R y en clara relación temporal con la aparición de los psicofármacos de elevado precio (primero los antidepresivos ISRS y, posteriormente, los antipsicóticos denominados atípicos). Parece coincidir con esos momentos que el paradigma biológico inicia su supremacía, pese al cual, resisten las otras orientaciones psicologicistas citadas, aunque más bien en ámbitos psicológicos, sociológicos o filosóficos, más que en ámbitos psiquiátricos. Este paradigma biológico se va convirtiendo cada vez más en biocomercial. Pero esto es otro asunto para otro momento.

Sialgún paradigma predomina en la actualidad, como hemos dicho, en los ámbitos psiquiátricos clínicos donde desempeñamos nuestro trabajo, es el biológico. A partir de los mecanismos de funcionamiento de los psicofármacos se desarrollan hipótesis causales sobre los trastornos subyacentes. Como los neurolépticos mejoran algunos síntomas psicóticos y bloquean la dopamina, se asume que los síntomas psicóticos derivan de un exceso de dopamina. El problema es que tales hipótesis no han sido demostradas y podrían acabar llevando a teorizar un déficit de aspirina como causa de cefalea. Se trata de un modelo neuroquímico simplón y carente de pruebas, poco preocupado por los efectos secundarios y mucho más influido por intereses comerciales de la industria farmacéutica de lo que nos gustaría admitir. Nos encontramos entonces con cerebros averiados sin solución que llevan a que tratemos a nuestros pacientes como seres limitados, mitad niños mitad tontos, que no son capaces de controlar ni su cerebro, ni sus pensamientos, ni sus deseos, ni sus decisiones, ni sus vidas, teniendo que ser adiestrados por expertos profesionales. Todo esto no deja margen de esperanza ni para ellos ni para nosotros. Aquí no podemos decir adiós porque esto es lo que nos encontramos en nuestra práctica cotidiana.

Nosotras, como muchos de vosotros, venimos de tradiciones modernistas, de modelos normativos, del modelo biomédico, que consideran que existe una realidad objetiva en la que encontrar lo patológico. Los modelos o paradigmas a los que he hecho referencia (psicoanalítico, cognitivo-conductual, el sistémico estructuralista y el biomédico) son ejemplos de modelos modernistas o normativos, es decir, presuponen una realidad externa objetiva e independiente del observador que puede ser captada y descrita. El mundo es de una manera y nuestro modelo lo descubre y lo explica todo (y lo que todavía no ha conseguido explicar lo acabará haciendo con la ayuda de nuevas tecnologías aun sin descubrir). Frente a esto, la posmodernidad considera inalcanzable un saber completo sobre la realidad y entiende los diferentes paradigmas como mapas con los que moverse en esa realidad. Mapas que no tienen  un valor de verdad sino de utilidad. Nosotras no rechazamos los modelos sino que los empleamos en lo que puedan ser útiles sin enamorarnos de ninguno de ellos ni hacer encajar al paciente como sea en esas verdades absolutas.

Un ejemplo de ciencia moderna es la física clásica newtoniana que pretendía explicar de forma completa el funcionamiento del mecanismo del universo. Lo que hizo tambalear los cimientos de  la física clásica fue el principio de incertidumbre o de indeterminación de Heinsenberg.

Este principio dice: no es posible conocer a la vez la posición y la velocidad de una partícula subatómica en un momento determinado. Para hacerlo, el observador ha de proyectar luz sobre la partícula, pero cuando lo hace, su curso quedar modificado por el impacto del fotón emitido.

¿Qué quiere decir esto? Qué el observador (los profesionales), por el mero hecho de observar alteramos lo que observamos (conductas de los pacientes). No se puede describir la realidad sin tener en cuenta quien la describe. Así es que, si no es posible una observación sin influir en lo observado, se cuestiona la existencia de una realidad exterior objetiva y única.

A este desplazamiento de la atención desde el sistema observado (paciente) al sistema observante (profesional) se ha denominado "cibernética de segundo orden" y para poder explicarlo, la terapia familiar se ha valido de ideas provenientes del construccionismo social.


Pero ¿en qué se fundamentan las ideas construccionistas? 4 premisas fundamentales.


1.    Las ideas son construidas socialmente. Al relatar  la evolución de un grupo cultural incipiente explican cómo se va construyendo entre los miembros del grupo, lo que después será considerado la realidad única e inmutable.

Un poco de imaginación. Entre los miembros de una hipotética sociedad emergente, las costumbres y distinciones serán frágiles al comienzo, fácilmente intercambiables. Como el grupo es incipiente, está aún cercano el motivo y el cómo se decidieron las cosas. Son capaces de recordar: "eso es como decidimos hacerlo". Existe alguna conciencia de que existen otras posibilidades. Empiezan a emerger instituciones como la maternidad o el cuidado del niño, entre otras.

Para los hijos de la siguiente generación, las decisiones de cómo hacer las cosas no son tan inmediatas, pero aún pueden recordar: "así es como decidieron hacerlo nuestros mayores".

Según el grupo evoluciona, para los individuos de la siguiente generación, el recuerdo de que las cosas se hicieron de una manera consensuada se va perdiendo. De modo que van ganando terreno afirmaciones como: "así es como se hizo siempre". Estas generaciones y las posteriores empiezan a actuar como sí siempre existiesen tipos de personas que son madres, obreros, granjeros... Con toda probabilidad se escribirán leyes sobre cómo hay que construir las casas, cuándo, dónde... Se identificarán ciertas personas más adecuadas para hacerlo. Emergen las instituciones.

En la cuarta generación el "así es como se hizo" se convierte en "así es como es el mundo: esta es la realidad".


2.    La realidad se construye a través del lenguaje. Para los posmodernos el lenguaje que usamos construye nuestro mundo y nuestra ciencia. Es en el lenguaje cuando las sociedades construyen sus visiones de la realidad. Los únicos mundos que podemos conocer son los mundos que compartimos en el lenguaje. "El mundo está fuera, pero las descripciones del mundo no. El mundo no habla. Sólo lo hacemos nosotros". Lo importante cuando se produce el cambio (a nivel psicoterapéutico) implica un cambio en el lenguaje. El lenguaje es siempre cambiante. Los significados son siempre indeterminados, y por tanto mutables. El significado no lo da una palabra, sino una palabra en relación con su contexto. Por ello el significado preciso de una palabra es algo a negociar entre dos o más conversadores. Y esto es esperanzador.


3.    Las realidades se organizan y mantienen a través de las historias. Para dar sentido a nuestras vidas, las personas nos enfrentamos a la tarea de ordenar nuestra experiencia de los acontecimientos a través del tiempo de tal forma que conseguimos un reconocimiento coherente de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Este recuerdo adopta una forma que es la auto-narrativa. Desde un punto de vista posmoderno, no hay significados escondidos en las historias, no hay una "esencia" a capturar de la experiencia humana. Un concepto clave en la terapia narrativa es que en cualquier vida hay siempre más eventos que no son historiados (a estos eventos se les llama excepciones), que no nos hemos contado y que no hemos introducido en nuestra historia. Y esto significa que hay historias alternativas en todos nosotros y que podemos reescribir nuestras vidas. Y esto también es esperanzador.


4.    No hay verdades esenciales. La auto-imagen o los self se construyen socialmente a través del lenguaje y se mantienen a través de la narrativa (a través de lo que nos contamos nosotros mismos, a través de lo que nos cuentan de nosotros). Diferentes imágenes nuestras aparecen en diferentes contextos (madre, hija, profesional, amiga, enferma...) Ninguno de ellos es más verdadero que otro. Aunque sí es cierto que presentaciones particulares del self son preferidas por las personas dentro de las culturas. Los terapeutas posmodernos trabajan con personas para ayudarles a vivir narrativas que apoyen el crecimiento y el desarrollo de los self preferidos. Esto nos abre posibilidades.


Pero ¿qué efectos tiene esto a nivel práctico, en la clínica?

Con llegada de las ideas construccionistas se abandonó la idea de una "descripción real" de lo que le ocurría a la familia para sustituirla por el concepto de realidades interpretadas alumbradas por el sistema observante. Se pasó de la búsqueda del Universo objetivo a la del Multiverso, donde muchas visiones de distinto observador convivían.

Con la llegada de ideas construccionistas a la terapia se facilito también una posición de mayor cooperación entre paciente y terapeuta.

El terapeuta ya no tiene como objetivo el revelar una realidad, hasta ahora invisible para la familia, sino que propone o hace posible una de las múltiples alternativas. Las preguntas ya no son sólo herramientas para obtener información, sino instrumentos para conseguir un cambio.

Para el posmodernismo, la vida humana es demasiado lábil, única, polifacética, incierta y compleja como para que se puedan alcanzar "conclusiones" mediante el "conocimiento experto". No podemos encajar la vida en generalizaciones, ningún "experto" puede generalizar acerca de ella, únicamente se pueden formar hipótesis imposibles de comprobar. Los pensadores posmodernos no niegan que la investigación cuidadosa puede ofrecer útiles sugerencias sobre lo que podría ser "real" pero nos mueve a ser cautelosos ante afirmaciones universales. El "conocimiento experto" es parcial, provisional, unilateral y muchas veces distante de los conocimientos concretos y específicos de la vida cotidiana.

La posmodernidad no venera el conocimiento local, ni hace de él una bucólica forma de "sabiduría popular". El error "modernista" fue elevar la ciencia sobre el resto del saber; la posmodernidad intenta no incurrir en el mismo error. Contraponer posmoderno a moderno implica una dicotomía contraria a la intención posmoderna. El término posmoderno no es antimoderno.

Por tanto, la posmodernidad no sostiene que "lo que sabemos, pensamos y hacemos es mejor que lo que sabían, pensaban y hacían antes”; más bien, que no tenemos un "conocimiento experto" de lo que es verdadero y nunca podremos tenerlo; siempre estamos empezando nuevamente y arribando a conclusiones parciales.

La crucial diferencia entre conocimiento "experto" y conocimiento "experiencial" es que este último es significativo, no "objetivo". Encarna el significado que la persona brinda a sus experiencias.

En relación con ese "conocimiento experto" vamos a mencionar de manera superficial una idea muy interesante sobre el poder y el saber desarrollada por Foucault.


Michel Foucault fue un filósofo francés que intentó demostrar que las ideas básicas que la gente considera verdades permanentes sobre la naturaleza humana y la sociedad cambian a lo largo de la Historia.

Foucault propone que la gente de la sociedad occidental ha desarrollado, lenta pero continuamente, su capacidad para mantener posiciones de poder gracias a su conocimiento experto y que instituciones como la medicina, la psiquiatría, las clases sociales, la ley y la moral sexual perpetúan ese poder. Además, el poder no se establece por medio de la amenaza y la fuerza, sino de la defensa del conocimiento del especialista que lo instaura en primer lugar y por la oculta persuasión que mueve a la gente a "interiorizar" su inferioridad haciendo de ella una "verdad", a crear continuamente su propia identidad subordinada.

El Panóptico es una forma arquitectónica inventada por Jeremy Bentham en el siglo XVIII. Bentham lo propone como un modelo "ideal" para la organización o distribución de personas en el espacio de forma tal que las convirtiera en "cuerpos dóciles". La consideraba ideal en el sentido de que aumentaría la eficacia de las personas a la vez que reduciría al mínimo los esfuerzos necesarios para supervisarlas.

Como forma arquitectónica, el Panóptico constituía un edificio circular con un patio en el centro, o una serie de edificios con un patio central. El edificio podía tener varios niveles, cada uno de ellos con la altura de una sola habitación. Cada nivel estaba dividido en espacios pequeños, en habitaciones, y cada habitación tenía una ventana trasera que dejaba entrar luz natural y una amplia apertura al patio central. No había ventanas laterales con lo cual las personas no podían tener contacto directo entre ellas. Las personas que se encontraban en esas habitaciones eran objeto de observación perpetua. La torre central estaba situada de tal manera que las personas de las habitaciones no podían ver a los guardias. De este modo, se sentían objeto de una mirada omnipresente. Este mecanismo de poder tenía el efecto de "incitar" a las personas a actuar como si estuviesen siendo observadas en todo momento.

La mirada omnipresente que sentían los ocupantes de las estancias individuales era, en efecto, una mirada normalizadora. Esas personas se sentían constantemente evaluadas según las normas y reglas determinadas por la organización. Esto permitió que los individuos fueran "captados y fijados por escrito", y esto facilitó la confección de estadísticas y el establecimiento de normas, es decir, la construcción de conocimientos globales sobre las personas. Un gran ejemplo de desarrollo de conocimientos globales basados en conductas particulares lo tenemos en  Emil Kraepelin, que fue el padre de los conceptos actuales de esquizofrenia (demencia precoz) y de trastorno bipolar (psicosis maníaco-depresiva), que desarrolló la parte inicial de su trabajo clasificatorio, base de las actuales clasificaciones psiquiátricas, en un manicomio en Estonia donde ni siquiera hablaba el idioma de los pacientes ya que él era alemán. En estas condiciones tan lamentables de observación Kraepelin construye sus categorías que nosotros tomamos ahora como si fueran clases naturales, como si fueran reales. (Jean Garrabe, en su historia de la esquizofrenia).

El éxito del mecanismo de poder representado en el Panóptico depende en gran medida de que la fuente de poder no sea visible para los que lo padecen. Proporciona una forma de control muy económico y eficaz. A través de este poder las personas se someten a "verdades" normalizadoras que prefijan sus vidas y sus relaciones.

Los análisis de Foucault de las situaciones de poder/saber/control examinan muchas instituciones que son, o creen ser, benévolas. La forma en que la gente poderosa establece y mantiene su poder usando "técnicas de dominación" que requieren del "conocimiento experto", la benevolencia aparente, la vigilancia y el fomento de la subordinación interiorizada son semejantes al poder institucional en los hospitales psiquiátricos.

Hasta aquí la parte más teórica.

Nosotras trabajamos en la comunidad con personas diagnosticadas de TMG. Ahora queríamos hablarles de las personas que son diagnosticadas de un TMG y sobre todo de las ideas que hacen que las veamos muchas veces como "pacientes imposibles".

Analicemos de que manera catalogamos a un paciente imposible...

Históricamente la imposibilidad se ha atribuido siempre al paciente (sobre todo si ya tiene un diagnóstico de TMG): (no hay nada que hacer, esto no va a cambiar), y muchas veces el camino hacia el caso imposible se abre desde la misma expectativa de imposibilidad. Es decir, la profecía autocumplida que se llama. Una vez puesta en marcha la expectativa de que el caso es difícil, dicha expectativa puede ser sorprendentemente inamovible, quedando la persona “desindividuada” y terminando por ser equivalente a su etiqueta. Una vez ocurrido esto, los profesionales distorsionamos la información recibida para ajustarla a dichas expectativas o ideas sin ser conscientes de ello. Es decir, y aunque suene duro, dejándonos llevar por nuestra rutina profesional podemos estar transformando un caso con buenas perspectivas en uno totalmente perdido.

De la mano de Chema Rodríguez de Castro vamos a clasificar este tipo de ideas (quizás les suene alguna):

  • Ideas imposibilitadoras: “Nunca se podrá recuperar de un trastorno mental grave”, “no hay nada que puedan hacer por sí mismos”, “no pueden hacer ningún cambio significativo respecto a sus problemas o sus vidas”, “necesitarán ser medicados el resto de su vida”.

  • Ideas culpabilizantes: “La familia ha causado el trastorno mental grave”, “los pacientes y sus familias presentan resistencias”, “los pacientes interpretan papeles y realmente no quieren cambiar”, “algunos actos de los pacientes son búsqueda y demanda de atención”, “algunos actos de los pacientes son manipulaciones en busca de beneficios”.

  • Ideas desrresponsabilizadoras: “Las personas enfermas son incapaces de controlar o cambiar su conducta”, “la conducta del paciente queda determinada por el trastorno mental grave”.

  • Ideas invalidantes y desautorizadoras: “Los clientes o sus familias no saben nada acerca del trastorno mental grave, necesitando ser adiestrados por expertos en salud mental”, “los trastornos mentales graves son exclusivamente trastornos cerebrales y el único remedio efectivo es la toma de medicación de por vida”, “los profesionales sabemos lo que le conviene hacer al paciente o a su familia respecto a múltiples aspectos de sus vidas”.


Evidentemente las personas no dejan de tener sus propias teorías acerca de sus problemas, de  sus dificultades y de su situación vital. Cuando dichos puntos de vista son ignorados, atacados o desautorizados, como hemos visto, no es sorprendente la aparición de “resistencias” o incumplimientos terapéuticos. En este momento muchas veces el paciente empieza a convertirse, para el profesional, en un caso imposible. Y el profesional se convierte, para el paciente, en una persona poco interesada o evidentemente equivocada. Llegados aquí las intervenciones han pasado de ser relaciones de ayuda o cuidado para convertirse en confrontaciones.

Nosotras trabajamos con una serie de ingredientes que alimentan la alianza, la colaboración o el ajuste necesario para poder cuidar a las personas (que al final es a lo que nos tememos que dedicar).


Respeto: Trabajamos para supervivientes, para veteranos de las intervenciones psiquiátricas/psicológicas.

Vemos al psiquiatrizado como un héroe en el "drama de la terapia" y creemos, que no sólo dispone de todo lo necesario para resolver sus problemas, sino que puede que haya empezado a hacerlo o tenga una buena idea de cómo conseguirlo.

Desafortunadamente, esos veteranos de la tristeza han sido frecuentemente maltratados por el sistema sanitario y perciben a los profesionales como personas que no tienen en cuenta sus deseos, no dan crédito a su malestar e incluso no creen en sus desgraciadas historias. Llamarlos veteranos nos ayuda a verlos de nuevo como seres humanos. Pasan de ser "crónicos" o "graves" a "supervivientes" o "veteranos".


Expectativas de éxito: Nos centramos en los recursos y habilidades de las personas, más que en sus limitaciones.

Nos centramos en los recursos de las personas más que en sus déficits, en sus fuerzas más que en sus debilidades, en sus posibilidades más que en sus limitaciones. Porque ellos nos enseñan cómo trabajar y cómo resolver los dilemas que les ayuden a centrar su atención en crear expectativas para el cambio. Nosotras estamos convencidas de que todas las personas disponen de habilidades y recursos que pueden usarse para resolver problemas. Es nuestra tarea acceder a esas capacidades y lograr que sean utilizadas.

Estamos más preocupadas por trabajar desde las capacidades y fortalezas que desde las debilidades y dificultades, pasando de un enfoque de riesgo, a otro enfoque basado en el desafío y en las potencialidades. Si preguntamos por fortalezas e historias de éxito, éstas aparecerán y terminarán convirtiéndose en el motor del cambio que se moverá también en esa misma dirección, positiva y apreciativa (Coperrider y Whitney, 2005).


Aceptación positiva e incondicional: Los vemos sanos y capaces.

Las personas no son el problema, el problema es el problema. Nosotras trabajamos con la convicción de que si los vemos sanos y capaces, y utilizamos un lenguaje que representa esto que pensamos, construimos junto a ellos historias alternativas a enfermedad, a cronicidad, a incapacidad…


Trabajamos con perspectiva: Admitimos que el cambio en la persona es constante y nos comportamos como sí fuera inevitable y contagioso.

Si admitimos que el cambio es constante, nos comportaremos como si fuera inevitable. Un pequeño cambio en una parte del sistema produce cambio en otra. El feedback es circular, lo que hacemos repercute inexorablemente en los otros y viceversa, porque el cambio es contagioso, crea un efecto de onda expansiva en el resto.


Cooperación: Creemos que cada unos de ellos tiene una forma única de cooperar, y que nuestra tarea es identificar y utilizar esa manera de cooperación.

Cooperación, cooperación, cooperación, hacia sus objetivos, desde su postura, con su lenguaje (Beyebach, 2005).


Autodeterminación: Sabemos que somos los que sugerimos y la persona, la que elige.

De Shazer (1984) tras su "declaración de muerte a la resistencia" asume y con esto nos enseña que las personas quieren cambiar realmente. Su punto de vista es que no existe la resistencia (especialmente cuando no esperamos que la haya). Es verdad que las personas no siguen siempre nuestras sugerencias, pero esto no lo consideramos resistencia. Cuando esto ocurre, simplemente nos están enseñando cuál es el método más productivo y que mejor encaja para ayudarles a cambiar.


Validación: Pensamos que es importante reconocer y validar lo que la persona ha estado pensando y sintiendo.

La validación incluye incluso respetar la validez de ideas y conductas muy inusuales. Pero la validación no nos debe constreñir a pensar que la historia de la persona es la única explicación posible de la situación. La validación de perspectivas permite generar nuevas ideas. Las personas, normalmente, después de darse cuenta de que no hay necesidad de defender o discutir sobre la validez de una posición o "idea delirante", suelen abandonar aquellos aspectos de sus creencias que no son de utilidad. La validación le concede a la persona espacio y comodidad para encontrar maneras de solucionar sus problemas guardando las apariencias.


Excepciones: Aprovechamos los periodos libres de problema porque éstos también existen.

Nosotras pensamos que las personas son ricas en experiencias vividas y que sólo una parte de estas experiencias pueden relatarse pero que gran parte de ellas quedan fuera del "relato dominante" acerca de las vidas. Estos "acontecimientos extraordinarios" constituyen una fuente llena de riqueza y fertilidad, para la generación de relatos alternativos. Los "relatos dominantes" se ponen en marcha una vez que la persona es diagnosticada. Nosotras intentamos no ignorar los acontecimientos extraordinarios en la vida de las personas y así mirar y que se miren de otra manera. Por esto tomamos con reserva las notas o informes clínicos de otros profesionales. Sabemos que es mejor acercarse a la persona sin ideas preconcebidas, atentos a nuevas oportunidades.

Sólo tenemos que leer con detenimiento cómo habla el DSM-IV o cualquier informe de alta sobre un paciente. Es muy difícil encontrar algo respetuoso o amable. No suele haber ninguna mención a algún aspecto positivo o a algo que haga bien. Y esto también está en relación con el hecho de que a los profesionales nos resulta difícil no colocarnos en situación de superioridad respecto a los pacientes.


Dignidad: Sabemos que la persona desmotivada no existe.

Es posible que no comparta nuestra motivación, pero no hay duda de que posee la suya y es muy fuerte. Es por esto que damos muchísima importancia a sus objetivos personales. Protegiendo en todo momento su dignidad. Sus objetivos nos proporcionan una visión clara de la teoría de la persona y una ruta hacia una conclusión satisfactoria.


Tranquilidad: No tenemos prisa.

Nos gusta aplicar la máxima castellana del “vísteme despacio, que tengo prisa” (Beyebach, 2006), salvo que sean las personas quienes insistan en acelerar el ritmo. Una tarea demasiado exigente puede llevar a las personas al fracaso y, por consiguiente, hacerles sentir desmoralizados o incluso humillados.

El objetivo de tomarse el pulso como profesional es resistir la ansiedad, la urgencia, el pesimismo y la sobreabundancia de responsabilidad. Estos estados de ánimo contribuyen a la predicción o anticipación de la imposibilidad.


Flexibilidad: Respondemos con flexibilidad.

Usamos teorías que promueven la mejora, ayudan a las personas a conseguir sus objetivos y proporcionan espacio para ser cuestionadas tanto por parte de los profesionales como por parte de las personas a las que atendemos. Sabemos que la teoría perfecta no existe. Utilizamos aquélla que resulte más aplicable a nuestro veterano. Nos colocamos en una posición de igualdad, intentando mostrar un compromiso en la ayuda o alivio del malestar de las personas.


No somos policías de la realidad: No hacemos ningún intento de negar la realidad, la tomamos como auténtica, porque sabemos que no necesitamos ser un policía de la realidad. Nosotras no tenemos como objetivo el revelar una realidad. Tenemos la creencia de que existen múltiples "realidades" y múltiples significados de la misma. Y nuestras preguntas no son herramientas para obtener información sino instrumentos para conseguir el cambio.


"Si yo tuviese que desear algo, no desearía riquezas ni poder, sino la pasión de la posibilidad, el ojo que en todas partes ve la posibilidad eternamente joven, eternamente ardiente. El placer decepciona, la posibilidad no" (Soren Kierkegaard).


Porque intentamos tener un pensamiento posible, y esto es básicamente una forma de mirar la vida, apreciando lo que nos rodea. Es actuar con asertividad. En el trabajo dejamos de suponer un problema tras otro para convertirlo en una oportunidad para aprender y crecer. Nuestra narración sobre lo que vivimos pasa a ser optimista y positiva. Contamos lo mejor y nos centramos en hacerlo crecer. Implica salirnos del ciclo del miedo, la tristeza y la compasión para pasar a comprender al otro desde el reconocimiento y el amor, la valentía y la alegría. Los miedos son el enemigo de la creatividad. El pánico paraliza.

Todos estos ingredientes van a darle seguridad dentro del sistema, una conexión emocional y un camino hacia propósitos compartidos.


CONCLUSIÓN


Nuestro desafío como profesionales:
  • Desafiar las ideas que culpabilizan a la familia.
  • Oponernos a las ideas que ven a las personas como irresponsables.
  • Luchar contra las ideas que desautorizan o invalidan a las personas.

Nuestra competencia como profesionales:
  • Trasmitir expectativas de éxito. "Lo conseguiré".

Ilusión, esperanza, proyección al futuro.
Sensación de conseguir una meta.
Creencia en el futuro donde los problemas estén mejorados, resueltos, con una vida más satisfactoria.

  • Expectativas de control interno. "Depende de mi"

Atribuir el resultado de los logros personales a uno mismo.
Trasmitir la sensación de que las cosas dependen de uno mismo.
Creer en que la actitud propia es causa de que ocurran las cosas.

  • Expectativas de autoeficacia. "Soy capaz"

Confiar en los recursos internos personales.
Mostrar sensación de capacidad y competencia atribuidos a uno mismo.
Creer que posee los recursos necesarios para múltiples facetas de sus vidas.


Por todo esto, con los pacientes veteranos es crucial ir más allá que las etiquetas diagnósticas, es decir, darles el beneficio de la duda. Pensemos que detrás de cada etiqueta se esconde una invalidación y ésta cuando se hace crónica se convierte en imposibilidad. Démosle al paciente una experiencia competente de aceptación y fijémonos en qué puede hacer o que esta haciendo ya.

No todos los días llueve, a veces sale el sol, y el cambio en las personas, señoras y señores, es inevitable.


Y las diapositivas de la sesión, aquí.





"Comprender la psicosis y la esquizofrenia": Un salto adelante (Miguel Hernández, Revista de la AEN nº129)

$
0
0

Nuestra entrada de hoy recoge la reseña realizada por nuestro compañero Miguel Hernández González, psiquiatra, sobre la guía Comprender la psicosis y la esquizofrenia(editada por Anne Cooke y disponible aquí). Creemos que, con sus luces y sombras como señala el texto, dicha guía es imprescindible para acercarse con criterio a todo este tema, del que tal vez durante demasiado tiempo hemos creído los profesionales saberlo todo. Esta reseña acaba de ser publicada en laRevista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y queremos ayudar, en la medida de nuestras posibilidades, a su difusión.



Anne Cooke (Ed.) (2015), Comprender la psicosis y la esquizofrenia. ¿Por qué a veces las personas oyen voces, creen cosas que a otros les parecen extrañas, o parecen estar fuera de la realidad, y qué es lo que puede ayudarles?. 

Traducción de Sergio Bilbao Sanz, María Cortina Bermúdez de Castro, Sergio Iribarren Cia, Cristina Juan Llamas, Inés Martínez Ciordia, Sara Pineda Murcia y Miguel A. Valverde Eizaguirre. 




Desde que se publicó en el año 2000 un primer informe titulado “Avances recientes en la comprensión de la enfermedad mental y las experiencias psicóticas”, se esperaba la aparición de un texto como éste que propusiera una guía donde se vertiera la experiencia acumulada en la comprensión de las experiencias psicóticas, que incluyera más voces que las que proceden del ámbito profesional y de la neurociencia, que son las que han plagado mayoritariamente los medios científicos, pero que huyera a la vez de ciertos alternativismos insensatos.  Creemos que estos objetivos se han conseguido plenamente con este interesante texto. Este informe cuenta con una pléyade de importantes colaboradores incluyendo el conocido y polémico Dr. Richard Bentall entre otros. Todos ellos importantes referencias y con trayectorias profesionales muy largas en el campo de la atención a este tipo de personas. Los editores advierten que “esta publicación ha sido producida por la British Society Division of Clinical Psychology –la Sección de Psicología Clínica de la Sociedad Británica de Psicología– y sólo representa la visión de los colaboradores expertos de los miembros de esta división”, aunque ciertamente a lo largo de todo el texto se van incluyendo otras voces, principalmente la voz de muchas personas que han sido o son usuarias de los servicios de salud mental, que cuentan en primera persona su experiencia en relación a cada tema que el libro plantea en cada momento concreto. También incluye testimonios de profesionales de diferentes áreas (enfermería, cuidados, educación, etc). Estos testimonios condimentan la lectura haciéndola mucho más interesante y algunos de estos testimonios son realmente emocionantes y reveladores. Quienes hemos trabajado con personas que presentan experiencias psicóticas hemos podido conocer situaciones parecidas por lo que contar con esas voces en una publicación como ésta provoca gran satisfacción y tiene un valor instructivo incalculable.
El libro está dividido en cuatro partes en donde se distribuyen los catorce capítulos. Una primera parte donde se define y explica el alcance de lo que llamamos psicosis, en la que se hace una descripción de lo que se denominan experiencias psicóticas, se pone nombre a las distintas formas en que se le puede presentar a las personas. Se discute el concepto de enfermedad mental al considerar básicamente que estas experiencias están en un continuo con la normalidad y que muchas personas a lo largo de su vida escucharán voces aunque sea de forma puntual en contextos de angustia o gran estrés, o tenemos creencias más o menos inusuales sostenidas con mucha firmeza. Enfatiza en el hecho de que muchas de estas personas no sentirán la necesidad de consultar con un profesional porque no consideran estas experiencias como perturbadoras e incluso pueden considerarlas positivas. Debido a esto también se discute la existencia de categorías diagnósticas dada su escasa fiabilidad y a los efectos estigmatizantes que tienen y el hecho de que, en realidad, no aportan nada a la explicación del fenómeno. De hecho es asombroso que a pesar de lo que se ha avanzado desde la epistemología sea necesario todavía declarar y explicar que las etiquetas son constructos y que darle nombre a algo no significa que tenga una existencia previa al hecho de nombrarlo. Aclaro que en el texto dice que el hecho de nombrar algo no lo vuelve real pero en un mundo postmoderno caracterizado por continuos reformateos y performatividades, decir real creo que es poco útil (salvo para referirse a lo relativo a la monarquía). Evaluar el impacto que estas experiencias tienen en las personas también nos debe orientar hacia la conceptualización de lo que llamamos recuperación (clínica, personal y social) porque muchas veces los profesionales nos obcecamos en los síntomas concretos (clínico), abusando de un enfoque farmacológico y desdeñamos otros niveles como que las personas sean capaces de dar un sentido, con significado, a la experiencia e integrarlas de forma que permitan ser respetadas por los demás (personal), o el de ocupar un rol satisfactorio dentro de su comunidad (social). Esta forma de pensar nos permite, en el ámbito profesional, centrarnos en la dirección de “estar mejor”, un estar mejor en el que la principal voz debería ser la de la propia persona afectada y la de sus familias.
La siguiente sección tiene que ver con las teorías que explicarían por qué se llega a experimentar este tipo de situaciones. Empieza dando una orientación básica desde la biología pero desde una perspectiva critica, reconociendo que cualquier experiencia humana tiene un correlato biológico, si admitimos la visión materialista de que probablemente no exista nada sustancialmente no biológico en nuestra existencia. Sin embargo, este correlato será probablemente muy complejo, al menos más complejo que el simple fallo de dopamina o cualquier otra sustancia del cerebro, pero que el nivel de consolidación que estas hipótesis han alcanzado y que las eleva a categoría de Verdad no se justifica en los datos que la investigación independiente aporta. La influencia de factores como la pobreza, la desigualdad y las situaciones de desventaja social, las relaciones y la existencia de acontecimientos vitales significativos y/o traum﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽tencia de acontecimientos vitales significativos y/o traumas de ellas experimentarnas que tienen estas experiencias y áticos, como factores que influyen de forma marcada está bien recogida en la investigación y juegan un papel crucial en las teorías psicológicas sobre el origen del fenómeno.
El tercer gran bloque inicia la parte de las propuestas, donde este informe hace las aportaciones principales y más útiles, siempre aceptando que es una aproximación sin la intención de convertirse en un manual. Empieza con el tema de la formulación. En efecto nuestro estilo clínico de “exploración psicopatológica” conduce a una comprensión nosológica del problema mientras que una formulación compartida, distinta, que huya de la fenomenología o del alienismo nos conduce a lugares totalmente distintos. Entre las aportaciones más importantes, incluso políticamente, está el poner negro sobre blanco la importancia de los procesos de ayuda al margen del ámbito profesional: grupos de iguales, grupos de familias, de autoayuda y asociacionismo, las escuelas de recuperación, etc., como métodos al menos tan válidos como los clínicos para la ayuda a las personas que la precisan. Existen muchos testimonios muy apasionantes en este sentido, muy lejos de lo que se podría considerar terapia.
El informe también da un sitio a la terapia psicológica haciendo una descripción somera de los diferentes modelos y abordajes y también de la medicación, a la que concede un papel, aunque manteniendo, en nuestra opinión, una sana actitud critica que se fundamenta en los datos que aporta la investigación independiente y que se implementaría en: intentar la menor dosis posible, el menor tiempo posible y acordándolo con la persona, teniendo en cuenta sus necesidades y deseos. Se exponen los pilares del llamado modelo de la recuperación que se basa en reducir el estrés y ayudar a las personas a tener el tipo de vida que elijan, independientemente de las experiencias que tengan. Se basaría principalmente en: asegurar las necesidades básicas, apoyo emocional, facilitar la incorporación al trabajo, ayuda para la organización y motivación, etc. Muchos de estas cosas pueden proveerse por parte de los servicios comunitarios y de los propios grupos de iguales, aunque el informe reconoce la importancia de los profesionales en muchas de estas intervenciones. En la última sección se proponen una serie de planes para hacer algo diferente desde los servicios de salud mental. Lo principal de esta propuesta es un cambio en el marco referencial, dado que el área ha sido suficientemente cuestionada como para pensar que sólo existe una visión de lo que sucede, se hace necesario dejar de exigir a las personas que piden ayuda que acepten el nuestro como el marco de referencia “verdadero”. Este cambio exige dejar de tratar a las personas como portadoras de una Enfermedad y por tanto a las profesionales como curadoras de esa enfermedad, seríamos más bien personas especializadas en ayudar y apoyar a personas que presentan un sufrimiento que puede ser comprendido. En el texto de describe de forma totalmente clara:“La salud mental es un campo cuestionado. Las experiencias que a veces se denominan enfermedades mentales, como la esquizofrenia o la psicosis, son muy reales. Pueden causar sufrimiento extremo y ofrecer ayuda y apoyo es un servicio público esencial. Sabemos algo sobre el tipo de cosas que pueden contribuir a estas experiencias o cómo pueden causar sufrimiento. Sin embargo, las causas de las dificultades concretas son siempre complejas. Nuestro saber sobre lo que ha podido contribuir, y lo que podría ayudar, es siempre provisional. Los profesionales debemos respetar y trabajar con las propias ideas que las personas tienen sobre lo que ha contribuido a sus problemas. Algunas personas ven útil pensar en sus problemas como una enfermedad, pero otras no. Los profesionales no debemos promover ninguna perspectiva, ni sugerir que un tipo de ayuda, como la medicación o la terapia psicológica, es útil para todas. En vez de ello tenemos que apoyar a las personas de forma que encuentren lo más útil para ellas, y reconocer que algunas personas conseguirán un apoyo parcial o total desde fuera del sistema de salud mental”.
Esta crítica del modelo médico que se hace en el informe, a lo largo de todo el informe,  me parece, sin embargo, que confunde modelo médico con modelo DE LOS médicos. El modelo médico es el que se basa en la secuencia: anamnesis-evaluación-diagnóstico-tratamiento, una secuencia perfectamente aplicable a la terapia cognitivo conductual (el enfoque claramente predominante en todo el informe), al menos en sus formulaciones clásicas. Actualmente los modelos llamados de tercera generación han descubierto la postmodernidad y empiezan a incluir ideas como: construccionismo, poder, la voz del otro, lo narrativo, la realidad como consenso, lo comunitario, etc. Dudo que estas nuevas formulaciones cuenten con el respaldo tan firme de la ciencia positiva. Por ejemplo en la página 47 se afirma literalmente: “más o menos en los últimos 15 años hemos descubierto mucho más del papel que pueden jugar los acontecimientos vitales en muchas personas, en particular la pobreza y el trauma”. Nos parece que el psicoanálisis, Rogers, Laing, Haley y otros muchos posteriormente hablaron de estas cosas hace bastante más de 15 años. No sólo esto, el modelo médico incluye también criterios de normalidad, cosa que también ha hecho la psicología clásicamente (y si me apuran hasta los talleres de automoción). 
El ultimo capitulo introduce algunos aspectos interesantes de prevención y de “salud pública” que incluyen el que haya buenos trabajos, buenos colegios, bienestar social como medida importante para mejorar la salud mental y prevenir la existencia de problemas.
El informe termina con un utilísimo repertorio de libros, artículos, webs y otros recursos de interés que incluyen las de muchas asociaciones de familiares, autoayuda, etc. Aprovecho para agradecer al equipo traductor que incluye en este apéndice numerosos recursos en español. Además a lo largo del informe también se introducen algunas correcciones necesarias porque algunas cosas (pocas) son distintas en nuestro país.
En resumen el informe supone un importante avance, le da voz a las personas que tienen estas experiencias, le da el valor que estas tienen para cada una de ellas, las que consideran que estas experiencias les resultan creativas y positivas y las que se muestran muy perturbadas por ellas, dando sitio a los ámbitos profesionales pero también y principalmente a las asociaciones y grupos de afectados. Imprescindible la lectura y el análisis sosegado de este magnífico texto que espero que sea seguido de otros trabajos similares que abunden en los diferentes aspectos y que permitan una mejor organización de la salud mental y unos servicios ajustados a las necesidades de las personas.



El concepto de eterno retorno en Nietzsche

$
0
0

Hoy traemos un trabajo propio sobre la filosofía de Friedrich Nietzsche, en concreto acerca del tema siempre intrigante de su teoría del eterno retorno. Ha sido presentado por uno de nosotros (y afortunadamente aprobado) como Trabajo de Fin de Grado de la carrera de Filosofía que parece que pronto será finalizada, si los dioses de la sabiduría nos son propicios.

Incluiremos, antes del trabajo completo, una breve introducción sacada de las conclusiones del mismo (este curioso proceder no deja de tener cierto sentido en el contexto del tema que nos ocupa: principios y finales son un tanto relativos desde el punto de vista del eterno retorno...):



Tras una introducción inicial como exposición de motivos y otra sobre el filósofo objeto de estudio, dedicamos apartados amplios a los propios textos de Nietzsche, tanto publicados en vida como fragmentos póstumos, en los que aparecía de forma más reseñable el tema del eterno retorno. Hicimos también una semblanza de las interpretaciones habituales a tal doctrina, desde la cosmológica más clásica hasta las de Heidegger y Deleuze, que intentamos exponer someramente. Finalmente, planteamos nuestra propuesta: un eterno retorno en clave cosmológica, dentro de una visión que ha sido llamada actualista y que hace referencia a una auténtica repetición de cada suceso de cada vida de cada mundo. No en un tiempo circular sino, como también vimos, en un tiempo lineal donde instantes nuevos ven ocurrir los hechos de la misma manera. Por este camino, intentamos también salvaguardar al menos algo de libertad o, como último recurso y apoyándonos en Kant, pensar que lo hacemos con independencia de que una libertad tal no puede ser demostrada desde un punto de vista teórico. Insistir en que todo se basa en la posibilidad de que dicho eterno retorno ocurra efectivamente como planteamos, lejos de certezas más religiosas que filosóficas. Y en base a esta posibilidad o, más bien, a la decisión de tomar esta posibilidad en serio, puede desplegarse una determinada forma de vivir. Desde este pathosllegar a desarrollar un ethos, en el uso de nuestra libertad -aunque sea la libertad de escoger siempre, en las mismas circunstancias, las mismas opciones- que grite la afirmación, el sí a la vida, la aceptación de la infinita repetición. Ésta es, finalmente, la enseñanza que hemos obtenido de Nietzsche.



Sin más preámbulo, enlazaremos el trabajo. No lo copiamos directamente como solemos porque no hay forma de mantener el formato preciso de algunos de los textos escritos por Nietzsche, por lo que preferimos editar un pdf que es el que podrán leer. Quedan avisados de que el texto es muy largo y más que denso, no se nos quejen luego.









Reflexiones sobre la Psiquiatría a partir de "Tecnologías del yo y otros textos afines", de Michel Foucault

$
0
0

El principal texto del libro "Tecnologías del yo y otros textos afines", de Michel Foucault, es la transcripción de una serie de seminarios que Foucault impartió en la Universidad de Vermont en 1982. Tecnologías del yoes la traducción de “technologies of the self”, o también “tecnologías de uno mismo”, como aquellas técnicas que permiten a los individuos efectuar operaciones en sus propios cuerpos, en sus almas, pensamientos, conductas, de un modo que los transforme a sí mismos, que los modifique, con el fin de alcanzar un cierto estado de perfección, o de felicidad, o pureza, o poder sobrenatural, etc. Ese “yo” traduce “self”. No es el sujeto sino el interlocutor interior de ese sujeto: “uno mismo”. Otra definición de estas “tecnologías del yo” sería “la reflexión acerca de los modos de vida, las elecciones de existencia, el modo de regular su conducta y de fijarse uno mismo fines y medios”.

Todo el ensayo está atravesado por la diferencia y a la vez estrecha interrelación entre dos rasgos característicos del poder moderno: el nacimiento de la forma Estado y “el desarrollo de unas técnicas de poder orientadas a los individuos e interesadas en dirigirlos en una dirección continua y permanente”. He aquí las llamadas tecnologías del yo.

Como dice Foucault, su objetivo ha sido trazar una historia de las diferentes maneras en que los hombres han desarrollado un saber acerca de sí mismos (economía, psiquiatría, medicina...). Estas ciencias son “juegos de verdad” específicos relacionados con técnicasespecíficas que utilizan los hombres para entenderse: tecnologías de producción, tecnologías de sistemas de signos, tecnologías de poder (que determinan la conducta de los individuos, objetivando al sujeto) y las mencionadas tecnologías del yo. Foucault elabora una historia de la organización del saber respecto a la dominación y al sujeto.

Nos interesa especialmente el estudio foucaltiano de la locura. Foucault afirma haberla estudiado no con los términos del criterio de las ciencias formales, sino para mostrar cómo, mediante ese extraño discurso, era posible un cierto tipo de control de los individuos dentro y fuera de los asilos. Nuestro autor abordó este tema en “La historia de la locura en la época clásica” y, posteriormente, en “El poder psiquiátrico”. Como señala en “Tecnologías del yo”, nos parece que se centró especialmente en esas dos obras en la tecnología de la dominación y el poder, pero ahora se detiene en la gran importancia de las tecnologías de la dominación individual, la historia del modo en que un individuo actúa sobre sí mismo, es decir, la tecnología del yo. El contacto entre las tecnologías de dominación de los demás y las referidas a uno mismo es lo que Foucault denomina gobernabilidad.

En nuestra opinión, el dispositivo psiquiátrico tal y como existe en nuestra sociedad, se ampara en un supuesto saber, una ciencia que no deja de ser un cierto “juego de verdad” mucho más cercano a la subjetividad de las ciencias del espíritu que a la mayor certeza y replicabilidad de las ciencias naturales. A partir de dicho saber se desarrollan unas tecnologías de poder y unas tecnologías del yo. La psiquiatría plantea una cierta relación entre psiquiatra y paciente que, cayendo en inevitable generalización, es básicamente de dos tipos: el paciente es un “loco” sobre el que se ejerce un dominio buscando controlar su conducta (ya sea con el encierro en el asilo clásico o con el tratamiento tranquilizador dispensado en las consultas modernas), o bien el paciente es un “cuerdo”preso de malestares, ansiedades y depresiones diversas, sobre el que se ejerce un dominio diferente, buscando su consuelo, su anestesia, su resignación (por diversas terapias o tratamientos), evitando que dolores muchas veces de causa social sean vistos como tales, centrando por el contrario el objetivo en los aspectos individuales, aplacando con gran eficacia un malestar social que se queda en expresiones exclusivamente individuales. Desde mi punto de vista, la tecnología de poder clásica de “control del loco” que con tan gran acierto describió Foucault se ha visto en las últimas décadas acompañada de la tecnología de poder de “consuelo del triste y el ansioso”, desviando todo un caudal de malestar social a cauces de tranquilización individuales (ya sea con psicoterapias o fármacos de diversos tipos).

En cuanto al aspecto concreto de las tecnologías del yo, el llamado “paciente”, sobre todo cuando se cataloga como “crónico” y emprende un camino de años de consultas y tratamientos (conste que para nada excluimos la existencia de las enfermedades mentales como síndromes que afectan realmente a algunas personas, pero eso no cambia el hecho de que hay todo un dispositivo psiquiátrico que funciona alrededor de estas situaciones), va efectuando toda una serie de cambios en su forma de pensarse a sí mismo, acabando en no pocas ocasiones asumiendo plenamente un rol de enfermo, pasivo, desrresponsabilizado y reconociendo lo que al principio negaba con el mayor énfasis: que está enfermo, que sus ideas eran delirios, adquiriendo lo que los psiquiatras llamamos “conciencia de enfermedad” y que muchas veces no es sino la triste ironía de que acaba siendo el loco el que le da la razón al psiquiatra para que le deje en paz. O bien, el otro tipo general de paciente que hemos descrito, el triste, desarrolla su propia tecnología del yo: una serie de cambios en su self, en su mismo persona, para constituirse como un enfermo, también desrresponsabilizado, sin reconocerse autor de impulsos, decisiones o perezas, cada vez más lejos de lo que es un ser humano libre y dueño de sí.

Pero estas dos formas de tecnologías del yo que vemos en estos dos tipos generales de pacientes descritos no son las únicas que aparecen en el dispositivo psiquiátrico. El psiquiatra también, a lo largo sobre todo de su período de entrenamiento inicial, lleva a cabo toda una tecnología del yo por la cual se transforma. A partir de una persona con grandes conocimientos teóricos y tal vez prácticos de medicina, se va instaurando un cambio en pensamientos, actitudes y conductas por el cual se convierte uno en psiquiatra: se cree con capacidad para decidir qué pensamientos coinciden con la realidad y cuáles no, qué conductas son “normales” y cuáles “anormales”, qué personas deben ser encerradas contra su voluntad en un momento dado y cuáles no... Como el propio Foucault comentó alguna vez, parece mucho poder para sustentarse en un saber tan escaso. Y para ejercer ese poder sin dudas (o con ellas, según los casos) se requieren toda una serie de operaciones en uno mismo, que van desde la forma de hablar con otras personas, a la inherente sospecha que acompaña a toda escucha del otro, o la adopción de una cierta atmósfera de superioridad intelectual que oculta grandes inseguridades sobre lo que uno hace, etc. En nuestro caso, llevamos casi quince años trabajando en Psiquiatría y estas ideas que ya hacía tiempo teníamos esbozadas se han concretado ante el concepto foucaltiano que ocupa el presente ensayo: las tecnologías del yo. En el dispositivo psiquiátrico, y sin duda de parecida manera en otros, no se ejerce sólo la dominación externa, sino también la que ejerce uno sobre sí mismo. Pero no sólo sufren este proceso los oprimidos, sino de parecida manera los opresores.

Ahora, que el sistema funcione de esta manera, para nada exime de responsabilidad al individuo concreto que ejerce su función de psiquiatra, de médico o de carcelero... Uno no deja de conservar su libertada la hora de ejercer su trabajo o, llegado el caso, de decidir dejar de hacerlo. La tecnología del yo, de nuevo desde nuestro punto de vista, no es un imperativo que determine la conducta de unos u otros. Precisamente, Foucault señaló, en la primera conferencia de las recogidas en el libro, que somos más libres de lo que creemos, y no porque estemos menos determinados, sino porque hay muchas cosas con las que aún podemos romper, para hacer de la libertad un problema estratégico, para crear libertad. Para liberarnos de nosotros mismos.

Foucault habla en este libro de tres técnicas estoicas del yo, una de la cuales es la “askesis”, no una revelación del secreto del yo sino un recordar. La askesis incluye ejercicios que ponen a prueba la preparación del individuo, con dos polos, que serían “melete” (meditación: imaginar la articulación de posibles acontecimientos para examinar cómo reaccionaría uno) y “gymnasia” (entrenamiento en una situación real, aunque haya sido inducida artificialmente). Entre ambos extremos, es Epícteto quien proporciona el mejor ejemplo de caso intermedio: quiere vigilar continuamente la representaciones(metáforas del vigía y el cambista), técnica que culmina con Freud. Aquí encontramos una primera referencia a técnicas que culminarán, en mi opinión, en las modernas psicoterapias. Volveré luego sobre esta cuestión.

Foucault describe también en otra parte del libro una de las técnicas del yo propias del cristianismo primitivo: la “exomologesis” (ritual de reconocimiento de sí mismo como pecador y penitente), señalando la importante paradoja de que tal técnica borra el pecado y a la vez revela el pecador. De nuevo se nos aparece aquí una clara relación con las técnicas psicoterapéuticas que nacen con el psicoanálisis (aunque luego tomen los derroteros más diversos): la resolución del síntoma, su “borrado”, pasa por la revelación del conflicto a través de la terapia (que no deja de ser una suerte de confesión).

Foucault señala cómo, a lo largo del cristianismo, hay una correlación entre la revelación del yo y la renuncia al yo. Dicha revelación puede ser dramática (en la exomologesis) o verbal (en la exagoreusis). Foucault afirma que la verbalización se va volviendo más importante y que desde el siglo XVIII hasta el presente (finales del XX, cuando se pronuncian las conferencias), las técnicas de verbalización son reinsertadas en un contexto diferente por las ciencias humanas para ser utilizadas sin que haya renuncia al yo, pero para constituir positivamente un nuevo yo. No puedo evitar ver de nuevo aquí una posible relación entre el pensamiento foucaltiano respecto a estas tecnologías del yo que describe y la psiquiatría como dispositivo: esta verbalización recuerda poderosamente a las llamadas terapias morales o modernamente psicoterapias. El paciente, el sujeto afecto de malestar, que a través de la revelación de sus intimidades a un profesional con el que establece un diálogo de determinadas características acaba logrando (en el mejor de los casos) no una renuncia a su yo sino un conocimiento más profundo del mismo o un cambio en su forma de funcionamiento. Un nuevo yo, en cierto sentido.

Desde este punto de vista, la psicoterapia sería una cierta tecnología del yo por la cual el sujeto lleva a cabo toda una serie de cambios en sus pensamientos, afectos o conductas, aunque no sin la ayuda de un terapeuta (en una cierta función pastoral, podría decirse, de cuidado y ayuda a la vida de otro). Existe en nuestra cultura la idea extendidísima y aceptada casi de forma acrítica de que “expresar / confesar / no guardarse los problemas / preocupaciones / traumas es bueno / necesario / imprescindible para estar bien / ser feliz / realizarse uno mismo”. Tal vez pueda leerse esta idea como una tecnología del yo, heredera de los análisis foucaltianos del cristianismo primitivo, y que lleva aparejada una función de dominación individual.

En estrecha relación con las tecnologías de dominación que tienen en el Estado la forma más centralizada y global (con el tipo de racionalización enlazada inherentemente al abuso de poder), estas tecnologías del yo -en lo referente al mencionado dispositivo psiquiátrico- ejercen, según mi hipótesis, toda una forma de dominación individual (y como tales tecnologías de “uno mismo”, autoimpuestas) cuyo resultado acaba siendo la colaboración al mantenimiento del status quo sociopolítico. Aunque esta descripción de la psiquiatría no deja de ser, evidentemente, una generalización, nos plantea la pregunta de si, con un dispositivo semejante, hubiera habido manera de tomar la Bastilla o asaltar el Palacio de Invierno, en busca de un mundo mejor (con éxito o sin él, que ésa es otra cuestión).




Reflexiones psiquiátricas desde la "La condición postmoderna", de Jean-François Lyotard

$
0
0

Lyotard introduce en esta pequeña obra -en tamaño- el concepto de “postmodernidad” en filosofía, más allá de su origen situado en disciplinas como la arquitectura o la literatura. Escrito en principio como un informe para el gobierno de Quebec sobre el saber en las sociedades más desarrolladas, “La condición postmoderna” fue publicada en Francia en 1979, alcanzando gran resonancia. Como resume genialmente el autor desde las primeras páginas: “simplificando al máximo, se tiene por “postmoderna” la incredulidad con respecto a los metarrelatos”. Este movimiento postmoderno presta especial atención a la pragmática lingüística y a los juegos de lenguaje, en el sentido de Wittgenstein. Estamos ante una obra inaugural y que, hoy en día, es indudable que constituye una de las fuentes de todo el movimiento postmoderno que alcanzó -alcanza todavía- las más diversas disciplinas.

Lyotard traza una relación (no exenta de ciertas reminiscencias foucaltianas) entre saber y poder, cuando afirma: “en su forma de mercancía informacional indispensable para la potencia productiva, el saber ya es, y lo será aún más, un envite mayor, quizá el más importante, en la competición mundial por el poder”. Es una visión ésta del poder a escala nacional, aparentemente alejada de la microfísica que tan minuciosamente describió Foucault, pero tal vez no carente de similitudes. Lyotard señala también el aspecto clave de la “comercialización de saberes”, con el choque entre las exigencias económicas y las estatales, con el peligro para las segundas inherente a la existencia de empresas multinacionales y las formas nuevas (en la época en que se escribió el ensayo) de circulación de capitales. Vemos que la relación trazada por el autor entre saber y poder no deja de lado la cuestión clave de los intereses económicos implicados, en una sociedad que dibuja ya una tendencia que no ha dejado de acrecentarse, hacia pequeños grupos de poder con inmenso poder económico y enorme influencia sobre los gobiernos y legislaciones de los Estados. Al hilo de esto, nos parece interesante señalar que el debate, hoy en día tan conocido, de la postmodernidad sobre la caída de los grandes relatos y la fragmentación relativista resultante, en absoluto es sólo un ejercicio académico, sino que puede ser un instrumento de análisis clave para entender, o interpretar, diferentes aspectos de nuestro mundo contemporáneo. Por ser nuestro campo profesional, llevaremos a cabo alguna tentativa de análisis, en diálogo con el texto de Lyotard, sobre el campo de la Psiquiatría, desde los parámetros señalados.

Lyotard traza una diferencia básica entre el saber científico y el saber narrativo. El enunciado científico debe presentar ciertas condiciones para ser aceptado como tal. La legitimación es el proceso por el que un “legislador” que se ocupa del discurso científico está autorizado a prescribir cuáles son las condiciones convenidas (en general, consistencia interna y verificación experimental) para que un enunciado forme parte de ese discurso y sea tenido en cuenta por la comunidad científica. Para Lyotard, apoyándose en Popper, la cienciasería un subconjunto de conocimientos, es decir, enunciados denotativos, con dos condiciones: que los objetos a que se refieren sean accesibles de modo recurrente y en las condiciones de observación explícitas, y que se pueda decidir si cada uno de esos enunciados pertenece o no al lenguaje considerado como pertinente por los expertos. Por otra parte, desde el punto de vista de Kuhn, estos enunciados científicos se van acumulando cuando estamos en un período denominado de “ciencia normal”, con un paradigma como marco explicativo no sujeto a discusión. Cuando este paradigma cae, debido a la acumulación de problemas planteados que no es capaz de resolver, se produce un período de “ciencia revolucionaria”, con distintos paradigmas enfrentados entre sí y el hecho de que uno se convierta en hegemónico tiene que ver con criterios y cuestiones que van más allá del ámbito lógico y que tienen relación con cuestiones sociales y políticas.

Aunque desde posiciones realistas se insista en que hay hechos incontestables, las interpretaciones de dichos hechos (y no otra cosa serían las leyes científicas que buscan darles sentido) sí son construidas, como la postmodernidad filosófica, inaugurada en esta obra, dejó dicho. Un ejemplo clásico: es un hecho que determinados individuos de una especie, con ciertas diferencias genéticas, se convierten en mayoría por selección natural, al constituir dichas diferencias una ventaja evolutiva que les permite tener mayor descendencia lo que propaga su particular genética. Sin embargo, la interpretación de la selección natural como una suerte de “supervivencia del más apto” fue debida posiblemente a las condiciones políticas inglesas de la época, con el auge del liberalismo económico y el individualismo. Esos mismos hechos son interpretables desde ópticas poblacionales que resaltan que en ningún momento hay lucha entre individuos desde el punto de vista de la selección natural: es el ambiente el que hace que unos se reproduzcan más que otros y transmitan más sus genes al acervo de la especie.

Tras esta digresión, con la que pretendemos insistir en el carácter construido de los enunciados científicos, como discurso en palabras de Lyotard, queremos detenernos también en la consideración particular del discurso científico psiquiátrico. Nos encontramos aquí con una ciencia en una posición que podríamos catalogar como preparadigmática en el sentido de Kuhn, donde paradigmas enfrentados (biológico, cognitivo, conductual, sistémico, psicoanalítico...) establecen marcos explicativos la mayor parte de las veces contradictorios (aunque no debemos dejar de señalar que los paradigmas son inconmensurables, es decir, no pueden compararse por no existir un marco común desde el que hacerlo), pero que dan cuenta satisfactoriamente (al menos, para sus seguidores) de los hechos planteados. Lyotard plantea como condiciones propias de los enunciados científicos la consistencia interna (que en general suele darse) y la verificación experimental y aquí es donde los enunciados del discurso psiquiátrico adolecen, en nuestra opinión, de dicho carácter científico del que presumen: no hay verificación experimental de la mayor parte de las teorías psiquiátricas (no la hay de los déficits neuroquímicos hipotetizados por el paradigma biológico o de la existencia de un constructo como el complejo de Edipo del paradigma psicoanalítico, por poner unos ejemplos). Recurriendo ahora a Popper, diremos que la mayor parte de las teorías psiquiátricas (caso diferente es el de la neurología, que estudia enfermedades orgánicas del cerebro) no son falsables, ya que los diversos paradigmas son perfectamente capaces de explicar cualquier resultado experimental a posteriori (pero no predecirlo a priori). Serían teorías postdictivas pero no predictivas.

Dicho esto, aclarar que en absoluto se trata de un juicio sumario y condena a la Psiquiatría como disciplina, sino que este intento de análisis, a partir del concepto de saber y enunciado científico de Lyotard, lo que pretende es precisamente hacer patente una determinada situación epistemológica para no dar a los enunciados teóricos psiquiátricos (con sus correlatos a nivel práctico, evidentemente) un estatuto del que carecen.

Lyotard señala también que esta legitimación de la ciencia está indisolublemente relacionada con la legitimación del legislador, es decir, el derecho a decidir lo que es verdadero no es independiente del derecho a decidir lo que es justo. Esto marcaría un hermanamiento entre el tipo de lenguaje llamado ciencia y el llamado ética o política. Según Lyotad, ambos procederían de una misma “elección”, que se llama “Occidente”. Aquí creemos detectar nuevas resonancias al pensamiento de Foucault: esta relación entre ciencia y política tal como la describe Lyotard no parece muy diferente de la foucaltiana entre saber y poder. En lo referente a la cuestión en Psiquiatría, sería aplicable al análisis esta misma dicotomía: por un lado hay un discurso científico psiquiátrico que configura un determinado saber, una disciplina y, por otro lado, un dispositivo que ejerce determinado poder, desde un enfoque ético y político determinado. Hay que señalar también que Lyotard marca una diferencia entre saber científico y narrativo y podríamos tal vez concluir este apartado sobre la Psiquiatría señalando que ésta posee tal vez un saber que es esencialmente narrativo, aunque pretende presentarse como científico. Lo que a su vez provoca determinadas consecuencias a la hora de la aplicación práctica de la disciplina, tanto a pacientes individuales como influyendo en la configuración de la misma sociedad en la que funciona, ya que no es, en nuestra cultura, el mismo poder el que se reconoce a una discurso científico que a uno narrativo. Tal vez si se revelara (partiendo de que nuestro análisis fuera considerado correcto o, mejor dicho desde un punto de vista más postmoderno, útil) que el verdadero estatuto del saber psiquiátrico no es el de la ciencia, no sería tan grande el poder del que dispondría a la hora de ejercer sus funciones de control social tanto de la conducta desorganizada del llamado enfermo mental como del potencial reivindicador de los sujetos inmersos en circunstancias socioeconómicas y políticas que la misma psiquiatría transustancia en malestares individuales, con el consiguiente mantenimiento del status quo. Además, el saber psiquiátrico, como cualquier otro, marca una diferencia entre el que sabe y el que no, diferencia sustentada entre otras cosas en el dominio del juego de lenguaje propio de la disciplina, en nuestro caso, el lenguaje psicopatológico (denominar “abulia” a la “desgana” coloca sin duda en una posición de experto). Y todo ello sin perder de vista que, incluso la auténtica ciencia, como señala claramente Lyotard, no deja de ser también un discurso, de legitimación problemática, lejos de la seguridad que otorgaban los grandes relatos de la modernidad, como el de la emancipación o el especulativo.

Llegados aquí, retomaremos un punto previo. Lyotard hizo referencia a la relación entre el saber y los aspectos económicos. Diversos autores desde el campo de la medicina señalan cada vez con mayor insistencia (Gøtzsche, Goldacre...) la influencia desmedida de las grandes corporaciones farmacéuticas sobre el desarrollo de la psiquiatría actual en lo referente a convertir en dominante el paradigma biológico. Como afirmó Kuhn, la preponderancia de un paradigma (que, en Psiquiatría, insistimos en que dista de ser absoluta) se debe muchas veces a factores sociales extralógicos, que posiblemente en este caso no dejen de estar relacionados con el prestigio y el poder económico que estas compañías capitalistas colaboran en crear en los grandes líderes de opinión a los que financian y, no olvidemos, en los médicos de a pie, que están expuestos mucho más a la información supuestamente científica suministrada por estas compañías (que, por su poder financiero, controlan la mayor parte de lo que se investiga y se publica, así como hacen una eficaz labor de lobby sobre los reguladores estatales). En un imparable círculo vicioso, las multinacionales colaboran a construir el saber psiquiátrico que a su vez los coloca -a sus remedios- como la parte fundamental de cualquier terapia, con el consiguiente beneficio económico. Este perverso esquema deja fuera la cuestión de las personas tratadas sin necesidad. La tristeza, como ejemplo cumbre, es una emoción humana legítima, aunque ahora se la denomine “depresión”; el cambio de juego de lenguaje no está exento de consecuencias en forma de pérdida de responsabilidad sobre la propia vida, asunción del rol de enfermo o, directamente, efectos secundarios de tratamientos muchas veces innecesarios. Estos intereses económicos afectan, siguiendo la división que recoge Lyotard en su obra, tanto al juego de la investigación en ciencia, como al de su transmisión a los nuevos discípulos o aprendices. Como señala nuestro autor, no hay prueba ni verificación de enunciados, ni tampoco verdad, sin dinero. Los juegos del lenguaje científico se convierten en juegos ricos, donde el más rico tiene más oportunidades de tener razón. Se establece una ecuación entre riqueza, eficiencia y verdad.

Desde otro enfoque, Lyotard incide de nuevo en una diferenciación entre tipos de saber: se podría hablar de un saber positivista, que encuentra su explicación en las técnicas relativas a los hombres y a los materiales y que se dispone a convertirse en una fuerza productiva indispensable al sistema, y otro crítico o reflexivo o hermenéuticoque se interroga directa o indirectamente sobre valores u objetivos. Esta oposición, que viene desde Dilthey, aparece también entre la llamada psiquiatría biológica y, por ejemplo, el psicoanálisis, sin duda ejemplo de disciplina hermenéutica. Sin embargo, el psicoanálisis no deja de ser también un relato que pretende una explicación total del ser humano y su posición en el mundo. Podríamos decir que desde un enfoque postmoderno, un discurso más que configura un cierto juego de lenguaje wittgensteiniano, que no desvela realidades ocultas inconscientes sino que construye una serie de enunciados, de jugadas, potencialmente útiles para reducir el malestar de una persona o interpretar un determinado hecho cultural, por poner unos ejemplos. Como dice Lyotard, los juegos de lenguaje son, en parte, el mínimo de relación exigido para que haya sociedad, el lazo social estaría hecho de jugadas de lenguaje. Y, señala Lyotard como también defiende en su momento Freud, el ser humano ya desde antes de su nacimiento, está situado con referencia a la historia que cuenta su ambiente y con respecto a la cual tendrá que conducirse. Siguiendo a Lacan, marcado desde antes de nacer por un nombre que no ha escogido.

Como vemos en el texto, son varias las posibles relaciones del saber con la sociedad y el Estado. Podemos tener, desde un relato especulativo, un saber que encuentra su legitimidad en sí mismo y es él quien puede decir lo que es el Estado y lo que es la sociedad; o bien, partiendo de un modo de legitimación por la autonomía de la voluntad, se introduce una relación del saber con la sociedad y con su Estado que es la del medio con el fin. Este segundo tipo de legitimación concede a los científicos la autoridad, a título de seres humanos prácticos, de negarse a colaborar con un poder político que consideren injusto, es decir, no fundado en la autonomía propiamente dicha. Se reitera así la función crítica del saber. Volviendo a nuestro ejemplo de análisis, la Psiquiatría, podríamos estar en ocasiones ante el reverso de esta función crítica: el saber psiquiátrico al servicio de un sistema político y social injusto, desempeñando una función de control y anestesia del malestar, apaciguando posibles ansias emancipadoras (o revolucionarias) al situar en lo individual el descontento originado realmente en lo social.

Afirma también Lyotard que la división de la razón en cognitiva o teórica por una parte y práctica por otra, tiene como efecto atacar la legitimidad del discurso de la ciencia de forma indirecta, al revelar que es un juego de lenguaje dotado de sus propias reglas, pero sin ninguna vocación de reglamentar el juego práctico ni el estético (sin embargo, el discurso científico psiquiátrico, como señal de que posiblemente aún sigue anclado antes de la postmodernidad, sí pretende -y consigue- esta reglamentación del juego práctico).

Siguiendo a Lyotard, en términos de la teoría de juegos del lenguaje, podemos distinguir el juego denotativo donde la pertinencia se establece entre verdadero / falso; el juego prescriptivo que procede de lo justo / injusto; y el juego técnico donde el criterio es eficiente / ineficiente. A partir de la distinción tradicional entre fuerza y sabiduría, o entre lo que es fuerte, lo que es justo y lo que es verdadero, se puede decir que la “fuerza” deriva sólo del juego técnico. Excepto en el caso en que opera por medio del terror, encontrándose este caso fuera del juego del lenguaje, pues la eficiencia de la fuerza procede de la amenaza de eliminar al “compañero” y no de hacer una mejor “jugada” que la suya. Cada vez que la eficiencia, la consecución del efecto buscado, tiene por resorte un “di o haz eso, si no no hablarás”, se entra en el terror, se destruye el vínculo social. En nuestra opinión y experiencia profesional, esto es justo lo que ocurre cuando una persona con síntomas psicóticos (delirios o alucinaciones)  ingresa en un dispositivo psiquiátrico porque un experto en ese saber dictamina que sus “jugadas” de lenguaje son inaceptables socialmente y debe cambiarlas (o al menos acallarlas). Que muchas veces tenga como resultado un beneficio para esa persona en términos de calmar su malestar o adaptarlo a una sociedad en la que tiene que seguir viviendo, no cambia ni oculta el hecho de que, en términos de Lyotard, el mecanismo que se ha empleado para ello es el del terror.

Hay que tener también en cuenta que, en el juego de la ciencia, a veces hay investigadores cuyas “jugadas” son menospreciadas o reprimidas porque desestabilizan demasiado violentamente posiciones adquiridas. Cuanto más fuerte es una “jugada”, más cómodo resulta negarle el consenso mínimo justamente porque cambia las reglas del juego sobre las que existía consenso. Aquí, de nuevo Lyotard recurre al concepto de terror y define este comportamiento como “terrorista”, porque el afectado callará o dará su asentimiento ante la amenaza de ser privado de “jugar” (de diferentes maneras).


En diálogo con Habermas, Lyotard concluye que es preciso llegar a una idea y práctica de la justicia que no esté ligada a las del consenso. En esta dirección, un primer paso es el reconocimiento del heteromorfismo de los juegos de lenguaje, lo que implica la renuncia al terror, que supone e intenta llevar a cabo su isomorfismo. Un segundo paso es que el consenso acerca de las reglas y las “jugadas” debe ser local, es decir, obtenido a partir de los “jugadores” efectivos y sometido a una eventual rescisión. De nuevo resuenan aquí ciertos ecos psiquiátricos: tal vez una posible salida a la problemática señalada a partir del análisis que hemos intentado en diálogo con la obra de Lyotard, sería encaminar la práctica psiquiátrica a un mayor reconocimiento de este heteromorfismo en los juegos de lenguaje mencionado, así como al respeto de un consenso local que implique a todos los “jugadores”. Es decir, escuchar y respetar como autorizadas las opiniones de los propios pacientes psicóticos en lo referente al trato y tratamiento que reciben de los expertos. Y, por otra parte, situar otras quejas y malestares vitales en consenso con múltiples “jugadores” (asociaciones, sindicatos, sociedad civil, partidos...) en un juego de lenguaje social y político -donde pueda resultar eficaz en algún sentido- y no meramente en uno individual, que se agota en sí mismo y es presa fácil de iatrogenias diversas.



Viewing all 204 articles
Browse latest View live