Hoy traemos una nueva entrada con una recopilación de artículos científicos, en esta ocasión sobre antipsicóticos (o neurolépticos, que sería su nombre más apropiado). Se trata de trabajos recientes, de los últimos dos o tres años, con investigaciones y revisiones tanto sobre la eficacia de estos fármacos como sobre sus posibles efectos secundarios. Como siempre, dejaremos un enlace al trabajo original y traduciremos parcial o completamente su abstract. Pensamos que es básico estar actualizado sobre estas cuestiones y, evidentemente, para hacerlo no es necesario ni viajar a lejanos países a congresos vacacionales ni dejar que nos hagan la pelota visitadores comerciales interesados solo en vender su producto. Con echar un vistazo por la red, son todos trabajos fácilmente accesibles. Esperamos que les parezcan interesantes.
La negrita es nuestra.
Los ensayos controlados aleatorios han demostrado un aumento de la mortalidad por todas las causas en pacientes ancianos con demencia tratados con los antipsicóticos más nuevos. Se desconoce si este riesgo se generaliza a los adultos no ancianos que usan antipsicóticos más nuevos como tratamiento asociado para la depresión. Este estudio examinó el riesgo de mortalidad por todas las causas de la asociación de los antipsicóticos más nuevos para la depresión en adultos. Se estudió a adultos no ancianos (25 a 64 años) con diagnóstico de depresión que, después de ≥3 meses de monoterapia con antidepresivos, iniciaron una asociación con un antipsicótico más nuevo o con un segundo antidepresivo.
La cohorte analítica incluyó 39.582 pacientes que iniciaron la asociación con un antipsicótico más nuevo (quetiapina, risperidona u olanzapina) o con un segundo antidepresivo. La conclusión fue que el tratamiento con antipsicóticos más nuevos en pacientes no ancianos con depresión se asoció con un mayor riesgo de mortalidad en comparación con la adición de un segundo antidepresivo. Aunque estos hallazgos requieren replicación y no pueden probar la causalidad, los médicos que tratan a adultos con depresión deben ser conscientes de este potencial de aumento de la mortalidad asociado con la adición de antipsicóticos nuevos.
Se cuestiona la eficacia a largo plazo del tratamiento de mantenimiento con antipsicóticos después de un primer episodio de psicosis (PEP). En este estudio observacional del mundo real, examinamos cómo la exposición acumulativa a los antipsicóticos dentro de los primeros 5 años desde PEP se asoció con el resultado a 19 años.
Se utilizaron los registros nacionales finlandeses para detectar a todos los pacientes que fueron hospitalizados por psicosis no afectiva a mediados de la década de 1990 y que no habían recibido tratamiento previo antes del período de inclusión (N=1.318). Se estimó cómo la exposición acumulada a los antipsicóticos en los primeros 5 años desde el inicio se asoció con la mortalidad, la capacidad laboral y el uso de servicios psiquiátricos al final del seguimiento de 19 años.
Las personas con una exposición acumulada más alta a los antipsicóticos dentro de los primeros 5 años desde PEP tenían más probabilidades de seguir recibiendo antipsicóticos, tratamiento psiquiátrico y asignaciones por discapacidad al final del seguimiento de 19 años, en comparación con la exposición baja / nula. La exposición acumulada más alta también se asoció con una mayor mortalidad.
Se concluye que después del ajuste por factores de confusión, la exposición acumulada moderada y alta a los antipsicóticos dentro de los primeros 5 años desde el PEP se asoció consistentemente con un mayor riesgo de resultados adversos durante el seguimiento a 19 años, en comparación con la exposición baja o nula. Debido a posibles factores de confusión no medidos, se necesitan ensayos controlados.
Los efectos a largo plazo de la reducción de la dosis de antipsicóticos atípicos sobre la función cognitiva y la sintomatología en pacientes estables con esquizofrenia siguen sin estar claros. Buscamos determinar el cambio en la función cognitiva y la sintomatología después de reducir la dosis de risperidona u olanzapina en pacientes esquizofrénicos estables.
Setenta y cinco pacientes esquizofrénicos estabilizados a los que se prescribió risperidona u olanzapina se dividieron aleatoriamente en un grupo de reducción de dosis y un grupo de mantenimiento. Para el grupo de reducción de dosis, la dosis de antipsicóticos se redujo en un 50%, para el grupo de mantenimiento, la dosis se mantuvo sin cambios durante todo el estudio. La conclusión fue que se halló que una reducción de la dosis de risperidona u olanzapina del 50% puede no conducir a una sintomatología más grave, pero puede mejorar la velocidad de procesamiento, la memoria de trabajo y los síntomas negativos en pacientes con esquizofrenia estabilizada.
La evidencia de la efectividad de los tratamientos en la psicosis de inicio temprano es escasa. El objetivo de este estudio fue establecer la viabilidad de un ensayo controlado aleatorizado de monoterapia antipsicótica, monoterapia de intervención psicológica y antipsicóticos más intervención psicológica en adolescentes con un primer episodio de psicosis.
Se hizo un ensayo piloto y de viabilidad multicéntrico de acuerdo con un diseño controlado aleatorizado, simple ciego, de tres brazos. Los participantes tenían entre 14 y 18 años, habían presentado un primer episodio de psicosis en el último año, estaban bajo el cuidado de un psiquiatra, mostraban síntomas psicóticos actuales y cumplían con los criterios de la CIE-10 para esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo o trastorno delirante, o cumplían con los criterios de ingreso para una intervención temprana en un servicio de psicosis. Los participantes fueron asignados a antipsicóticos, intervención psicológica (terapia cognitivo-conductual (TCC) con intervención familiar opcional) o antipsicóticos más intervención psicológica. La TCC incorporó hasta 26 sesiones durante 6 meses más hasta cuatro sesiones de refuerzo, y la intervención familiar incorporó hasta seis sesiones durante 6 meses. La elección y la dosis del antipsicótico quedaron a criterio del psiquiatra consultor tratante. Los participantes fueron seguidos durante un máximo de 12 meses.
Se logró una buena respuesta clínica a los 6 meses (definida como una mejora ≥50% en la puntuación total de la PANSS) en 4 (22%) de 18 pacientes que recibieron monoterapia antipsicótica, 5 (31%) de 16 que recibieron intervención psicológica y 5 (29%) de 17 que recibieron antipsicóticos más intervención psicológica. En los grupos tratados, ocurrieron eventos adversos graves en 8 (35%) de 23 pacientes en el grupo combinado, 2 (13%) de 15 en el grupo de antipsicóticos, 4 (24%) de 17 en el grupo de intervención psicológica, y 4 (80%) de 5 que no recibieron ningún tratamiento. No se consideró que los eventos adversos graves estuvieran relacionados con la participación en el ensayo.
Este ensayo es el primero en demostrar que un ensayo clínico que compara la intervención psicológica, los antipsicóticos y su combinación es seguro en los jóvenes con un primer episodio de psicosis.
La evidencia sobre la insuficiencia respiratoria aguda (IRA) por antipsicóticos es escasa. Los antipsicóticos se han recetado con frecuencia fuera de indicación en adultos, pero no se sabe si su uso conlleva un mayor riesgo de IRA entre los pacientes adultos.
Se incluyeron 716.493 adultos de 20 años o más, entre enero de 2000 y diciembre de 2013. Entre la cohorte del estudio, 7.084 adultos con IRA y 12.785 con riesgo de enfermedad.
Se llegó a la conclusión de que el uso de antipsicóticos se asoció con un mayor riesgo de IRA en pacientes adultos. El riesgo fue dependiente de la dosis y notablemente mayor con el uso actual de agentes antipsicóticos. Los médicos deben estar atentos a cualquier síntoma respiratorio en pacientes que actualmente estén tomando antipsicóticos.
Han pasado casi diez años desde que el informe Banerjee de 2009 estableció que estaba ocurriendo prescripción inadecuada de antipsicóticos en pacientes de edad avanzada en el Reino Unido y estos pacientes tenían un riesgo 85% mayor de eventos adversos y mayor mortalidad. Este informe fue un análisis crítico que abordó los resultados de las prácticas de tratamiento para la demencia en pacientes del Reino Unido y a nivel mundial, dirigido a reducir la prescripción de fármacos antipsicóticos para la demencia. Desde 2009, muchos estudios importantes en todo el mundo (incluidos varios estudios retrospectivos grandes más recientes) proporcionan datos longitudinales más extensos sobre los impactos adversos de los antipsicóticos en la demencia. Se han utilizado los datos de estos estudios, incluidos más de 380.000 pacientes con demencia, con 85.069 a los que les fueron prescritos agentes antipsicóticos, así como a 359.235 usuarios de fármacos antipsicóticos no relacionados con la demencia para proporcionar un metaanálisis actualizado. Este es el primer metaanálisis que incluye evidencia de estudios generales de salud mental que muestran que los antipsicóticos precipitan una mortalidad excesiva en todo el espectro. La prescripción de fármacos antipsicóticos para la demencia o para otros cuidados de salud mental se debería evitar y buscar medios alternativos para tratar los trastornos del comportamiento de dichos pacientes.
Este ensayo triple ciego (participantes, médicos e investigadores) aleatorizado y controlado de no inferioridad examinó si la intervención psicosocial intensiva (manejo de casos cognitivo-conductual, MCCC) para el primer episodio de psicosis (PEP) en personas de 15 a 25 años de edad tratadas en una intervención temprana especializada por un servicio de psicosis no fue inferior al tratamiento habitual de medicación antipsicótica más MCCC administrado durante los primeros 6 meses de tratamiento. Para maximizar la seguridad, los participantes debían tener bajos niveles de suicidio y agresión, una duración de la psicosis no tratada (DPN) de menos de 6 meses y vivir en un alojamiento estable con apoyo social. El resultado primario fue el nivel de funcionamiento a los 6 meses. 90 jóvenes fueron asignados al azar, 46 a placebo y 44 a medicación antipsicótica y el 33% de los que comenzaron la medicación de prueba completaron todo el período de prueba de 6 meses. Ambos grupos mejoraron y las diferencias entre los grupos fueron pequeñas y clínicamente triviales, lo que indica que el tratamiento con medicación placebo no fue menos eficaz que el tratamiento antipsicótico convencional. Dentro del contexto de un servicio especializado de intervención temprana, y con una DPN breve, la introducción inmediata de medicación antipsicótica puede no ser necesaria para todos los casos de PEP para ver una mejora funcional. Sin embargo, este hallazgo solo puede generalizarse a una proporción muy pequeña de casos de PEP en esta etapa, y se requiere un ensayo más amplio para aclarar si se puede recomendar un tratamiento sin antipsicóticos para subgrupos específicos de personas con PEP.
Los fármacos neurolépticos (antipsicóticos) reducen los síntomas psicóticos, pero no se comprende bien cómo logran estos efectos y cómo experimentan los efectos de los fármacos las personas que los toman. El presente estudio describe una síntesis de datos cualitativos sobre las alteraciones mentales y conductuales asociadas con la ingesta de neurolépticos y cómo estos interactúan con los síntomas de la psicosis y el sentido del yo y de agencia de las personas.
Se realizaron búsquedas en nueve bases de datos para identificar literatura cualitativa sobre experiencias de tomar medicación neuroléptica. Se realizó una síntesis temática.
Se experimentó comúnmente que los neurolépticos producían un estado distintivo de letargo, enlentecimiento cognitivo, embotamiento emocional y motivación reducida, que afectaba el funcionamiento pero también tenía efectos beneficiosos sobre los síntomas de la psicosis y algunos otros síntomas (por ejemplo, insomnio). Para algunas personas, la reducción de los síntomas ayudó a restaurar un sentido de normalidad y autonomía, pero otras experimentaron una pérdida de aspectos importantes de su personalidad. A lo largo de los estudios, muchas personas adoptaron una postura pasiva hacia la medicación a largo plazo, expresando un sentimiento de resignación, resistencia o pérdida de autonomía.
La conclusión sería que los fármacos neurolépticos modifican la cognición, las emociones y la motivación. Estos efectos pueden estar asociados con la reducción de la intensidad y el impacto de los síntomas, pero también afectan el sentido de identidad y agencia de las personas. Comprender cómo experimentan los efectos de los neurolépticos quienes los toman es importante para desarrollar un enfoque más colaborativo del tratamiento farmacológico en psicosis y esquizofrenia.
El objetivo del trabajo era estudiar los efectos beneficiosos y perjudiciales de los antipsicóticos en pacientes con psicosis sin tratamiento previo. Este estudio se llevó a cabo con una revisión sistemática y un metaanálisis de ensayos controlados con placebo. La conclusión fue que el uso de antipsicóticos no puede justificarse con base en la evidencia que tenemos actualmente. Los efectos de la abstinencia en los grupos de placebo hacen que los ensayos controlados con placebo existentes no sean fiables.
Los fármacos antipsicóticos pueden causar efectos secundarios graves de aparición aguda y, por lo tanto, contribuir al aumento de la morbilidad y la mortalidad física observada en pacientes con trastornos graves de salud mental. Examinamos esta hipótesis haciendo un metaanálisis de los eventos adversos graves que ocurrieron en ensayos controlados con placebo de antipsicóticos. Para esta revisión sistemática y metaanálisis, se incluyeron ensayos controlados aleatorizados (ECA) que compararon antipsicóticos de segunda generación con placebo. Se identificaron 597 ECA, con 108.664 participantes, que cumplieron con los criterios de inclusión. 314 ensayos (67.642 participantes) con detalles sobre eventos adversos graves individuales disponibles constituyeron el principal conjunto de datos para el metaanálisis. Se encontró evidencia de que los antipsicóticos causan eventos adversos graves somáticos a corto plazo además de los eventos adversos graves somáticos que ocurren independientemente del tratamiento. Este efecto parece deberse principalmente a los resultados en pacientes mayores. Por lo tanto, los médicos deben ser conscientes de que los antipsicóticos son potencialmente tóxicos, especialmente cuando se trata a pacientes que comparten factores de riesgo con la población de mayor edad.
Los antipsicóticos son el tratamiento de primera línea para las personas con esquizofrenia o psicosis. Existe evidencia de que pueden reducir los síntomas de la psicosis y el riesgo de recaída. Sin embargo, muchas personas no responden a estos medicamentos o experimentan efectos adversos y dejan de tomarlos. En el Reino Unido, las guías clínicas han enfatizado la necesidad de investigar las intervenciones psicosociales sin antipsicóticos. Esta revisión sistemática examina los efectos de las intervenciones psicosociales para las personas con esquizofrenia o psicosis que reciben antipsicóticos mínimos o nulos. Se identificaron 9 intervenciones probadas en 17 estudios (N=2.250), incluidos 8 ensayos controlados aleatorizados. Los resultados fueron generalmente iguales o, en un pequeño número de casos, mejores que los del grupo de control (antipsicóticos / tratamiento habitual) para la terapia cognitivo-conductual (TCC), el tratamiento adaptado a las necesidades y tratamientos tipo Soteria. Las intervenciones restantes proporcionaron algunos hallazgos alentadores, pero en general inconsistentes. La calidad del estudio fue generalmente baja con poca investigación reciente. En conclusión, se han estudiado nueve intervenciones psicosociales para pacientes con antipsicóticos mínimos o nulos. La mayoría de los estudios informaron de resultados de la intervención que fueron los mismos que los del grupo de control; sin embargo, la calidad del estudio fue problemática. Dados los efectos adversos de los antipsicóticos y que muchas personas no quieren tomarlos, se necesitan ensayos de alta calidad de tratamientos psicosociales para personas con antipsicóticos mínimos o nulos.
La literatura sobre la medicación antipsicótica en la psicosis carece de sistematización de la base de conocimientos empíricos sobre las experiencias subjetivas de los pacientes con el uso de fármacos antipsicóticos. Tales investigaciones son fundamentales para informar los ensayos a gran escala con hipótesis clínicamente relevantes y para aclarar las implicaciones clínicas para diferentes subgrupos de personas. El objetivo del estudio era volver a analizar y resumir la literatura de investigación cualitativa existente sobre las perspectivas de los pacientes sobre el uso de medicamentos antipsicóticos. Fueron identificados cuatro metatemas: (1) beneficios a corto plazo; (2) efectos adversos y procesos de afrontamiento; (3) rendición y autonomía; (4) compromiso a largo plazo de la recuperación funcional.
Se concluyó que, si bien en gran medida son positivos sobre el uso agudo y a corto plazo, los pacientes son más escépticos sobre el uso de fármacos antipsicóticos a largo plazo. Este último se relaciona específicamente con los procesos de recuperación funcional y social. Las conversaciones clínicas sobre la medicación antipsicótica deben incluir evaluaciones de contextos del nivel de experiencia del paciente, procesos de autonomía del paciente, valores del paciente y preferencias de riesgo, y conocimientos y necesidades de conocimiento del paciente, además de evaluar la gravedad de los síntomas de la psicosis.
La medicación antipsicótica es actualmente el tratamiento de elección para la psicosis, pero pocos estudios examinan directamente la experiencia de primera mano de los receptores. El objetivo del estudio fue conocer las experiencias y opiniones de una muestra internacional de usuarios de antipsicóticos, en cuanto a efectos positivos y negativos. Más de la mitad (56%) pensaba que los medicamentos reducían los problemas para los que fueron recetados, pero el 27% pensaba que los empeoraban. Un poco menos personas encontraron los medicamentos generalmente "útiles" (41%) que los que los encontraron "inútiles" (43%). Mientras que el 35% informó que su "calidad de vida" había "mejorado", el 54% informó que había "empeorado". El número medio de efectos adversos notificados fue de 11, con un promedio de 5 en el nivel "grave". El 57% o más de los participantes informaron 14 efectos, más comúnmente: “somnolencia, sensación de cansancio, sedación” (92%), “pérdida de motivación” (86%), “pensamientos lentos” (86%) y “adormecimiento emocional” (85%). Se informó que las ideas de suicidio son un efecto secundario en un 58%. Las personas mayores informaron resultados particularmente desfavorables y altos niveles de efectos adversos. La duración del tratamiento no estuvo relacionada con los resultados positivos, pero se relacionó significativamente con los resultados negativos. La mayoría de los encuestados (70%) había intentado dejar de tomar los fármacos. Las razones más comunes por las que las personas querían dejarlos eran los efectos secundarios (64%) y las preocupaciones sobre la salud física a largo plazo (52%). La mayoría (70%) no recordaba que le dijeran nada sobre los efectos secundarios.
Los niños y jóvenes a los que se les recetan medicamentos antipsicóticos tienen múltiples eventos adversos cardiovasculares, metabólicos y otros, potencialmente fatales, relacionados con la dosis, pero se desconoce si estos medicamentos están asociados con un mayor riesgo de muerte. El objetivo del estudio es comparar el riesgo de muerte inesperada entre niños y jóvenes que inician tratamiento con antipsicóticos o con medicación de control (medicamentos para el trastorno por déficit de atención / hiperactividad, antidepresivos, o estabilizadores del estado de ánimo). El estudio incluyó a 189.361 niños y jóvenes en el grupo de control, 28.377 en el grupo de dosis más baja (igual o inferior a 50 mg equivalentes de clorpromazina) y 30.120 en el grupo de dosis más alta (más de 50 mg equivalentes de clorpromazina). La incidencia no ajustada de muerte en el grupo de dosis más alta fue significativamente mayor que en el grupo de control. La incidencia de muerte en el grupo de dosis más baja no difirió significativamente con la del grupo control. Los hallazgos sugieren que el uso de antipsicóticos se asocia con un mayor riesgo de muerte inesperada y parecen reforzar las recomendaciones para la prescripción y el seguimiento cuidadosos del tratamiento antipsicótico para niños y jóvenes y subrayar la necesidad de estudios más amplios de seguridad del tratamiento antipsicótico en esta población.
Los medicamentos antipsicóticos se usan comúnmente para tratar los trastornos del comportamiento disruptivos no psicóticos en los jóvenes. El objetivo del estudio era caracterizar los efectos metabólicos de la primera exposición a antipsicóticos en jóvenes utilizando evaluaciones estándar de criterio de composición corporal y sensibilidad a la insulina. La intervención, sobre 144 pacientes, fue de doce semanas de tratamiento con aripiprazol oral (n = 49), olanzapina (n = 46) o risperidona (n = 49). Como conclusión, se observaron cambios adversos en la adiposidad y la sensibilidad a la insulina durante 12 semanas de tratamiento antipsicótico en jóvenes, con los mayores aumentos de grasa con olanzapina. Tales cambios, probablemente atribuibles al tratamiento, pueden estar asociados con el riesgo de morbilidad y mortalidad cardiometabólicas prematuras. Los resultados informan las consideraciones de riesgo-beneficio para el uso de antipsicóticos en los jóvenes.
Existe evidencia de que muchas personas toman dosis más altas de fármaco antipsicótico de las necesarias para un funcionamiento óptimo, pero existen pautas limitadas sobre cómo reducirlas. Este documento informa sobre los resultados de 5 años para sesenta y siete personas que recibieron tratamiento en un centro de salud mental comunitario y se les ofreció la oportunidad de reducir gradualmente sus dosis de fármaco antipsicótico en colaboración con el psiquiatra tratante. Durante un período de 6 meses, el autor invitó a los pacientes que estaban clínicamente estables y podían participar en las discusiones sobre los posibles riesgos y beneficios para comenzar a reducir gradualmente la dosis. Inicialmente, 40 expresaron interés en disminuir y 27 declinaron. Los grupos no difirieron en edad, sexo, raza o diagnóstico. El grupo que eligió la reducción comenzó con dosis significativamente más bajas. La mayoría de los pacientes lograron realizar reducciones modestas de la dosis. A los 5 años, no hubo diferencias significativas en las dos medidas de resultado, tasa de hospitalización y situación laboral. Muchos pacientes pudieron participar en estas discusiones que no resultaron en la discontinuación generalizada del fármaco. Este es un pequeño estudio naturalista de un tema que merece más investigación.
Este estudio tiene como objetivo comparar el riesgo de enfermedad renal crónica (ERC) entre pacientes con esquizofrenia que utilizan antipsicóticos de primera y segunda generación. Se estudió una cohorte de pacientes hospitalizados para trastornos psiquiátricos entre 2000 y 2013 (n=267.807). La base de datos incluía pacientes con al menos un registro de hospitalización psiquiátrica y un diagnóstico de alta de trastorno mental. Se encontró que los riesgos de ERC eran mayores para quienes usaban antipsicóticos de segunda generación durante más tiempo acumulativo que para quienes no los usaban. El estudio sugiere la relación entre el uso de antipsicóticos de segunda generación y el riesgo de ERC.
La comparación de cómo naciones como el Reino Unido, EE.UU., Canadá, Australia y otros han realizado intentos para mejorar la atención y el tratamiento de los pacientes con demencia puede proporcionar información útil sobre métodos que han demostrado ser exitosos. El Informe Banerjee de 2009, con sede en el Reino Unido, brindó liderazgo internacional en el tratamiento y las prácticas para los pacientes con demencia con el objetivo de reducir la prescripción de fármacos antipsicóticos. Se examina un relato histórico de las diferentes políticas y desarrollos gubernamentales con el objetivo similar de desprescribir. Utilizando Australia como ejemplo, se discuten diferentes estrategias nacionales en el contexto de aquellas que se han probado y han fracasado. Además, se presentan políticas que han logrado reducir las controvertidas prácticas actuales de prescripción excesiva de antipsicóticos o fármacos psicotrópicos relacionados para pacientes con demencia. La evidencia indica de manera abrumadora que tales tratamientos solo exacerban la enfermedad o precipitan la muerte, lo que justifica la reciente llamada para que el uso de restricciones químicas como los antipsicóticos se incluyan como "abuso de ancianos" al considerar la reforma legal necesaria para regular el cumplimiento.